Columnas / Política

Perdimos

La población le dijo que no a muchas de nuestras ideas y no es porque la mayoría de la población sea estúpida y le falta educación, tampoco es únicamente por el odio a los partidos.

Viernes, 5 de marzo de 2021
Carmen Tatiana Marroquín

La noche del 28 de febrero muchos sufrimos una derrota que, aunque se manifestaba de formas electorales y afectaba a los partidos políticos de forma directa, y en algunos casos aniquiladora, desvelaba una derrota más grande: nuestras ideas no son las más populares.

Y cuando hablo de “nuestras ideas” me refiero a todo ese grupo, nada homogéneo, de opositores a la forma de hacer política de Nayib Bukele, desde partidos en las antípodas ideológicas como FMLN y Arena, hasta las luchas de la población por fortalecer espacios democráticos, por hacer que se cumplan las leyes, por la transparencia y la rendición de cuentas, por la defensa al medioambiente y la memoria, por una vida libre de violencias para las mujeres, por los derechos de la población dentro de las diversidades sexuales y de género, por la libre expresión y por la verdad.

Claro, también perdió gente con aspiraciones mezquinas, gente e instituciones que cometieron errores por los que se merecían perder poder. El problema es que en la narrativa de buenos y malos que casi todos aceptamos no cabían matices, y con el voto de castigo de la población a los partidos con mayor trayectoria se pasaron llevando los pocos espacios para construir una sociedad que, desde mi perspectiva, debería ser menos injusta.

Las ideas progresistas

A pesar de la falta de propuestas programáticas de los candidatos y candidatas de Nuevas Ideas, lo que si se encargaron de dejar claro fue su propuesta en cuanto a las formas de hacer política que llevarían a la Asamblea Legislativa. En la mayoría de sus discursos abundaban soberbia, burlas y violencia. Los candidatos se llenaban la boca con burlas al aspecto de las mujeres en la oposición, hacían mofa de la orientación sexual de algunos candidatos.

Es importante señalar que entre los más votados hay personas con precedentes nefastos de acoso y violencia a las mujeres. Esto también es una señal de derrota para todas las personas que defendemos ideas de una sociedad más equitativa entre hombres y mujeres o que luchamos por los derechos de poblaciones diversas.

La gente votó de forma masiva por personas que manifestaron estar en contra de nuestra existencia, como feministas, como personas de la población LGBTIQ, como demócratas, etc. Desde mi perspectiva, ganó una forma de hacer política profundamente machista y violenta, que busca imponerse, callar y desaparecer a sus adversarios políticos, quitarle toda forma de dignidad. Las candidaturas que defendían los derechos humanos de la población LGBTIQ y que abiertamente se pronunciaban por avances en los derechos de las mujeres quedaron vencidas, la posibilidad de vocería parlamentaria para estas demandas de la población quedó casi inexistente. Y en esto también hay una derrota para quienes proponemos una forma de hacer política desde el respeto a la integridad y dignidad de las otras personas, una lucha que tiene más que ver con las ideas que con la desaparición violenta del que no está de acuerdo conmigo.

La democracia

No hay posibilidad de democracia sin espacios para la diversidad de ideas, el pluralismo es un elemento inalienable. Este quedará reducido a nada en la próxima Asamblea Legislativa, no solo porque un solo partido tendrá cerca del 70 % de los diputados; sino porque incluso dentro de los otros partidos que tendrán representación parlamentaria hay poca diversidad de género, de ideas acerca de la política económica o de política en general; incluso diferencias de opinión frente a la forma de hacer política del presidente.

La Asamblea Legislativa solo es el comienzo. El poder adquirido es suficiente para controlar todo el resto de instituciones del sistema; con esto, los espacios para discutir o cuestionar las ideas de quienes ahora poseen casi poder político absoluto, serán más pequeños.

La Asamblea Legislativa y el sistema de partidos

Los inmediatos y grandes perdedores de este suceso político son los partidos; todos, sin excepción. Incluyendo a Nuevas Ideas, que en estas elecciones tuvo que ser un grupo de culto al presidente más que una institución partidaria en la que la gente puede integrarse y organizarse para participar en la democracia. Casi nadie conoce a los nuevos diputados y diputadas de Nuevas Ideas, y a casi nadie le importan ni ellos ni sus propuestas (o falta de ellas). Su quehacer político se resume en apoyar al presidente y eso le quita profundidad política al partido Nuevas Ideas, a pesar de que será el más poderoso en la Asamblea.

El resto de partidos quedaron aniquilados y, aunque se podrían escribir libros y libros de los errores de los partidos políticos, me parece que no se sostiene que esto es un simple castigo por ser corruptos, poco transparentes, etc. Nuevas Ideas también es un partido con miembros corruptos, también es poco transparente y tiene grandes carencias de participación democrática en su interior. La mayoría votó por Nayib Bukele y contra todo partido político, contra la idea de partido político.

La victoria de una figura mesiánica frente a los partidos políticos no es un mérito de Bukele, aunque haya sido él quien logró capitalizar ese odio de formas asombrosas. La idea de los partidos políticos como fuente de todo vicio y corrupción, culpables de todo problema existente, se viene construyendo desde mucho tiempo y desde diversos espacios, incluso desde los mismos partidos políticos; individualizaron la política y nos dejaron a merced de caudillos.

Quienes atacaron al sistema de partidos pensando que así lograban quitarle poder al sistema político injusto y viciado que tenemos, se equivocaron. El poder y sus vicios siguien ahí, solo que concentrado y con menos posibilidad de controles y pluralidad que antes.

Sí, fue el sistema político en el que vivimos el que no supo responder a las demandas de la población. Podemos atender incluso los delirios de uno que otro marxista que pensaba que la crítica a los partidos y el sistema democrático actual era la clave para quebrar el capitalismo, pero lo cierto es que el debilitamiento al sistema de partidos no mejoró la forma de hacer política y aunque ahora las emociones menos nobles de la población tienen representación directa en funcionarios violentos y soeces, la administración del Estado está más lejos que nunca de la gente, sin importar que hayan sido elegidos por la mayoría. Responderán –y esto lo repitieron hasta el cansancio– a las órdenes del presidente.

La izquierda

Las ideas de izquierda llevan años siendo derrotadas y las explicaciones del porqué son diversas. Lo mismo las luchas e instituciones que se configuran alrededor de estas ideas. Lo más cerca que han estado del poder fue en gobiernos que no llenaron las expectativas de las izquierdas o cuando son utilizadas por algún o alguna mercenaria para justificar su apoyo a figuras de derecha: esos que dicen que el FMLN no derrotó el capitalismo por no ser de izquierda y al mismo tiempo piden votos por gente de derechas.

La izquierda más golpeada fue, sin duda, la partidaria representada en el FMLN. No soy afiliada, pero eso no me limita a decir con toda honestidad que es una derrota que me duele, porque en mis aspiraciones como mujer de izquierda nunca he contemplado la desaparición del FMLN, así como nunca he creído que debe ser vanguardia de las izquierdas, aunque difiera mucho de la forma de hacer política o de entender la izquierda de algunos de sus integrantes.

Renunciar al FMLN como vanguardia de las izquierdas no solo significa dejar de entenderlo como el único o el más importante espacio de lucha de las izquierdas, es también dejar de plantearlo como el culpable de todo. Muchos en la izquierda siguen enredados en la pasión que nos causa el FMLN, el profundo despecho que nace únicamente de aquellos que amaron intensamente algo.

Yo espero que el FMLN sepa leer adecuadamente la situación, que se repiense más allá de los discursos que la derecha le impone, como “que renuncie la cúpula”, “que actualicen los estatutos”. Considero que es momento de individualizar responsabilidades y tomar acciones frente a estas, el quehacer político de una persona de izquierda debe responder a principios de ética y honestidad en los que muchos fallaron.

Tengo esperanza –y no me molesta escucharme ingenua– en que dentro de la militancia del FMLN existe la nobleza suficiente para renacer. He visto y acompañado políticamente a muchos y muchas aguerridas luchadores sociales dentro del FMLN, sobre todo, mujeres brillantes y valientes que estoy segura podrán liderar esta batalla.

Para la izquierda que, a diferencia mía, ya no ve posibilidades en el FMLN, creo que lo mejor es construir, desde cualquier otro espacio de izquierda, la resistencia a lo que se viene. Si el FMLN acompaña, bien, y, si no, pues sigamos, porque tenemos bastante tarea.

¿Por qué pasó? ¿Qué hacemos?

No tengo claridad de todas las variables que nos llevaron a esta situación, no sé con exactitud quiénes son todos los culpables, aunque sé que son muchos; tampoco tengo un plan detallado de por dónde seguir.

Me parece que quién sea que después del domingo piense que entiende con toda claridad qué pasó y por qué, está pecando de soberbia. Lo cierto es que la población le dijo que no a muchas de nuestras ideas y no es porque la mayoría de la población sea estúpida y le falta educación, tampoco es únicamente por el odio a los partidos. El domingo se consolidaron muchas cosas: una sociedad conservadora, guiada por una venganza poco productiva para mejorar la política y otras cosas que espero se continúen estudiando y debatiendo.

Por el momento, espero que la derrota sirva para reflexionar y no para asumir el discurso o posición de los “victoriosos”, que carecen de cualidades dignas de ser replicadas. También espero que permita dilucidar culpables, no para armar otra venganza, sino para construir una resistencia fuerte ante lo que se avecina. Pero, sobre todo, espero que ante una derrota de estas magnitudes sepamos encontrar fuerza y esperanza en otros que junto a nosotros buscan una sociedad menos desigual e injusta.

Carmen Tatiana Marroquín es feminista. Licenciada en economía, con estudios de posgrado en finanzas. Posee experiencia  profesional en supervisión del sistema financiero. Se desempeñó como analista técnica  en temas fiscales para el Órgano Legislativo, con la fracción del FMLN en la legislatura 2018-2021.
Carmen Tatiana Marroquín es feminista. Licenciada en economía, con estudios de posgrado en finanzas. Posee experiencia  profesional en supervisión del sistema financiero. Se desempeñó como analista técnica  en temas fiscales para el Órgano Legislativo, con la fracción del FMLN en la legislatura 2018-2021.

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