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El manglar que se ahoga en el mar

Carlos Barrera

Jueves, 4 de abril de 2024
Carlos Barrera

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Desde hace 23 años, Cándido Hernández y su familia viven de lo que les da el manglar; José, a pesar de sus 90 años, se levanta cada día a las 4 de la madrugada, se calza sus botas de hule, toma su machete, costales y cajas trampa hechas de madera para atrapar cangrejos, se interna en los canales del manglar a bordo de un cayuco de madera y desaparece por horas, tratando de que los cangrejos caigan en las trampas y sacando almejas del lodo, entre las raíces de los árboles de mangle rojo espigado, de hasta 30 metros de altura. Marta Alicia, una líder local, navega todos los días los canales del manglar junto a su nieto Diego, de 4 años, para enseñarle a sacar almejas, mostrarle su territorio, lo que debe cuidar; Marta y Cándido recorren los islotes con una tablet en mano y fotografían árboles caídos por la fuerza del viento o la fragilidad de sus raíces. No quieren que ninguna autoridad piense que la comunidad ha talado un árbol del manglar que les da la vida. Ellos y las otras 29 familias de la comunidad están asustados desde que el manglar empezó a morir. 

El manglar forma parte de más de 20,000 hectáreas de bosque salobre, donde se mezcla agua dulce y marina, y está en la zona del Bajo Lempa, en la península San Juan del Gozo. Pertenece a la parte occidental del ecosistema de manglar más grande e importante de la costa pacífica de Centroamérica, el complejo Bahía de Jiquilisco, Usulután. En el año 2001, en unos terrenos donados por el Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria, se fundó la comunidad La Tirana, un pequeño caserío ubicado entre planicies áridas y rodeado por el manglar. Con el tiempo, el lugar pasó a ser un cantón a unos 25 kilómetros al sur de San Marcos Lempa y la carretera del Litoral.

Desde el 31 de octubre de 2005, el manglar está en la categoría de sitio Ramsar debido a su tamaño y capacidad para albergar decenas de aves, mamíferos y especies marinas. Esa categoría es concedida por la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, avalada por la UNESCO y que compromete a los países miembros a trabajar para detener la degradación de los humedales. La Bahía de Jiquilisco, por su superficie arenosa, fue considerada como el ecosistema en mayor peligro de deterioro de todo El Salvador, un país que desde 1950 ha perdido más del 60 % de sus manglares. En el caso del manglar de La Tirana, hace más de diez años los habitantes empezaron a ver la pérdida de cientos de árboles de mangle rojo espigado junto con un aumento de las mareas en la zona. Organizaciones como la Asociación Mangle y Cesta advierten que el aumento del nivel del mar ha impactado el manglar, que es susceptible a los cambios de salinidad y la estructura de las playas cercanas que sufren el aumento del oleaje que ya arrasó con ranchos y casas. El Faro constató en un recorrido histórico satelital con imágenes de Google Earth entre 2002 y 2023 cómo el mar ha ido comiendo el manglar. 

El manglar de La Tirana ha perdido terreno a lo largo de 3.5 kilómetros frente al mar y, según proyecciones internacionales, no hay buenos augurios para este ni para otros manglares en el mundo. Un estudio realizado por el departamento de geografía de la Universidad Nacional de Singapur concluyó que los impactos del cambio climático para el bosque de manglar son diversos y estimó que será la velocidad del aumento del nivel del mar uno de los factores que determinará la supervivencia de los manglares. En La Tirana, el aumento del mar no es una proyección, sino un hecho que los habitantes comprueban desde hace años. Investigaciones realizadas  por el observatorio de la Nasa Earth Data dicen que los cambios a largo plazo en el nivel medio global del mar están impulsados ​​predominantemente por dos procesos: la expansión térmica del agua del océano a medida que absorbe calor y la adición de agua dulce al océano debido al derretimiento de glaciares y capas de hielo. 

El Faro preguntó al Ministerio de Medio Ambiente si tenía alguna estrategia para detener el deterioro en La Tirana, pero no han respondido tras más de dos semanas de la petición.

En El Salvador, la Nasa, en conjunto con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, hace proyecciones del aumento del nivel del mar en Acajutla y en La Unión. Desde el año 2020, proyectan en Acajutla incrementos de 4.3 milímetros por año. En La Unión, de 4 milímetros. El aumento del nivel del mar no impacta de la misma manera en el mundo, son las tierras bajas y desprotegidas las que corren mayor peligro.

El sistema de medición de los niveles del mar inició en el mundo hace 32 años. En El Salvador, hace solo cuatro. En La Tirana, Cándido, José y Marta Alicia no necesitan haber leído esos informes. Cada madrugada que salen, cada vez que fotografían un árbol caído o encuentran menos cangrejos saben que el manglar muere, porque lo conocen como lo conocían las loras nuca amarilla que ya no se ven más. “Al parecer, el manglar también se está poniendo viejo como yo. Tiene una parte que se está secando y cada vez hay que buscar más para encontrar los cangrejos. Es una lástima, porque este lugar nos quitó el hambre por muchos años”, dijo José, a sus 90 años, mientras descansaba entre las raíces del manglar. 

 

Más de tres kilómetros de bosque de manglar han muerto desde el 2010 en la zona más occidental de la península San Juan de Gozo, Jiquilisco. En el lugar convergen dos de los principales problemas que según la Asociación Mangle han impactado la vida y biodiversidad del manglar. La primera causa, según un estudio de Texas A&M University, es que su cercanía con la desembocadura del Río Lempa deja al manglar expuesto a alta carga de sedimentos y cambios geográficos en el paisaje costero; el segundo es que a causa del aumento en el oleaje y el nivel del mar, los sedimentos marinos son arrastrados hasta la orilla, creando playas más extensas, llevando una mayor carga de salinidad a los manglares salobres, es decir aquellos que poseen una mezcla de agua dulce y salada.
Más de tres kilómetros de bosque de manglar han muerto desde el 2010 en la zona más occidental de la península San Juan de Gozo, Jiquilisco. En el lugar convergen dos de los principales problemas que según la Asociación Mangle han impactado la vida y biodiversidad del manglar. La primera causa, según un estudio de Texas A&M University, es que su cercanía con la desembocadura del Río Lempa deja al manglar expuesto a alta carga de sedimentos y cambios geográficos en el paisaje costero; el segundo es que a causa del aumento en el oleaje y el nivel del mar, los sedimentos marinos son arrastrados hasta la orilla, creando playas más extensas, llevando una mayor carga de salinidad a los manglares salobres, es decir aquellos que poseen una mezcla de agua dulce y salada.

 

 

 

En la playa, donde hace más de una década había lodo y bosque, todavía permanecen erguidos centenares de troncos secos del árbol Mangle Rojo Espigado. El manglar se extendía por la playa hasta donde ahora llega el agua del mar. En esa área, según los lugareños, habitaba la Lora Nuca Amarilla y los nidos tuvieron que desplazarse y es difícil encontrarles en la zona. Este sector pertenece al segundo complejo Bahía de Jiquilisco, designado para ser protegido por El Salvador en el 2005 como sitio Ramsar por su importancia a nivel mundial y su capacidad de albergar decenas de especies de aves y otras especies.
En la playa, donde hace más de una década había lodo y bosque, todavía permanecen erguidos centenares de troncos secos del árbol Mangle Rojo Espigado. El manglar se extendía por la playa hasta donde ahora llega el agua del mar. En esa área, según los lugareños, habitaba la Lora Nuca Amarilla y los nidos tuvieron que desplazarse y es difícil encontrarles en la zona. Este sector pertenece al segundo complejo Bahía de Jiquilisco, designado para ser protegido por El Salvador en el 2005 como sitio Ramsar por su importancia a nivel mundial y su capacidad de albergar decenas de especies de aves y otras especies.

 

 

 

Marta Alicia Rivera es la presidenta de la Adesco de la comunidad la Tirana y es junto a su esposo, Cándido Hernández, de las primeras habitantes de la zona. Recuerda como hace más de 15 años en la playa Puerta Escondida, a unos 15 minutos en vehículo de La Tirana, habitaban familias y había ranchos que con el tiempo fueron abandonados debido al aumento de las mareas que llegaron a azotar las paredes de ladrillo y cemento que habían sido construidas a metros de distancia de la playa.
Marta Alicia Rivera es la presidenta de la Adesco de la comunidad la Tirana y es junto a su esposo, Cándido Hernández, de las primeras habitantes de la zona. Recuerda como hace más de 15 años en la playa Puerta Escondida, a unos 15 minutos en vehículo de La Tirana, habitaban familias y había ranchos que con el tiempo fueron abandonados debido al aumento de las mareas que llegaron a azotar las paredes de ladrillo y cemento que habían sido construidas a metros de distancia de la playa. 'Aquí era un lugar donde la gente de la zona venía a pasear, se veía vida, y era habitado por algunas familias, pero ahora solo algunas paredes quedan porque otras ya fueron arrastradas por el mar', dijo.

 

 

 

Hace años, estas estructuras fueron casas que estaban habitadas en la playa cercana al manglar y fueron azotadas por la marea. Según proyecciones de la NASA, desde el 2020 el nivel del mar crece 4.3 milímetros según los registros de Acajutla y 4 milímetros por año según el registro de la Unión. En el país, las proyecciones del aumento del nivel de mar se realizan desde hace 4 años, pero a nivel mundial los estudios se iniciaron en los años 90 y solo en la última década el nivel global de mar aumentó 3,9 milímetros por año.
Hace años, estas estructuras fueron casas que estaban habitadas en la playa cercana al manglar y fueron azotadas por la marea. Según proyecciones de la NASA, desde el 2020 el nivel del mar crece 4.3 milímetros según los registros de Acajutla y 4 milímetros por año según el registro de la Unión. En el país, las proyecciones del aumento del nivel de mar se realizan desde hace 4 años, pero a nivel mundial los estudios se iniciaron en los años 90 y solo en la última década el nivel global de mar aumentó 3,9 milímetros por año.

 

 

 

Cándido Hernández coloca trampas para atrapar cangrejos en el manglar. Coloca al menos 50 trampas todos los días, en periodo de temporada que inicia en marzo. Los cangrejos son vendidos en el mercado local a $5 la docena y, cuando la temporada está en su punto y el manglar es bondadoso, le entrega a Cándido hasta 36 cangrejos por día, lo que le genera a su familia $15.
Cándido Hernández coloca trampas para atrapar cangrejos en el manglar. Coloca al menos 50 trampas todos los días, en periodo de temporada que inicia en marzo. Los cangrejos son vendidos en el mercado local a $5 la docena y, cuando la temporada está en su punto y el manglar es bondadoso, le entrega a Cándido hasta 36 cangrejos por día, lo que le genera a su familia $15. 'Esta es una de las razones por las que debemos cuidar de los manglares, imagínese así como le da de comer a mi familia debe darle de comer a muchas más que viven en los mangles, por eso si estos lugares llegan a desaparecer nuestros hijos y nietos no van a tener de qué vivir', dijo.

 

 

 

Las hectáreas de manglar de la Bahía de Jiquilisco son hogar de diversas especies de aves que anidan o migran desde otras partes de América. De las más comunes son la garza blanca dedos amarillos y la migratoria garceta azul, llamada así por el azul oscuro que logran a la edad adulta. En el manglar cercano a La Tirana una de las aves que tenía mayor presencia era la lora de nuca amarilla, que con la pérdida del manglar ya es considerada una especie en peligro de extinciónen el país.
Las hectáreas de manglar de la Bahía de Jiquilisco son hogar de diversas especies de aves que anidan o migran desde otras partes de América. De las más comunes son la garza blanca dedos amarillos y la migratoria garceta azul, llamada así por el azul oscuro que logran a la edad adulta. En el manglar cercano a La Tirana una de las aves que tenía mayor presencia era la lora de nuca amarilla, que con la pérdida del manglar ya es considerada una especie en peligro de extinciónen el país.

 

 

 

La almeja es el único molusco que los habitantes de La Tirana extraen del manglar para vender. Aquí no habita la tradicional concha del resto de manglares de la Bahía de Jiquilisco debido a que el agua tiene menos salinidad por estar mezclada con el agua del río Lempa. Para poder venderla, se debe llenar un saco de 100 libras. Una sola persona tarda hasta tres días en recolectar la cantidad de almejas para llenar el saco que es vendido a 18 dólares.
La almeja es el único molusco que los habitantes de La Tirana extraen del manglar para vender. Aquí no habita la tradicional concha del resto de manglares de la Bahía de Jiquilisco debido a que el agua tiene menos salinidad por estar mezclada con el agua del río Lempa. Para poder venderla, se debe llenar un saco de 100 libras. Una sola persona tarda hasta tres días en recolectar la cantidad de almejas para llenar el saco que es vendido a 18 dólares.

 

 

 

Según el Ministerio de Medio Ambiente, los manglares funcionan como filtros que evitan la intrusión salina en los mantos acuíferos y favorecen su recarga hídrica. En La Tirana, las familias tuvieron que buscar formas de abastecerse de agua dulce para el consumo. Lo hicieron por medio de la perforación de pozos y del agua extraída pudieron beber durante unos años. Con el tiempo, la mayoría de los pozos empezaron a salinizarse. Ahora solo del pozo de la familia de Cándido se puede extraer agua dulce para tomar. Del resto de pozos el agua solo sirve para lavar ropa.
Según el Ministerio de Medio Ambiente, los manglares funcionan como filtros que evitan la intrusión salina en los mantos acuíferos y favorecen su recarga hídrica. En La Tirana, las familias tuvieron que buscar formas de abastecerse de agua dulce para el consumo. Lo hicieron por medio de la perforación de pozos y del agua extraída pudieron beber durante unos años. Con el tiempo, la mayoría de los pozos empezaron a salinizarse. Ahora solo del pozo de la familia de Cándido se puede extraer agua dulce para tomar. Del resto de pozos el agua solo sirve para lavar ropa.

 

 

 

Marta Alicia y Cándido llevan un registro de los árboles caídos por la erosión del suelo o por la fuerza del viento. La tala de árboles y la extracción de madera en zonas protegidas como esta es penada por la Ley de Áreas Naturales, con multas de hasta 10 salarios mínimos mensuales por faltas leves. El registro de árboles caídos les sirve a los habitantes de La Tirana para demostrar que un árbol no fue talado y puede ser retirado del manglar para mantener libres los canales.
Marta Alicia y Cándido llevan un registro de los árboles caídos por la erosión del suelo o por la fuerza del viento. La tala de árboles y la extracción de madera en zonas protegidas como esta es penada por la Ley de Áreas Naturales, con multas de hasta 10 salarios mínimos mensuales por faltas leves. El registro de árboles caídos les sirve a los habitantes de La Tirana para demostrar que un árbol no fue talado y puede ser retirado del manglar para mantener libres los canales.

 

 

 

Desde las alturas de los árboles de mangle rojo espigado se desprende una candelilla que al caer en el lodo y con el tiempo agranda sus raíces y da vida a nuevos árboles. Este es un proceso natural con el que los manglares se recuperan por sí solos, pero según en MARN debido los efectos del cambio climático cada vez es más difícil que los ecosistemas de manglar se recuperen. Cerca de La Tirana es cada vez más extraño encontrar imágenes como esta.
Desde las alturas de los árboles de mangle rojo espigado se desprende una candelilla que al caer en el lodo y con el tiempo agranda sus raíces y da vida a nuevos árboles. Este es un proceso natural con el que los manglares se recuperan por sí solos, pero según en MARN debido los efectos del cambio climático cada vez es más difícil que los ecosistemas de manglar se recuperen. Cerca de La Tirana es cada vez más extraño encontrar imágenes como esta. 'De todos estos solo quedarán los que alcancen al menos dos metros de altura, ya que al subir la marea los ahoga y solo queda una pequeña vara que con el tiempo se seca', explicó Cándido.

 

 

 

José Rivera, de 90 años, es el pescador y curilero más veterano de La Tirana, lugar al que llegó hace 23 años acompañado de su hija y su yerno. Desde que tiene memoria se levanta de madrugada para atrapar cangrejos y lleva más de dos décadas navegando cada canal de este manglar que los ha sostenido económicamente.
José Rivera, de 90 años, es el pescador y curilero más veterano de La Tirana, lugar al que llegó hace 23 años acompañado de su hija y su yerno. Desde que tiene memoria se levanta de madrugada para atrapar cangrejos y lleva más de dos décadas navegando cada canal de este manglar que los ha sostenido económicamente. 'Al parecer, el manglar también se está poniendo viejo como yo. Tiene una parte que se está secando y cada vez hay que buscar más para encontrar los cangrejos. Es una lástima, porque este lugar nos quitó el hambre por muchos años', dijo José mientras descansaba entre las raíces del manglar después de una jornada de atrapar cangrejos.

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