Nuestro planeta es un lugar más temible e inestable desde que Rusia invadió Ucrania. La guerra no sólo ha supuesto una catástrofe humanitaria y social para Ucrania, sino también una pesadilla ecológica que se extiende mucho más allá de sus fronteras. Mientras arde bajo el constante bombardeo de los misiles rusos, los efectos de esta tragedia medioambiental se extienden al resto del mundo.
Los mercados mundiales de alimentos fueron los primeros en verse afectados. Ucrania ha sido conocida históricamente como el “granero del mundo”, gracias a sus vastos campos dorados y a sus preciosas tierras fértiles. Tras el inicio de la guerra, el ejército ruso bloqueó los puertos ucranianos del Mar Negro y paralizó las exportaciones de cereales, verduras y fertilizantes. El 20% de las tierras de cultivo ucranianas quedaron sin plantar o cosechar por temor a las minas terrestres o las municiones sin explotar. La invasión rusa ha sido, pues, un motor global de la inflación de los precios de los alimentos, que ha afectado sobre todo a los países de renta baja y media-baja.
La retórica nuclear de Rusia está debilitando décadas de esfuerzos internacionales por crear instituciones multilaterales y normas mundiales para gestionar los riesgos de una guerra nuclear. Además, la militarización y armamento de sitios nucleares, como la ocupación de Chernóbil en 2022 o la actual ocupación de la central nuclear de Zaporizhzhia, crea una amenaza continua y urgente, con el riesgo de que un incidente radiactivo se extienda por todo el mundo.
La invasión rusa también afectará a la lucha mundial contra el cambio climático: los combates han aumentado las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa y han dañado la infraestructura de energías renovables de Ucrania, pero también repercutirán en el futuro de la transición energética en todo el mundo. Ucrania es una fuente importante de minerales críticos necesarios para las tecnologías verdes, como la ilmenita y el manganeso, cruciales para producir baterías de litio y acero. El acceso a estos minerales será estratégico en los próximos años y su disponibilidad limitada en el mercado tendrá implicaciones para las promesas de cero emisiones netas de muchos países.
A menudo se dice que el medio ambiente es la víctima silenciosa de la guerra. Ya no lo es. Un Grupo de Trabajo de Alto Nivel, nombrado por el Presidente de Ucrania, formuló una serie de prioridades para abordar estas necesidades en un documento titulado Un Compacto Medioambiental para Ucrania. En él se ofrece un amplio conjunto de recomendaciones que son pertinentes para los conflictos armados de todo el mundo. Los daños causados al medio ambiente en el contexto de los conflictos armados están recibiendo por fin la atención que merecen.
El Grupo de Trabajo de Alto Nivel elogia los esfuerzos del Presidente Zelensky y de las autoridades ucranianas en medio de la guerra. Se enfrentan a la enorme tarea de repeler la agresión rusa y, al mismo tiempo, hacer frente a la devastación de la guerra en las infraestructuras y el paisaje natural.
El Compacto Medioambiental establece tres prioridades: en primer lugar, controlar los daños y reducir el riesgo, con el desarrollo de una estrategia global de recogida de datos y una metodología para evaluar los daños. Esto proporcionará nuevos estándares globales en la recopilación de pruebas que luego podrán ser utilizadas y aplicadas por cualquier país que se enfrente a la devastación medioambiental como consecuencia de la guerra.
En segundo lugar, garantizar la rendición de cuentas. Con la invasión, el Kremlin puso en peligro el orden jurídico internacional. Pero lo que ha determinado y determinará el futuro del orden jurídico internacional, es cómo responden las naciones; y si Rusia tendrá que rendir cuentas por sus acciones. Si se aplica correctamente, creará un nuevo marco internacional para garantizar la rendición de cuentas por delitos medioambientales en todo el mundo, que sentará un precedente único y producirá nuevas normas en torno a la responsabilidad medioambiental.
En tercer lugar, movilizar la reconstrucción ecológica llamada construcción verde e impulsar la recuperación medioambiental de Ucrania. El Compacto sienta las bases para una reconstrucción verde. Esto va más allá de la restauración, porque incorpora consideraciones medioambientales en todos los aspectos de la reconstrucción. Ucrania aspira a ser la primera 'reconstrucción verde' de posguerra, facilitando el camino para que otros países integren la protección del medio ambiente en la recuperación económica posconflicto.
Cada una de estas ideas puede tener implicaciones de gran alcance, más allá de las fronteras de Ucrania y Europa. En un mundo que sufre cada vez más el cambio climático y la degradación del medio ambiente, el Compacto sugiere una forma de integrar las preocupaciones medioambientales en la resolución de conflictos y la consolidación de la paz a escala mundial.
Esperamos que estas ideas sirvan de ayuda a los países en conflicto de todo el mundo. Otros países que sufren conflictos violentos, o que están saliendo de una guerra, tal vez deseen unirse para desarrollar las estructuras internacionales necesarias para responder a los daños medioambientales masivos en los conflictos, incluyendo la clarificación y creación de leyes internacionales y mejores prácticas.
Ucrania y el mundo necesitan paz. Una paz justa. Una paz sostenible. Es hora de volver a poner el medio ambiente en el centro.
*Margot Wallstrom es ex Ministra de Asuntos Exteriores de Suecia e Izabella Teixeira es ex Ministra de Medio Ambiente de Brasil.