Año y medio del gobierno de AMLO y dos años de su victoria en la elección presidencial. ¿Cómo va México? Mal. Muy mal. Hay pocos aciertos y pocos buenos resultados, mentiras varias y relevantes, y muchos más errores y consecuencias negativas.
Cabe señalar que lo que digo es producto del análisis de hechos y de una evaluación que cruza ese análisis con preferencias de izquierda y no partidistas. Dado que el “debate” público en México y sobre México es cada vez más polarizante, violento, simplista e impreciso, hago explícito que soy –y seguiré siendo- un crítico de López Obrador y su partido, y de los gobiernos neoliberales anteriores y sus partidos. A los textos me remito. Tomo partido por ideas y causas, no tomo partido por partido político alguno, y lo que defiendo y propongo lo hago después de y con mi análisis.
Aciertos y buenos resultados (me refiero al gobierno federal y al partido del presidente en el Congreso federal): el aumento al salario mínimo, una reforma sindical con potencial democrático, una reforma contra la “industria” de los recibos fiscales fraudulentos, una propuesta para el etiquetado verdaderamente informativo de comida, y poco más. Sobre el salario mínimo hay que agregar que uno o dos aumentos son insuficientes, no deben ser en sí mismos el objetivo final, y que no se hicieron sin la aceptación y el apoyo de representantes empresariales.
Mentiras: el presidente y sus seguidores duros, los fieles e incondicionales, son proclives a la mentira. Listo para ello cuatro mentiras fijas y relevantes:
1) Todos sus críticos son conservadores/derechistas y corruptos/defensores de la corrupción. Algunos lo son, muchos otros no.
2) Los críticos y los partidos opositores pretenden llevar a cabo un golpe de Estado. Pero ni hay condiciones reales para un verdadero golpe de cualquier tipo ni hay verdadera evidencia de ningún tipo para afirmar lo que afirman.
3) El Instituto Nacional Electoral (INE) es un órgano que no garantiza elecciones democráticas y es parte de los planes golpistas. Y sin embargo, López Obrador triunfó en una elección organizada por el INE; obtuvo el poder presidencial no a pesar del Instituto ni luchando contra él, sino por haber obtenido más votos que sus competidores en una elección democráticamente garantizada por el INE. Si el proceso no hubiera tenido garantías democráticas, AMLO no hubiera ganado sin problemas, como ganó. Los “fraudes” de 2006 y 2012 nunca han sido probados.
4) El triunfo de AMLO en 2018 es la primera victoria electoral de “el pueblo” en un siglo y el inicio de “la democracia verdadera” en México. En realidad, el país ha tenido un régimen democrático durante lo que va del siglo XXI y la llegada de López Obrador al poder es la tercera alternancia partidaria en la presidencia. Tercera alternancia democrática. Antes de AMLO, sí hubo una transición a la democracia (no al paraíso); lo que no hubo es consolidación democrática; hubo, entonces, transición pero casi de inmediato deterioro político-institucional, relevante y constante.
Errores y consecuencias negativas, en cuanto a democracia, violencia, economía y pandemia: como se sigue del punto 4 previo, no existe ninguna gran reforma política de democratización. Por más que lo repitan sus fanáticos, el gobierno de AMLO y su brazo legislativo no han democratizado la vida político-partidaria mexicana, tampoco han hecho nada para mejorar sustancialmente el federalismo. El presidente ha simulado tomar decisiones más democráticas apelando retóricamente al “pueblo”, mientras instrumentaliza “consultas populares” que reprueban cualquier examen democrático mínimamente exigente (para entender de qué hablo, lea esto y esto). También intenta recentralizar y concentrar el poder en él como titular del Ejecutivo federal. Hoy no hay ni una primera ni una nueva transición democrática y sigue habiendo deterioro del régimen democrático. Los ataques obradoristas al INE son parte de ese deterioro y del riesgo de caída de la democracia/restauración autoritaria –el riesgo no es de desconsolidación, pues a) este proceso incluye al deterioro, pero no necesariamente viceversa, y b) nunca hubo consolidación cabal, sino mera supervivencia en medio del deterioro.
Sobre violencia, hay que decir que la inútil “guerra” contra las drogas y el narco no ha sido cancelada sino formalizada –con un acuerdo presidencial que pretende legalizar la militarización de la seguridad pública- y al mismo tiempo desintensificada, a pesar de lo cual los homicidios han aumentado: entre diciembre de 2018 y mayo de 2020 se cometieron, según registros oficiales, 53 628 homicidios, habiéndose cometido 45 582 en los dos años anteriores. 2019 fue el año más violento de la historia contemporánea de México. “La guerra” es el contexto histórico de la hiperviolencia homicida y uno de sus factores causales principales. En este asunto, López Obrador se parece mucho al expresidente Calderón.
No hay que olvidar la violencia contra la mujer. Era y sigue siendo enorme. La posición del presidente se resume en la “respuesta” que dio el 14 de julio a la reportera Isobel Yeung: “nunca se había protegido tanto a las mujeres de México como ahora”: una mentira total y absoluta. Bastan dos hechos: en promedio, 10 mujeres son asesinadas cada día y acaba de recortarse 33 % del presupuesto para Alertas de Género de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.
En economía, los malos resultados superan, por mucho, a los buenos. Como reconoce el exsecretario de Hacienda de López Obrador, Carlos Urzúa, “ya veníamos enfrentando problemas desde el año pasado y la crisis de la covid nos hundió y nos mandó por una espiral hacia abajo; pero el problema ya se veía venir desde antes”. López Obrador logró que la economía no solo no creciera sino que decreciera .1 % en 2019. También llevó a cerrar ese año con la inversión pública a menos de 3 % del PIB, lo que significa que el presidente supuestamente posneoliberal gasta menos que los anteriores presidentes neoliberales. Si no hay ingresos públicos suficientes, por la estructura tributaria y la tradición de no pagar impuestos, ¿por qué AMLO, supuestamente de izquierda y supuestamente genial, nunca hizo ni intentó siquiera una gran transformación fiscal? En vez de aprovechar su legitimidad electoral para iniciar su Gobierno con una reforma fiscal progresiva/progresista, prefirió desperdiciar más de 100 mil millones de pesos ya gastados en un aeropuerto y pagar indemnizaciones a quienes se les canceló la construcción. Esta decisión redujo la confianza empresarial y contribuyó a disminuir la inversión privada en alrededor de 4 % para el cierre de 2019.
La gestión de la crisis pandémica como tal ha sido desastrosa. Algunos hechos: López Obrador minimizó el problema, diciendo que era menos que una influenza; difundió mensajes pidiendo a la gente salir, pasear y comer en restaurantes, mientras autoridades del mismo Gobierno pedían hacer cuarentena; mintió al decir que su Gobierno estaba preparado desde enero; nunca ha usado cubrebocas, exceptuando su reciente viaje de sometimiento electorero al racista Trump; y el 26 de abril aseguró que ya había “domado” la pandemia. Dos meses y medio después, su Gobierno ha tenido que reconocer más de 30 mil muertes. Pero hay más: esa cifra es una subestimación provocada con la decisión de no hacer testeos masivos. Dado que no hay pruebas suficientes, los datos oficiales son insuficientes para dar cuenta de la realidad. Como el dato oficial sobre pruebas es confiable, porque refleja la intención gubernamental de hacer pocas, el dato oficial sobre muertes no es empíricamente confiable, porque con su origen no puede reflejar ni el total de casos reales ni ser una estimación realista. Ese total probablemente ha superado ya los 100 mil muertos (calculo con estas reglas). En resumen, AMLO es uno de los tres peores gestores de la pandemia en el continente americano, junto a Trump y Bolsonaro.
De López Obrador no puedo esperar sino más deterioro político y económico. Eso sin olvidar su contradictoria y cuestionable política migratoria ni la falta de éxito sostenible contra la corrupción. Es el presidente que empeora: ha empeorado como presidente y ha empeorado al país. México no tenía todo mal y entre lo mucho que ya estaba mal, mucho está peor.
*José Ramón López Rubí es politólogo mexicano dedicado al análisis, la edición y la consultoría. Ha trabajado en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Ciudad de México, y en la Universidad Autónoma de Puebla. Ha publicado diversos artículos, reseñas y libros.
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