Para millones de guatemaltecos la primavera ha vuelto. Esa ha sido una de las consignas más repetidas en los últimos días en las avenidas y plazas del país centroamericano, por la llegada del partido Movimiento Semilla al poder.
Desde la resistencia indígena, que pasó 105 días en protesta permanente frente al Ministerio Público para defender los resultados de la elección, después de que el organismo dirigido por Consuelo Porras secuestrara cajas con actas y votos; hasta los miles de ciudadanos que llegaron desde temprano el 14 de enero a la Plaza de la Constitución, en el centro de la capital, para saludar y escuchar al nuevo presidente en el mismo lugar en el que se manifestaron decenas de veces en contra de la corrupción y en defensa de la democracia.
La jornada del domingo 14 de enero inició con la sesión solemne en el Congreso, que debió ser breve y protocolaria, pero conforme pasó el tiempo se tensó ante el atraso en la constitución de la nueva legislatura y su junta directiva, encargada de juramentar a bernardo Arévalo en el cargo. Al final, a altas horas de la noche, Semilla se hizo con la presidencia del legislativo y Arévalo, recibió la banda presidencial ante cientos de invitados que esperaron más de nueve horas en el teatro nacional. Después, se dirigió al plantón de las comunidades indígenas frente al MP para agradecer su lucha, y culminó con un discurso desde uno de los balcones del Palacio Nacional de la Cultura, frente a la multitud. Por meses pareció que no iba a suceder, pero Guatemala tiene nuevo presidente.
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