Columnas / Política

La compleja tarea de construir oposición en un sistema hegemónico

En este punto preocupa la ambigüedad del gobierno de los Estados Unidos, las simpatías que despierta Bukele en los gobiernos centroamericanos y la “bukelización de las políticas de seguridad” en una región donde los retos que representan el crimen organizado y el narcotráfico parecieran tender a justificar políticas autoritarias.

Jueves, 29 de febrero de 2024
Por Dolores Gandulfo

Al llegar desde el aeropuerto al centro de la ciudad de San Salvador pude reforzar lo que a la distancia, desde el sur del continente, percibía en las reuniones pre electorales con referentes de la sociedad civil y partidos políticos de El Salvador. Para una observadora que desde hace varias elecciones participa de los comicios de las y los salvadoreños la ausencia de propaganda electoral en la vía pública fue, además de una sorpresa, una profunda preocupación.

El dato de la encuesta de la Corporación Latinobarómetro de 2023 sostiene que el 61% de las y los salvadoreños consideran que si expresan públicamente sus opiniones podrían enfrentar consecuencias negativas, sumado a las denuncias presentadas por los partidos políticos de oposición respecto a las demoras en el pago de la deuda política y el impedimento de acceder a financiamiento privado, sin dudas pueden explicar en parte la ausencia de clima electoral.

Pero como la ciencia social no es una ciencia exacta y la explicación de ciertos fenómenos muchas veces es multicausal, me interesa indagar un poco más acerca de qué ha pasado con los partidos políticos en El Salvador. Esta columna busca responder a un interrogante que nos hacemos muchas personas desde fuera del país: ¿por qué las políticas de Nayik Bukele resultaron tan efectivas como para ganar el apoyo ciudadano en las urnas y conseguir la reelección?

Le pregunté a varias personas sobre este punto y algunas de ellas me respondieron una idea clave: “Puedo caminar por la calle, la educación y la salud no están bien y el costo de vida ha aumentado mucho, pero uno transita tranquilo”. Esta frase contundente que me esbozó un trabajador urbano en San Salvador me permitió empezar a configurar una explicación. Esto me lleva a otro dato del informe de Latinobarómetro que viene reflejando la desafección ciudadana respecto a la valoración de la democracia, y es que al 54% de la población latinoamericana le da lo mismo el tipo de régimen siempre que “solucione los problemas”. En el caso de El Salvador, el 15% ven aceptable un gobierno autoritario en ciertas circunstancias y para el 26 % les resulta indiferente.

Durante años, la distancia entre la ciudadanía y los partidos políticos tradicionales, especialmente el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que gobernaron por 30 años, no han podido interpretar que la preocupación por la seguridad representaba la fibra más sensible de las y los salvadoreños. Esa falta de conexión entre los partidos políticos y la ciudadanía no es exclusiva de El Salvador, sino que es una problemática creciente en nuestras democracias, que puede incluso socavar sus principios básicos como el Estado de derecho y las garantías individuales.

Es en este contexto que el concepto de “eficracia”, -inventado por Bukele para describir la capacidad del régimen para dar resultados oportunos y eficaces a las demandas ciudadanas-, cobra sentido y captura la atención y el debate en el resto de la región. De lo que se trataba era generar resultados ante una ciudadanía que sentía que estaba abandonada. 

La hora de las urnas

La noche del 4 de febrero estuvo marcada por la ausencia de resultados oficiales y la autoproclamación por parte del presidente reelecto -antes de que se contaran los votos y a partir de lo que decían las encuestas de boca de urna-. Esta “mala” práctica fue incluso advertida como irregular por las Misiones de Observación Internacional y por los sectores opositores. Sin embargo, no había dudas de que, a pesar del tiempo que le llevó al Tribunal Supremo Electoral oficializarlo, el acompañamiento ciudadano a la fórmula de Nayik Bukele - Félix Ulloa era contundente. 

El recuento para las elecciones legislativas requirió más días, en los que no faltaron pedidos de nulidad de los partidos políticos de oposición. El veredicto final le otorgó al partido Nuevas Ideas 54 diputaciones, a ARENA y al Partido de Concertación Nacional (PCN) dos diputaciones, y al Partido Demócrata Cristiano (PDC) y VAMOS una diputación, respectivamente. Con la nueva integración de la Asamblea Legislativa, el FMLN no tendrá diputaciones por primera vez desde 1994, cuando compitió como fuerza política tras la Firma de los Acuerdos de Paz. Con los datos del escrutinio final, Nuestro Tiempo y Cambio Democrático pierden el registro y el sistema salvadoreño quedará conformado por 11 partidos políticos.

Según los cálculos realizados por el Observatorio de Reformas Políticas de América Latina (IIJUNAM) en base a los datos oficiales, la conformación de la Asamblea con la proyección previa a las reformas de 84 congresistas y sistema de reparto, el partido Nueva Ideas hubiese obtenido una representación del 70% y nueve partidos políticos hubiesen alcanzado escaños. Con el cambio del sistema electoral, que redujo la cantidad de parlamentarios a 60 y la distribución de bancas con el sistema D'Hondt, el partido oficialista alcanzó el 90% de los escaños en la Asamblea y sólo cinco partidos consiguieron bancas.

Estos datos evidencian que las reformas electorales le ofrecieron al partido Nuevas Ideas la mayoría -que necesitaba- en la Asamblea. Restará ver el próximo 3 de marzo si la nueva división política administrativa a nivel local del país centroamericano, que redujo el número de municipios de 262 a 44, también le resulta favorable al partido de gobierno, confirmando así el éxito de su estrategia política.


¿Qué hacer?

En el nuevo contexto de un sistema de partido hegemónico, la tarea para los partidos políticos de oposición resultará aún más compleja. Esta nueva configuración en la distribución del poder les obliga a desarrollar estrategias que les permitan conquistar espacios de poder en las próximas elecciones municipales.

Para la salud del sistema pluralista, la prioridad será que los nueve partidos que conforman el sistema político se reconecten con la ciudadanía. Así como hace algunos años la seguridad era la preocupación principal entre las y los salvadoreños, las encuestas recientes (y mis conversaciones en las calles de San Salvador las ratificaron) muestran que la economía pasó al podio y allí estará también el principal desafío para la nueva gestión del gobierno de Bukele.

La mayoría calificada que tendrá el gobierno en la Asamblea implicará también un desafío al Ejecutivo que deberá responder rápidamente a estas demandas de bienestar. Recordemos que la frustración ciudadana -y los cambios en los apoyos- también representa una característica de estos tiempos.

La amplia respuesta a la estrategia  desplegada por el órgano electoral en estas elecciones para la ampliación del voto en el exterior también implicará que las estrategias electorales de los partidos políticos transciendan las fronteras nacionales y conecte con quienes añoran volver al país cuando su bienestar esté garantizado. Por último, la solidaridad internacional es un elemento clave para la recomposición del sistema de partidos. En este punto preocupa la ambigüedad del gobierno de los Estados Unidos, las simpatías que despierta Bukele en los gobiernos centroamericanos y la “bukelización de las políticas de seguridad” en una región donde los retos que representan el crimen organizado y el narcotráfico parecieran tender a justificar políticas autoritarias.

 

 

 

*Dolores Gandulfo es integrante del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina; directora del Observatorio Electoral de la Conferencia Permanente de América Latina y el Caribe (COPPPAL); profesora de la Universidad Nacional Scalabrini Ortiz, Universidad Nacional de Pilar y la Universidad de El Salvador (Argentina); miembro de la Red de Politólogas, de la Asociación de Estudios de Relaciones Internacionales de Argentina (AERIA) y del Consejo Asesor Latinoamericano del Institute for Integrated Transitions (IFIT). Puedes seguirla en Facebook como Loli.Gandulfo y en X como @DoloresGandulfo o en @ReformasLATAM 

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