El Gobierno de El Salvador ha habilitado hasta el momento 39 albergues en el territorio nacional como parte de un plan de contingencia puesto en marcha el pasado 12 de marzo para prevenir contagios del coronavirus COVID-19. Pero en la práctica el sistema mezcla a pasajeros recien llegados del extranjero con otros que llevan días cumpliendo cuarentena, sin chequeos previos de salud y a pesar de que provengan en algunos casos de países con altas tasas de contagio.
Tras visitar algunos albergues, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos ha calificado de “tratos inhumanos” las condiciones de algunos de ellos, pero sobre todo ha denunciado que los albergados no hayan recibido la prueba del COVID-19 y estén siendo expuestos a nuevos contagios. Según el procurador Apolonio Tobar, el ingreso constante de nuevos huéspedes a esos albergues altera los períodos de reclusión para aquellos que ya llevan días aislados. Expertos advierten, además, que los recintos no son aptos para el aislamiento que requiere una cuarentena y pueden por tanto convertirse en potenciales focos de contagio.
Desde que se habilitaron grandes centros de cuarentena como el de Jiquilisco, en Usulután (ya desmantelado), salvadoreños y extranjeros inconformes denunciaron falta de alimentación, agua, servicios sanitarios y atención médica. En Jiquilisco, el sábado 14, la falta de políticas para garantizar la separación de las personas recién llegadas y, por tanto, sospechosas de poder contagiar a quienes ya estaban en cuarentena provocó una protesta. Quienes ya llevaban dos días en el albergue llegaron a improvisar una barricada con sillas y maletas e impidieron el ingreso de más gente al lugar formando una cadena humana. Los albergados reclamaron que permitir el ingreso de más personas alteraría su tiempo de cuarentena: “Quieren meter gente nueva, y se había prometido que no iban a entrar. Se ha hecho un pequeño motín acá', publicó en sus redes sociales Dino Safie, un joven músico que llegó al albergue el jueves 12 por la noche y desde entonces se ha convertido en un líder del lugar. 'La gente está enojada porque no quiere volver a empezar su cuarentena. Las condiciones no ayudan mucho”.
El Gobierno reaccionó lentamente a la falta de espacio en los albergues. Cuando el miércoles 11 el presidente Nayib Bukele anunció que cerraría fronteras por 21 días y decretó cuatentena para cualquier salvadoreño o residente que entrara al país, solo contaba para ello con una pequeña instalación en la Segunda Brigada Aérea en Comalapa, La Paz, con capacidad para seis personas. Esa misma noche se habilitó el recinto en Jiquilisco, con capacidad para 400 personas más, pero se vio rápidamente superada con 700 albergados, según contabilizaron los allí recluidos, que se unieron para organizarse y mejorar las condiciones de su cuarentena.
Aún así, según confirmaron varios de los albergados, en los días siguientes siguieron llegando más personas desde puntos fronterizos, a bordo de transporte facilitado por el Gobierno. Jiquilisco comenzó a ser evacuado el sábado 14, con el envío de un grupo de personas hacia Puerto El Triunfo, siempre en Usulután. Entre ellas estaba Roberto Serrano, salvadoreño que venía desde Paraguay: “En Jiquilisco estuvimos mezclados de diferentes vuelos: Francia, México, Estados Unidos. En mi caso de Paraguay, y hay gente de fronteras terrestres, Guate y Honduras”, dijo. “Nos explicaron que iban a iniciar un proceso de separación según el país de donde veníamos”, añadió Serrano. Esa segmentación no ha ocurrido.
El jueves 12 el Gobierno comenzó a habilitar nuevos albergues, entre ellos, hoteles e instalaciones deportivas. Pero en todos ellos, además de la falta de condiciones suficientes para el resguardo, la queja fue la misma: que todos estaban siendo mezclados sin importar su lugar de procedencia, su tiempo en cuarentena o su estado de salud.
El viernes 13 de marzo, en la Segunda Brigada Aérea, David Pleités, un joven salvadoreño retornado de España fue de los primeros en señalar lo inservible del protocolo de prevención si todos usaban el mismo espacio: “No sirve la cuarentena si nos mezclan. Puede que solo haya un enfermo y ahora todos nos vamos a contagiar”, se quejaba. Pleités explicó que en su habitación, equipada con cuatro camarotes, había ocho personas procedentes de España (que cuenta con más de 10 mil infectados y 315 fallecidos) pero también de otros países como Italia (con más de 25 mil casos de contagio y más de 1,800 fallecidos, siendo el país más castigado de Europa).
El Faro obtuvo testimonios de personas en cuarentena en Jiquilisco, Villa Olímpica (en San Salvador) y la Segunda Brigada Aérea y Apaneca. Todos manifestaban preocupación porque no estaban siendo debidamente categorizados.
En Mejicanos, en la Villa Olímpica, un albergado decía: “A los que venimos de Guatemala nos han metido con gente que viene de Ámsterdam. En realidad los responsables en los albergues, que son soldados, no saben, porque no tienen censo de dónde viene cada quién”.
El Faro también habló con Karla, una salvadoreña de 20 años procedente de Chile, junto con dos menores de 15 y 16 años de edad que aterrizaron el jueves 12. Ellas fueron llevadas a Jiquilisco el viernes 13, el día en el que el viceministro de Salud, Francisco Alabí, dijo que los menores de edad serían llevados a albergues específicos. Por la noche, Karla y las dos mejores fueron enviadas al hotel del Polideportivo de Ciudad Merliot, comúnmente utilizado para alojar atletas que participan en encuentros deportivos en la capital.
Al mediodía del sábado 14 el ministro de Gobernación, Mario Durán, cuestionado por El Faro por las denuncias por la falta de alimentos, de atención médica y de logística en ese centros, dijo: “Desconozco de eso”. Al señalarle al ministro que en todas las redes sociales hay denuncias por las condiciones a las que han sido expuestos los salvadoreños enviados a cuarentena, respondió: “Lo vamos a tomar en cuenta. Nosotros hemos trabajado con anticipación al punto de que hay cero casos de coronavirus aquí”.
“Ahí puede iniciarse un brote de COVID-19”
La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) y el gremio de médicos criticaron la falta de medidas de segmentación, en conferencias de prensa separadas, durante el fin de semana. “En ningún albergue ha habido segmentación de persona, no se ha hecho separación según país de procedencia. Están todos juntos”, dijo el procurador Apolonio Tobar, que visitó tres albergues el sábado 14. El presidente del Colegio Médico, Miltron Brizuela, considera que la cuarentena nacional agarró al sistema de salud con la guardia baja. “Se ha ido improvisando, como que no se dimensionó la cantidad de personas que iban a ingresar”, dijo.
Tanto Tobar como Brizuela señalaron deficiencias en la instalación y apertura de los albergues.
El médico Iván Solano Leiva, infectólogo, vicepresidente de la Asociación Centroamericana y del Caribe de Infectología, y representante de la Asociación Salvadoreña de Infectología, considera que la situación en los albergues es preocupante. 'Los centros de cuarentena no reúnen los requisitos mínimos. Tienen todas las condiciones para que en esos centros haya brotes de COVID-19', dijo a El Faro.
Señaló que los centros de cuarentena como mínimo deben contar con espacios ventilados que eviten el hacinamiento. La distancia entre persona y persona debe ser por lo menos un metro, agregó. “No deberían mezclar a personas que han estado en cuarentena durante 14 días con gente que llegó anoche', insistió. 'Por querer hacer las cosas bien, ahí puede iniciarse un brote de COVID-19', dijo Solano. 'Aunque los ampare lo legal, la forma en la que implementaron los centros de cuarentena no fue planificada. No estaban preparados para esto'.
Denuncian falta de pruebas de contagio
Cuando el Gobierno anunció el miércoles 11 de marzo que cerraría totalmente fronteras y que todo aquel que quisiera ingresar debería someterse a cuarentena o descartar mediante prueba de laboratorio que padeciera del coronavirus, el mismo presidente Nayib Bukele aceptó que no había tests suficientes para todos los pasajeros sospechosos de portar coronavirus, porque El Salvador dependía de la disponibilidad mundial. Este lunes 16, la Secretaría de Prensa de la Presidencia informó que el Gobierno ha realizado hasta la fecha 70 pruebas PCR (Reacción en Cadena de Polimerasa, por sus siglas en inglés) y que todas han tenido resultado negativo.
El representante para El Salvador de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carlos Garzón, sostuvo en un mensaje durante la cadena nacional presidencial del domingo 15 que las pruebas de laboratorio debían emplearse a todas las personas en albergues, como una medida urgente para frenar posibles contagios. Hasta hoy, los albergados consultados para esta nota aseguran que ni a ellos ni a sus compañeros de cuarentena se les han practicado pruebas para determinar si son portadores del COVID-19.
El lunes 16, El Faro preguntó a una delegada del Ministerio de Salud en el aeropuerto internacional Monseñor Romero por qué no se aplicaba la prueba a los recién llegados para descartar que tuvieran la enfermedad. La respuesta que recibió fue que no había 'suficientes pruebas” y que por lo tanto la mejor opción era hacer un monitoreo de los recién llegados para ver si, durante la cuarentena, mostraban síntomas. La delegada no reveló su identidad.
Ese mismo lunes, en una de las salas del aeropuerto habilitadas para recibir a los recién llegados, 49 pasajeros provenientes de Nueva York y México fueron agrupados para ser enviados al centro de recreación Dr. Mario Zamora en La Palma, Chalatenango. A ese mismo centro fueron enviados ese día algunos de los albergados de Jiquilisco. Para evitar la mezcla, los pasajeros provenientes de México y Estados Unidos fueron finalmente trasladados a un hotel de la localidad. En la tarde, alrededor de 60 pasajeros, la mayoría salvadoreños, que ingresaron al país desde Estados Unidos, Panamá, Colombia y Cuba fueron enviados a un albergue habilitado en Apaneca.
El presidente Bukele anunció el bloqueo de ingreso para personas provenientes de China, Irán e Italia el 25 de febrero. Desde entonces, el periodo de cuarentena para cualquier persona que ingrese a El Salvador se ha mantenido en 30 días. El cierre total de fronteras anunciado el 11 de marzo debería vencer a principios de abril, pero la tarde del lunes 16 Bukele endureció sus medidas y prohibió sin plazo concreto la prohibición de ingreso de pasajeros, incluyendo nacionales, a través del aeropuerto internacional.
Un día antes, al referirse a las condiciones del aislamiento, Bukele aseguró desde su cuenta de Twitter que “la mayoría de personas en cuarentena ya está en albergues con excelentes condiciones”.
*Con reportes de Jaime Quintanilla, María Luz Nóchez y Gabriela Cáceres.
*Actualización: En la tarde del 17 de marzo se actualizó esta nota con el nuevo número de aislados a esta fecha y el número de albergues habilitados por el Gobierno.