Catorce personas lloran a su familiar desde un muro. Unos, sobre las latas de un pick up azul; otros, sobre la acera, frente al muro perimetral del cementerio La Bermeja, en San Salvador. Llegaron desde las 12:30 del mediodía, desde el municipio de Ciudad Delgado, únicamente para ver por cinco minutos el entierro de su pariente. Era un hombre que murió tras contagiarse de covid-19. El hombre había permanecido ingresado por más de un mes en el hospital del Instituto Salvadoreño del Seguro Social de San Miguel. Su familia esperó sobre el muro y bajo el sol durante una hora y media. La caravana mortuoria llegó y la mayoría alzó sus manos para grabar con sus teléfonos. “Guárdenme esos teléfonos”, les gritó un agente del Cuerpo de Agentes Metropolitanos. “Los voy a dejar ver, pero guárdenme los teléfonos. Si no, voy a llamar a la Policía”, sentenció el uniformado la segunda vez. A pesar de que la familia veía el entierro de su pariente desde unos 40 metros de distancia, el agente metropolitano insistió en amedrentar a la familia en varias ocasiones. Al mismo tiempo había más entierros bajo protocolo covid-19, y otras cinco familias lloraban a sus muertos en el muro. El cementerio La Bermeja reportaba 17 entierros hasta las 2:00 de la tarde del miércoles 22 de julio, todos bajo sospecha de covid-19.
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