Columnas / Política

El abrazo de Rubio a Bukele pone rostro a la desconfianza de China

Si hay dinero o aprobación pública de por medio, el presidente salvadoreño puede pasar de jurarle lealtad a Estados Unidos un día para declararse enemigo de este el siguiente.
El Faro
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Viernes, 28 de abril de 2023
Ricardo Valencia

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En una visita sorpresa a El Salvador, el senador republicano Marco Rubio se reunió con el presidente Nayib Bukele el último día de marzo de 2023. Rubio calificó al presidente salvadoreño de líder democrático y, posteriormente, fustigó a la administración de Joe Biden por atacar a un aliado como Bukele y no a regímenes como Cuba y Venezuela. Rubio –que semanas atrás parecía escéptico– abrazó a un inusual aliado con un claro pasado izquierdista. Bukele, el jefe de una azarosa diplomacia, recibió el espaldarazo político del republicano con la misma alegría con la cual lo recibió del presidente chino Xi Jinping a finales de 2019.

Estas simpatías que van de extremo a extremo son muestra de que las relaciones exteriores de Bukele no son estratégicas, sino simplemente extractivas. Si hay dinero o aprobación pública de por medio, el presidente salvadoreño puede pasar de jurarle lealtad a Estados Unidos un día para declararse enemigo de este el siguiente. Lo mismo le ha pasado con China. La única estrategia, si acaso, es la de demostrar que hay alternativas a Estados Unidos, que por ahora reclama sus gestos autoritarios y pide respeto a la institucionalidad. A China esa ambigüedad le preocupa y genera desconfianza.

A Rubio, sin embargo, parece importarle poco los vaivenes del salvadoreño. A tal grado que el senador de Florida –un anticomunista furibundo– ha sellado una alianza con un hombre que alguna vez se llamó izquierdista radical, socialista, quien alabó a Fidel Castro, recibió dinero ligado al petróleo venezolano y que ha evitado denunciar la invasión rusa a Ucrania. En un mundo normal, todas estas acciones descalificarían a Bukele de la lista de amigos de Rubio, pero en situaciones precarias, como la que vive el conservadurismo regional, el idilio entre Rubio y Bukele demuestra que una parte de la derecha regional se siente débil ante la llegada de Gustavo Petro al poder en Colombia y la influencia de Brasil con el liderazgo del mandatario Luiz Inacio “Lula” da Silva.

Su visita también deja en evidencia que Rubio ha olvidado, convenientemente, la detención al borde de la tortura que sufre uno de los políticos de la derecha salvadoreña, Ernesto Muyshondt, y las continuas peleas de Bukele con republicanos en el senado y la Casa de Representantes en relación al Bitcoin.

Bukele se ha convertido en una figura rutilante, solo comparado con la emergente Zury Ríos, quien posiblemente se convierta en la presidenta de Guatemala. Ríos es hija de Efraín Ríos Montt, líder de la extrema derecha guatemalteca convicto de genocidio contra comunidades indígenas cuando dirigió un golpe de Estado en los ochenta.

El espaldarazo de Rubio le ha significado a Bukele una victoria diplomática después de continuas derrotas en su imagen internacional. Por meses, los cabilderos estadounidenses de Bukele han tratado de cultivar a la derecha más radical del Partido Republicano, vendiéndoles una visión del presidente como el nuevo líder “anti-woke” y enemigo de las pandillas. Aunque la evidencia demuestra que la supuesta “victoria” contra las pandillas se basa en negociaciones con los líderes de esa organización, manipulación de datos y violaciones de derechos humanos, Rubio ha decidido que una buena campaña de redes sociales es más importante que la verdad.

El senador de la Florida es influyente, sin duda, pero su poder es relativo; Florida ni siquiera es un estado necesario para una victoria demócrata en la presidencial de 2024. Era conocido como el asesor principal del expresidente Donald Trump en materia hemisférica. Bukele y sus cabilderos –que viven en Florida– lo saben. Pero esa alianza le puede traer a Bukele, al menos, un gran dolor de cabeza para una economía que se deteriora rápidamente: complicar la relación con China, que se ha convertido en aliado y principal financista del mandatario salvadoreño.

China, que es concebido por la presidencia como un gigantesco banco para financiar los megaproyectos, ha decidido dosificar los fondos para el prometido estadio de fútbol, una planta de tratamiento en un lago local y dinero para otras obras “China sabe que Bukele no es confiable y ha decidido, desde que Bukele retomó la relación a finales de 2019, que toda esta cooperación pase por los procesos regulares de la cooperación china”, asegura una fuente que conoce a profundidad la relación bilateral, y agrega que existe desconfianza de Beijing a Bukele por los continuos giros diplomáticos del salvadoreño. En otras palabras, si bien Rubio puede dar apoyo político a Bukele, el espaldarazo del senador –enemigo jurado de Beijing– podría afectar la velocidad y visibilidad de las obras que se hacen con dinero chino, algunas de las más grandes con las que el presidente quiere promover su reelección inconstitucional.

Estados Unidos puede lanzarle un salvavidas financiero a Bukele, pero depende poco de Rubio. La cooperación internacional depende de un congreso dividido entre demócratas y republicanos. Asimismo, la administración Biden – con la que Bukele tiene muy mala relación- ejerce una amplia influencia en el Fondo Monetario Internacional del que Bukele piensa mendigar un crédito de $1300 millones enfriado por dos años. Esto ha conducido al gobierno salvadoreño a empezar una nueva ofensiva – en la que incluye nuevos cabilderos para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) le dé un crédito para salvar al país de lo que parece un riesgo real de bancarrota. Según un informe de Infobae, funcionarios de la administración Biden- de la cual Rubio ha enfilado su ataque a favor de Bukele- son escépticos de que un acuerdo con el FMI a corto plazo.

El ego y la necesidad de atención de Bukele ha llevado a El Salvador a un terrible declive de la inversión hasta tener números negativos en 2022, a que la recolección de impuestos se estanque y a que el país pierda millones en fondos públicos en la fallida apuesta por el Bitcoin. 

Con el agua hasta el cuello, Bukele va a tener decisiones muy difíciles que tomar: abrazar a Rubio a expensas del dinero chino o sucumbir ante el FMI y estar abierto a concesiones políticas y económicas, como desistir de su apuesta por el Bitcoin. 

Si se llega a ese momento, tal vez entonces, Bukele se dará cuenta de que Rubio tiene aliados pasajeros. En 2017, Rubio llamó al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández (JOH), ahora acusado en Estados Unidos por narcotráfico, “aliado contra el tráfico de drogas”. Al caer en desgracia, ni el senador ni otros supuestos aliados de JOH salieron en defensa del hondureño. Bukele es actualmente un amigo especial de Rubio, hasta que un día, ya no lo sea. Ese día puede llegar más pronto que tarde. Tal vez de la mano de Ríos o, a lo mejor, con un viaje inesperado de Bukele a Beijing. Los humores del presidente son caprichosos y sus apetito por dinero fácil, voraz.

*Ricardo J. Valencia es profesor asistente de comunicación de la Universidad Estatal de California, Fullerton. Twitter: @ricardovalp. 

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