En su cuarta toma de posesión consecutiva como presidente de Nicaragua, Daniel Ortega recriminó al gobierno de El Salvador su negativa a firmar el tratado que definió las fronteras en el mar Caribe y el golfo de Fonseca, en el océano Pacífico, y dijo que siempre han tenido las puertas abiertas para escuchar sus argumentos, incluso sin contravinieran lo que mandató la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
En un discurso de más de 45 minutos, Daniel Ortega dijo estar seguro de que este rechazo proviene sólo de las autoridades y “no del pueblo salvadoreño” ya que –desde su perspectiva–, se trata de un acuerdo importante que ayudaría a combatir la pobreza.
El 27 de octubre del 2021, Nicaragua y Honduras suscribieron el “tratado integracionista” a través del cual pretendieron acabar con los conflictos entre El Salvador, Honduras y Nicaragua por la captura de pescadores que, continuamente, traspasaban los límites de uno y otro país.
“Invitamos a El Salvador a que participara, pero no aceptó. Ni siquiera aceptó el acuerdo firmado antes entre el Salvador, Honduras y Nicaragua para desarrollar el golfo de Fonseca en una zona de paz, económica, de libre comercio, porque es realmente un tesoro para sacar de la pobreza a nuestros pueblos. Pero El Salvador no quiso, no el pueblo salvadoreño estoy seguro, sino las autoridades, pero no quisieron… no quisieron”, dijo Ortega poco después de recibir la constancia que lo acredita como el ganador de las últimas elecciones presidenciales junto con su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.
Daniel Ortega comentó que este tratado fue el resultado de cumplir con una sentencia de la Corte Internacional de Justicia que, para encontrar una salida a los problemas, ordenó que los tres países lograran ponerse de acuerdo.
“Lo que mando fue que nos pusiéramos de acuerdo entre nosotros, que negociáramos nosotros. Y eso es lo que hicimos. Ese tratado ya lo aprobamos en la Asamblea Nacional de Nicaragua, entonces solo falta la asamblea de Honduras y eso nos da paz, seguridad y estabilidad”, argumentó con un tono de extrañeza hacia los centenares de jóvenes que fueron sentados frente a la mesa de honor vestidos de camiseta blanca con pañoletas azules.
“Los vamos a escuchar, a tomar en cuenta sus inquietudes o sus razonamientos jurídicos que nos convenzan y que contravengan lo que hemos hecho. Pero lo que aquí hicimos, fue cumplir con lo que mandó La Corte Internacional de justicia”, sentenció Ortega ataviado con su chamarra roja y una gorra azul con el escudo de Nicaragua bordado en el frente.
Ortega estuvo acompañado, entre otros, por el actual presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández quien ha sido señalado en un tribunal de Estados Unidos de haber pactado una alianza con el cartel de las drogas Los Cachiros para introducir miles de kilos de cocaína en suelo norteamericano. “Hermano Juan Orlando Hernández, ha tenido el coraje de estar presente el día de hoy aquí…porque eso requiere de mucho coraje”, afirmó Daniel Ortega.
El mandatario hondureño asintió la frase de Ortega, complacido. Después, cuando finalizó la ceremonia en Managua escribió un mensaje en su cuenta de twitter: “desde 2014, mi gobierno ha trabajado por la paz y el desarrollo en torno al Golfo de Fonseca. Alentamos a El Salvador a apoyar el tratado Bicentenario firmado por Honduras y Nicaragua en lugar de duplicar su ejército, adquirir armas y tratar de dividir a sus vecinos”.
Ortega no mencionó por su nombre al presidente salvadoreño Nayib Bukele quién desde que se firmó ese tratado entre Honduras y Nicaragua, respondió de la siguiente manera: “¿Qué creen que estuviera diciendo @dw_español (Deutsche Welle) @nytimes (The New York Times), @washingtonpost (The Washington Pos) y sus medios afines si yo hubiera firmado este mismo idéntico tratado geopolítico con Ortega? ¿qué estuvieran diciendo los demócratas en la Casa Blanca?”.
Antes de que Ortega rindiera protesta como presidente, la voz oficial de la ceremonia mencionó entre los invitados de honor a los expresidentes salvadoreños Sánchez Cerén y Mauricio Funes. Ambos, militantes del FMLN, han sido perseguidos por la justicia por acusaciones relacionadas con malversación de recursos públicos.
Salvador Sánchez Cerén ha sido acusado de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, y según la Fiscalía General de la República, forma parte del caso por 350 millones de dólares malversados en la administración 2009-2014, cuando fue vicepresidente de Mauricio Funes. En la trama también están involucrados nueve exfuncionarios quienes pagaban o recibían sobresueldos por arriba de lo que presuntamente estaba permitido.
Mauricio Funes Cartagena, el otro expresidente salvadoreño invitado especial a la toma de protesta de Daniel Ortega, tiene en su contra seis órdenes de captura por el caso de corrupción conocido como “Saqueo Público” así como por otros expedientes judiciales relacionados con el pago de sobornos al exfiscal Luis Martínez, por desvió de al menos 10 millones de dólares donados por el gobierno de Taiwán, por el caso “El Chaparral” y por evasión de impuestos. La última orden de aprehensión fue por la tregua ilegal con las pandillas, luego de que El Faro publicara una investigación periodística en el 2016.
Daniel Ortega expresó que fue un orgullo tener como representantes ciudadanos que han luchado en su país con dignidad y por una verdadera democracia.
“Quién mejor y más digno podría tener aquí el gobierno norteamericano que Brian Wilson”, afirmó señalando al estadunidense colocado en la mesa de honor, misma que compartía con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. En setiembre de 1987, el activista Brian Wilson perdió las piernas por haberse sentando en las vías de un tren para intentar, junto con otras personas, detener el paso de un tren cargado de armas con destino a América Central, en la época de las guerras contrarrevolucionarias, una de ellas, en Nicaragua.
Con la banda presidencial cruzada en el pecho, Daniel Ortega exigió al gobierno de Estados Unidos liberar a los 700 “presos políticos” que protestaron contra un fraude electoral ante el Capitolio. Las palabras del presidente nicaragüense levantaron aplausos, entre ellos, los del presidente cubano Miguel Díaz-Canel.