Cuando Norman Quijano llegó a la sede de campaña de Arena, todos (la fórmula presidencial, los empresarios que apoyaron la campaña, los políticos aliados de la coalición) ya se sabían derrotados por tercera ocasión consecutiva. Sin embargo, el diputado y presidente de la Asamblea Legislativa, el político con más representatividad del partido, quiso hacerse el desentendido.
“¿Ya va el 70%?”, preguntó, como desconcertado, cuando faltaban 10 minutos para las 9 de la noche. Se refería al porcentaje de actas procesadas por el Tribunal Supremo Electoral. Ante la insistencia, el diputado miró fijamente la pantalla de celular que mostraba los datos y después, ya sin remedio, resumió el primer reconocimiento oficial de una figura de peso en el partido: “Bueno, ¿qué te puedo decir? No solamente es el hecho de que se produzca un quiebre paradigmático en la modalidad de hacer una campaña electoral, sino cuán profundo ha sido el descontento del electorado hacia los partidos políticos tradicionales. Hay que repensarse”, dijo Quijano, ex alcalde de San Salvador (entre 2009 y 2015) y ex candidato presidencial de 2014. En su contienda, él forzó a una segunda vuelta y perdió por una nada. Arena, esta vez, perdió por más de 500 mil votos.
Cuando Quijano pronunció que el partido debe repensarse, en el lobby del hotel Courtyard Marriot todos cargaban caras largas.
El partido sufría su tercera derrota al hilo desde que el FMLN los sacó del poder en las presidenciales de 2009. De eso han pasado diez años, pero es hasta ahora que hablan de una revisión que los haga repensarse.
Al partido le cobró factura el desencanto, el mismo que hizo al FMLN perder en las legislativas de 2018, cuando obtuvo su peor votación en su historia democrática. Ahora Arena siente lo que sintió el FMLN. Esta vez ni siquiera alcanzaron el caudal del voto duro, de alrededor de 800 mil votos. Se quedaron en 737 mil, según el 90 % de actas escrutadas hasta la medianoche.
La derrota también es significativa porque el electorado confirmó el mensaje que desde 2017 mandó en las encuestas: FMLN nunca más, y la alternativa al FMLN ya no es Arena. La elección se la llevó Nayib Bukele, el favorito de las encuestas, un exalcalde de la exguerrilla que terminó compitiendo bajo la bandera del partido Gana, fundado por exdiputados areneros. Un caudillo que impulsó su propio movimiento, ahora partido, Nuevas Ideas, que carece de ideologías.
Para esta Arena que ahora sufre su peor derrota, y que sigue aferrada a su pasado, Quijano le manda un mensaje de revisión. “La alta dirigencia del partido tiene que hacer un taller, una evaluación profunda de cómo vamos a asumir esto”, dijo. Y no es el único que habla con esos tonos. El presidente del Coena ha dicho que el partido debe revisarse, el vicepresidente de organización también.
La pregunta ahora es qué tan seria será esa revisión. Y quiénes participarán en esa revisión. Quijano viene de una experiencia similar, luego de que perdiera las presidenciales de hace cinco años. “Yo viví una cosa parecida a esta, y créanme que solo el que lo ha experimentado y ha vivido puede entender lo que sucede, subir a una tarima cuando medio mundo te abandona, dirigentes te abandonan, y tenés que salir con toda entereza a dar la cara”.
El candidato Carlos Calleja salió a aceptar la derrota, pero en una de sus primeras declaraciones no asumió un compromiso con la revisión de su partido, pese a que en la campaña se plantó como la prueba de que la política está abierta a nuevos liderazgos. Golpeado, el candidato dijo que regresará al trabajo en su empresa familiar. En redes sociales, Javier Simán, el precandidato que perdió la candidatura frente a Calleja, se mostró incluso más activo que él de cara al futuro: 'El pueblo dio un mensaje claro a los partidos políticos. Sus dirigencias deben cambiar la manera de hacer política y enfocarse en la gente. No perdamos tiempo buscando culpables, la realidad es la que tenemos y esa realidad es la que vamos a cambiar', escribió en Twitter.
Arena ya había perdido una oportunidad de oro para repensarse en marzo de 2018. Pero en esa votación, aunque obtuvieron la mayor cantidad de diputados y alcaldes del país, fueron incapaces de cuestionarse por qué no habían logrado aumentar el caudal de apoyo, sino, por el contrario, mantenerlo y, en algunos departamentos, disminuirlo. En esa contienda hubo unos 200 mil votos nulos y abstenciones pero el Coena siempre evitó la autocrítica, porque se sintieron todavía ganadores al conquistar una mayoría de municipios y el control de la Asamblea Legislativa. También obtuvieron menos votos en seis departamentos, incluyendo San Salvador. Cuando se les preguntaba sobre revisión, dirigentes como el presidente Mauricio Interiano apenas se limitaban a pronunciar que “hay que seguir escuchando a la gente”, decía.
Un mes más tarde, en abril de 2018, incluso la misma candidatura de Calleja fue el resultado de una vieja maniobra de apoyos internos y de balanzas inclinadas hacia un candidato potenciado por un amplio sector de Arena (financistas incluidos) desde 2016. Ganadas las internas, la apuesta fue separar a Calleja de la vieja Arena, pero no se logró y los resultados ahora lo dejan contundentemente claro.
De la esperanza a la desolación
La Alianza Nuevo País liderada por Calleja intentó superar a Bukele con una apuesta en el territorio, multiplicando mitines, descentralizando convocatorias, y hasta el cierre de las urnas creía que había conseguido darle la vuelta a las tendencias que le dieron el favoritismo a Bukele. Pero eso apenas y fue una ilusión.
El cierre de urnas llegó a las 5:00 p.m. y a partir de entonces, en la sede de campaña nadie tenía certeza del tamaño de la derrota, no todavía. Se sospechaba que la baja asistencia a las urnas era un rumor, y que, si acaso, era algo que podía favorecerles. Pero no había optimismo ni cuentas alegres. Toda expresión era calculada; el silencio, elocuente. Todos miraban con cierto nerviosismo las pantallas de sus teléfonos celulares. Lo mejor que se esperaba era un salvoconducto, con desventaja, hacia una segunda vuelta.
Calleja y su esposa Andrea Lima llegaron al hotel pasadas las 5 de la tarde. Los recibió a la entrada el propietario del hotel, Alejandro Dueñas, amigo cercano y quien también ocupó uno de los puestos más elevados en el equipo de campaña, junto al presidente de Arena Mauricio Interiano. Los tres entraron al lobby, donde los medios esperaban a Calleja. El candidato apenas brindó declaraciones. “En este llamado es que estemos todos tranquilos, un llamado a la cordura, la calma, que no escuchemos y no hagamos caso a los llamados que provoquen inestabilidad. Ha sido un buen día, aquí estamos con Andrea muy optimistas de los resultados”, dijo. Y después se perdió en los pasillos del hotel, custodiado por su equipo de prensa y guardaespaldas.
Solo unos minutos más tarde, la economista Carmen Aída Lazo, la compañera de fórmula, habló de resultados incómodos: “Tenemos reportes de baja asistencia a las urnas. Vamos a esperar, vamos a tener que interpretar y comprender este mensaje de la población”, dijo.
Mientras la fórmula permanecía reunida lejos del resto de colaboradores y asistentes, los rostros en el lobby comenzaron a tornarse más sombríos. A las 6 de la tarde, algunos hacían pequeños grupos para hablar en círculo; otros, se abrazaban para buscar consuelo. La consigna, como para levantar esperanzas, era la misma: “Hay que esperar; aún faltan datos”.
Pero la noticia del fracaso comenzó a colarse, rauda, en las charlas de pasillo. Un dirigente del Consejo Ejecutivo Nacional (Coena) reconocía a El Faro que la única manera asegurar un buen resultado era que el caudal de votantes no siguiera creciendo, pues mientras más baja la afluencia, más posibilidades tenían de forzar una segunda vuelta. Pero pronto hubo que desechar esa idea también, pese a que la participación (51.3 %) fue más baja que la primera vuelta de 2014 (cuatro puntos según LPG Datos).
Arena también buscó esperanza en la defensa del voto y que las actas no registraran derrotas aplastantes, pero entonces las pantallas de televisión en el hotel hablaban de duros reveses en las urnas. Los televisores transmitían el conteo de papeletas en diversos centros de votación. En el Centro Internacional de Ferias y Convenciones (Cifco), un tradicional bastión de Arena, las urnas mostraban una tendencia a favorecer a Bukele. Por cada voto de Arena, había 7 u 8 de Gana. “Si sigue esto así, es muy probable que se vaya en primera vuelta”, decía el dirigente del Coena.
A las 6:15 p.m. en el lobby había más brazos cruzados. Los personajes claves de la campaña de Calleja, como el papá del candidato, Francisco Calleja Malaina, intentaban dar consuelo: “Al mal tiempo, buena cara”, decía a unos conocidos que se le cruzaron en el camino, entre ellos, otro gran donante del partido, Roberto Kriete, vicepresidente de Avianca Holdings. Calleja padre es presidente del Grupo Calleja, empresa propietaria de la cadena de supermercados Súper Selectos, y uno de los principales donantes de Arena. Al hotel, a esperar los resultados, también llegaron personajes de perfil más político que corporativo, entre ellos, Tomás Calderón Sol, hermano del expresidente Armando Calderón Sol, uno de los principales asesores del candidato.
Cuarenta minutos más tarde, a las 7:10 de la noche, Calleja salió al lobby revestido de aplausos. El candidato se resistía a tirar la toalla: “Estamos esperando datos del interior, vamos a tener el panorama maś claro más adelante. Ahorita, paciencia y a pedirle a Dios que nos acompañe en estos momentos”, dijo. Era otro Calleja, para nada aquel optimista que en el arranque de la jornada aseguró que ganaría en primera vuelta.
Cerca de las ocho de la noche la derrota comenzó a cobrar vida en forma de comentarios: “No nos esperábamos esto”, “estamos sorprendidos”, “nos ha ido muy mal” se escuchaba en el lobby. Para entenderla, cualquier explicación era válida. Por ejemplo, hubo quienes elucubraron que el Frente mandó a esconder a sus votantes para que Bukele se llevará el triunfo. Lo cierto es que si bien Arena perdió y bajó a niveles históricos, la del FMLN es la segunda peor votación, toda una debacle, en los últimos dos años.
Cerca de las 9:20, cuando el equipo de Nayib Bukele anunció a los medios que celebraría en el corazón del Centro Histórico, muchos confirmaron lo inevitable y abandonaron el barco. De nada servían los llamados del diputado Quijano a la cohesión. 'He pedido que estemos todos y que sepamos enfrentar, que así como disfrutamos las victorias, que sepamos enfrentar esta situación, que no es nada fácil, y que hay que hacerle frente...'. Como por arte de magia, el lobby del hotel se fue quedando vacío. Antes de abordar su vehículo e irse, la diputada Margarita Escobar, usualmente optimista, reconoció que algo había fallado. “Es probable que la poca afluencia nos haya afectado... el territorio nos decía una cosa, pero aun faltan datos, hay que esperar”, dijo.
Ernesto Muyshondt, alcalde de San Salvador y uno de los políticos que impulsó con más ahínco en Arena la candidatura de Calleja, también abandonó el hotel en ese momento. Más tarde, cuando Calleja y el partido ya habían dado su conferencia de prensa, Muyshondt publicó en Twitter un llamado a la sensatez: “Es momento de pasar la página y comenzar una nueva etapa para El Salvador. Buscaremos trabajar con el nuevo Gobierno por el bien de los capitalinos”, escribió.
Fernando Poma, heredero del grupo familiar empresarial con ese mismo apellido, aguantó, pero solo media hora más, cercano al candidato. Cuando ya la tendencia era irreversible, con el 70% de las actas escrutadas, Poma también emprendió la retirada.
A las 9:34, Calleja regresó al salón que habían acomodado para brindar las conferencias de prensa. Lo acompañó su esposa y Carmen Aída Lazo. Sus seguidores cantaron, a capela, el jingle de campaña del candidato y este, en seguida, admitió la derrota. “Conocer a miles y miles de salvadoreños, sus historias, necesidades y desafíos ha sido para mí la mejor experiencia educativa de mi vida y en ningún momento me voy a arrepentir de este gran ejercicio”, dijo. Luego habló de su adversario: “Reconocemos los resultados de esta elección, y vamos a llamar al presidente electo para desearle la mejor suerte de los desafíos que enfrentamos”. Calleja, según dijo, regresará a dirigir sus empresas y la Fundación Calleja, lanzada en 2015, que sirvió para proyectar al candidato. Calleja, según dejó entrever, se aleja de la política partidaria.
A Arena le toca reinventarse y septiembre de este año será clave, en la Asamblea General del partido. Por el momento, le queda ser el partido de oposición a los últimos meses del FMLN en el poder; y a los primeros dos años de Bukele. Controla la Asamblea Legislativa y 140 alcaldías, nueve de estas cabeceras. Pero ni ese control territorial ha sido suficiente para recuperar el Ejecutivo en esta nueva era en la política salvadoreña. El presidente Interiano lo sabe. Despedido Calleja, él tomó la palabra. Fue parco: “Claramente tenemos que hacer una reflexión para entender ese deseo de la población, y entender que es lo que ha pasado. Es parte de lo que vamos a determinar en las próximas semanas. Los dirigentes de Arena estaremos tomando medidas y decisiones para aseguraros de tomar este mensaje y lo profundicemos y que preparemos a Arena para el futuro”, dijo.
Afuera del salón, el vicepresidente de organización Arena, Eduardo Barrientos, trataba de simular el impacto de la derrota, pero sin querer hablar mucho del tema, al menos no por ahora: 'Tenemos que aceptar que no ganamos las elecciones y tenemos que analizar qué es lo que ha pasado, cuál es la razón por la que esto sucedió...¡yaaa, yaa, ya no le quiero decir más!”.
*Con reportes de María Luz Nóchez