Consciente de su apellido, Claudia Cristiani había optado siempre por una suerte de anonimato político desde la gestión cultural. En abril pasado, luego de las elecciones legislativas y municipales, decidió brincar sus propias barreras. El 11 de abril de 2018 llegó a la Asamblea Legislativa a cabildear por una de las propuestas para despenalizar el aborto, un tema históricamente controversial, en especial por su costo político.
El cometido era conseguir los 43 votos necesarios para aprobar la reforma al Código Penal que volvería legal la interrupción del embarazo en dos causales. Cristiani, hija del expresidente Alfredo Cristiani (1989 -1993) no llegó sola. Algunas de sus acompañantes en aquella ocasión también tenían apellidos de peso dentro de Arena, entre ellas Alexandra de Sola, Celina Palomo y Adriana de Altamirano. Esta era la primera vez que mujeres ligadas a la derecha política se acercaban a promover alternativas para la despenalización del aborto. La moción fracasó.
Tres meses más tarde, el pasado tres de julio, Cristiani y sus acompañantes llegaron nuevamente a la Asamblea con el afán de promover un nuevo debate, con un anteproyecto de Ley de Educación en Afectividad y Sexualidad Responsable. Esta iniciativa, sin embargo, aunque fue promovida por diputados de todas las fracciones de derecha, no tuvo mucho tiempo de vida. La tarde de ese mismo día, el grupo de promotoras supo que el plan de Arena era engavetarla.
Ese fue el punto de quiebre para ella. “En Arena no creen en el diálogo. Cuánta insensatez”, escribió desde su cuenta de Twitter el 5 de julio.
En esta entrevista, Cristiani explica el origen del anteproyecto, los alcances y limitaciones de la propuesta, y las razones que incidieron para que Arena decidiera abortar, sin debatirla, una propuesta a la que ellos mismos habían dado iniciativa de ley.
Salvo por la presentación de investigaciones realizadas por la Fundación Accesarte, ligada al quehacer cultural, usted se había mantenido al margen de lo político; al menos, hasta abril pasado, cuando decidió ir hasta la Asamblea para hacer lobby con los diputados para lograr la reforma de despenalización del aborto. ¿Qué motivó el cambio?
Después de las elecciones legislativas parecía que había suficiente apoyo para reformar el código penal y regresar más o menos al estado en el que estábamos antes de 1998. Estaba claro que la nueva legislatura se iba a oponer muchísimo a esa reforma y, por ende, la situación muy probablemente iba a pasar tres años más engavetada. Por otro lado, también me parecía que la propuesta que había hecho el diputado Johnny Wright era bastante conservadora: contenía lo mínimo indispensable para garantizar mínimamente el bienestar de las madres y no únicamente del no nacido, que no estoy diciendo que no lo es. Tienen igual importancia. La discusión estaba en un espacio pésimo, como siempre, de “la vida contra la muerte” y toda esta discusión alejada de realidad de las cosas. Dada esa situación, me pareció importante pronunciarme públicamente, porque la mayoría de personas tienen un pavor absoluto de hacerlo respecto a ciertos temas; precisamente, por la reacción que provocan. Es un acoso y una agresividad impresionante que de hecho puede tener un impacto en el trabajo. Hay personas que se me acercaban en privado y me decían: 'gracias por pronunciarse, no lo puedo hacer porque puedo perder mi trabajo'. Y yo al principio decía: “qué exagerados, si nadie va a perder el trabajo por esto”. Pero sí, es posible, ja, ja, ja. Después de ver las reacciones y de analizarlas y de dónde vienen, no es un temor infundado pensar que uno puede perder el trabajo por pensar de cierta forma.
¿De dónde surge este anteproyecto?
Surgió después de la iniciativa de despenalizar el aborto. Cuando esa iniciativa llegó al pleno y otras personas y yo nos pronunciamos públicamente a favor de la despenalización, hubo muchísima reacción de parte de grupos y asociaciones que se pronunciaron en contra. Dentro de sus argumentos decían que había una serie de otras cosas que había que hacer antes de pensar en la despenalización del aborto. Nosotros, si bien no estábamos de acuerdo, nos parecía que estas otras medidas también eran importantes. Dentro de ellas estaba la educación sexual, porque esta medida, además de incidir en la disminución de la tasa de abortos, incide en la mejora de otras condiciones. Entonces, ese fue el origen de esa iniciativa.
Quiere decir que este anteproyecto se cocinó en tres meses.
No. Ya habíamos empezado a trabajar en la iniciativa de educación sexual en afectividad desde antes. Pero en ese momento, que era tan evidente el apoyo que tenía la educación sexual, nos daba ánimos pensar que sí se podía hacer algo bueno y concreto para solventar ese problema serio.
¿Quiénes son ese 'habíamos?
Personas que están dentro de Nuestro Tiempo. Ahí la mayoría son abogados. Luego estamos ciudadanas que no tenemos nada que ver con ninguna organización: Celina Palomo, que estuvo muchos años en Fusal; Alexandra Araujo, que está en Voces Vitales, pero no lo hace en nombre de la organización; mi mamá (la exprimera dama Margarita de Cristiani), que desde que ella estaba en la Secretaría de la Familia lo trató de impulsar y tampoco pudo. Organizados, son gente que forma parte de Nuestro Tiempo, y de ahí, solo ciudadanos.
¿Y Nuestro Tiempo los convocó a ustedes para trabajar de manera conjunta o...?
Ellos eran los que estaban impulsando el anteproyecto por la despenalización en dos de las causales. Eran conversaciones que teníamos, que ni siquiera eran oficiales, sino con personas que forman parte de Nuestro Tiempo, pero nos conocemos desde antes.
¿Por qué es necesaria una Ley y no un manual para impulsar la educación sexual y en afectividad si, tal como lo citan ustedes en los considerandos, ya la Constitución y la Lepina regulan? Ese fue precisamente uno de los argumentos para archivarlo.
En principio, el mandato de la Lepina debería de ser suficiente para que se establezca una política nacional de educación sexual. Los problemas que nosotros vemos son dos: uno es que la Lepina es de 2009 y han pasado diez años y a la fecha no se ha hecho suficiente. El otro problema es que, así como está establecido, se puede reducir la inducción de estos temas al ámbito biológico de la sexualidad, pero a nosotros nos parecía importante que se incluyera la afectividad también, porque si se reduce al ámbito biológico, se reduce a la esfera física la sexualidad cuando en realidad es bastante más que eso. Y al introducir a la afectividad se puede entonces pasar a un ámbito en donde se puede formar o educar. Sé que la palabra formación es problemática, pero se debe educar a los niños en esferas que son bastante más relevantes para la convivencia que entender la sexualidad exclusivamente como una materia de la biología. En la Lepina eso no está establecido y entonces era importante, creemos nosotros, que se establecieran esos lineamientos para que no se reduzca la sexualidad a ese ámbito y que entonces los niños puedan recibir una educación más integral. Además que así se maneja hoy en día esa materia. Son bien pocos los países que ya hablan exclusivamente de sexualidad.
Otra de las cosas que hacía mucho ruido porque el literal 'e' del artículo 6 habla de “pautas de abordaje pedagógicas, en función de la diversidad”. ¿Cuáles eran los alcances que se pretendían con esta ley? Este anteproyecto también es bastante ambiguo.
Las leyes deben de ser así de ambiguas, sobre todo cuando son leyes que tienen que ver con esferas como la educación porque las esferas del conocimiento se tienen que ir actualizando. Es importante dejar los lineamientos claros, pero con el espacio para que eso pueda ser definido con base a los conceptos científicos y psicopedagógicos actuales. No podemos definir los contenidos. Eso lo tienen que definir las personas que están capacitadas para hacerlo. Ahora, (sobre) el tema de la diversidad, yo realmente no entiendo cuál es el problema, ja, ja. Bueno, sí entiendo.
Parte de los argumentos de los opositores es que en realidad el anteproyecto lo que buscaba era “adoctrinar con la ideología de género”.
Lo que tengo que decir al respecto es que tanto los derechos humanos como todos estos conceptos a los que les temen están recogidos en la Lepina. No son inventos de nosotros. Mucho de lo que las personas se imaginan cuando ven esos conceptos es la forma en la que ellos los definen, no necesariamente lo que realmente significan. No somos nosotros los que vamos a definir ese contenido. Al final, lo que creo que merecemos como país es que confiemos en que las cosas se pueden hacer bien. Me sorprende muchísimo que las personas que se oponen con tanto ahínco a esta educación son los que tienen a sus hijos en escuelas donde ya reciben esa formación. Ellos saben cuáles son los contenidos de la afectividad y la sexualidad. Realmente creo que son una minoría los que tienen ese nivel de desconfianza sobre los intereses y las intenciones de las personas que de verdad están buscando solucionar un problema. Creo que es exagerado e infundado.
¿No cree que es un poco arriesgado lanzar una ley como esta, que se sabía que iba a levantar temores infundados, como usted dice, sobre todo en una Asamblea que a partir del 1 de mayo de este año es mayoritariamente de derecha y muy conservadora? Sobre todo sin hacer previamente la búsqueda de los apoyos, porque si bien Nuestro Tiempo es un movimiento/partido en formación, ellos no están en la Asamblea, no van a ser ellos parte de la discusión.
Nosotros buscamos personas y organizaciones que no voy a mencionar, porque no las voy a exponer a todos los ataques. Pero nosotros sí buscamos apoyo. Tanto así que para darle iniciativa firmaron cuatro partidos políticos. Los que no quisieron firmar fueron los del Frente. La controversia la generaron ellos mismos. Educación sexual en las escuelas no es un tema controversial. Y si ves en las reacciones, por lo menos las que se ven en las redes sociales, en los medios, la gran mayoría está sorprendida por la forma en la que fue manejado el anteproyecto y la forma en la que fue archivado sin siquiera querer discutir. Precisamente, lo que indica el proceso de formación de ley es que, una vez entrado a la comisión, se discute y se puede modificar.
De Arena firmaron cinco diputados, entre ellos Arturo Magaña, que se echó para atrás en redes sociales, y otros que, hablando extraoficialmente con El Faro, dijeron que firmaron porque se les había dicho que la iniciativa la apoyaban Fusades y Forja. Esta última incluso sacó un comunicado desvinculándose. Justamente Arena, que era el partido que estaba en la foto, dio sus votos para engavetarlo.
Yo, jamás. Casi te puedo asegurar que nadie más de las personas que fuimos a presentar el anteproyecto, aseguramos a nadie que X o Y organización apoyaban la iniciativa. En el tema de los apoyos, la principal razón por la cual trabajamos en esa iniciativa 𑁋aparte de que es necesario hacerlo, evidentemente𑁋 era porque había un apoyo público; aparte que porque hay un mandato legal, tanto en la Constitución como en la Lepina, para hacerlo. Si los diputados ahora quieren decir que firmaron por esta o la otra razón, eso lo tendrán que explicar ellos. Pero te puedo decir que la firma que se dio, al menos desde nuestra perspectiva, era un apoyo honesto y decidido a la iniciativa de la educación sexual. Realmente no hay una razón de fondo para oponerse. Yo más bien considero que la vuelta que se le dio al absurdo desde la política es posterior y es por presiones políticas, porque se considera que es inconveniente tratar ese tema.
¿Inconveniente por qué?
Por las elecciones, porque entonces se obliga a los candidatos a pronunciarse, porque es un tema controversial, porque la gente se va a ir en contra de los partidos, y ese es un cálculo que todos los partidos hicieron. Pero, como te digo, creo que es un cálculo erróneo, porque la mayoría se ve afectada por esa situación, y los que creen que no son afectados también lo son, y nuestros representantes deberían de ser capaces de entender eso. Aquí la inconveniencia política siempre es un argumento en contra de todo lo que no se quiere discutir, porque siempre estamos a uno o dos años de elecciones. Creo que más bien fue por presión política que los diputados cambiaron de parecer y también por presión social, desde el sector más conservador, al decir que eso está en contra de la familia.
Esta no es la primera vez que una iniciativa como esta se frustra. El manual que en el 98 ya se había impreso y repartido, incluso, en algunas escuelas, se retiró a petición de la Iglesia católica, por ejemplo. Mi pregunta era más bien respecto a la búsqueda de apoyos dentro de la Asamblea, justamente por la conformación de la que hablábamos hace un rato.
Cuando en todo ese período que se estuvo discutiendo la despenalización del aborto, la gran mayoría de organizaciones e incluso representantes de los partidos políticos se oponían a la despenalización. Pero hay otras cosas que hay que hacer que son importantes y ahí se incluía la educación sexual: Nosotros tomamos la palabra. Que ahora se retracten, lo que nos indica es que no son serios en los comentarios que hacen.
Quiere decir que ustedes no creyeron necesario hacer un sondeo solo porque ya ellos habían dicho, para oponerse al aborto, que educación sexual era la solución.
Con los diputados sí se hizo. De hecho, por eso está firmado por todos esos partidos políticos.
¿Con todas las fracciones?
Con algunas sí porque son más pequeñas. En el grupo parlamentario de Arena hay muchísima diversidad, sabemos que hay gente que se opone por principio a cualquier cosa que sea presentado desde otro lado, y con el Frente tampoco se hizo de forma oficial. Y eso, en realidad, responde a dos cosas: una es que, para darle iniciativa de ley no es necesario tener el apoyo de todos los diputados. A nosotros lo que nos interesaba es que se discutiera. Ninguno de los que lo presentó es un partido político que tiene representación directa en la Asamblea Legislativa. Necesitábamos una forma de ponerlo en la mesa y darle iniciativa al anteproyecto. Era el único mecanismo que teníamos para hacerlo. La idea no era que tal cual como está se convirtiera en Ley, sino que entrara a la Asamblea y que se discutiera ahí. La otra razón por la cual no se buscó oficialmente el apoyo de las fracciones es porque, yo por lo menos, y creo que los demás tampoco, pensé que la oposición a la educación a la sexualidad y la afectividad iba a ser tan grande y sin espacio para ninguna apertura. La agresividad de la oposición y esa forma tan clara de marcar un espacio cerrado de diálogo, a mí sí me sorprendió muchísimo y no me lo esperaba que fuera así, sobre todo porque muchas organizaciones muy conservadoras habían expresado su apoyo, su consideración, de que la educación sexual era importante.
Tomando en cuenta que había candidatos a diputados, cuya campaña ofrecía la lectura de la Biblia en las escuelas, y con diputados en la Asamblea que han dicho que legislan con la Biblia en la mano, ¿no le parece inocente pensar 'bueno, porque usaron este argumento en contra del aborto, ahora van a decir que sí”?
Yo no lo veo como ingenuidad. Ir a esas instancias de expresión implica un compromiso con eso que estás diciendo. Otra de las formas de descalificarlo es decir: “Ah, no, es que son las abortistas y lo que quieren es que las niñas aborten y llevar el aborto a los niños y a las niñas en las escuelas”. El tema del aborto y la educación sexual solo están relacionados en el sentido que la educación disminuye el número de abortos que hay, y eso está comprobado. Pero el impacto, la incidencia y la importancia que tiene la educación sexual y en la afectividad trascienden el aborto en muchos sentidos, muy importantes y mucho más relevantes. Existen una serie de situaciones asociadas al tema de la afectividad y de la educación sexual, que es una problemática seria, importante y real en el país, que afecta a una gran mayoría. Ahora quieren hacer ver como que ese no es problema de la mayoría. Eso es evidente y es muy difícil de contradecir, porque los hechos ahí están. Y cuando me refiero al problema me refiero a la cantidad de embarazos precoces que hay, la cantidad de niñas que tienen que abandonar la escuela por un embarazo, las enfermedades de transmisión sexual, la violencia interpersonal, incluidos todos los delitos sexuales, etcétera. Entonces, no podemos pretender que el problema no existe. Nosotros hemos propuesto una solución. Si esa solución no te gusta, ¿cuál es la alternativa? Lo que no se vale es decir: “Esa solución no me gusta. Lo engavetamos”. Así seguimos pretendiendo que no existe un problema.
Lo que personajes como Gerardo Barón han dicho es que la finalidad de una Ley como esta es “adoctrinar” a los niños, pero, y por eso le decía que encontrábamos vacíos en el anteproyecto, el documento no habla de cómo se va a impartir esta educación sexual, no habla de si se les va a enseñar de métodos anticonceptivos, por ejemplo.
Por un lado, como te decía, no considero que sea prudente ni práctico incluir lineamientos tan específicos en la legislación. Eso, bajo todo punto de vista, es mejor dejarlo, no a los políticos, sino a los especialistas. El proceso de elaboración del programa no dice en ningún lado que no va a ser consultado, al contrario, dice que va a estar basado en conceptos científicos y psicopedagógicos, precisamente porque, como cualquier otra materia dentro del sistema educativo, el conocimiento se va actualizando y la legislación tiene que permitir esa actualización y esos ajustes. Es ilógico poner lineamientos específicos o hablar de contenidos específicos en la legislación. Eso se tiene que hacer después. Por eso te digo que tengo la impresión de que el problema es esa profunda desconfianza. Sacan como ejemplos situaciones muy extremas. Los dos o tres ejemplos de cosas espantosas, Hay, además de esos dos o tres ejemplos extremos, cientos de otros ejemplos que no son así y que son la mayoría, que son los que ya se imparten aquí en el país, que son los que reciben sus hijos en los colegios privados donde están inscritos. Sinceramente creo que ese no es problema ni de nosotros ni del anteproyecto, sino que de ellos.
Quiero regresar a lo de la ingenuidad. Ustedes pueden ser súper serias en su propuesta y estar dispuestas a dar la cara porque es algo en lo que creen, pero, a ver, usted, al igual que muchas de las que propusieron este anteproyecto, tienen apellidos de peso dentro de Arena y en el quehacer de este país. ¿Se confiaron del peso de sus apellidos?
Te voy a explicar por qué lo ves así. Es porque se ve o se entiende que con la presentación del anteproyecto el objetivo era que llegara a la plenaria dos días después y se convirtiera en Ley. Y ese nunca fue el objetivo. Lo que necesitábamos asegurar era que entrar a la Asamblea y que se empezara a discutir. Nosotros nunca pensamos que la idea de discutir una solución a un problema real iba a generar tanto problema o tanta oposición. El anteproyecto sabíamos que no todos lo iban a apoyar felices y ya se iba a aprobar. Pero que no se discutiera, eso sí no lo esperábamos.
El análisis que trato de hacer a nivel político es que son nombres relacionados al partido que en otras ocasiones Arena ha apoyado vehementemente, pero en este caso parece que no estuvieron dispuestos a hacer eco de la idea que ustedes impulsan.
Yo no estoy relacionada directamente con el partido y la asociación que se hace es por afinidad de parentesco. La oposición interna dentro de Arena viene de dos lados. A veces se sobreponen esas oposiciones, pero en general son dos fuentes. Una es la que lo ve como una inconveniencia política por las elecciones. Hay un grupo dentro del partido que siempre ve inconveniencia en algunas iniciativas como cálculo político, no como solución. Porque incluso hasta dicen: sabemos que eso es importante, que es un problema, pero es inconveniente porque es controversial. La otra fuente es el grupo más conservador, que de verdad creen inconveniente la educación sexual, esa es la minoría. Creo que la oposición más importante, en realidad, es del primer grupo. No es que no me esperaba que se iba a hacer una reacción dentro del partido, eso era un hecho que iba a ser así. Yo tomé la decisión de que no me iba a importar esa reacción porque es una reacción consistente, a lo largo del tiempo, de no resolver los problemas porque es una inconveniencia política. Y van a haber elecciones siempre y ese siempre va a ser un argumento en contra. Ya no podemos esperar más. Porque es inconveniente ahorita, va a ser inconveniente mañana, va a ser inconveniente el próximo año. Es inconveniente políticamente, pero la situación del país no puede ser una inconveniencia.
Hasta antes de apoyar la despenalización del aborto en los últimos días de la legislación anterior, el uso que hacía de sus redes sociales era exclusivo para difundir el trabajo de la Fundación Accesarte. Ahora llegó a decir que es imposible el diálogo porque esta Arena no quiere negociar. ¿Cuáles son los poderes que usted identifica dentro del partido que están utilizando a los diputados como veleta?
Como no conozco el interior del partido, no te podría decir es fulano, sutano, los que están detrás de esto. Creo que tampoco es tan orquestado.
Bueno, hemos visto a Regina de Cardenal desfilar varias veces por los pasillos de la Asamblea.
Ah, no, pero ella representa más esa posición no necesariamente desde Arena, sino desde fuera, aunque evidentemente está relacionada con muchas personas internamente. Pero yo no la pondría a ella como una persona de peso dentro del partido, en todo caso. Lo de la inconveniencia política creo que es más generalizado y es más difícil de identificar puntualmente de dónde viene porque es un cálculo político. Yo entiendo la lógica detrás de ese cálculo, pero no comparto esa conclusión. Yo tengo más problemas con el otro tipo de oposición, porque ahí sí no le encuentro tanta lógica. Puedo entender su perspectiva, su visión del mundo, de cómo debe de funcionar, cómo no... Incluso hasta el temor a esta agenda internacional y la injerencia del comunismo. Estoy segura que dentro de su perspectiva ellos lo perciben como una amenaza real, pero ahí sí veo que es una minoría. Lo que pasa es que es una minoría que se expresa mucho, y que ejerce una presión, ahí sí, importante y agresiva...
Que se pega con la inconveniencia política.
Exacto, hay una sobreposición. La característica que destaca es que esa presión se hace, sobre todo, desde la iglesia, que es un espacio de convivencia social donde las personas sí sienten una presión real de parte de una entidad. Puede que sea una minoría la que piensa así, pero la presión que ejercen es enorme y sí calla a las personas.
Usted la califica de minoría, pero es un sector que además tiene mucho acceso a medios de comunicación: prensa, radio, televisión, redes sociales...
Y al partido también.
¿Esta conclusión de que es imposible dialogar con esta Arena fue a partir de las reacciones vertidas en redes sociales o hubo gente que de manera personal se comunicaron con usted para preguntarle cuáles eran sus intenciones con esa ley?
No. La información que nosotros recibimos de parte del partido, y no fue de mi papá la información, sino de otra persona, era que el anteproyecto se iba a archivar. Y eso nos lo dijeron el día que se presentó. Nosotros sabíamos desde el día que se presentó el anteproyecto que la intención de Arena era archivarlo.
¿Esa información salió de una fuente dentro de la Asamblea?
Esa decisión la tomaron en una reunión en el partido. Y por eso es que me pronuncié en ese sentido, porque la decisión de archivarlo no era una oposición a la educación sexual y en afectividad, era una oposición a que se discutiera y eso fue lo que a mí me sorprendió y me molestó. No fue decisión de unos diputados o de unas personas, fue del partido.
¿Qué ha significado para usted, dentro de su círculo, tomar postura respecto al aborto, primero, y luego respecto a la necesidad de impulsar la educación sexual?
Estoy muy consciente de mi apellido, de lo que implica, de mi condición económica, etc. Estoy muy consciente y de hecho por eso casi no me pronuncio, porque no voy a decir cualquier cosa. Reacciones en contra, en realidad, no han habido por varias razones. Una, porque efectivamente las personas que yo tengo alrededor piensan igual que yo, desde mi familia hasta mis amistades, mis conocidos. Tengo conocidos que no piensan igual que yo, pero no son mis amistades. Más que consecuencias negativas ha tenido positivas. Como te digo, sí hay un sector que es muy agresivo, que dice cosas innecesarias y dice mentiras. Bueno, hasta nos amenazaron de ir a la Fiscalía a demandarnos por incitar al delito... Hay desde cosas muy rudimentarias, como algunos comentarios en Facebook, hasta amenazas serias y posiciones que de alguna forma no se pueden pasar por alto. Pero esa es una minoría muy radical, muy alejada de la realidad del país, y la gran mayoría no piensa así.
¿A qué se refiere cuando dice que han recibido amenazas serias?
Yo te voy a poner un ejemplo muy concreto: la amenaza de ir a la Fiscalía a demandar por “incitar el delito”. Trabajar en estos temas toma tiempo, porque uno tiene que estudiar, informarse, hacer entrevistas, ir a reuniones y discutirlo... Hay muchas personas que trabajan en organizaciones de la sociedad civil, sobre todo en organizaciones de derechos humanos. Alguien les tiene que pagar para hacer ese trabajo, ¿de qué van a vivir? Necesitan financiamiento para poder hacer el trabajo que hacen, evidentemente reciben financiamiento de agencias internacionales, de organizaciones de otros países y nacionales también, etc. Una amenaza como la que hizo la señora De Cardenal, de ir a la Fiscalía porque se está recibiendo financiamiento internacional por defender los derechos humanos de algunos ciudadanos es una amenaza real. Es una interpretación bastante torcida de la Ley, pero así de torcido puede encontrarse con un juez en este país. Es una amenaza real de cárcel para una persona que trabaja y lucha por defender los derechos humanos. Ese nivel de absurdo en el que vivimos a causa de estas posiciones tan radicales, ese sí es un problema real y una consecuencia de la cual yo me percaté o lo tuve muy cerca, y que antes no lo dimensionaba.