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¿El fin del BCIE?

En sus cuatro años de gestión, Mossi ha duplicado el presupuesto de gasto del banco, de US$70,1 millones en el 2018 a US$146,4 en el 2022. En este periodo el BCIE realizó ostentosas contrataciones de nuevos edificios y remodelaciones en las oficinas en Tegucigalpa y adquisiciones de nuevas sedes en Argentina, Taiwán, España, Corea, República Dominicana…

Martes, 9 de mayo de 2023
Eduardo Trejos Lalli

El próximo 12 de mayo los gobernadores del Banco Centroamericano de Integración Económica se reunirán en República Dominicana, para decidir el futuro del banco. En la reunión deberán evaluar la gestión del actual presidente del BCIE, el hondureño Dante Mossi, y definir su reelección o sustitución.

Durante la presidencia de Mossi,  el BCIE ha venido en una senda descendente en materia de gobernanza y salvaguarda de los principios financieros que costaron tantas décadas construir. 

Con un balance de grandes beneficios y errores, Mossi recibió en 2018 el banco con una capitalización a US$7.000 millones y una calificación de AA que beneficia a sus socios al mejorar sus tasas y disminuir las reservas. 

En sus cuatro años de gestión, Mossi ha duplicado el presupuesto de gasto del banco, de US$70,1 millones en el 2018 a US$146,4 en el 2022. En este periodo el BCIE realizó ostentosas contrataciones de nuevos edificios y remodelaciones en las oficinas en Tegucigalpa y adquisiciones de nuevas sedes en Argentina, Taiwán, España, Corea, República Dominicana… justo cuando todas las señales promovían lo contrario. Además la planilla se incrementó un 30 % a la del 2018 llegando a más de 450. 

El fin primordial del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) se encuentra reflejado en su convenio constitutivo que desde 1960 tiene la tarea de promover el desarrollo y la integración, especializándose en proyectos de inversión con altos requerimientos de recursos, como puertos, aeropuertos, carreteras, plantas hidroeléctricas, hospitales entre muchos otros, buscando los mayores plazos y tasas de interés favorables para los países fundadores, socios regionales y extrarregionales. 

En estos 62 años de existencia se han sucedido muchos logros así como varios desaciertos que han sido analizados desde diferentes enfoques, operaciones crediticias exitosas y en desarrollo, otros fiascos públicos y privados que ocasionaron pérdidas y muy probablemente enriquecimientos indebidos. 

En una de las regiones que más pobreza tiene en el mundo, y que genera mayor migración, un Banco como el BCIE debería ser ejemplo de trabajar por los más necesitados, con suma disciplina, en lugar de hacer erogaciones millonarias y crecimiento de planillas que no se reflejan en mejorar las condiciones del banco. Por ejemplo el Índice de Gasto Administrativo (IGA)  que tiene como objetivo la eficiencia institucional desmejoró pasando de 0.49% en el 2018 al 0.58% en el 2022.

Como fue publicado hace varios meses medios periodísticos, ya para el 11 de diciembre del 2021, nueve directores preocupados por el rumbo que llevaba el BCIE informamos a nuestros Gobernadores sobre el deterioro en la rentabilidad financiera (ROE) que pasó del 7.42% en el 2018 al 2.68% a octubre del 2021. También el ingreso financiero neto pasó del 2.37% en 2018 a 1.83% al cierre del 2021 y las utilidades bajaron de US$ 223.5 millones en el 2018 a US$ 83.6 millones. Además para finales del 2021 la administración informó de la caída del índice de capital ajustado por riesgo (RAC) que pasó de 16% a 14% donde el 15 % es el límite para ser obtener el “very strong” acorde a los estándares de calificación AA que ostenta el BCIE. 

Hasta mayo del 2022 que dejé el cargo, no se habían dado modificaciones administrativas y financieras que promovieran revertir la caída de los principales índices. Si esta situación no ha sido atendida y mejorada en los últimos 12 meses, la reunión anual de este próximo 12 de mayo en República Dominicana obtiene una importancia histórica para el futuro del BCIE.

Resultaría irresponsable para los Gobernadores considerar una capitalización a 10.000 millones de US$ -como lo propone el presidente del BCIE- sin analizar y promover una mejor gobernanza y robustecer los indicadores financieros, además  pretender una relección de Dante Mossi sin valorar profundamente su desempeño en el cargo sería un error injustificable. 

También debería ponderarse el apoyo político que Mossi ha dado a la dictadura de Daniel Ortega llevando al límite los desembolsos dados a ese país y convirtiéndolo en el principal banco que financia a Nicaragua. Los países democráticos deben promover mayores mecanismos de supervisión independiente. De no hacerlo estarían  cohonestando un posible uso irregular de los fondos asignados. 

El peligro que significa para el BCIE un declive en sus opciones crediticias orientadas a proyectos de desarrollo, y no en el gasto corriente, es el de perder la capacidad de cumplir con sus principales objetivos. 

Si tomamos como referente sus primeros años de gestión, la reelección de Mossi desnaturalizaría de tal manera al BCIE que significaría el fin de un banco que nació como un instrumento para financiar el desarrollo de sus países miembros. 

*El autor es exdirector del BCIE por Costa Rica y exEmbajador de Costa Rica en Nicaragua. 

 
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