Los barones del cripto pasaron de ser excéntricos personajes de las redes sociales a convertirse en latifundistas de la política económica y diplomática de El Salvador. Los estadounidenses Max Keiser y Stacy Herbert –inversionistas de la compañía cripto Bitfinex, directamente ligada con la moneda estable Tether– pasaron de ser los principales hinchas de la adopción de Bitcoin como moneda legal en El Salvador a burócratas al servicio de Nayib Bukele. En un espacio de dos años, Keiser y Herbert, quienes solían ser propagandistas del gobierno ruso, encontraron en el gobierno El Salvador un destino perfecto para cooptarlo desde adentro y ponerlo al servicio de sus intereses.
Bukele le ha regalado a la pareja la autoridad para diseñar políticas públicas que se pagan los salvadoreños con sus impuestos. El pasado 17 de noviembre de 2022 se creó, por decreto ejecutivo, la Oficina Nacional del Bitcoin, la cual obliga a todas las entidades del Ejecutivo a colaborar con una entidad que buscar crear políticas sobre la criptomoneda. La creación de esta instancia otorgó a Keiser y Herbert títulos oficiales para liderar oficinas estatales e inaugurar “embajadas Bitcoin” en Europa y Estados Unidos.
La oficina ha reclutado al salvadoreño americano Gerson Martínez como uno de sus voceros. Martínez, quien es un entusiasta del Bitcoin, asegura que la oficina le reporta directamente al presidente. La función de la oficina aclara, es controlar la entrada de inversionistas cripto al país. En otras palabras, Keiser, Herbert y Martínez son los cancerberos que recomiendan o no el tipo de flujo de criptomonedas al país.
Nadie sabe cuánto dinero le da Bukele a la oficina ni quienes son sus empleados y si Keiser, Herbert o Martínez reciben compensaciones o dietas. Martínez me lo ha negado. Sin embargo, el verdadero valor de la oficina para Bitfinex no es monetario, sino propagandístico y de diplomacia corporativa. La fachada diplomática del gobierno de El Salvador enviste a la corporación cripto de un aura de respetabilidad y confianza. No es nuevo que los barones cripto usen fachadas para obtener legitimidad y acceso a nuevos mercados. El 3 de mazo de 2023, The Wall Street Journal reveló cómo Bitfinex y Tether supuestamente usaron documentos falsos y empresas cascarón para abrir cuentas bancarias y evadir controles financieros internacionales.
El decreto Ejecutivo con el que nació la oficina del Bitcoin sugiere que la entidad desplaza y sustituye a la misma diplomacia salvadoreña y, por ende, debilita el rol oficial de la canciller Alexandra Hill. Bukele ha legalizado, pues, una diplomacia apócrifa de cripto evangelistas. A mediados de 2022, la embajadora de El Salvador en Estados Unidos, Milena Mayorga se reunió en Texas con el secretario de estado adjunto Joe Esparza, y dentro de su “delegación” estaba Keiser, quien era identificado como “consejero” de Bukele.
Con el apoyo de Mayorga, Keiser y Herbert han empezado a tejer una red paralela a la de embajadas y consulados de El Salvador en el exterior. En una conferencia en Suiza, Mayorga “nombró” a Josué López, un joven salvadoreño que reside en Suiza, como “cónsul” Bitcoin –como se llama a sí mismo– en el país europeo. López agradeció a Mayorga, Keiser, Herbert, Bukele y hasta a Michele Foletti, miembro del concejo municipal de Lugano, por su designación. Nunca mencionó a Hill. Aparentemente, López responde a Keiser y Herbert, y no a la Cancillería, que ni siquiera lo incluye en su lista de embajadores y cónsules salvadoreños en el mundo.
La Oficina del Bitcoin es un títere de Bitfinex enquistado en el gobierno de El Salvador. La entidad diseña, dicta y ejecuta proyectos de política pública, y construye una red de diplomáticos apócrifos que le servirá de repetidores de la propaganda oficial y corporativo, fundiendo ambos en un mismo coro. Esto tiene lógica ante el mar revuelto en el mercado de las criptomonedas tras la caída de precios de la criptomoneda y la embestida regulatoria de estos activos en Estados Unidos. El apetito de Bitfinex no mengua. La siguiente pieza en el dominó es el lanzamiento de los bonos volcán. Estos bonos serán deuda pública emitida por El Salvador a cambio de recibir fondos para construir Bitcoin City en La Unión. El jefe de tecnología de Bitfinex, Paolo Ardoino, ha dicho que su compañía aspira a comerciar dichos bonos.
Ahora que dos de los cripto maximalistas usan la fachada de burócratas, han aprendido a amar la centralización financiera y política siempre y cuando esta beneficie sus intereses. Más que importar una nueva manera hacer negocios, Bitfinex y Bukele replican el viejo guion que ha plagado la historia salvadoreña: usar al órgano Ejecutivo como caballo de Troya para intereses económicos de unos pocos a expensas de las mayorías.
*Ricardo J. Valencia es profesor asistente de comunicación de la Universidad Estatal de California, Fullerton. Twitter: @ricardovalp.