Hace pocos meses, Bernardo Arévalo era el discreto jefe de bancada de un pequeño partido con siete diputados, prácticamente un desconocido fuera de la capital de Guatemala. El 25 de junio, su inesperado salto a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales –las encuestas le daban un 2.9 % de intención de voto y amasó el 11.8 % de los votos– le convirtió en la figura política del momento y lo lanzó a una carrera por todo el país para consolidar el milagro electoral.
Dirigentes de su partido, Semilla, cuentan que tuvieron que conformar dos equipos paralelos, uno legal y otro de campaña, para luchar en julio y agosto por sus opciones electorales frente a la veterana política Sandra Torres al mismo tiempo que se defendían de la repentina obsesión del Ministerio Público guatemalteco por ilegalizarlos.
Los últimos diez días antes de la votación de este 20 de agosto, Arévalo, o el “tío Bernie”, como cariñosamente lo llama la corriente más joven de sus seguidores, recorrió territorios históricamente dominados por la UNE, el partido de Torres, en el occidente de Guatemala —visitó Santa Cruz del Quiché, Huehuetenango y municipios tan remotos como Tejutla a casi 300 kilómetros de la capital, en el departamento de San Marcos— y regresó a la Ciudad de Guatemala para celebrar un histórico cierre de campaña que volvió, ocho años después de las protestas anticorrupción de 2015, a llenar la Plaza Cívica de la capital con miles de personas convocadas esta vez por la esperanza de lo que él ha llamado una ‘’nueva primavera’’.
En la recta final hasta las urnas, Arévalo alternó los escenarios multitudinarios con las reuniones privadas con sectores clave del país y los gestos de cercanía con su esposa y su reducido equipo de campaña. Tenía, hoy sí, las encuestas a favor. Este domingo se le vio —por primera vez— rodeado de prensa nacional y extranjera en el momento de emitir su voto y, tras un velocísimo conteo que le dio la victoria con 21 puntos de diferencia sobre su adversaria, se presentó ante miles de simpatizantes que saltaron a las calles para celebrar que a partir de enero de 2024 será el nuevo presidente de Guatemala.
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