Los muchachos aplaudieron cuando sonó de nuevo el motor del camión que se ahogó a media cuesta por falta de combustible, en un camino empedrado, rodeado de árboles de amate y conacaste, entre praderas con cultivos de maíz y frijol. Eran 20 jugadores hombres, seis mujeres y cinco niños del cantón San Felipe, del municipio de Berlín, Usulután, que viajaban al municipio vecino de Juacuapa para un partido amistoso, una práctica futbolera del domingo en muchas comunidades rurales de El Salvador. El camión bloqueó el camino y nadie más pudo transitar durante los 45 minutos que tardaron dos hombres en motocicleta para conseguir un diésel a siete kilómetros de distancia. En la espera, algunos jugadores bebían cerveza, otros fumaban y otros comían uno que otro sándwich preparado para el camino. Cada viajero aporta $3 para reunir una fianza de $50 y para tener derecho al viaje y jugar un partido. Después de abastecer el tanque de combustible, el conductor levantó la cabina, hizo algunos malabares con las bujías y el motor arrancó enseguida. “Vámonos, que si faltamos vamos a regalar esos cincuenta dólares”, dijo uno de los jugadores mientras intentaba subir al camión.