Él dice: “Pues depende del repartidor: viene si conoce la colonia; si no, no se arriesga. El porcentaje de que vengan es 50 y 50, pero eso ahora, porque hace tres o cuatro años era peor”.
Vivir en una colonia como Ciudad Futura tiene sus particularidades, insospechadas cuando se miran desde estratos sociales más desahogados. Hay un Pizza Hut y un Pollo Campero a siete minutos en carro, pero la inseguridad y el estigma hacen que algo en apariencia tan sencillo como pedir comida a domicilio sea una lotería.
Ciudad Futura es uno de los lugares del Área Metropolitana de San Salvador (AMSS) en los que con más entusiasmo se votó por Nayib Bukele. Dos de cada tres que se acercaron a las urnas el 3 de febrero marcaron la bandera celeste con la golondrina blanca. Dos de cada tres.
La candidatura de Bukele fue la más votada en los 14 departamentos y en 195 de los 262 municipios. En el AMSS también arrasó, pero hay matices importantes: mientras que en Antiguo Cuscatlán, Santa Tecla o San Salvador obtuvo el 34 %, el 49 % y el 51 % de los votos respectivamente, en Apopa, Ilopango y Soyapango se disparó hasta el 63 %, el 64 % y el 64 %.
En Cuscatancingo, municipio al que pertenece Ciudad Futura, el apoyo a Bukele fue del 64.6 %, el más alto entre las ciudades salvadoreñas con más de 60 000 habitantes. Y en la colonia, más elevado aún: el 66.4 %.
Él dice: “Pero eso de que los pandilleros te presionan para votar por algún partido, no; jamás he visto yo eso en esta colonia”.
Ciudad Futura está junto al bypass que bordea la capital por el norte. Del bulevar Constitución se llega a un gran redondel (el Integración), luego a otro redondel grande pero no tanto, y más luego está la colonia, a medio camino entre ese segundo redondel y el triple paso a desnivel de la entrada a Apopa. Son centenares de pequeñas viviendas desparramadas a ambos lados de la autopista. Clase media-baja, siendo generosos. Casas pequeñas y sencillas, pero con los servicios básicos.
El portal OLX oferta estos días una de 65 metros cuadrados útiles, con tres cuartuchos, un baño y un “patio enrejado, con pila y dos barriles”: 13 500 dólares negociables. Sin garaje, un detalle importante, porque te obliga a pagar a la clica que controla desde hace lustros: la Villa Marionas Locos, de la Mara Salvatrucha. Luego se profundizará sobre este punto.
Él dice: “Me ha pasado de trabajar para una empresa y que me pidan ir a alguna sede en una colonia donde está la pandilla contraria. Ahí les digo yo: no puedo ir porque si me piden mi DUI y ven que soy de Ciudad Futura… A uno le toca renunciar”.
El que dice y dice y dice es un joven de 27 años que estudia una carrera universitaria. Llama terroristas a los pandilleros. Los sufre. Él habla franco sobre lo que sucede en su colonia, pero sólo cuando el periodista le apalabra que no aparecerá su foto ni su nombre ni referencia alguna que permita identificarlo. No es poco lo que está en juego.
Este joven votó esta vez por Bukele. Antes, apoyaba al FMLN.
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Ciudad Futura es un asentamiento de la posguerra y, como el resto del país, había votado mayoritariamente por Arena o el FMLN, los dos pilares del bipartidismo surgido de la guerra civil. A inicios de esta década se implementó el voto residencial, y las distintas etapas de la colonia y algunas pequeñas comunidades aledañas votan en un mismo lugar: el Centro Escolar Ciudad Futura.
Bukele tuvo que inscribirse en el partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana) para participar en las presidenciales. Ese partido había obtenido 283 votos en 2015 en Ciudad Futura, y 224 en marzo de 2018. El domingo 3 de febrero cosechó 4,202 apoyos.
El partido Arena pasó de 3,314 papeletas en el balotaje de las presidenciales de 2014 a 1,549.
Y al FMLN le fue aún peor: de 3,094 votos bajó a 510, un éxodo de votantes todavía más acentuado que el vivido a escala nacional.
En apenas 11 meses, el número de personas que marcaron la bandera de Gana en Ciudad Futura se multiplicó por 18. Y basta ir a la colonia y hablar con sus vecinos para entender que detrás del boom no está el partido –otrora anaranjado– de personajes como Guillermo Gallegos, Will Salgado y Andrés Rovira. En Ciudad Futura se votó por el celeste de Nuevas Ideas, se votó por las golondrinas, como el propio Bukele se llama a sí mismo y a sus seguidores.
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Son las 8 de la mañana del domingo 3 de febrero y las afueras del Centro Escolar Ciudad Futura parecen mercado. Este es el centro de votación más importante de Cuscatancingo, con 10,377 personas convocadas a votar hoy en 18 Juntas Receptoras de Voto diferentes. La mayoría de los municipios de El Salvador tienen menos habitantes que esta colonia.
Tanta gente junta es el escenario ideal para la rebusca, palabra muy arraigada en lugares como este. Cincuenta metros a un lado y a otro del portón de la escuela hay un sinfín de ventas de pupusas, jugos, aguas, panes dulces, gatorades, panes con pollo, churritos, café ralo. Ventas improvisadas la mayoría: una mesita, una hielera, la propia voz como anzuelo. La rebusca.
No serán estas primeras horas las más concurridas de la jornada ni mucho menos, pero ya hay movimiento. Curiosamente, si uno alza la mirada en la cuadra donde está la escuela, luce saturada de banderas, banderines y banderotas del FMLN y de Arena, colgadas de postes y de cuerdas; apenas nada celeste. Pero al bajar la mirada, el azul de Nuevas Ideas es el dominante.
¿Ustedes son de Gana?, pregunto. No, responden al unísono varias voces enfundadas en camisolas celestes, jóvenes y mujeres, en su mayoría: “Somos de Nuevas Ideas”.
Su canopy es el más alejado del portón de entrada, pero es de largo el más concurrido. Los voluntarios identificados con la golondrina que ofrecen ayuda para hallarte en el padrón –menores de edad algunos, incluso niñas– son los más numerosos y activos. Pero la principal diferencia acá no viene tanto de los activistas, sino de los propios votantes: alguno seguro que por casualidad o despiste, pero abundan las combinaciones de ropa con elementos celestes: camisolas o faldas o vinchas o tenis o chores.
¿Pero por qué venir a Ciudad Futura y no a los centros de votación a los que van los demás periodistas en manada? Porque el vaivén propio de las elecciones y el operativo de seguridad desplegado –14 policías y 3 soldados hoy– hacen que estos días de elección sean ideales para poder ingresar en colonias en las que la pandilla tiene un fuerte control, como es el caso.
En las elecciones de marzo de 2018, las colonias elegidas fueron Las Margaritas y La Campanera, en Soyapango las dos. Al igual que aquel día, voy con un colega navarro llamado Alberto Pradilla, que trabaja para el periódico digital Plaza Pública, de Guatemala.
A media mañana, tipo 10, ambos salimos de la escuela a comer algo: pupusas y un café, seis y dos por $2.50. Pradilla por su lado ha llegado a la misma conclusión: Bukele es el candidato que más simpatías genera. “He entrevistado a más de diez votantes ya, y ni uno solo me ha dicho que votó por el FMLN”, me dice.
Pasadas las 11 y media nos retiramos hacia San Salvador. Cuando en la noche se hagan públicos los resultados, se confirmará que el 66.4 % votó por Bukele, con una participación del 62 % de los empadronados, muy por encima ambas cifras de los promedios nacionales. Será como oficializar una percepción. Horas antes, la foto que ya habré subido a la red social Instagram la bautizaré ‘Territorio turquesa’.
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Hay pandillas en Ciudad Futura pero no es una colonia de pandilleros. Es una idea simple, pero conviene repetirla hasta la saciedad.
En Ciudad Futura controla la Villa Marionas Locos (VMLS), una de las clicas más influyentes de uno de los programas más activos de la Mara Salvatrucha: el programa Modelos. Entre sus líderes más reconocidos está Juan Francisco Parada Morán (a) Mongo, capturado a finales de 2016 en Jutiapa, en Guatemala, y deportado a El Salvador.
El control, dicen, era más férreo hace tres, cuatro o cinco años. Pero sigue vigente a día de hoy. Lo sabe la Policía. Lo saben los que visitan la colonia por cualquier razón. Lo saben los vecinos, por supuesto, que en su mayoría son víctimas de la VMLS en particular y del fenómeno de las maras en general. Alguien que vive en Ciudad Futura y no tiene garaje, por ejemplo, paga sí o sí a la pandilla para que le cuide el carro: unos $5 por semana.
La Ciudad Futura tiene una peculiaridad: no colinda con colonias controladas por pandillas rivales. Las canchas de dieciocheros más cercanas están en Apopa: la Popotlán, la Valle del Sol, Los Naranjos… Lejos, algo que sin duda ha ayudado a que Ciudad Futura no esté en la conciencia colectiva nacional tan estigmatizada como La Campanera, la Altavista o la Milagro de la Paz, por poner tres ejemplos.
Una vez más: hay pandillas en Ciudad Futura pero no es una colonia de pandilleros.
En las presidenciales que ganó para el FMLN Salvador Sánchez Cerén, las de 2014, figuras relevantes tanto del Frente como de Arena se reunieron a escondidas con los voceros en la libre de las tres pandillas dominantes: la Mara Salvatrucha, la 18-Sureños y la 18-Revolucionarios. Les ofrecieron dinero, entre otras cosas, para ganarse su apoyo y el de sus familias. Hay videos publicados de aquellos encuentros, pero fue hasta marzo de 2016, dos años después, cuando El Faro comenzó a publicar esas pruebas.
Con este antecedente, es legítimo preguntarse sobre si alguna candidatura habrá hecho algo parecido en estas elecciones. Y por lo abultado de su victoria, las principales sospechas recaen sobre Bukele. El color celeste obtuvo el 66 % de apoyo en la comunidad 22 de Abril (Soyapango), el 65 % en el Distrito Italia (Tonacatepeque), el 63 % en el Proyecto Santa Teresa (San Martín), el 65 % en la colonia 10 de Octubre (San Marcos) y el 69 % en la Vista al Lago (Ilopango), lugares todos con un perfil similar al de la Ciudad Futura, y también con fuerte presencia de la MS-13.
En abril de 2018, en la última entrevista concedida hasta la fecha por voceros de la ranfla en la libre de la Mara Salvatrucha, les preguntamos sobre Nayib Bukele. “Nadie ignora que ese cabrón ganaría hasta con la bandera del PDC”, dijeron. Negaron cualquier tipo de contacto con él o personas afines, pero dejaron entrever un voto de castigo de la pandilla y su entorno al partido de gobierno: “¿Cuánta población de nosotros está sufriendo en las cárceles? ¿Quién los tiene así? ¡El FMLN! Sin decir nada nosotros como pandilla, ¿creés que la familia de ese pandillero va a ir a votar por el FMLN?”
Otra vez más: hay pandillas en Ciudad Futura pero no es una colonia de pandilleros.
Entre las 4,202 personas que el 3 de febrero votaron por las golondrinas sin duda que habrá madres, suegras, hermanos, jainas y simpatizantes de los mareros; incluso algún que otro miembro activo de esta estructura criminal. Pero concluir –sin pruebas, a puro prejuicio– que el gane de Bukele en esta colonia es por el apoyo de la Mara Salvatrucha es tan absurdo como afirmar lo mismo sobre la actual alcaldesa de Cuscatancingo (Heicy Marisela Flores, de Arena) o sobre el anterior alcalde (Jaime Recinos, del FMLN), que en las municipales de 2018 y 2015 fueron las opciones más votadas por los vecinos de la Ciudad Futura.
Lo dicho: hay pandillas en Ciudad Futura pero no es una colonia de pandilleros.
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En una sociedad estratificada como la salvadoreña, el ascenso fulgurante y la victoria de Bukele agarró por sorpresa a líderes de opinión, analistas y periodistas de los estratos sociales menos empobrecidos. En colonias como la Ciudad Futura, no tanto.
Aquí viven las familias más afectadas por la violencia en general y por el fenómeno de las maras en particular; las más propensas a irse en caravanas de migrantes hacia Estados Unidos; las que no serán Trending Topic si las asesinan o si las desplazan a la fuerza; las que sufren a los pandilleros y también los excesos de los policías y soldados; las usuarias habituales de los hospitales públicos, de las escuelas públicas y del transporte público; las siempre sospechosas de todo.
Es aquí donde hoy por hoy está una de las explicaciones al fenómeno Bukele. Los más olvidados por 20 años de gobiernos de Arena y otros 10 del FMLN. Los que más se creyeron eso de que un millón de golondrinas sí hacen verano. Quizá los más esperanzados hoy. Los que seguramente más reclamarán si Bukele termina pareciéndose a los mismos de siempre.
Él dice: “En la colonia hay jóvenes de Arena, hay otros del FMLN, y otros de Nayib, la mayoría. Pero aquí vamos todos a la cancha a jugar y nos da igual la preferencia por uno y otro partido, hasta nos ponemos a bromear con eso; luego cada quien vota por su partido y aquí somos cheros”.