Elena recorre cada dos semanas 160 kilómetros para sobrevivir. Viaja de su pueblo a la capital y regresa unos días después con algunos billetes para sobrevivir en su aldea, una comunidad remota del municipio de Samayac, en el departamento de Suchitepéquez, en la costa pacífica de Guatemala. Tiene 32 años y tres hijos, que alimenta con los malabares que realiza a diario sobre la 2a Avenida y 14 Calle, en la Zona 1 de la Ciudad de Guatemala. 'En mi aldea no hay ayuda del Gobierno ni nada', dice. Elena Ixtoc es mamá soltera y asegura que, junto a sus hijos y su madre, fue desplazada de unos terrenos en el año 2018 por sus propios familiares, en el municipio de Nahualá, en el departamento de Sololá, y se estableció en Samayac. Elena no tiene estudios. Eso le impide acceder a un empleo formal y a mejores oportunidades en su pueblo. Hace dos años esas carencias la desplazaron a la capital, donde vive por dos semanas en un cuarto de mesón de la Zona 1, por el que paga 200 quetzales. Todos los días se viste como payasa desde las 6:00 de la mañana, carga a su hijo de tres años en su espalda, y la acompaña su hija de siete. Hace malabares para ganarse entre 60 y 75 quetzales (unos $10) por día, cubrir la cuota del mesón, comer y guardar para llevar a Samayac. Su hijo mayor, de 13 años, se queda en la aldea con su abuela para asistir a la escuela.