En sus primeras declaraciones como presidente del Consejo Ejecutivo Nacional (Coena, la máxima autoridad del partido), Gustavo López Davidson ha tendido un puente al gobierno de Nayib Bukele y ha dicho que no se limitarán a ser un partido de oposición sino uno dispuesto a dialogar con el Ejecutivo.
“El presidente Bukele va a necesitar de Arena y Arena va a necesitar del presidente Bukele”, dijo López Davidson a El Faro en la noche del domingo 25, desde la sede del Coena en San Salvador, donde celebró su triunfo en unas internas que fueron vendidas al interior del partido como un proceso de “reingeniería” o de “renovación”, pero a las que solo acudieron a votar 2 de cada 10 militantes.
El primer pronunciamiento político de López Davidson, además de simbólico, cobra relevancia en el contexto en el que es enviado. Por un lado, se distancia de la Arena que confrontó con Bukele durante la campaña electoral y de la Arena que al cierre de la administración de Mauricio Interiano mantuvo la confrontación, con Bukele convertido en presidente electo desde el 3 de febrero. Por otro lado, el pronunciamiento ocurre en la víspera del envío del primer proyecto de ley de presupuesto en la era Bukele.
Hasta el momento (y será así hasta diciembre de 2019), Bukele opera con un presupuesto financiada por el último gobierno del FMLN. En el que se presente este septiembre se definirá la hoja de ruta de su primer año de Gobierno y de sus apuestas en materias económicas, sociales y de seguridad. Debido al lastre de las finanzas públicas, el presupuesto requerirá la adquisición de deuda para su financiamiento, por lo que los votos de Arena serán clave para que el plan de Bukele tenga financiamiento.
Sin el acompañamiento de Arena, o la suma de votos del FMLN y los partidos Gana, PCN y PDC, Bukele navega contracorriente hasta 2021 con una Asamblea desfavorable y dominada por Arena. El principal partido de oposición cuenta con 37 diputados y domina las votaciones por mayoría simple y calificada (de 43 y 56 votos, respectivamente).
Al ser consultado sobre la apuesta de Arena frente al gobierno del presidente Nayib Bukele, López Davidson responde: “La palabra oposición no estará en nuestra dialéctica ni en nuestra manera de hacer las cosas”, dijo.
Según López Davidson, durante su mandato Arena debe ser un partido vigilante de la institucionalidad. “El salvadoreño es inteligente y sabe que debe existir un balance entre Ejecutivo y la Asamblea, de eso estaremos pendientes”, matiza. Luego agrega: “Pero vamos a trabajar de cerca con el Ejecutivo. Como dicen, platicando la gente se entiende”.
Un viejo rostro para una “nueva” Arena
Arena cerró el domingo sus elecciones internas tras la tercera derrota presidencial consecutiva. En 2019, Arena cumplió 15 años de no ganar una presidencial, pese a la apuesta de un sector de grandes financistas del partido que definieron la candidatura de Carlos Calleja, heredero de la cadena de supermercados Súper Selectos. El domingo, en la celebración del nuevo Coena, no apareció ninguno de los grandes financistas del partido. El simbolismo podría responder bien a dos cosas: o esta nueva Arena de verdad se quiere desligar de sus grandes financistas, o el discurso que mantuvo López Davidson en su campaña interna los ha distanciado por el momento. “No estoy para quedar bien solo con los de Arena, porque solo con ellos jamás vamos a poder gobernar nuevamente”, dijo a El Faro a inicios de agosto, en la recta final de la campaña interna.
López Davidson ganó la contienda en un proceso que no logró despejar las dudas de una Arena dividida y fracturada tras la debacle frente a Bukele y en el que surgió un segundo candidato, Francisco Manzur, con un pasado con pocos reflectores en la militancia. Por eso no extraña que el triunfo se lo haya llevado López Davidson, un arenero de cepa y firmante del acta de fundación del partido. Es propietario de dos negocios: Laboratorios López y Centrum, una empresa de armas que durante años ha sido contratista del Estado, incluso con los gobiernos de izquierda (2009-2019).
Antes de ganar esta elección interna y convertirse en presidente de Arena, ya había disputado, y perdido, en dos contiendas electorales. En 2003 fue candidato a alcalde de Soyapango y lo derrotó Carlos Ruiz, del FMLN. Entre 2002 y 2003 formó parte de un dirigencia partidaria conocida como “el Coena de millonarios” o Arena SA de CV. El nombre alude al perfil de multimillonarios que asumieron las riendas del partido: Archie Baldocchi, Roberto Murray Meza, Ricardo Poma, , Ricardo Sagrera, Roberto Palomo, Carlos Enrique Araujo Eserski y Guillermo Sol Bang. Cuando en la historia de Arena se cuestiona a la dirigencia que permitió, por primera vez, que el FMLN se convirtiera en la primera fuerza legislativa tras la firma de la paz, López Davidson aparece entre los señalados. Tras esa contienda electoral, Arena se inventó una administración de transición que más tarde cedería, por casi seis años, el control absoluto del partido a Antonio Saca, que en 2004 también se convirtió en presidente de la República.
López Davidson representa una bandera que ha enfrentado fuertes divisiones y que luce manchada por los 20 años de gobierno del que resultaron dos presidentes enjuiciados por corrupción, uno de ellos fallecido en la víspera del juicio (Francisco Flores) y otro condenado a prisión (Saca). De su primera derrota presidencial, en 2009, surgió la bancada de Gana, la bandera que llevó al poder a Bukele.
López Davidson también incluye en su discurso la misión de generar la confianza suficiente en el electorado para recuperar el poder ejecutivo. Aunque los resultados y la asistencia en las internas de ayer auguran un camino cuesta arriba. La planilla de López Davidson consiguió 15,542 votos válidos. Su contrincante Francisco Manzur solo logró 5, 803. En un partido que se ha ufanado de inscribir a 120 mil militantes, esta votación solo llamó a participar a 2 de cada 10 areneros.
Sus compañeros de equipo en el Coena son figuras vinculadas al alcalde de San Salvador, Ernesto Muyshondt: la diputada propietaria por San Salvador, Marcela Villatoro; la diputada suplente Steffany Escobar de González y la concejal de San Salvador, Mishelle Linares, a quien Muyshondt ha saludado como “la más joven integrante de la dirigencia en la historia de nuestro partido”. En la nómina también lleva a nombres vinculados al diputado Rodrigo Ávila, su amigo y padrino de una de sus hijas. Están Celina de Ávila, la esposa del diputado y exvicepresidenta de Ideología y Mauricio Cuéllar, uno de los asistentes de Ávila en la Asamblea. Consultado por esos acercamientos, López ha dicho: “No soy cuota de nadie, y nadie me va a mangonear”, dice.
Contrario a otras elecciones internas, la celebración de López Davidson fue austera, a tono con la participación electoral: poco más de un centenar de simpatizantes llegó a la sede a vitorear a las nuevas autoridades. Destacan entre los que se tomaron fotos con el nuevo Coena la diputada por San Salvador Marta Batres; el alcalde de Santa Tecla Roberto d’ Aubuisson; el expresidente del Coena, Jorge Velado y el exdiputado por La Libertad, Eduardo “el grillo” Barrientos.
El nuevo presidente debe dirimir un conflicto interno que ha dividido su bancada. A tal punto que cuatro diputados están acusados en el Tribunal de ética del partido por lanzar duras críticas al Coena saliente y por decantarse sin ningún matiz por las iniciativas propuestas por Bukele.
López Davidson, que se congratula de haber conocido al fundador Roberto d’ Aubuisson y ser un miembro constitucionalista, dijo en sus primeras declaraciones que “Arena no puede ser lugar de personas que no tengan el ADN de un arenero”. El Faro le consultó si mantiene la postura ahora que ya es presidente del Coena. Según López Davidson, solo la diputada Milena Mayorga no tiene ADN arenero. Insistió que con su nominación y elección “fallaron los filtros”.
Una elección pobre
En 2016, cuando Mauricio Interiano resultó electo, el padrón era de 28 mil versus los 124 mil afiliados que ahora militan. A esta elección solo se presentaron a votar 21 345, apenas el 17.21 % del padrón total.
El ausentismo podría ser reflejo de que los candidatos no eran grandes figuras del partido y que huyeron de relacionarse con los empresarios. Eso explicaría por qué no había en la tarima ni entre el público ningún representante del sector empresarial de Arena. Esta ausencia, según Tom Hawk, exdirector del sector empresarial de Arena, no necesariamente significa un distanciamiento de los empresarios con los candidatos. “Siento que hay empresarios que están dispuestos a apoyar a quien ganara”, dijo.
Sobre el reto de reunificación del partido, no tiene mayores expectativas, aunque cree que rostros que hasta ahora han sido de bajo perfil puede ser beneficioso para Arena: “Cuando no hay estrellas, de repente hay sorpresas. En ninguno de los Coenas eran estrellas quienes estaban participando, y eso puede traer muchas sorpresas, porque tienen mucho más margen de maniobra”, añadió Hawk.
Otra teoría podría ser el mismo desencanto que ha impedido a Arena obtener votos suficientes para regresar al Ejecutivo, producto de un discurso y dirigencia que, aunque promete renovarse, asfixia cualquier propuesta que promueva nuevos discursos o debates al interior del partido. La falta de debate, por ejemplo, orilló a los exdiputados Johnny Wright y Juan Valiente a renunciar al partido tras su primera legislatura (2015-2018). Wright, de hecho, fundó su propio partido, Nuestro Tiempo, creado con una apuesta para las elecciones legislativas de 2021.
A Valiente le tomó un poco más de tiempo dejar Arena y renunció hasta marzo 2019. Ahora, desde fuera, explica que si bien López Davidson representa una propuesta unificadora, Arena sigue sin convencer al electorado externo ni interno. “El proceso interno actual cumple con el formalismo de la democracia, pero no atiende los problemas reales que existen para recuperar la confianza del electorado. Es un esfuerzo en vano”, dice.
Una verdadera renovación, explica, significaría para Arena “enterrar sus muertos y sacar a los cadáveres del clóset”. Es decir, que los actores señalados por irregularidades cometidas en el pasado acepten su responsabilidad y se hagan a un lado.