El Salvador / Política

Bukele envía una carta de amor al gobierno de Trump

Desde la Heritage Foundation, sede de una de las organizaciones más conservadoras de Estados Unidos, Nayib Bukele pronunció un discurso en el que omitió cuestionar la política antimigrante de Donald Trump porque la solución 'no es meterte en una pelea con tu aliado más grande'. Para beneplácito de EUA, Bukele ha cuestionado a China y ha condenado a los gobiernos de Maduro y Ortega. El político que una vez dijo ser de izquierda ha expresado que coquetea con la libre empresa y una limitada intervención del Estado.


Jueves, 14 de marzo de 2019
Arysbell Arismendi

El presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele, habla en la Fundación Heritage en Washington, DC, el 13 de marzo de 2019. - Nayib Bukele asumirá oficialmente su cargo el 1 de junio de 2019. (Foto de Eric BARADAT / AFP)
El presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele, habla en la Fundación Heritage en Washington, DC, el 13 de marzo de 2019. - Nayib Bukele asumirá oficialmente su cargo el 1 de junio de 2019. (Foto de Eric BARADAT / AFP)

Nayib Bukele ha enviado un mensaje de alianzas, promesas y ofrecimientos a Estados Unidos con un tono que evitó confrontar la política antimigrantes de Donald Trump y que busca complacer al ala más conservadora de la política estadounidense. Por lo pronto, ha logrado seducir al gobierno de Trump pero también a sectores empresariales de El Salvador y al partido Arena, el principal partido de oposición del país que hasta hace poco más de un mes era su acérrimo rival.

Este miércoles 13, en Washington, Bukele pronunció un discurso que desde ya se convierte en su primer pronunciamiento político desde que ganó la presidencia el pasado 3 de febrero. En un movimiento que llama a las suspicacias, escogió hablar en la Heritage Foundation, uno de los principales tanques de pensamiento del sector más conservador de EUA.

Sin eufemismos, el departamento de investigaciones para Latinoamérica de la Heritage promueve, para el capítulo de El Salvador, reseñas “del éxito” de las políticas que Ronald Reagan y George Bush padre aplicaron para la guerra civil salvadoreña. Sobre todo en la era Reagan, esas políticas se tradujeron en ayuda económica para fortalecer al Ejército salvadoreño, señalado por la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas de ser el responsable del 60 % de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la guerra. Más reciente, la fundación ha apoyado el endurecimiento de la política antimigrantes de Trump. Para Centroamérica, sus publicaciones han replicado el discurso de que 'Activistas de las caravanas están instrumentalizando a centroamericanos pobres'.

Con un tono y unas palabras que para algunos podría sonar a estrategia y para otros, complacencia, Bukele habló de la importancia de la libre empresa y estados limitados. Hubo aplausos. Prometió acabar con la migración forzada y cuestionó a China, la segunda potencia económica mundial. Nuevos aplausos. En política exterior, dio luces de un rompimiento con Nicaragua y Venezuela. Una acción que se celebra en Estados Unidos y que rompe por completo con la política exterior y con dos alianzas claves  del FMLN, el partido de izquierdas que lo convirtió en político y del cual se sentía parte hasta que fue expulsado, a mediados de 2017. Otra vez aplausos.

En migración, el discurso de Bukele cobró más relevancia por las omisiones que por los ofrecimientos. Prometió trabajar en aras de un interés común, erradicar la migración forzada y crear un mejor país para que ya nadie quiera irse de El Salvador. En el contexto actual, omitió hablar de la dura política antimigrantes de Trump, de la cancelación del programa de Estatus de Protección Temporal (TPS), de las violaciones a los derechos humanos en los centros de resguardo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE)... El presidente electo no defendió a los migrantes salvadoreños ni centroamericanos, a quienes Trump ha calificado como delincuentes, pandilleros o terroristas. Bukele no exigió respeto, como sí lo hizo en en enero de 2018 el gobierno saliente del FMLN, luego de que Trump soltara esta frase en una reunión con legisladores republicanos y demócratas: “¿Por qué tenemos gente de países de mierda aquí?', dijo, refiriéndose a migrantes salvadoreños y haitianos.

Bukele, en cambio, se limitó a decir que: “La actual administración (de Estados Unidos) ha dicho cosas malas sobre mi país. (Pero) la mejor forma de responder no es meterte en una pelea con tu aliado más grande, sino mejorar tu país. Entonces, el discurso cambiará”.

En contraste, para el aplauso de Washington, Bukele sí exigió respeto a China. Calificó al gigante asiático de ser un gobierno injerencista y no democrático. La posición de Bukele no resulta una sorpresa y tampoco puede desligarse de su acercamiento con Estados Unidos. Hace una semana, a su salida de un tribunal en San Salvador luego de pedir disculpa por calumnia al exsecretario de Comunicaciones del FMLN Eugenio Chicas, el joven político dijo que revisarías los acuerdos “oscuros y por debajo de la mesa” firmados por el gobierno actual con China luego de establecer las relaciones diplomáticas en agosto pasado.

John Bolton, asesor de seguridad nacional de Trump, también había informado en su cuenta de Twitter que en una llamada del 13 de febrero que sostuvo con el político salvadoreño, uno de los temas discutidos había sido la práctica “depredadora” de la segunda potencia económica del mundo. El asesor de Trump ha aparecido este jueves insistiendo en el mismo mensaje y estrechando las manos con el líder salvadoreño, en la que parecer ser una imagen del encuentro sostenido por ambos este jueves 14.

El pronunciamiento de China no se hizo esperar y su embajada en El Salvador emitió un comunicado este jueves: “China nunca ha hecho nada para amenazar e intimidar a otros países (...) nunca busca intervenciones en asuntos internos de otros países, sino siempre abre y desarrolla con todos, adhiriéndose a los principios de respeto mutuo, trato igualitario, beneficio recíproco y desarrollo compartido”, respondieron en relación a las acusaciones. Sin embargo, se mostraron optimistas sobre un posible cambio de postura en el nuevo gobierno: “A medida que se recaban más conocimientos y entendimientos sobre las relaciones chino-salvadoreñas, estamos convencidos de que el presidente electo, con su sabiduría y coraje de un gran líder joven, tomará una decisión acertada”.

Desde que El Salvador anunció relaciones diplomáticas con China Popular, fue la embajada americana en ser la primera en denunciar una “intervención” de China que no era “transparente”.  El partido de derecha, Arena, se sumó a la campaña de Estados Unidos y más reciente maniobró para crear una comisión legislativa que investigara el rompimiento de las relaciones con Taiwán, eterno aliado de sus gobiernos (1989-2009).

Este miércoles, el mismo día en el que Bukele habló de una China injerencista en Washington, la Sala de lo Constitucional de El Salvador (elegida en una Asamblea dominada por los partidos de derecha) admitió una demanda de inconstitucionalidad presentada por la Asociación Azucarera Salvadoreña e interpuso una medida cautelar para detener la cancelación del Tratado de Libre Comercio con Taiwán.

Esta decisión de la Sala, los pronunciamientos de la Embajada americana y las maniobras de la derecha salvadoreña encarnada en Arena coinciden con un presidente electo que califica a China como un país antidemocrático y promete revisar los acuerdos pactados con el gobierno saliente. Es el segundo guiño, además, del acercamiento de Bukele hacia el primer socio comercial del país.

Solo cuatro días después de haber ganado las elecciones, Bukele se reunió con la embajadora de Estados Unidos, Jean Manes, en San Salvador. Un mes después, viaja a Washington a prometer una alianza que enamora al gobierno de Trump y a las derechas de EUA y El Salvador.

El presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele, habla en la Fundación Heritage en Washington, DC, el 13 de marzo de 2019. - Nayib Bukele asumirá oficialmente su cargo el 1 de junio de 2019. (Foto de Eric BARADAT / AFP)
El presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele, habla en la Fundación Heritage en Washington, DC, el 13 de marzo de 2019. - Nayib Bukele asumirá oficialmente su cargo el 1 de junio de 2019. (Foto de Eric BARADAT / AFP)

Sí al TPS, pero Estados Unidos define condiciones

Desde el 8 de enero de 2018, cuando el gobierno de Trump anunció la cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) para alrededor de 200 mil salvadoreños, la intención de su gobierno no ha variado para darlo por terminado. Si el TPS se mantiene en vilo, ahora, ha sido por la decisión de una Corte californiana, que ha ordenado frenar el cierre del TPS (programado para el próximo septiembre), mientras resuelve una demanda contra esa decisión del Gobierno Federal de EUA.

En su discurso, Bukele habló de buscar una solución conjunta a la migración forzada y a la situación de los salvadoreños amparados bajo el programa de protección temporal. Esta respuesta, de acuerdo a Bukele, deberá respetar los intereses de la primera potencia económica del mundo.

Según el presidente electo, la diferencia en los tonos en la relación entre su gobierno y el saliente marcará una diferencia para llegar a acuerdos. 'Estoy seguro que es más fácil solicitar algo desde la posición de un amigo, de un aliado, y no como de un enemigo como ha sido la posición de los últimos 10 años. Estoy seguro que vamos a encontrar una solución que sea de beneficio para todos. Lo que sí tenemos que cambiar es nuestra mentalidad de pedir, pedir y pedir, sin dar', dijo.

Al cierre de la conferencia, una mujer del público asistente en el auditorio del Heritage preguntó a Bukele cuál será su plan para lograr la residencia permanente de los tepesianos. Bukele respondió: “En cualquier relación, en cualquier amistad, incluso de pareja, no se puede pedir si no se da.  Queremos empezar una relación con Estados Unidos no sólo de socios, de aliados, sino de amigos. La única forma de llegar a un acuerdo sostenible en el tiempo y no estos parches temporales, es que sea algo que tenga ganancia para ambos y no que sea simplemente una forma de llegar y pedir como siempre se ha hecho”.

Cuando Bukele habla de “dar” y no solo “pedir” las respuestas quizá vayan del lado de las exigencias de Estados Unidos a los países del Triángulo Norte en políticas anticorrupción, antidrogas y antiinmigración, pero también en la definición de una política exterior a la imagen y semejanza de Estados Unidos para países como Venezuela, Nicaragua o China.

Para Óscar Chacón, director ejecutivo de Alianza Americas, una organización dedicada a defender los derechos de los migrantes centroamericanos, ahí podrían estar las monedas de cambio que Bukele ha decidido poner sobre la mesa para tratar el tema de los migrantes salvadoreños en EUA. Chacón da un beneficio de la duda a la política migratoria del gobierno de Bukele, que espera quede mejor definida una vez que asuma la presidencia en junio próximo. 'Hay tres cosas que Estados Unidos tiene sumamente claras y que quisiera seguramente de un gobierno salvadoreño que asuma el próximo 1 de junio: primero, una postura más clara de condena hacia Venezuela; segundo, que paren las migraciones, es decir, que el gobierno salvadoreño incluso tome una acción mucho más contundente para parar las salidas de personas de El Salvador. Y tercero, quizás quiera que se le de marcha atrás al acuerdo con la República Popular China'. Este miércoles, Bukele parece haber dado respuesta a dos de ellas.  

Congratularse primero con un aliado, tampoco le resulta a Chacón una solución automática al programa. “No garantizo que en una administración como la actual se vaya a tener éxito solo por buscar agradar más a Estados Unidos”, insistió este jueves en El Faro Radio, en donde agregó que Bukele deberá “empaparse” del tema antes de tomar cualquier decisión cuando ya sea gobierno.

“Es un tema, en última instancia, de reconocer una equidad que ha sido ganada por los salvadoreños”, dijo el experto en referencia directa a la permanencia de los connacionales amparados bajo el TPS.  

Para otras áreas que Bukele creyó prioritarias, lanzó promesas, como si estuviera en campaña por conquistar a su más grande aliado: prometió erradicar en su quinquenio el flujo de drogas hacia Estados Unidos que pasa por El Salvador y combatir la corrupción y la  impunidad. Luego de que un asistente le preguntara por José Luis Merino, uno de los principales líderes de la exguerrilla del FMLN, señalado en Estados Unidos por tráfico de armas y lavado de dinero, Bukele aseguró que su gobierno no protegería a nadie, ni siquiera a sus propios funcionarios, “venga de donde venga”.  

En su discurso, Bukele asumió la migración forzada como un problema de exclusiva responsabilidad de los países y gobiernos del Triángulo Norte, incluyendo El Salvador. Sus palabras coinciden con la petición que hiciera, a finales de febrero, la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kirsten Nielsen. En una reunión con los ministros de Seguridad de Guatemala, El Salvador y Honduras, Nielsen pidió detener nuevas caravanas de migrantes que “han traído crimen, violencia e inestabilidad a la región'.

'Tenemos que cambiar la forma en que pensamos sobre la inmigración. Siempre culpamos a otros, pero la realidad es que es nuestra culpa', dijo Bukele.

Bukele, que llega a la presidencia arropado por la votación de 1.4 millones de salvadoreños, ha descartado mencionar que Estados Unidos no ha tenido una respuesta conciliatoria para los cientos de hondureños y salvadoreños que desde octubre del año pasado han decidido emigrar en masa, a la luz del día, a suelo estadounidense. Aunque la migración es considerado un derecho de cualquier ciudadano del mundo en el ámbito de las relaciones internacionales, la administración de Trump ha procurado, más bien, impedir a toda costa la llegada de los migrantes. Ha enviado tropas militares para resguardar su frontera y ha incurrido en la encarcelación de menores de edad y la separación de padres e hijos en centros de detención estadounidenses.

A pesar de ello, Bukele ha decidido ser un invitado cómodo en Washington: 'Queremos empezar una relación con Estados Unidos no sólo de asocios, sino de aliados, de amigos. Estoy seguro que vamos a recibir de parte de ellos un trato similar', acentuó.

Para el presidente electo la única forma de parar la migración es creando oportunidades, incrementando el capital privado de inversión en El Salvador y haciendo que Estados Unidos trate al país como un socio y no como un apéndice que necesita de una bomba de oxígeno financiero para sobrevivir. 'El Salvador no quiere ayuda. Queremos hacer negocios. Estados Unidos puede mandar millones de dólares en ayuda y no hará una diferencia. Si hacemos negocios entonces habrá una diferencia', dijo.

Bukele también recalcó que estaba de acuerdo con apoyar el plan del gobierno mexicano de López Obrador para frenar la migración irregular. Ante las políticas cada vez más cerradas de la administración estadounidense, México se ha convertido en la principal parada de los migrantes salvadoreños en los últimos años. Quizás por ello Bukele prefirió dialogar con su homólogo mexicano antes de pronunciarse en territorio gringo. Ambos sostuvieron una reunión y un almuerzo privados el martes al mediodía en el palacio nacional del Zócalo. Sin embargo, poco se conoce sobre el plan de AMLO.

'Platicamos con el presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele, sobre la cooperación para el desarrollo como opción para atemperar el fenómeno migratorio', dijo López Obrador en su cuenta de Twitter junto a una fotografía en la que aparece estrechando manos con el político salvadoreño.

Mientras tanto, Bukele ha prometido en su plan de gobierno crear una Política Nacional de Movilidad Humana que busque garantizar los derechos humanos y la inclusión social y económica de la población migrante y sus familiares. Ha dicho, por ejemplo, que se creará un fondo nacional para la protección de los DDHH de los migrantes, una unidad de información e investigación de la Movilidad Humana de la Población Salvadoreña -adscrita al ministerio de relaciones exteriores- y que se fortalecerá el Conmigrantes, una institución autónoma que busca construir políticas públicas para la atención de las comunidades migrantes.

Eric Olson, director de la plataforma Centroamérica-D.C. de la Seattle International Foundation (SIF), una organización que apoya esfuerzos mundiales para aliviar la pobreza a través de subvenciones y actividades, con un enfoque estratégico en Centroamérica, fue uno de los asistentes en la conferencia de Bukele titulada “Una nueva era para El Salvador”. Según Olson, aunque la ponencia de Bukele careció de críticas a Estados Unidos, debe entenderse como una apuesta estratégica en el marco de un primer acercamiento con su principal aliado. 'Él dijo 'mira, creo que la mejor manera para nosotros es hacerse amigos, primero, para luego pedirle algo, y hay que darle algo también, no solo pedir. No sé exactamente a qué se refiere, qué le van a ofrecer a Estados Unidos a cambio de, pero en eso sí dijo otra vez que hay que buscar la amistad, buen trato con Estados Unidos. No le vi ni una gotita de crítica al gobierno de Estados Unidos. Vino en ese plan', dijo.

¿Un político neoliberal? 

Frente a un aforo de personalidades estadounidenses de la agenda política nacional y de salvadoreños residenciados en Estados Unidos con capacidad de incidencia, Bukele ha dicho que no se considera un hombre de izquierda o de derecha. A la fecha, el presidente electo no se había atrevido a expresarse en ese sentido, de manera individual. Bukele sólo se había referido a la falta de ideología en su movimiento, hoy partido, Nuevas Ideas. Tanto él como sus voceros insistieron en que su proyecto político no respondía a los principios ideológicos de ninguna de las extremas gobernantes hasta la fecha. Prefería hablar de un espacio de cabida para todos. Una forma que impulsó para atraer el mayor cúmulo de votantes, pero que significaba una contradicción respecto a lo que había insistido hasta su salida del FMLN: Bukele decía ser un político de izquierda e incluso criticaba a su partido por adoptar políticas más cercanas a las del derechista Arena.

Pero las declaraciones de Bukele este miércoles parecen balancearse más a un lado de esas dos extremas. El exalcalde ha coqueteado más con banderas propias del neoliberalismo: 'Quiero impulsar las relaciones con Estados Unidos tanto como se pueda (...) Tenemos muchas cosas en común, queremos las mismas cosas que la mayoría de americanos y creemos que nos gusta el 90 % de lo que también les gusta a ellos. Si ustedes ven, nos gustan cosas como la libertad de empresa, el gobierno limitado, la libertad de expresión y la democracia'. Los primeros dos (principios que Heritage Foundation promueve y que Arena también impulsa) rompen al menos con el discurso histórico del FMLN, al cual Bukele estuvo adscrito, y que plantea un Estado más fuerte que haga frente a las desigualdades producidas por el mercado.

Y ha sido Arena quien no ha esperado a congratularse con el coqueteo de Bukele. “De las tantas facetas o caras que hemos visto de un Nayib Bukele, creo que es la que más ha gustado. Ojalá no sea solo un esfuerzo de decir en un foro lo que se quiere escuchar. Ojalá lo que dijo sea fiel reflejo de las políticas públicas que va a impulsar”, dijo el presidente del partido, Mauricio Interiano, la mañana de este jueves en la radio 105.3. En su discurso, Bukele ha ofrecido a Interiano, además, un encuentro el lunes 18 en San Salvador.

Al igual que el partido de derecha, personalidades de las gremiales empresariales también se mostraron complacidas con las posturas del nuevo presidente. “Si Nayib Bukele hace realidad este discurso que dio recién en el Heritage Foundation, será el primero en reconocerlo y aplaudirlo”, dijo en Twitter Jorge Daboub, expresidente de la Asociación Nacional para la Empresa Privada y representante de la Alianza por la Democracia, aliado estratégico de la Anep para fiscalizar a los gobiernos del FMLN. 

Para el economista de la Fundación Nacional para el Desarrollo, Rommel Rodríguez, las expresiones de Bukele, sin embargo, no son suficientes para afirmar que El Salvador podría estar a las puertas de un presidente neoliberal. 'Tomando a secas esas frases, digamos que efectivamente resumen en pocas palabras la doctrina del liberalismo económico. Sin embargo, recordando anteriormente lo que ya ha expresado en su plan de gobierno, también podría referirse solamente al tema de la tramitología y la burocracia para hacer negocios. Tampoco podríamos decir con esas frases, automáticamente, que será un gobierno neoliberal', sostiene Rodríguez. 'Perfilar sus políticas económicas resulta aún más difícil puesto que él ni sus apologetas ha explicado de forma clara qué medidas van implementar', añade.

Ricardo Castaneda, economista senior del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, coincide con Rodríguez. “Estas declaraciones agrega más incertidumbre al el tipo de políticas que va a impulsar el nuevo presidente, pero todavía es muy temprano para encasillar. Creo que debemos esperar la elección del gabinete y las primeras medidas, para así poder establecer si continuará con el neoliberalismo o no”, dijo.

Contrario al coqueteo en esta primera visita a Estados Unidos siendo presidente electo, Bukele ha cuestionado en plan de gobierno el modelo neoliberal y ha prometido medidas tributarias como el impuesto predial, en consonancia con su promesa de campaña de que los ricos paguen más y los pobres menos. “Durante las últimas cuatro décadas, los gobiernos de turno han expulsado de manera sistemática a la población salvadoreña. A la base de estos gobiernos están modelos de desarrollo económico social fracasados, entre ellos el actual modelo neoliberal que genera exclusión y desigualdad y que en consecuencia provoca la migración forzada de la población debido a la pobreza, el desempleo, la falta de oportunidades, la violencia generalizada, la reunificación familiar”, aparece escrito en el Plan Cuscatlán.

Para Eric Olson, Nayib Bukele fue a Estados Unidos a alimentar la sed estadounidense. 'Yo lo veo como una cuestión estratégica, más que nada. Si dudan que eres católico, pues te haces más papista que el Papa. Igual aquí, si sientes que hay dudas que eres una persona seria, que tienes compromisos con los mercados, con la inversión, vienes acá, hablas en la Heritage Foundation, uno de los think tanks más conservadores y dices todas las cosas que quiere escuchar Estados Unidos'.

*Con reportes de Nelson Rauda Zablah y Jimmy Alvarado

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