Centroamérica / Desigualdad

La caravana de migrantes hondureños colapsa los albergues en Guatemala

La romería que atraviesa Guatemala no para de crecer. Miles y miles de hondureños atraviesan la capital en dirección a la frontera de Tecún Umán, que colinda con Ciudad Hidalgo, México. La capacidad de todos los albergues ha sido superada y el goteo permanente de nuevos migrantes no cesa. La representación diplomática de Honduras insiste a sus ciudadanos que regresen, sin mucho éxito. 

FRED RAMOS
FRED RAMOS

Viernes, 19 de octubre de 2018
Carlos Martínez

Una familia de hondureños, procedentes de San Pedro Sula, descansa un momento afuera de un taller mecánico en los alrededores de La Casa de Migrante, en Ciudad de Guatemala, el 18 de octubre de 2018. Foto: Fred Ramos
Una familia de hondureños, procedentes de San Pedro Sula, descansa un momento afuera de un taller mecánico en los alrededores de La Casa de Migrante, en Ciudad de Guatemala, el 18 de octubre de 2018. Foto: Fred Ramos

La caravana de migrantes hondureños que atraviesa Centroamérica ha abarrotado los sistemas de albergues y refugios en Guatemala.

La infraestructura dispuesta para ayudar a los migrantes que se dirigen hacia México ha sido sobrepasada por los miles de hondureños que llegaron a lo largo del miércoles 17 de octubre. El sacerdote Mauro Verzeletti, jefe del principal albergue para migrantes en Ciudad de Guatemala, estimó que entre el martes y el miércoles han pasado más de 5 000 personas por las instalaciones que dirige. El 35% de quienes han transitado por el albergue, aseguró, son niños.

Verzeletti es un religioso brasileño miembro de la órden Escalabriniana, con más de una década de trabajo sobre el fenómeno migratorio en Centroamérica. Actualmente coordina una red de apoyo para las personas que atraviesan el país rumbo al norte y no recuerda un precedente del flujo de personas que se aglomeró estos días frente a La Casa del Migrante, la institución de referencia en el tema.

La noche del miércoles 17 de octubre, La Casa del Migrante fue sobrepasada por el enorme número de hondureños que buscaban un lugar donde dormir. Hubo que habilitar una escuela que está ubicada justo frente al albergue, pero también fue insuficiente para dar cabida a los hondureños que no pararon de llegar a lo largo de la noche. Muchos durmieron en las aceras colindantes. Otras dos instituciones que abrieron sus puertas a los migrantes también se vieron colapsadas.

La caravana de migrantes ha pasado largas noches. Esta foto es de la Casa del Migrante, en Ciudad de Guatemala, el 18 de octubre de 2018. Alrededor de 5 000 migrantes hondureños han pasado por este alberge en dos días. Foto: Fred Ramos.
La caravana de migrantes ha pasado largas noches. Esta foto es de la Casa del Migrante, en Ciudad de Guatemala, el 18 de octubre de 2018. Alrededor de 5 000 migrantes hondureños han pasado por este alberge en dos días. Foto: Fred Ramos.

Humberto Barrios, otro sacerdote que trabaja en el refugio, explicó que las capacidades del lugar se corresponden con un número normal de gente en tránsito, que suele ser de entre 30 a 50 personas por día. 

El flujo y las rutas de la caravana son impredecibles, porque han dejado de ser una marcha uniforme. Mientras que los más veloces llegaron el miércoles a la frontera entre Guatemala y México, los rezagados todavía se encontraban en el departamento de Zacapa, froterizo con Honduras. Avanzan en grupos pequeños. Los que tienen recursos abordan autobuses internos, otros piden ayuda en las carreteras o simplemente caminan. Van llegando a los puntos de encuentro, como La Casa del Migrante, de forma desperdigada y deciden por separado cuándo seguir.

Durante la madrugada del jueves 18, varios grupos se dieron cita en la plaza central de la capital guatemalteca para emprender el camino hacia la frontera de Tecún Uman, en el departamento de San Marcos. La mayoría pensaba caminar los más de 200 kilómetros de recorrido, llevando básicamente lo puesto. Otros llevan cochecitos de bebés donde transportan a sus hijos. Por la tarde de ese mismo día, los coordinadores de La Casa del Migrante de Tecún Umán, reportaron también que el albergue estaba abarrotado.

Mientras los primeros grupos arrancaban su recorrido desde la capital, otros apenas llegaban a la ciudad en busca de descanso y víveres. Junto a ellos, llegó también la embajadora de Honduras en Guatemala, Vivian Panting, acompañada de una delegación de la embajada. Su misión consistió en intentar convencer a los recién llegados de que regresaran a Honduras, y para ello había llevado un pequeño autobús. Solo una familia de cinco miembros accedió a volver.

El padre Verzeletti abominó la actitud de la representación diplomática de Honduras e incluso criticó al presidente salvadoreño: 'Lo que está haciendo la embajadora y el gobierno de Honduras es obedecer las órdenes de (el presidente de Estados Unidos) Donald Trump, presionando a las persoans para que regresen, aunque sabemos que no tienen razones para regresar a la pobreza y a la violencia. Es una acción inhumana, igual que Salvador Sánchez Cerén en El Salvador. Lamento mucho que el gobierno del FMLN esté actuando así. Me frustra', dijo el sacerdote.

Verzeletti también resaltó el hecho de que la embajadora hondureña no haya hecho ningún aporte para la atención de sus compatriotas: 'Para acompañar el dolor de esta gente, aquí ha ayudado la gente de buen corazón, la comunidad internacional y la Iglesia Católica, pero el gobierno de Honduras, nada, nada, ni una botella de agua. ¿Sabes lo que significa la palabra nada? Pues eso, nada', criticó.

La postura oficial del gobierno hondureño es que la caravana de migrantes fue incitada por opositores políticos, que pretenden desprestigiar la gestión del presidente Juan Orlando Hernández.

Un migrante hondureño reza antes de dormir en La Casa del Migrante en Ciudad de Guatemala, el 18 de octubre de 2018. Foto: Fred Ramos
Un migrante hondureño reza antes de dormir en La Casa del Migrante en Ciudad de Guatemala, el 18 de octubre de 2018. Foto: Fred Ramos

La caravana acéfala

La romería de hondureños ha provocado un conflicto diplomático entre los países centroamericanos, México y Estados Unidos, luego de que el mandatario estadounidense amenazara a los presidentes de Honduras, El Salvador y Guatemala con cortar de manera inmediata cualquier ayuda financiera si no detenían la marcha de migrantes.

México movilizó dos aviones de la Policía Federal para reforzar su frontera sur, particularmente la frontera de Ciudad Hidalgo, que colinda con Tecún Umán.

Pero todo comenzó con un cartel de Facebook. El cinco de octubre, ex diputado opositor, Bartolo Fuentes, colgó en su página personal un cartel en el que se invitaba a quienes quisieran irse de Honduras a reunirse en la Gran Terminal de San Pedro Sula a las ocho de la mañana del viernes 12. Esa fue la bola de nieve que desencadenó la actual avalancha migratoria. Varios medios de comunicación hondureños estimaron que la caravana partía con casi 1 000 personas. Actualmente es imposible tener un dato confiable, debido a las distintas oleadas que han partido de Honduras desde aquel día.

Fuentes acompañó la caravana hasta Guatemala, donde fue detenido por la policía. Robert Mercatante, director de The Human Rights Defenders Proyect, ha dado seguimiento al arresto del ex diputado hondureño. Mercatante explica que la justificación del arresto se basa en que Fuentes no completó la forma migratoria que se exige en las fronteras guatemaltecas y que por lo tanto será expulsado del país. Hasta este jueves 18, Fuentes estaba retenido en el resguardo migratorio, ubicado en la zona cinco de la capital. 

El arresto de ex legislador dejó a la caravana sin nada parecido a un líder o vocero oficial, capaz de generar una mínima articulación de objetivos o rutas. En los albergues, según a quién se pregunte, el propósito de los migrantes puede ser pedir asilo en México o continuar el recorrido hasta los Estados Unidos.

Una avalancha que crece

Aunque los primeros en sumarse a la convocatoria iniciaron su viaje el viernes 12, la inercia no ha dejado de operar, estimulando a otras personas a abandonar su país.

El jueves 18 por la noche un grupo de muchachos descansaba en La Casa del Migrante de la capital guatemalteca. Ellos habían emprendido su viaje el día anterior: tomaron un autobús y llegaron a la frontera, donde pagaron 200 lempiras cada uno (poco más de ocho dólares) para que unos 'guías' les introdujeran a Guatemala por caminos ciegos. Ninguno de los tres tiene cédula de identidad.

'Ayer, a las nueve de la mañana yo estaba regresando de comprar verduras para vender en el mercado, cuando vi en las noticias lo de la caravana. A las once de la mañana ya andaba yo con la idea en la cabeza. Le pregunté a mi esposa si me apoyaba y me dijo que sí, así que me vine', explica Aldemar, de 31 años.

La historia de los otros dos es similar: Marvin -31 años, electricista- estaba sin trabajo cuando una tía radicada en Estados Unidos le ofreció $100 para que se animara a sumarse a la romería. Llegó al albergue sin un centavo y espera que su tía le envíe algo más para poder tomar un autobús hasta Tecún Umán. De lo contrario, está dispuesto a caminar.

El tercero tiene solo 17 años y se dedicaba a vender frutas en los autobuses de San Pedro Sula. Estuvo tentado, dice, a hacerse miembro de la Mara Salvatrucha-13 para poder mejorar su situación económica, pero le pareció más atractivo escapar de su país.

Una mujer que llegaba al albergue hizo un resumen de su situación: 'En Honduras ya es imposible vivir. Ahí no se aguanta. No hay trabajo, no hay dinero y en todas partes están las maras'.

Yordi Flores, de 12 años, y su hermana Evelin Flores, de 7 años, ambos hondureños, juegan en La Casa del Migrante, el 18 de octubre de 2018. Foto: Fred Ramos.
Yordi Flores, de 12 años, y su hermana Evelin Flores, de 7 años, ambos hondureños, juegan en La Casa del Migrante, el 18 de octubre de 2018. Foto: Fred Ramos.

Marvin fue más escueto: 'Es que nos gobierna una basura. Yo he visto ya varios presidentes, pero ninguno tan basura como este'.

A lo largo del jueves, varios grupos de personas abandonaron el albergue para desplazarse, en autobuses o a pie, caminando por el periférico de la Ciudad de Guatemala, o en carreteras, hacia la frontera con México, sin mayores planes y esperando que convertirse en multitud les ofrezca algún tipo de salvoconducto.

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