El 17 de septiembre de 2019, el Estado salvadoreño dio inicio a la demolición del antiguo Hospital de Maternidad, como paso previo a la construcción de un nuevo edificio de atención médica que formará parte de la tan necesitada ampliación del Hospital Rosales. La Oficina de Planificación del Área Metropolitana de San Salvador (OPAMSS) señala, en su Esquema Director (2016), que este hospital se ubicaba dentro de una zona cuyo tratamiento es de recuperación de centros históricos. Además, de acuerdo al control de dictámenes por evaluación de edificios (2001) en el expediente No. 0024, correspondiente al Hospital de Maternidad, hay un dictamen de bandera verde en el edificio construido en 1952, lo que significa que no hay daño visible en los elementos estructurales. Pese a todo lo anterior, aparentemente nadie cuestionó la decisión de demoler este edificio, ni el Ministerio de Cultura, ni gremiales relacionadas, academia o sociedad civil en general, a pesar de su valor histórico y arquitectónico.
El momento en que se hizo el hospital
De acuerdo a algunas tesis de Arquitectura y de Medicina de la Universidad de El Salvador (UES), el Hospital de Maternidad llevaba años en gestión por parte de presidentes y ministros de salud, pero fue hasta 1945 que se comenzó a plantear gracias a un donativo de 150 000 colones que hiciere Doña Concha v. de Regalado. Se definió que este hospital se construyera en un terreno frente al Hospital Rosales, el cual la administración del general Maximiliano Hernández Martínez había previsto para la Escuela de Enfermeras que ya operaba dentro del Hospital Rosales. Tomás Regalado, hijo de doña Concha, nombró, entre varios titulares, al ingeniero Manuel López Harrison, quien hasta 1938 había sido subsecretario de Obras Públicas, como el responsable de elaborar los planos para este hospital. Una opción sería hacerlo en un solo nivel y con una capacidad de 150 camas y otra sería en dos niveles con capacidad para 300 camas. Una de las últimas decisiones tomadas por Hernández Martínez fue que el Hospital se hiciera para 300 camas, y que se adquirieran los lotes adyacentes para que este tuviera la amplitud necesaria.
Hernández Martínez había conseguido mantener su cargo como presidente desde 1931 gracias a una nueva Constitución que le permitió continuar, sin elecciones libres, hasta la primera mañana de 1945. En el marco de esta nueva Constitución, el Estado salvadoreño suprimió la autonomía municipal y universitaria, dejando el pensamiento, acciones cívicas y políticas del pueblo en manos del gobernante, constituyéndose como un dictador (Cañas Dinarte, 2019). De ahí que el ingeniero López Harrison renunciara violentamente a su cargo en el gabinete, pues no estaba de acuerdo con esta política dictatorial (Luna, s.f.). Estas diferencias hicieron que no pudiera encargarse de la obra y es así como fue encomendada más tarde al arquitecto Ernesto De Sola, quien en ese tiempo se encontraba en el auge del diseño arquitectónico junto a Armando Sol. Ambos fueron los primeros arquitectos salvadoreños graduados en el extranjero, el primero graduado del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés) en Estados Unidos.
El Hospital de maternidad se construyó de manera irregular y lenta debido a los desequilibrios políticos causados por la dictadura militar. En 1948 se terminó de construir el edificio central y fue hasta 1953 que se inauguró el edificio completo en el marco del primer Congreso Centroamericano de Sociedades de Ginecología y Obstetricia. Finalmente fue abierto al público el 20 de abril de 1954.
Cómo era la arquitectura de Maternidad
De acuerdo a planos de Ernesto De Sola, el proyecto del Hospital de Maternidad data de 1946, un año después de haberse concretado la iniciativa de planificarlo. En ese contexto y, siendo De Sola uno de los dos arquitectos en boga, el resultado debería corresponderse con la arquitectura producida por él en ese momento.
La arquitectura de De Sola se puede separar en 3 etapas estilísticas fundamentales, una primera de expresión historicista neocolonial, cuyas principales producciones se encuentran en residencias de la colonia Flor Blanca; una segunda marcada por el art decó, que puede apreciarse en múltiples edificios comerciales y corporativos del centro histórico de San Salvador; y una tercera volcada hacia el movimiento moderno, en la cual la producción de De Sola se disemina, dentro de la lógica de expansión de la Ciudad, en diversos puntos. Entre estas etapas se lee con nitidez la diferencia de lenguajes arquitectónicos.
La formación estadounidense de De Sola está enmarcada en el movimiento moderno; pero al regresar a El Salvador encuentra una sociedad conservadora muy distanciada de aquellos estilos. Con astucia introduce, en principio y junto a otros actores, ciertos cambios en los modos de vida. Es hasta la última etapa de su carrera, sin embargo, en donde desarrolla su máxima capacidad expresiva de modernidad. Al observar cronológicamente la producción de Ernesto De Sola, curiosamente el Hospital de Maternidad es la primera expresión moderna de su arquitectura. De acuerdo a lo consignado en las tesis antes citadas, se asesoró del arquitecto Gutterson, del Servicio Interamericano, lo que dio como resultado un edificio que difiere estilísticamente de lo producido hasta ese momento.
Así pues, en el edificio del antiguo Hospital de Maternidad podían valorarse las influencias modernistas de Walter Gropius y Frank Lloyd Wright. Gropius manejaba la escala de manera sobria y con la horizontalidad como signo de institucionalidad; mientras que De Sola utilizó la ventana de manera dosificada mediante marquesinas seriadas y extendidas a lo largo de todo el edificio, lo que enfatizaba la horizontalidad y protegía del sol. La influencia más destacable de su formación norteamericana fue, sin embargo, la de Lloyd Wright, notable en la contraposición de estas líneas horizontales con el volumen de la escalera, aún más sobrio y de proporciones verticales; además de la agrupación de las ventanas en formato horizontal, muy propio del Prairie School, tan promovido por Wright. Esta influencia se ve más marcada en el edificio de la actual Lotería Nacional (1955), la capilla del colegio La Asunción (1956), residencias en la colonia San Benito y Escalón (1950–1960), su propia residencia (1969) y varios proyectos que quedaron en dibujos.
En el contexto de 1946 en que se proyecta el Hospital de Maternidad, esta expresión resulta ser la primicia de un lenguaje que más adelante se convertiría en una tipología que, con el tiempo, se ha ido transformando hasta llegar a las actuales expresiones de la arquitectura hospitalaria salvadoreña.
¿De qué nos perdimos?
La demolición del Hospital de Maternidad puede verse desde varias perspectivas, pero me concentraré en los 2 valores aparentemente minimizados por la sociedad y el Estado salvadoreño: el valor histórico y el arquitectónico.
Los hechos en torno a la construcción de Maternidad delatan poco interés del Estado en atender a las mujeres embarazadas en forma especializada. Pese a que por años se estaba gestionando la obra, no fue sino gracias al donativo de doña Concha v. de Regalado que se consiguió planificar y construir el proyecto. Al debate queda discutir cuáles pudieron ser las razones personales por las que este personaje decidiera ese destino para esos fondos. A decir verdad, en los aciertos más difundidos del gobierno de Maximiliano Hernández, no se habla de este hospital; de hecho, la desestabilidad política de la época en que se construyó hizo que este proceso fuera sumamente irregular y tardado, haciendo que los créditos de su apertura al público cayeran en el gobierno del teniente coronel Óscar Osorio (1950 – 1956), en el marco de una administración basada en un Consejo Revolucionario de Gobierno. Los tintes que adquiriera este convulsionado proyecto serían de un corte progresista, convirtiéndose en el primer hospital con este tipo de atención. En definitiva un hecho que daría al hospital un gran valor histórico, tanto a nivel de salud pública como en la política general del Estado salvadoreño.
Finalmente, la arquitectura con la que se diseñó el edificio del Hospital de Maternidad fue un golpe de suerte. Luego de la renuncia del ingeniero Manuel López Harrison, la familia Regalado decidió trabajar con Ernesto De Sola, uno de los arquitectos con quien varias familias de la élite salvadoreña estaban construyendo sus casas en aquellos años. De Sola, cuya formación está basada en las ideas innovadoras del movimiento moderno, decidió dotar este proyecto de un lenguaje más “minimalista”, fiel al lema de “la forma sigue la función” dentro de una lógica muy racional en cuanto a distribución del espacio.
En definitiva, el edificio del Hospital de Maternidad representaba una ruptura, no solo en cuanto a salud pública o política, sino también en las formas con las que se resolvería la arquitectura hospitalaria salvadoreña en los siguientes años, en casos emblemáticos como el Hospital General del ISSS (Katstaller, 1969) o el Hospital Bloom (Rodríguez, 1970). Por lo tanto, el Hospital de Maternidad estaba dotado de un gran valor arquitectónico.
Más allá del valor histórico o arquitectónico, nos estamos perdiendo la oportunidad de mostrar a las futuras generaciones el significado de un edificio que fue una primicia, pues rompía con los esquemas de atención a la mujer embarazada dentro de una arquitectura sumamente novedosa en su momento. Lamentablemente, este significado se perdió en la precariedad con la que fue utilizado, desarrollado y mantenido; y la decisión de su demolición, basada en nuevas y urgentes necesidades del país, fue también una decisión que todos tomamos para olvidar nuestro propio pasado.