Desde hace 23 años, Cándido Hernández y su familia viven de lo que les da el manglar; José, a pesar de sus 90 años, se levanta cada día a las 4 de la madrugada, se calza sus botas de hule, toma su machete, costales y cajas trampa hechas de madera para atrapar cangrejos, se interna en los canales del manglar a bordo de un cayuco de madera y desaparece por horas, tratando de que los cangrejos caigan en las trampas y sacando almejas del lodo, entre las raíces de los árboles de mangle rojo espigado, de hasta 30 metros de altura. Marta Alicia, una líder local, navega todos los días los canales del manglar junto a su nieto Diego, de 4 años, para enseñarle a sacar almejas, mostrarle su territorio, lo que debe cuidar; Marta y Cándido recorren los islotes con una tablet en mano y fotografían árboles caídos por la fuerza del viento o la fragilidad de sus raíces. No quieren que ninguna autoridad piense que la comunidad ha talado un árbol del manglar que les da la vida. Ellos y las otras 29 familias de la comunidad están asustados desde que el manglar empezó a morir.
El manglar forma parte de más de 20,000 hectáreas de bosque salobre, donde se mezcla agua dulce y marina, y está en la zona del Bajo Lempa, en la península San Juan del Gozo. Pertenece a la parte occidental del ecosistema de manglar más grande e importante de la costa pacífica de Centroamérica, el complejo Bahía de Jiquilisco, Usulután. En el año 2001, en unos terrenos donados por el Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria, se fundó la comunidad La Tirana, un pequeño caserío ubicado entre planicies áridas y rodeado por el manglar. Con el tiempo, el lugar pasó a ser un cantón a unos 25 kilómetros al sur de San Marcos Lempa y la carretera del Litoral.
Desde el 31 de octubre de 2005, el manglar está en la categoría de sitio Ramsar debido a su tamaño y capacidad para albergar decenas de aves, mamíferos y especies marinas. Esa categoría es concedida por la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, avalada por la UNESCO y que compromete a los países miembros a trabajar para detener la degradación de los humedales. La Bahía de Jiquilisco, por su superficie arenosa, fue considerada como el ecosistema en mayor peligro de deterioro de todo El Salvador, un país que desde 1950 ha perdido más del 60 % de sus manglares. En el caso del manglar de La Tirana, hace más de diez años los habitantes empezaron a ver la pérdida de cientos de árboles de mangle rojo espigado junto con un aumento de las mareas en la zona. Organizaciones como la Asociación Mangle y Cesta advierten que el aumento del nivel del mar ha impactado el manglar, que es susceptible a los cambios de salinidad y la estructura de las playas cercanas que sufren el aumento del oleaje que ya arrasó con ranchos y casas. El Faro constató en un recorrido histórico satelital con imágenes de Google Earth entre 2002 y 2023 cómo el mar ha ido comiendo el manglar.
El manglar de La Tirana ha perdido terreno a lo largo de 3.5 kilómetros frente al mar y, según proyecciones internacionales, no hay buenos augurios para este ni para otros manglares en el mundo. Un estudio realizado por el departamento de geografía de la Universidad Nacional de Singapur concluyó que los impactos del cambio climático para el bosque de manglar son diversos y estimó que será la velocidad del aumento del nivel del mar uno de los factores que determinará la supervivencia de los manglares. En La Tirana, el aumento del mar no es una proyección, sino un hecho que los habitantes comprueban desde hace años. Investigaciones realizadas por el observatorio de la Nasa Earth Data dicen que los cambios a largo plazo en el nivel medio global del mar están impulsados predominantemente por dos procesos: la expansión térmica del agua del océano a medida que absorbe calor y la adición de agua dulce al océano debido al derretimiento de glaciares y capas de hielo.
El Faro preguntó al Ministerio de Medio Ambiente si tenía alguna estrategia para detener el deterioro en La Tirana, pero no han respondido tras más de dos semanas de la petición.
En El Salvador, la Nasa, en conjunto con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, hace proyecciones del aumento del nivel del mar en Acajutla y en La Unión. Desde el año 2020, proyectan en Acajutla incrementos de 4.3 milímetros por año. En La Unión, de 4 milímetros. El aumento del nivel del mar no impacta de la misma manera en el mundo, son las tierras bajas y desprotegidas las que corren mayor peligro.
El sistema de medición de los niveles del mar inició en el mundo hace 32 años. En El Salvador, hace solo cuatro. En La Tirana, Cándido, José y Marta Alicia no necesitan haber leído esos informes. Cada madrugada que salen, cada vez que fotografían un árbol caído o encuentran menos cangrejos saben que el manglar muere, porque lo conocen como lo conocían las loras nuca amarilla que ya no se ven más. “Al parecer, el manglar también se está poniendo viejo como yo. Tiene una parte que se está secando y cada vez hay que buscar más para encontrar los cangrejos. Es una lástima, porque este lugar nos quitó el hambre por muchos años”, dijo José, a sus 90 años, mientras descansaba entre las raíces del manglar.
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