Los migrantes están distribuidos en 484 tiendas, donde hay aproximadamente cuatro personas en cada una. Las condiciones de hacinamiento hacen difícil que guarden la distancia durante el día. En los pocos momentos en que es posible, buscan el distanciamiento, como en esta imagen, donde hacen fila para recibir la cena a mediados de abril.
En el campamento no está establecido quiénes se encargan de servir la cena al resto de sus compañeros. Se organizan como pueden aunque ya hay referentes por zona. Desde hace un año, la comida llega a sus platos porque diferentes organizaciones civiles de Brownsville, Texas, preparaban y distrinuian los alimentos. Debido al cierre de la frontera de Estados Unidos, las mismas organizaciones pagan a un comedor local para que prepare un desayuno y una cena para cada habitante de este campamento. En la imagen, dos migrantes reparten la cena.
Mileydis es parte del equipo médico de Global Responses Management (GRM). Cada día le toma la temperatura a 50 personas de diferentes sectores del campamento. Médicos Sin Fronteras es la otra oenegé que trabaja en dicho lugar. En un comunicado, esta institución señaló: 'estas personas se encuentran atrapadas en un peligroso limbo y su vulnerabilidad aumenta con la expansión de la epidemia de covid-19'.
Según GRM, en abril solo hubo un caso sospechoso de covid-19, pero tras realizar la prueba resultó negativo. La mayoría de personas del campamento padecen de enfermedades respiratorias y cardiovasculares debido al polvo y la precariedad en la que viven. En la imagen, una miembro de GRM toma la temperatura a una migrante.
Con el inicio de la pandemia, alrededor de 300 menores no acompañados que estaban en el campamento llegaron al puente internacional que separa Matamoros de Brownsville, para solicitar asilo en Estados Unidos. Sus tutores legales los mandaron con la esperanza de que fueran enviados donde algún familiar residente en Estados Unidos mientras procesan la solicitud. Sin embargo, las autoridades mexicanas no permitieron que avanzaran. La agencia internacional Reuters aseguró que al menos 120 fueron deportados a sus países de origen en Centroamérica. Muchos niños permanecen en el improvisado campamento.
Segundina Pérez tiene 21 años y es de Quetzaltenango, Guatemala. Ella utiliza una mascarilla de tela para evitar contagiarse de coronavirus. La propagación del virus en México ha hecho que algunos migrantes intenten regresar a sus países de origen en autobuses que el Gobierno mexicano que puso a disposición. sin embargo, quienes lo hicieron después de la última semana de marzo encontraron las fronteras de su región cerradas por militares. Están atrapados en México.
El campamento tiene poco más de un año de estar instalado en este lugar. Su crecimiento comenzó después de que el gobierno estadounidense implementara la política “Permanecer en México”, a finales de enero del 2019. Luego vino la pandemia y los trámites que esta gente esperaba se hicieron aún más engorrosos.
Jesús Hernández tiene 25 años y es originario de Matamoros. Es vendedor de dulces en diferentes puntos de la ciudad y llega a vender al campamento. Ha hecho una careta con una botella de plástico para protegerse del coronavirus.
Un grupo de migrantes se baña en el río Bravo. Arriba de ellos está el puente internacional que conecta con Estados Unidos, donde transitan las personas que tienen autorización legal de entrada y de salida. Por el río Bravo aún lo intentan algunos de forma indocumentados. Esta zona es una de las más vigiladas por la Patrulla Fronteriza.
Un grupo de mujeres varadas en el campamento observa a tres migrantes que intentaron cruzar a Estados Unidos a través del río Bravo. Ellos nadaron hacia el otro lado del río. No lo lograron porque varias patrullas fronterizas los detectaron. Los tres migrantes decidieron volver al lado mexicano. Según fuentes del campamento, en algunos casos estos intentos de cruce tienen como objetivo distraer a las autoridades estadounidenses mientras grupos criminales trasladan ilícitos por otros puntos de la frontera. Esta fotografía fue tomada de forma discreta, pues La Maña, como se conoce al Cártel del Golfo en la zona, vigilaba el cruce desde una camioneta. A 500 metros de este lugar está una cruz conmemorativa en el punto del río en el que murieron Óscar y Valeria, los salvadoreños cuya fotografía dio vuelta al mundo cuando murieron ahogados.
En este punto del río Bravo, Óscar y su hija Valeria fueron encontrados muertos el 23 de junio de 2019. Una corriente los arrastró y provocó que se ahogaran cuando querían cruzar a Estados Unidos.
La frontera de Estados Unidos y México es una de la más transitadas del mundo. Desde el 20 de marzo, el Gobierno de Estados Unidos cerró sus fronteras con México. El presidente Donald Trump prohibió los viajes 'no esenciales'. Sin embargo, Estados Unidos continúa enviado deportados a sus países de origen. En el caso de Guatemala, a finales de abril, en un vuelo federal llegaron 77 deportados. 44 de ellos dieron positivos a las pruebas de covid-19.
En el campamento hay cuatro áreas dividas por sectores. Una es ocupada principalmente por mexicanos. El resto, por centroamericanos y caribeños. En el campamento hay cuatro tiendas que venden productos y por lo general son administradas por los líderes de los países con más personas.
(Izquierda) Hospital móvil instalado a un lado del campamento para futuros pacientes infectados con covid-19 en el campamento de migrantes. El hospital cuenta con 20 camas y con un respirador. La unidad médica fue instalada por la organización Global Response Management. (Derecha) Interior de la carpa de aislamiento para posibles casos de contagio.