Los hermanos, Kevin y Diego López, de seis y siete años respectivamente, cuentan, desde las láminas que sirven de muro perimetral de su casa, los vehículos que circulan sobre el bulevar del Ejército. Es la entrada a la comunidad 15 de Marzo, establecida desde el año 2008, entre los límites de los municipios de San Salvador y Soyapango. Un conjunto de 125 casas de lámina vieja y madera en un predio baldío. El hambre arrecia en esta comunidad, habitada por al menos 500 personas; la mayoría, vendedores ambulantes que no han vendido por más de 70 días. Foto de El Faro: Víctor Peña.
Pedro Montano, de 11 años, se sumerge en los escombros de una refrigeradora transformada en pila. Milagro, su hermana, espera su turno al interior de su vivienda en la comunidad 15 de Marzo. La casa fue construida con desechos que sus padres recogieron en la calle. Cada día, estos niños tienen derecho a una hora de recreación en su 'piscina'. Afuera de la comunidad, ondean las mantas blancas, justo frente a un retén militar que detiene a quienes viajan rumbo a Soyapango. Foto de El Faro: Víctor Peña.
Blanca Lidia López cuelga un trapo blanco en la puerta con una inscripción que dice, ''Tenemos Hambre''. Blanca vive junto a otras 100 personas en el mesón 219 ubicado en el Barrio Concepción. En el lugar, la mayoría se dedica a la venta informal y debido a la cuarentena llevan más de dos meses sin poder salir a vender en las calles de la capital. Foto de El Faro: Carlos Barrera.
Mario Quintanilla trabajaba como mecánico automotriz. Ahora es un hombre solo, sin sus hijos, sin su esposa y sin trabajo. Desde que empezó la cuarentena, la caridad de sus vecinos le permite sobrevivir. Tiene 80 años y vive entre un cúmulo de repuestos viejos y bajo láminas agujereadas por donde las aguas lluvias se cuelan. Foto de El Faro: Víctor Peña.
Fátima y su familia viven bajo amenaza. Cada vez que llueve, trozos de tierra golpean su hogar. Es la última casa del pasaje A, de la comunidad 15 de Marzo, donde los plásticos que la comunidad ha colocado previenen más deslave. Fátima y su esposo son los dueños de “Tacos El Chero”, un negocio ambulante en las plazas del Centro Histórico de San Salvador, y que desde el sábado 14 de marzo no ha tenido ingresos. Foto de El Faro: Víctor Peña.
Margarita González, de 72 años, tiene insuficiencia renal. Durante toda la cuarentena no ha podido ir por sus pastillas al hospital Rosales. Es una mujer sola que de cuando en cuando recibe ayuda de uno de sus hijos. Margarita vive al final del pasaje E, de la comunidad 15 de Marzo, en una champa que cada día se deteriora más. Foto de El Faro: Víctor Peña.
La casa de Israel Aquino en la comunidad 15 de Marzo es un cúmulo de basura. Para entrar, hay que agacharse un poco. Israel la construyó de láminas viejas y plástico, desperdicios que se encuentra cada vez que sale a recolectar botellas plásticas para luego venderlas a una recicladora. Israel tiene 56 años, y recoge basura desde 1985. Durante la cuarentena ya no ha salido a trabajar. Asegura que hay noches en las que se ha dormido si comer. Foto de El Faro: Víctor Peña.
En el mesón 207 del Barrio Concepción, cada vez que escuchan un vehículo salen con la esperanza de recibir alimentos. Allí, 25 familias guardan cuarentena sin poder salir a trabajar. Todas las personas económicamente activas del lugar se dedican a la venta informal en el Centro Histórico. Foto de El Faro: Carlos Barrera.
A la izquierda está la cocina de la familia Segovia; a la derecha, la de la familia Montano. Aquí viven siete personas, cuatro adultos y tres niños. Conviven en una armazón de lámina, de ocho metros de largo por cinco metros de ancho, en la comunidad 15 de Marzo. Todos los adultos de estas dos familias son vendedores ambulantes, que se ganan la vida a diario al interior de un autobús o sobre la zona del ex cine Avenida. No tienen ingresos desde el 15 de marzo, porque desde esa fecha, al escuchar las noticias de la inminente emergencia, dejaron de salir. Foto de El Faro: Víctor Peña.
Saúl Baisa, 67 años, compraba aluminio y plástico reciclado. Tiene más de dos meses sin ingresos por su trabajo, pero fue beneficiado con los $300 que el Gobierno otorgó en el mes de abril. “También tenía $140 de ahorros, pero el dinero se acaba. Mi negocio ya tronó, vamos para atrás”, asegura Saúl, quien vive con su esposa en una de las casas antiguas de madera, sobre la calle Concepción, en el Centro de San Salvador. Foto de El Faro: Víctor Peña.
Luis Vázquez vive en el mesón 207, allí alquila una pieza de cuatro metros cuadrados donde vive la cuarentena las 24 horas del día. Su cama es un pequeño sofá sin patas y el resto de sus muebles se reducen a una mesa y una silla. El lugar es sala, dormitorio, cocina, todo. Afuera de su mesón, las mantas blancas piden auxilio. Foto de El Faro: Carlos Barrera.
Lesly Ponce tiene 23 años de edad, todos los días sale a la carretera a Sonsonate con una bandera blanca para pedir alimentos. El lugar es conocido como Comunidad 601 y pertenece al municipio de Colón, La Libertad. Aquí, de las 30 familias, nadie recibió los $300 de ayuda del Gobierno ni la ayuda alimentaria, según asegura Lesly. Foto de El Faro: Carlos Barrera.