Columnas / Política

Redes de indignación y esperanza

Es muy pronto para saber si las redes de indignación y esperanza salvadoreñas que potenciaron a Bukele llevan consigo el germen de un movimiento social de nuevo tipo en nuestro país, pero ciertamente abren una ilusión.

Martes, 5 de marzo de 2019
Luis R. Huezo Mixco

Finalmente quedó claro. El apoyo que las redes sociales ofrecían al candidato del partido Gana y al movimiento Nuevas Ideas no era virtual, como muchos analistas y detractores afirmaban. Las encuestas, que desde 2017 anunciaban el rompimiento con los dos partidos políticos más grandes tradicionales, y que perfilaban a Bukele como el favorito de la gente, en verdad fueron un indicador que explica a los más de 1,400,000 de votantes que le dieron el triunfo y llevaron al Ejecutivo para el período 2019-2024.

El apoyo a Bukele fue descrito por algunos como algo propio de la ignorancia de las personas menos pensantes. Pero Howard Rheingold, autoridad a nivel mundial en el tema de las implicaciones sociales de la tecnología, ha llamado “multitudes inteligentes” (smart mobs) a las personas que interactúan en red, al igual que muchos en la pasada campaña política, y las define como gente con la capacidad de actuar concertadamente, aunque no se conocen entre sí. Estas multitudes inteligentes cooperan en modos que nunca antes fueron posibles, utilizando dispositivos con importantes capacidades informáticas y de comunicación; y son capaces de coordinar acciones con otras personas, no solamente con los que se encuentran cercanos, sino con otros alrededor del mundo, ganando nuevas formas de poder social y organizando sus interacciones en los momentos precisos.

En otros países, estas multitudes surgieron sin que nadie lo esperara. Repentinamente las dictaduras podían ser derrocadas, los políticos eran expuestos como corruptos o mentirosos y los gobiernos eran denunciados por personas que, como dice Manuel Castells, encontraron nuevas formas de ser pueblo, pasando de ser pocos, a cientos y miles, constituyéndose como “ redes de indignación y esperanza”, más allá de las ideologías, conectándose con las preocupaciones reales de la gente, compartiendo tristezas y esperanzas a través del espacio público de Internet. En lugares tan distintos como Túnez e Islandia, estas insurgencias políticas transformaron entre 2009 y 2011 sus instituciones de Gobierno y han llegado a ser un punto de referencia para los movimientos sociales que estremecieron el mundo árabe y desafiaron las instituciones políticas de Europa. Ocurrió luego en la plaza Tahrir en Cairo, luego en Barcelona con los Indignados y Occupie Wall Street en New York , y así han venido creciendo y expandiéndose globalmente llegando tan cerca como a la ciudad de Guatemala.

Para los que estudiamos desde la academia los movimientos sociales, las multitudes inteligentes han abierto un importante espacio de debate, siendo la principal pregunta: ¿Estamos ante la presencia de una nueva forma de movilización social propia de siglo XXI? Dado que la centralidad de una acción colectiva es el desafío a los poderes, uno se vería inclinado a pensar que estas “smart mobs” están constituyéndose como una real movilización social. Sin embargo, no toda acción colectiva deriva en eso, pues necesita, entre otras cosas, una infraestructura de diversas organizaciones cívicas conectadas en interactuando entre sí, sumada a una secuencia continuada de dichas acciones en el tiempo.

Las multitudes inteligentes salvadoreñas están creando novedosos repertorios de acción para confrontar los poderes desde la Internet. Los analistas tradicionales, ya sea por falta de estudio o por conveniencia, analizan el fenómeno de las redes desde perspectivas tradicionales y obsoletas, que no reflejan la nueva realidad y las modernas maneras de desafiar a los poderes en este tiempo. En El Salvador las smart mobs no organizaron durante la campaña política manifestaciones multitudinarias en la calle ni llenaron estadios deportivos, pero la eficacia de la “sociedad en red” (otro concepto de Castells), no se debe evaluar desde las perspectivas tradicionales; habrá que hacer una observación atenta, con el apoyo de las herramientas conceptuales que se han venido produciendo al respecto en los últimos años.

Fueron las acciones colectivas de la movilización social las que durante las décadas previas a la guerra civil hicieron avanzar las transformaciones sociales más importantes de la historia reciente en El Salvador; el desarrollo de esa movilización social tomó décadas. La acción colectiva de los movimientos sociales no es un recurso, sino el recurso para transformar nuestra sociedad. Es muy pronto para saber si esas redes de indignación y esperanza salvadoreñas llevan consigo el germen de un movimiento social de nuevo tipo en nuestro país, pero ciertamente abren una puerta a la ilusión de que podamos, en algún momento, contar de nuevo con una movilización social que empuje las transformaciones sociales que hemos venido dejando pendientes. Ojalá que esta vez no tarden tanto.

Luis R. Huezo Mixco es investigador en historia y autor del libro: Desafiando los Poderes, acción colectiva y frentes de masas en El Salvador (1948-1980).
Luis R. Huezo Mixco es investigador en historia y autor del libro: Desafiando los Poderes, acción colectiva y frentes de masas en El Salvador (1948-1980).

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