Moscú, RUSIA. Con la eliminación el viernes de Uruguay y Brasil tras perder con Francia y Bélgica respectivamente, se esfumaron las esperanzas de América Latina de acabar con la mala racha después de tres triunfos consecutivos europeos en la Copa Mundial de la FIFA (Italia ganó en 2006, España en 2010 y Alemania en 2014).
Las semifinales de Rusia 2018 serán enteramente europeas: Francia se medirá ante Bélgica, y Croacia hará lo propio ante Inglaterra.
La de Rusia será la quinta ocasión en la historia que sólo tendrá representantes europeos en semifinales (1934, 1966, 1982 y 2006). Se da la curiosa circunstancia de que en tres de ellas el título fue para Italia, una selección que no se clasificó para este torneo. La única excepción fue el triunfo de Inglaterra en 1966.
Además, salvo en Suecia 1958, con el Brasil del entonces joven Pelé, nunca una selección sudamericana logró un título mundial disputado en Europa.
Una tendencia en selecciones que se suma a lo que ocurre a nivel de clubes, donde solo el Corinthians brasileño (en 2012) ha logrado romper el dominio interrumpido de los equipos europeos en el Mundial de Clubes desde 2007.
En Rusia no sólo no habrá un campeón latinoamericano, sino que las grandes estrellas que brillan en el firmamento futbolístico habrán pasado con más pena que gloria, sin que ninguna de ellas haya realmente brillado como lo hacen regularmente en sus clubes.
Lionel Messi, Neymar, Luis Suárez, Sergio Agüero, Coutinho, Radamel Falcao, Gabriel Jesús, Edinson Cavani o James Rodríguez. Todos ellos dejaron pinceladas de su calidad con cuentagotas, pero en el día de la verdad, cuando sus selecciones se jugaban el todo o la nada, les salió cruz y volvieron a casa sin gloria, aunque Cavani y James, por sendas lesiones, vieron el último partido de los suyos desde fuera.
Falta de dinero e infraestructuras
Causas que expliquen este descenso de la competitividad del fútbol sudamericano con respecto al europeo pueden ser muchas, variadas y hasta complementarias.
El ‘Maestro’ Óscar Tabárez, gran conocedor del fútbol europeo y sudamericano, dio una de ellas el viernes nada más quedar apeada la selección uruguaya que dirige. “Hablar de supremacía del fútbol europeo es desconocer la realidad histórica, económica e infraestructural del fútbol. Bolivia no tiene las infraestructuras de Alemania, ni nosotros las de Inglaterra”, sentenció con sabiduría, antes incluso de conocer el adiós de Brasil.
Los campeonatos europeos, y sobre todo los cinco grandes (Inglaterra, España, Alemania, Francia e Italia), reciben cada año grandes cantidades de los contratos televisivos, un dinero que se reinvierte en la adquisición de jugadores y en la mejora de las infraestructuras.
Cada vez los jugadores sudamericanos dan el salto a Europa más jóvenes y algunos de ellos como el argentino Paulo Dybala, el brasileño Philippe Coutinho o el uruguayo Rodrigo Bentancur, lo hicieron con apenas un puñado de partidos como profesionales.
Sin campeonatos competitivos
Esto debilita los clubes sudamericanos y por extensión los campeonatos de estos países. Las ligas argentina y brasileña, las dos más grandes de la región, intentan readaptarse con mayores inversiones y prestaciones, pero la brecha con Europa se ha ampliado demasiado en los últimos 20 años.
En el continente americano han dado un paso hacia delante las ligas estadounidense y mexicana con mejores propuestas económicas para atraer a figuras, no de la elite, aunque ello tampoco es sinónimo de éxitos en el Mundial.
Si malo ha sido el Mundial de Rusia para la Conmebol, peor aún fue para la Concacaf, con el agravante de que esta región organizará el mayor torneo futbolístico dentro de ocho años.
México se quedó de nuevo en el cuarto partido por séptima vez consecutiva, sin poder llegar a los deseados cuartos de final, y Costa Rica y Panamá se marcharon a las primeras de cambio sin sumar un solo triunfo, mientras que Estados Unidos ni siquiera se clasificó para la cita.
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