Axel tiene la mirada perdida. Ve el féretro. Ve el hoyo. Ignora el calor que hace sudar a todos. Se acomoda la cangurera que lleva amarrada en el cuello y debajo de la axila. La ha llevado puesta toda la mañana de este domingo 11 de noviembre como un homenaje a su padre: esa cangurera verde musgo, ahora con pronunciadas manchas de sangre, es la misma que cargaba Iván Sandoval cuando recibió un disparo en la cabeza durante el enfrentamiento entre vendedores del parque San Martín y miembros del Cuerpo de Agentes Metropolitanos de Santa Tecla (CAMST). Desde el jueves 8, Axel se convirtió en el hombrecito de la casa, como le dijo un conocido para intentar animarlo. Cuando Iván murió, Axel todavía tenía 12 años.
El vendedor Iván Sandoval fue enterrado en el cementerio general de San Juan Talpa, un municipio caluroso, uno de esos pueblos con olor a leña, perros esqueléticos y agua empozada. En el cementerio hay cientos de tumbas que miran al oeste. Hay basura y mucho polvo. A Iván lo comenzaron a velar en Santa Tecla, en el parque Daniel Hernández, y lo terminaron de despedir aquí, a unos 50 minutos y 44 kilómetros más lejos de su lugar de trabajo, en el pueblo de su mamá.
Dos pastores toman la palabra. Hablan y hablan de la grandeza de Dios, de que solo Dios llena este vacío que la muerte de Iván les deja, y de cómo hay que saber llevar estas situaciones. “¡Porque al final todos vamos a morir!”, recalca uno con clamor y sigue hablando de la resignación. Axel quiere llorar, pero solloza quedito. Su hermano Álex, de dos años, aún no entiende qué ha pasado, no entiende por qué están frente a un hoyo con una gran caja de madera, no entiende que se quedó sin papá. Cargado por su madre, Álex ni llora. Su madre tampoco, ella tiene una mirada todavía más perdida que la de su hijo mayor. Sus ojos delatan que ya lloró suficiente, que antes de oír las palabras de resignación de los religiosos ya estaba resignada. Perdió a su esposo. Perdió al sustento de su hogar. Sus ojos dicen que lo ha perdido casi todo.
La prédica continúa y Axel vuelve a ver el féretro y vuelve a ver el hoyo y se vuelve a acomodar la cangurera, que cuelga, cruzada en diagonal, entre su cuello y su axila, como un escudo contra el olvido. Su abuela María, la madre de Iván, cuenta que su nieto fue a buscar la prenda a un mueble, allá adonde ella la había guardado, porque él quería cargarla así, como lo hacía su papá mientras vendía agua, dulces y chocolates en los alrededores del parque San Martín.
Alguien entona una alabanza y muchos más le siguen. La letra evoca la grandeza de Dios y la resignación ante la muerte. Algunos aplauden; otros cantan más fuerte. Axel se rompe de nuevo. Llora. María se ve las manos y canta para sí misma como para evitar ver a su nieto, que se deshace en una silla de plástico ubicada un costado. Mientras todos cantan, la familia de Iván llora.
[excavacion tipo='Impunidad']
El viernes 16 de noviembre, una semana después del sepelio, Axel cumplió 13 años. Los vendedores del mercado y su familia le regalaron una camiseta azul y roja con un imponente tigre en el estómago y un escudo besable en el pecho. Él es un gran aficionado al Club Deportivo FAS, igualito a su papá, que sufría y gozaba los colores del equipo santaneco. Axel vistió esa camisa en el entierro. Fue un regalo adelantado que no logró dibujar una sonrisa genuina en su rostro. El domingo jugó el FAS contra el Jocoro. Empataron 1-1. Fue el primer partido del equipo tigrillo cuyo resultado ya no pudo comentarlo con su padre. Cinco días después, Axel tuvo su primer cumpleaños sin su padre.
Antes del entierro, la hermana de Iván, Elizabeth Sandoval, lanzó un reclamo al alcalde de Santa Tecla, Roberto d'Aubuisson, que defendió el uso de fuerza letal para mitigar la protesta de los vendedores. “Ese fue el cumpleaños que D'Aubuisson le regaló a Axel”, dijo.
“El CAMST actuó de forma correcta”
El jueves 8 de noviembre, el CAMST disparó balas de verdad -y no balas de goma- para mitigar una protesta. Desde las 5 de la mañana, los agentes patrullaban el parque San Martín y sus alrededores, esperaban que llegaran los vendedores para echarlos, impedir que trabajaran en esa zona. Santa Tecla tiene la consigna del reordenamiento, y los vendedores que pululan por el parque San Martín se oponían abandonar la zona, amén de que ahí, dicen, encuentran sustento.
Cerca de las 8 de la mañana, el ambiente se comenzó a calentar. Gritos. Insultos… Represión. Fue una de esas protestas confusas. Nadie sabe quién prendió la mecha, quién atacó primero, pero lo cierto es que la protesta y la mitigación de la protesta degeneraron en una batalla campal. Los vendedores, que agredieron a los cuerpos de auxilio y a la autoridad, se excusan diciendo que fue el CAMST el que disparó primero. Las autoridades municipales justifican la muerte de Iván y los múltiples heridos diciendo que todo fue en defensa propia, que los agentes actuaron de manera correcta. Sin embargo, hasta que la Fiscalía resuelva el caso, la batalla fue simple: piedras contra balas. Las lesiones de los agentes municipales se resumen en moretones por piedras ni un solo herido por armas de fuego o cortopunzantes, según informó Comandos de Salvamento. Por el lado de los vendedores hubo un muerto y 14 heridos de bala, según un informe del Hospital San Rafael.
Iván corrió la peor suerte. “El dictamen (de Medicina Legal) dice que es una fractura de cráneo producto de un proyectil BALA, BALA de arma de fuego, no dice bala de goma”, dice Elizabeth, la hermana de Iván.
Después de los disparos, los comerciantes agarraron guinda. A las 11 de la mañana, luego de unas tres horas de batalla, la carretera Panamericana y el mercado de Santa Tecla quedaron desiertos. El comercio se paralizó ese día y el siguiente.
Para el alcalde de Santa Tecla, Roberto d’Aubuisson, el CAMST actuó de maner correcta. Luego de los disturbios, d’Aubuisson pronunció, exaltado, una frase desafortunada para un funcionario público: “¡A mí no me preocupan los heridos de los revoltosos y lo quiero dejar bien claro!”. Lo dijo martillando con sus manos al aire esas palabras. 'Revoltosos' los llamó el alcalde de Arena. Pero el viernes, después de la muerte de Iván, en la entrevista República SV intentó corregirse la página lamentando la muerte. “Lamentamos precisamente el fallecimiento de esta personas, lo conocíamos, era un vendedor de tortas (...). Su hijo Brandón lo tenemos en nuestras guarderías desde muy chiquito”. D’Aubuisson confundió a Iván con Jorge Magaña, conocido como 'el Chapín', un vendedor de tortas que recibió un disparo en el pecho. El Chapín se encuentra en estado grave, ha sido operado varias veces, pero no encuentran la bala que lo perforó, dijo su compañera de vida Gloria del Carmen López, el sábado 10 de noviembre.
Acto seguido, el alcalde tecleño defendió la actuación del CAMST en las protestas. En esta otra declaración, llamó 'delincuentes' a los vendedores. Afirmó que los agentes municipales recibieron disparos, a pesar de que no hubo ni un herido de bala de su bando. “Lamentamos lo que ha pasado y lo que tenemos como información es que estos delincuentes se dedicaron a atacar a los del CAM y movieron a mucha gente, obligándolas a que los apoyaran. No sé si la persona que falleció estaba en la protestas o lo obligaron. No podemos afirmar que fue alguien del CAM que le disparó. Cuando tú recibes una pedrada, que puede también causarte la muerte, tú viste al CAM defendiéndose en el mismo nivel o la misma proporción', dijo D’Aubuisson.
Durante el sepelio, María, la mamá de Iván Sandoval, retó al alcalde tecleño a que le demuestre que su dijo era revoltoso, que su hijo era delincuente, que su hijo no era vendedor, que su hijo era pandillero. “Eso duele tanto. Yo le pido al señor alcalde que me muestre documentos que digan que mi hijo era delincuente”, dijo María, antes de que comenzara a caer tierra sobre el ataúd de su hijo.
El 12 de noviembre, en una entrevista con Orbita TV, el alcalde dijo: “No tengo por qué pedir perdón por un incidente de esta naturaleza cuando el CAMST no ha actuado de forma incorrecta en su proceder”. En esa entrevista, el alcalde al menos reconoció un uso excesivo de la fuerza, aunque ahora plantea una nueva justificación: que los vendedores también dispararon. “Sí, fue, tal vez, excesivo el tema de los disparos, pero fue en consecuencia a los disparos que recibieron (los agentes municipales)”, justificó.
Un día después de la protesta, el alcalde de San Salvador, Ernesto Muyshondt, dijo que él y alcaldesa de Antiguo Cuscatlán, Milagro Navas, ambos regidores por el partido Arena, condenaban “la violencia e irrespeto a la autoridad, perpetrado con fines oscuros”. Muyshondt fue de los dirigentes de Arena que llegó a sugerir que detrás de la propuesta había una motivación política para atacar a Carlos Calleja, que el mismo día presentó la plataforma de seguridad que usaría en caso de ganar los comicios del próximo 3 de febrero. Según Calleja, su gobierno va a “priorizar la prevención sobre la represión”.
En la tarde del jueves, luego del enfrentamiento, los políticos en campaña presidencial bombardearon sus redes condenando, apoyando u opinando sobre los disparos que no recibieron, sobre el sol que no aguantaron, sobre la venta que no perdieron, sobre el hambre que no tienen. Inundaron de mensajes atacando a otros políticos. Un candidato presidencial incluso usó a Iván para condenar al partido Arena, su principal adversario. Nayib Bukele, candidato presidencial de Gana, usó a Iván. Bukele subió un video a su cuenta de Twitter en el que aparece un vendedor que, cargado en los brazos de dos compañeros, va desvaneciéndose hasta que llega a una ambulancia.
“Él es Iván, tenía mi edad, 37 años. Estos fueron los últimos momentos de su vida. Iván no era un revoltoso, era un vendedor de tortas, un emprendedor”, escribió Bukele, que aprovechó ese mismo tuit para culpar al partido Arena por la muerte de Iván: “2.5 millones de salvadoreños trabajan en este sector (ventas informales). Ayer fue asesinado por el partido que promete 300 mil empleos”, tuiteó. El candidato presidencial de Gana cometió el mismo error que el alcalde Roberto d’Aubuisson: ese vendedor que aparece en el video no es Iván.
El FMLN también usó la tragedia para criticar la represión del partido Arena. El viernes 9, durante la sesión plenaria de la Asamblea Legislativa, la diputada del partido oficial Cristina Cornejo pidió un minuto de silencio por la muerte de Iván. Cornejo también lo confundió con el Chapín, el vendedor de tortas. Además, la bancada del FMLN pidió que se creará una comisión especial para investigar lo que pasó el jueves en la mañana, la incorporación de dicha pieza apenas logró 31 votos a favor y 11 en contra, 11 votos en contra del partido Arena.
Sin embargo, la Fiscalía General de la República (FGR) ha informado que investigará lo que pasó en Santa Tecla el jueves 8 de noviembre por la mañana. Según informó la FGR en su cuenta de Twitter, la Policía Nacional Civil ha incautado las armas de los agentes del CAMST que participaron de los disturbios. Hasta el momento no hay capturas, pero hay un muerto por arma de fuego y varios heridos más que están en estado crítico.
En redes sociales circula un video de un miembro del CAMST que, hincado, dispara con un fusil. Está parapetado detrás de un vehículo. Pareciera que juega al tiro al blanco.
Iván buscaba ganarse la vida, no perderla
Iván Sandoval era un comerciante informal, de esos que no tiene puesto, de esos que andan en la rebúsqueda, de esos que comen con lo que ganan al día. De esos, de los vendelotodo. Elizabeth, su hermana, dice que andaba buscando un puesto para vender porque en la recuperación de la que habla D’Aubuisson no caben las ventas ambulantes.
María, la madre de Iván, fue quien recuperó el cuerpo de su hijo en la morgue del Instituto de Medicina Legal Dr. Roberto Masferrer. María estaba vendiendo toallas cerca del Hospital Rosales cuando balearon a su hijo. Ese jueves no había vendido una sola. Cuando por fin alguien llegó a preguntar precios, un televisor comenzó a transmitir las noticias de los disturbios en Santa Tecla. María es bastante religiosa y, de cierto modo, supersticiosa. Dice que días antes había ido a Santa Tecla a ver su hijo y que sintió que ya se andaba despidiendo. “Mi corazón, señores, iba destruido porque yo no veía feliz a mi hijo. Yo no sé qué le pasaba en ese momento, pero a uno de padre sus hijos no lo pueden engañar en sus sentimientos”, dijo en el sepelio.
En el televisor salía gente aterrorizada. María no podía pensar en las toallas que le querían comprar, ya no le importaba que no hubiera vendido una sola. Acongojada, dejó todo y corrió hacia Santa Tecla a buscar a su hijo, que a esa hora ya había sido trasladado al mismo hospital donde estaba vendiendo. Iván ya estaba en su lecho de muerte en el hospital Rosales cuando María lo fue a buscar a Santa Tecla.
Fue en el municipio tecleño donde le dieron la noticia de que su hijo había recibido un disparo en la cabeza y había sido transferido al Rosales. Los vendedores consiguieron un carro y salieron espantados hacia San Salvador a buscarlo. En uno de los pasillos del hospital, los doctores sacaron un cuerpo envuelto por sábanas. Un cuerpo inmóvil. María seguía viendo al interior de la sala, porque le habían dicho que ahí estaba Iván. María preguntaba y preguntaba y nadie le respondía cómo estaba su hijo. Pasó un rato. María insistía en preguntar cómo estaba su hijo, hasta que alguien se apiadó de ella. “Mire, señora, su hijo ahí lo tiene”. Iván era el cuerpo inerte envuelto en unas sábanas. “Enfrente me lo había puesto y no me habían dicho que él estaba muerto”, lamenta María. “Allí enfrente lo tenía yo”. Los doctores no pudieron hacer nada porque ya no había nada que hacer, le dijeron.
María le reclama a D’Aubuisson, a los agentes del CAM, a los políticos que su hijo no merecía ese destino. “Él no merecía morir así, él no era un chucho, él no era un callejero-vago. Él era un hombre que luchaba por la vida. ¡Me duele tanto como no tienen idea!”.
A María le tocó enterrar a su hijo. A Axel y a Álex les tocó enterrar a su papá. A Gloria le tocó enterrar a su compañero de vida. A Elizabeth le tocó enterrar a su hermano. A los vendedores de Santa Tecla les tocó enterrar a un compañero de la rebusca.