Columnas / Cultura

Las lecciones medioambientales que dejó 2019

2019 fue un año histórico, porque seguimos batiendo récords en cuanto a cifras medioambientales. Y en El Salvador reconocimos la importancia del tema medioambiental reduciendo su presupuesto oficial para 2020.

Martes, 7 de enero de 2020
Sandra Gutiérrez Poizat

A pocos días de haber finalizado 2019 podemos concluir que fue un año histórico. Histórico porque seguimos batiendo récords en cuanto a cifras medioambientales. De acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el 2019 cerró con una temperatura media de 1.1 grados arriba de los niveles preindustriales. Si acatamos las metas fijadas por el Acuerdo de París (2015), que dicen que no debemos superar los 2.0 grados y, de ser posible, mantenernos a un máximo de 1.5 grados, vamos por buen camino, pero por el “buen camino” equivocado.

En 2019 fuimos testigos de incendios forestales desproporcionados en la Amazonía, sin que se mencionara nada sobre los que anualmente suceden en África. Groenlandia sigue perdiendo poco a poco su nívea capa de hielo. Y la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático (COP25), con sede en la ciudad de Madrid, cerró sin acuerdos concretos sobre la regulación de los mercados de carbono. Como bien indican nuestras organizaciones sociales, la COP ha representado “un fracaso más, una oportunidad menos”. Mientras tanto, en El Salvador, para no ir en contra de la corriente, reconocimos la importancia del tema medioambiental reduciendo su presupuesto oficial para 2020. 

Aun así, debemos alegrarnos porque en el 2019 vimos cómo se ha robustecido un movimiento ciudadano mundial a favor del medioambiente. El gran ejemplo no son ni los presidentes ni los primeros ministros, ni los ministros de Medioambiente ni los funcionarios de Naciones Unidas; el gran ejemplo fueron los jóvenes. Liderados por Greta, pero también por otros nombres menos mediáticos, como Oladosu Adenike, en Nigeria, o Maki Wali, en Fiji. Los jóvenes han tomado la batuta en la lucha contra el cambio climático. Las mujeres también. Los pueblos originarios también. 

Las luchas globales se materializan también en ejemplos locales. En El Salvador, el Movimiento Ciudadano Antiguo Cuscatlán Verde logró detener la tala de un bosque en el que la municipalidad tenía prevista la construcción de un estacionamiento. Por medio de manifestaciones públicas y denuncias en redes sociales, además de conversaciones con las autoridades municipales y otros actores (vecinos, academia, artistas, etc.), este movimiento se plantea una agenda mucho más amplia de impacto en todo el municipio. Esta vez el cometido fue preservar un bosque, pero sirva esta columna como un recordatorio de la importancia de pensar en la diversidad de los ecosistemas urbanos: jardines, arriates y aceras, techos verdes, terrazas verdes, ríos y quebradas, parques, plazas, cerros, volcanes, lagos, etc., todo en armonía con los espacios construidos, para revertir el desbalance que hemos creado. 

Así, pues, iniciamos una nueva década, una crítica para nuestra casa en común, nuestro planeta Tierra. Mis mejores deseos para que cada uno de nosotros participemos activamente en cuidarlo, que al fin de cuentas se traduce en cuidarnos a nosotros mismos.

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