Columnas / Desigualdad

Sin integración es imposible un El Salvador mejor

Llevo años respondiendo a quien me pregunta qué es eso que bauticé como la ‘cultura de la integración’, y en esta columna intento sintetizar el modelo innovador y eficiente de desarrollo que venimos llevando a cabo en el país.

Lunes, 20 de mayo de 2019
Alejandro Gutman

Llevo años respondiendo a quien me pregunta qué es eso que bauticé como la ‘cultura de la integración’, y en esta columna intentaré sintetizar el modelo realmente innovador y eficiente de desarrollo que venimos llevando a cabo en el país, a partir de la construcción de la cultura de la integración. He aquí las bases para la elaboración de la Ley de Integración Nacional y de Políticas Públicas en la que estamos trabajando; por un lado, juntos con los señores diputados, y por otro, junto a representantes del nuevo gobierno. Dicha elaboración tiene por objeto implementar una cultura de integración que promueva la participación comprometida de las personas e instituciones de los ámbitos más y menos desarrollados, construyendo juntos, para modificar realidades que permitan salidas de la pobreza, un verdadero desarrollo y una vida digna para todos.

El Salvador vive preso de un círculo vicioso, desagarrándose socialmente, debido a la desintegración que promueve, y es por ello que construye a medias y que con programas puntuales y descontextualizados de realidad, nos devuelven una sociedad cada vez más desintegrada.

La integración es una nueva forma de construcción social, educativa, cultural, política y económica, pactada entre personas e instituciones de ámbitos diferentes o no, que se comprometen a construir juntos en pos de una forma de vida mejorada. Es una construcción a partir de un proceso consensuado, en el que se democratiza el poder porque se traslada a la gente. Al promover esta cultura de la integración, se están creando las condiciones para que la sociedad civil y sus instituciones sean realmente protagonistas de su destino, construyendo formas de vida mejoradas. Se va gestando la transformación educativa, cultural, política, social y económica que El Salvador necesita.

Sólo a partir de un proceso real de integración entre aquellos que viven dentro de las comunidades empobrecidas y los que viven afuera de ellas es posible generar un desarrollo para todos. Crear puentes sólidos entre ámbitos no integrados, por donde los de afuera entren en las comunidades y los de adentro salgan a los otros ámbitos, generando condiciones para un ida y vuelta natural y deseado. Es un ida y vuelta entre aquellos que desean participar de ese proceso de integración, tan necesario para romper con los embudos sociales y los círculos de pobreza.

1. Una nueva forma de construcción social.

Esta construcción cultural, social, económica, educativa y política no se realiza sumando actividades ni asignando más recursos a los programas sociales o educativos, sino entendiendo que las transformaciones que realmente se necesitan hacer son el producto, entre otras cosas, de una conceptualización distinta de la pobreza; de un modo innovador y revolucionario de utilizar los maravillosos recursos que existen en la sociedad; de aprovechar sobre todo la energía social que ellos generan; de la optimización de los recursos con que dispone el Sistema de Ayuda, Cooperación y Desarrollo (SACYD); de la promoción por parte del Estado de una ley y de una política nacional de integración social, que supone reconocer la existencia de la problemática de la pobreza y de la desintegración; y de la promoción de la cultura de la integración en escuelas, universidades, escuelas técnicas, empresas, medios, comunidades, familias y en la sociedad en general.

2. Modificar realidades.

Generar condiciones de vida sustancialmente mejoradas con el objetivo de modificar realidades debe convertirse no sólo en un modelo de construcción de un país en desarrollo, sino también debe servir para contrarrestar el modelo actual de oportunidades puntuales, vigente desde hace muchas décadas y que sólo beneficia a unos pocos y sin demasiado impacto.

3. Utilización de recursos maravillosos que existen en la sociedad.

Ampliar la conceptualización de la pobreza a partir de incorporar conceptos innovadores nos permite evolucionar acerca de la temática y su tratamiento, y nos abre un abanico de recursos maravillosos que existen en la sociedad (estudiantes, vecinos, abuelos, familias, universidades, escuelas, medios, empresas, profesionales, artistas, conocimientos nuevos, construcción distinta, generación de energía social, etc.) para romper los embudos sociales y construir un verdadero desarrollo, buscando salidas reales de la pobreza.

Es fundamental que el gobierno central, los locales y el SACYD en general participen en este proyecto de país, construyendo integración, facilitando y creando las mejores condiciones para que –entre privados, y entre privados y lo público– se vayan afianzando las relaciones de integración que el país necesita. Esto permitirá, entre otras cosas, que el SACYD resulte más eficiente en la utilización de sus recursos y logre transformar las condiciones de vida actuales. A modo de ejemplo me gustaría destacar, que sería conveniente que las organizaciones internacionales dejaran de hacer programas de prevención donde ven a los jóvenes como potenciales delincuentes y los consideraran como un recurso maravilloso para el desarrollo del país.

4. Generación de energía social para la transformación del país.

Institucionalizar la integración requiere fundamentalmente de crear y establecer las condiciones para el funcionamiento de la maquinaria generadora de energía social que aportan los recursos maravillosos con los que el país cuenta, para lograr la transformación tan necesaria. La energía social es la única fuerza capaz de llevar a cabo dicha transformación.

Generación de energía social: nuevo paradigma de desarrollo y salidas de la pobreza. Son las personas y las instituciones que se involucran en la construcción de la cultura de la integración las que generan la energía social. El Estado, los gobiernos locales, el SACYD, pero sobre todo la sociedad civil y sus instituciones, promueven la generación de energía social. Una buena parte de la sociedad civil y sus instituciones participan en la construcción de su propio destino, sin dejar todo en manos del Estado.

Dejando de construir a medias y construyendo con objetivos de país, la pobreza irá perdiendo la batalla a medida que las relaciones se consoliden. No puede haber desarrollo si se está aislado del resto, si uno avanza y todo lo demás continúa igual. Cada relación bien consolidada será un escalón hacia el desarrollo.

En la construcción de la integración hay que pensar a cada uno y a cada institución como una unidad y un recurso transformador como un aporte valioso que, junto a otros recursos, son capaces de generar los cambios que se necesitan para mejorar la realidad.

Cuando hablo de energía social, también me refiero a conocimientos, relaciones, esfuerzos, deseos, valores, pensamientos, formación, sentimientos etc., que van generando formas de ser y de hacer. Cuando esa energía no alcanza para generar la chispa transformadora y para mantener ese ritmo que revitalice y reactive, entonces, todo lo demás (el entorno, y esas instituciones y personas) vuelve a su inercia que circula como flujo socio-cultural reinante, tanto en la comunidad o en la universidad, familia, etc. Mientras esa construcción de integración se está llevando a cabo, esa energía alcanza para hacer frente a tanta injusticia y a tanta deuda. Con la propia energía, quienes más sufren se la gastan en sobrevivir y no les alcanza para transformar sus condiciones de vida. La energía social que se requiere para hacer frente a tanta desintegración es mucha y no alcanza, como tantos piensan, con un empujoncito que pueda recibirse de alguien. Debe provenir de una construcción entre los participantes, de unos y otros y de los distintos ámbitos. La diferencia entre la energía social y el flujo socio-cultural reinante es que en la primera las relaciones de integración logran modificar el flujo socio-cultural para fortalecerlo y transformar la realidad.

La cultura de la integración intenta permanentemente generar una corriente de expansión de los ámbitos, rompiendo con el aislamiento entre dos o más mundos divididos. Se corren las geografías, los límites se vuelven grises. Unos y otros se mueven, se oxigenan, se revitalizan, hay otro flujo que entra y sale.

Como ya dije, integración no es una suma de actividades. Si uno cambia y el contexto no, entonces no hay integración y por ende no habrá desarrollo. Por ejemplo, los alumnos, maestros, directores, padres y administrativos, con su participación, ayudan al desarrollo del contexto escolar y este, al fortalecerse, ayuda al desarrollo de esas familias y de esos jóvenes. Las relaciones se fortalecen y se potencian entre sí, se retroalimentan. El joven, la familia, se potencian mutuamente al haber más diálogo, generándose otras expectativas, fortaleciendo ese sentido de pertenencia y, a su vez, jóvenes y familias se potencian en la escuela, fortaleciéndose en ese proceso integrador entre ellos y con ellos.

En un proyecto de integración de país no sólo debería incluirse la educación, las becas y los procesos formativos, sino sobre todo promover el acercamiento institucional entre universidades, escuelas, familias, comunidades, empresas y a la mayor cantidad de sectores de la sociedad. La cultura de la integración no debe ser vista ni reducida a una cuestión educativa.

La cantidad y calidad de la energía social serán el producto resultante de la utilización de los recursos y de la clase de relaciones que se establezcan entre ellos.

5. Momentos de la integración.

Hay tres momentos determinantes en la construcción de la integración: a) creación de energía; b) fortalecimiento del flujo socio-cultural; y c) generación de energía social. No me extenderé sobre ellos aquí pero quisiera dejar en claro que los primeros dos son necesarios para llegar al tercer momento, que por cierto es el más valioso para cada persona y para la sociedad entera. La clave radica en ir relacionando las actividades y procesos en los distintos momentos de la construcción de la integración, para ir logrando los objetivos que nos lleven a la transformación de la realidad.

6. Medir la integración.

El impacto de la construcción de la integración es tan importante para la sociedad que debería tomarse como parte de las mediciones estadísticas y de los indicadores de desarrollo social. El nivel de desarrollo de una persona está directamente vinculado con la calidad y cantidad de las relaciones que mantenga con otras personas, con las instituciones y de esas instituciones entre sí. Este sería un buen punto de partida para elaborar una medición fehaciente. Me cuesta intelectual, pero sobre todo éticamente comprender que se continúa midiendo la pobreza como se la mide.

7. Reconvertir relaciones antinaturales en naturales.

Esencial en esta construcción es reconvertir relaciones antinaturales en naturales en los ámbitos distintos y en los propios ámbitos y entre universidades, escuelas, comunidades, empresas, personas, medios, etc.

Esa reconversión de relaciones crea nuevos y mejores vínculos y promueve, entre otras cosas: a) la reactivación y revitalización de las comunidades, su gente y sus instituciones; b) el fortalecimiento de las instituciones involucradas; c) la generación de accesos a instituciones y a ámbitos antes restringidos; d) la creación de condiciones de vida mejoradas para unos y otros, y para los que vendrán, para hoy y para el futuro, en lugar de oportunidades aisladas que benefician a unos pocos; e) el remplazo de un sistema de becas por un sistema de continuidad académica; f) la participación de las empresas en la formación educativa de los jóvenes; g) en los medios de comunicación, el posicionamiento y tratamiento de la temática de la integración y de la pobreza y la importante participación (en sus programas y espacios) de los vecinos, jóvenes, abuelos, maestros, directores, líderes, etcétera; h) el desarrollo intelectual, social, cultural, político, educativo de las personas que empiezan a transitar por salidas de la pobreza, sintiéndose parte de la construcción de una vida digna y con sentido de pertenencia en su ámbito y en El Salvador; i) un conocimiento más acorde a la realidad del país que permite trabajar mejor sobre la reducción de la pobreza; j) mejores servicios como, por ejemplo, en relación médico-paciente; k) que, por primera vez en la historia de miles de familias, sus hijos accedan a una universidad; l) menos deserción escolar y mayor interés en la escuela.

8. Procesos y actividades a desarrollar.

Convenios entre instituciones privadas, personas, gobierno central, alcaldías, organizaciones internacionales, fundaciones, empresas, etc.

Acceso a la universidad y a la escuela técnica a partir de un proceso formativo. Este proceso es una etapa de inmersión donde participan los jóvenes, las escuelas con sus directores y maestros, los padres, las universidades, profesores, estudiantes universitarios, y empresas con sus empleados y otras instituciones dentro y fuera de las comunidades. Ayuda a quienes participan de él a descubrir un país más real, a construir integración y a que sientan pertenencia hacia esa construcción para cada uno y con el país.

Los jóvenes deben realizar un proceso formativo de 11 actividades después de sus horas de clase y los fines de semana (visitar universidades, cursos de capacitación en las empresas, proyectos de integración, cursos del ADN y la cultura de la integración, participación de los padres en actividades, clínicas deportivas, refuerzos escolares de inglés, matemáticas e informática, charlas de personalidades y mantener 7 como nota de promedio en la escuela). Es un ida y vuelta permanente que cada joven realiza y es una etapa de descubrimiento para cada uno de los que participan. Fomento del proceso formativo para quienes deseen continuar sus estudios y para quienes no.

Universidades con presencia en las comunidades y viceversa. Nueva proyección social en las universidades (alumnos regulares y becados en proyectos de integración en las comunidades y en las universidades). Reuniones de pares entre maestros de escuela y docentes universitarios. Servicios a la comunidad de estudiantes avanzados y de profesores universitarios (atención médica, odontológica, psicológica, legal...). Tutorías para los alumnos universitarios de parte de los docentes y otros alumnos. Descuento en las cuotas mensuales y eliminación de pago de matrícula para los estudiantes que hayan ingresado a través del proceso formativo. Creación de condiciones para que puedan trabajar y realizar pasantías –los nuevos profesionales y estudiantes universitarios respectivamente– en las comunidades.

Que las empresas se comprometan en la formación educativa de los jóvenes y se acerquen a las comunidades. Mejorar sustancialmente la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), pedir un apoyo considerable de esos empresarios y ofrecer a cambio algunos beneficios. Cursos de capacitación para los estudiantes que participan en los procesos formativos, pasantías para estudiantes universitarios, apoyo económico para cuotas universitarias, servicios en las comunidades, visitas a sus empresas, promoción de curso de ADN y cultura de la integración entre sus empleados.

Que los artistas lleguen a las comunidades y que los vecinos también lleguen a sus conciertos, muestras, exhibiciones, teatro, cine, etc., en el otro ámbito. Que el Estado y el SACYD promuevan eso, y que a su vez familias, jóvenes, comunidades, vecinos, tengan acceso a los espacios públicos y privados para expresar su arte y sus historias. Que los artistas participen del proceso de expresión, que sirva para liberar y curar heridas. Para crecer y descubrir.

Construcción de las llamadas ‘Casas de integración’, donde se reúnan los vecinos para llevar a cabo las más diversas actividades comunitarias que los ayuden a mejorar sus condiciones de vida y donde se reciba a los de afuera para que juntos vayan construyendo la integración.

9. Alcance tentativo durante el primer año del proyecto de integración nacional.

Unos 25 000 alumnos participando en los procesos formativos (15 000 alumnos de escuelas, más 7 000 ingresando en universidades y otros 3 000 ingresando en escuelas técnicas), 25 000 familias (con cuatro integrantes promedio participando), 100 000 personas.

200 escuelas (a razón de 125 alumnos por escuela), 1 000 maestros y 200 a 300 directores. 15 universidades. 15 000 alumnos regulares (aparte de los 7 000 que ingresaron por haber realizado el proceso formativo) involucrados en la cultura de la integración. Más de 30 000 padres, abuelos, hermanos y primos familiarizados y formándose con la integración que realizan los estudiantes de sus familias. 150 profesores, administrativos y rectores. 10 escuelas técnicas, 50 docentes.

200 comunidades en los 14 departamentos del país. 10 000 vecinos, abuelos, etc. 250 empresas: 2 500 empleados, directivos, etc.

Total de participantes: 184 000, sin cuantificar el impacto de los medios en la población salvadoreña, difundiendo la temática de la integración y a quienes participan en su construcción.

10. Financiamiento y apoyos.

El costo estimado para realizar durante un año este proyecto ronda los $10 millones. El financiamiento debería provenir de recursos del Estado, las organizaciones internacionales, las alcaldías, empresas, universidades, fundaciones, cámaras de comercio, industriales, fondos no reclamados de los bancos, etc. Existe ya un apoyo considerable de varias empresas e instituciones que vienen desarrollando el programa, entre ellas: BID, FUNDAGEO, Banco Agrícola, 12 universidades, escuelas, comunidades. En la actualidad, y con los recursos tan limitados, participan del proyecto de integración unas 10 000 personas. No hemos cuantificado el impacto que tienen esas comunidades, escuelas, universidades, empleados, alumnos, medios y la población en general, que poco a poco van conociendo mucho más acerca de la cultura de la integración.

Desde que llegué al país he recibido un sinfín de excusas para evitar comprender la propuesta de integración que ya muchos miles de salvadoreños han venido construyendo. La complejidad de la temática de la pobreza y de la desintegración no permite soluciones simples. Lo que a usted le ha llevado unos minutos leer es mi aporte para solucionar tremenda problemática; sin embargo, ha tenido un costo muy alto, que es el haber entregado casi todo en esta maravillosa causa, durante estos últimos 16 años de mi vida.

Luego de tanta lucha no espero nada a cambio, pero deseo desde lo más profundo de mi corazón que este maravilloso país se comprometa para conseguir su merecido desarrollo.

Alejandro Gutman, presidente de la Fundación Forever.
Alejandro Gutman, presidente de la Fundación Forever.


Para conocer más sobre esta fundación: www.fundacionforever.org

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