Mossi no era el ‘preferiti’
A casi cuatro años de su elección, las fuentes que conocen el BCIE hacen énfasis en la forma poco usual en que se alinearon los astros para que el hondureño llegara a la presidencia ejecutiva del Banco en noviembre de 2018, supliendo al también catracho Nick Rischbieth, obviando el acuerdo para rotar la nacionalidad de los funcionarios que desempeñan ese cargo.
El politólogo salvadoreño Napoleón Campos, opina que “la decisión de elegir a Mossi fue política”, porque el entonces presidente de Honduras, (extraditado a Estados Unidos, donde enfrenta cargos por narcotráfico), Juan Orlando Hernández, negoció la nominación de Mossi con Daniel Ortega, a la que “sin más, se sumó [el entonces presidente salvadoreño, Salvador] Sánchez Cerén. Lastimosamente, los demás electores se plegaron”, agrega.
Un catedrático que conoce el funcionamiento de los organismos financieros multilaterales, y habló con CONFIDENCIAL pidiendo el anonimato, recordó que Ortega había propuesto a Francisco Mayorga, expresidente del Banco Central, pero la respuesta violenta del régimen, que produjo la muerte de más de 355 ciudadanos durante la Rebelión de Abril, descartó la posibilidad de elegir a un nicaragüense.
Eso redujo las candidaturas, quedando el hondureño Mossi; el salvadoreño Héctor Dada Sánchez, (que no tuvo el apoyo de su país, detalla el politólogo Campos), además del vicepresidente del BCIE, el costarricense Alejandro Rodríguez, que tampoco pudo seguir adelante “por falta de apoyo de la dirección [del Banco] y de la gobernadora por Costa Rica”, recordó un profesional que siguió de cerca el proceso eleccionario.
El catedrático explicó que “Nicaragua… se alió con Honduras para lograr la selección de Dante quien por ese ‘favor’, quedó comprometido con Nicaragua”. Parte del acuerdo habría sido marginar al vicepresidente Rodríguez, porque este había establecido un comité para filtrar las propuestas de financiamiento de Nicaragua, dada la situación política agravada en 2018, añadió.
Otro elemento que destacan son las consultorías de alto nivel contratadas por el Banco. El salvadoreño Campos dice que la elección de Mossi fue muy criticada, porque “los electores pasaron por alto la inversión realizada por el Banco, al contratar a Heidrick & Struggles, una empresa de prestigio global en la selección de funcionarios internacionales. Fue extraño que el Sr. Mossi fuera incluido en la terna final, a pesar de no ser un banquero de cuño, y que posiblemente no era el mejor calificado por la empresa de reclutamiento”, destacó.
Un consultor con experiencia en cooperación internacional, que pidió opinar desde el anonimato, recordó que Mossi venía de trabajar para el Banco Mundial en Ghana, y que su posición no era la más sólida cuando aplicó para dirigir el BCIE, pero lo eligieron “con el voto nica, lo que explica su actitud para con Nicaragua”. Después de asumir el cargo, él comentó en varios foros que también había sido una sorpresa, precisó la fuente.
Muchos, dentro y fuera del Directorio, también se sorprendieron porque el Banco había elegido a otro hondureño, añadió. El catedrático recuerda que otra de las consultorías había recomendado “cambios en el gobierno corporativo”, pero las ignoraron, y que el presidente del BCIE entre 2003 y 2008, el nicaragüense Harry Brautigam, “quiso cambiar el modelo de director permanente a tiempo completo, participante de la Junta Directiva y del Comité, a algo menos invasivo, y lo que logró fue la presión de los directores, (excepto Nicaragua), para no reelegirlo. No le dieron su anuencia y tenía que ir de nuevo a concurso, cuando ocurrió su trágica muerte” en un accidente aéreo.
Ten cuidado a quién le prestas dinero, Dante
En opinión del exembajador Feeley, Mossi es “el banquero de los dictadores”. Quizás lo diga porque la mayor parte de las operaciones activas del Banco (el 26% del total, según el excanciller salvadoreño, Hugo Martínez), están volcadas en Nicaragua, un país con escasa gobernabilidad y aún menor transparencia, o por los apoyos prestados al expresidente Hernández, de Honduras, en plena campaña electoral, o a otro hombre fuerte de la región: el salvadoreño Nayib Bukele.
Además de la ‘gratitud’ que según las fuentes, Mossi le debe a los Gobiernos de esos tres países, estaría la intención del hondureño de garantizar los votos necesarios para quedarse cinco años más, cuando termine su período, en noviembre de 2023.
Lo que motiva a Mossi es “tener los votos para que lo reelijan. Por eso le disimula a un país como El Salvador que tiene una situación de riesgo muy elevada; a otro país como Nicaragua con esta situación de derechos humanos terrible, y más bien sale a defender a Ortega”, enlista el exrepresentante de Costa Rica ante el BCIE, Ottón Solís.
“Desde el punto de vista público y político, Dante no debería dar declaraciones criticando las sanciones y apoyando a un Gobierno que ha sido criticado por casi todos los países de la Organización de Estados Americanos (OEA), y Europa. El apoyo personal y como presidente ejecutivo del BCIE al régimen, es éticamente cuestionable. Al jugar a la política, él no ha sido un presidente de altura”, sentenció el catedrático.
En ese intento reeleccionista, el presidente ejecutivo del Banco estaría poniendo en riesgo la calificación de esa entidad regional, al concentrar casi la mitad de sus operaciones activas a dos países como Nicaragua (26% del total) y El Salvador (18%), que tienen calificaciones crediticias internacionales de ‘B-’ y ‘CCC’, respectivamente, explicó el excanciller Martínez.
“Con esas acciones, el directorio está arriesgando la calificación crediticia del Banco”, añadió, preguntándose qué pasaría si uno de esos países cayera en cesación de pagos, o recibiera una calificación menor.
El catedrático hizo notar que el monto de la cartera del BCIE con Nicaragua, pasó de 1300 millones de dólares en diciembre de 2020, a 1600 millones al cierre de 2021. “El problema es que Nicaragua pueda volver a ser un país altamente endeudado, y eso deterioraría la cartera y la calificación del BCIE, además que no sé si están aplicando la fórmula para distribuir los recursos en los países”.
Campos opina que cuando Mossi “apoya financieramente los proyectos tiránicos como en Nicaragua y El Salvador, desnaturaliza las facultades del BCIE”, añadiendo que “el extremo ha sido apoyar la operación de corrupción con el bitcoin en El Salvador”.
Añade que “el experimento del señor Bukele y sus diputados”, de hacer del bitcoin una moneda de curso legal en El Salvador, “se convirtió en un fracaso financiero global y local… generando una ruina económica sin precedentes. La operación bitcoin ha significado tirar a la basura más de USD 200 millones que el propio BCIE aceptó reorientar, los cuales originalmente estaban asignados a proyectos de desarrollo”.
¿Cinco años más, iguales a estos cinco?
Las fuentes opinan que si Dante Mossi va a buscar cinco años más al frente del BCIE -y todos los consultados coinciden en que tiene derecho a intentarlo- sus electores deberían, cuando menos, evaluar el desempeño financiero del Banco durante el mandato del hondureño.
“Según el reporte del BCIE, su calificación de riesgo se ha mejorado o mantenido, pero de septiembre de 2020 a septiembre de 2021, sus utilidades se redujeron de 118 millones de dólares a 77 millones”, porque disminuyeron los ingresos financieros, se aumentaron las reservas, y los salarios y beneficios del personal crecieron 25% al pasar de 24.7 a 30.7 millones, explicó el catedrático.
Solís asegura que Mossi ha tomado acciones para que los directores del BCIE puedan “mantener el salario abusivo, detestablemente abusivo, de que disfrutan los directores del BCIE” y protegido todos los privilegios otorgados, incluidos los viajes intercontinentales, y los generosos viáticos que le acompañan.
“Él ha pagado abogados externos al Banco, además de poner al staff a trabajar para proteger esos salarios, porque es la manera de tener el voto de los directores. La pregunta que hay que hacerse es cómo Dante Mossi puede hacer esas declaraciones [de apoyo a Ortega], y el directorio del BCIE estar callado. Está callado porque él les ha ayudado entusiastamente a proteger los enormes privilegios” que poseen, señaló.
“No sé hasta qué punto la pandemia afectó la calidad de cartera, pero en una situación de deterioro se busca cómo controlar gastos, y aquí vemos que aumentaron los salarios y beneficios. Un serio problema del BCIE es de gobernanza, porque los directores se toman atribuciones de poder e influencia, y tanto el presidente, como el vicepresidente ejecutivo, se doblegan y les rinden pleitesía para defender el puesto”, afirmó el catedrático.
El exrepresentante de Costa Rica ante el Banco, Eduardo Trejos, opinó que “Mossi debe dejar de pensar en su beneficio, y hacer lo que sea mejor para el BCIE y su gobernanza”, y que si quiere ir por cinco años más, “deberá presentar los resultados de su gestión y las condiciones en que recibió el Banco y en la que lo entrega. Los indicadores deben estar alineados para proveer a los países mejores condiciones de crédito y un Banco más fortalecido del que recibió, para bien de los socios y sus poblaciones”.
*Este texto fue publicado originalmente en https://www.confidencial.digital/