El Salvador / Política

“Para quienes desinforman es muy importante lograr la judicialización de la mentira”

Uno de los periodistas de investigación más prominentes de Latinoamérica, el peruano Gustavo Gorriti, es objeto de una investigación fiscal en su país la cual, según denuncian organizaciones de defensa de libertad de prensa, surgió a raíz de una campaña de desinformación. En esta entrevista, el periodista que lideró en Latinoamérica la investigación del caso Lava Jato, explica las motivaciones detrás de su intento de criminalización.

Gabriel Labrador
Gabriel Labrador

Domingo, 7 de julio de 2024
Gabriel Labrador / Lima

El 4 de febrero de 2022, encapuchados atacaron su lugar de trabajo, en la capital peruana, Lima, quebraron los cerrojos, irrumpieron en las instalaciones y lanzaron basura en los jardines y en el parqueo. Un año más tarde, alguien publicó en Twitter —hoy X— su cédula de identidad y su dirección de residencia y acompañó las imágenes con una frase: “Nos han hecho un pedido de pizza artesanal a esta dirección. ¿Alguien la conoce?”, y unas tres semanas después, treinta personas llegaron afuera de su casa para insultarlo, difamarlo, amenazarlo y para proferirle frases antisemitas. Quien había hecho la publicación en Twitter era el líder de “La Resistencia”, un grupo activista de derecha radical en Perú. El reconocido periodista peruano Gustavo Gorriti no se inmutó. Sabía de dónde venían los ataques y por qué estaba siendo objeto de una nueva ola de afrentas. Esta vez, sin embargo, los recursos empleados para atacar eran mucho más grandes que otras veces. “Estamos aquí plantados y parados para decirle a Gustavo Gorriti que tiene los días contados”, gritó alguno en la protesta fuera de su casa. En julio de 2023, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ordenó medidas de protección para Gorriti, por la gravedad de su situación. 

Los últimos cinco años han sido muy hostiles para él y para IDL Reporteros, el medio que fundó en 2009, pero la última ola de ataques comenzó en los primeros meses de 2019, con una apabullante campaña llena de difamaciones y calumnias lanzada por “La Resistencia”. Y desde hace dos años, sumado a los ataques a sus compañeros de trabajo, sus oficinas y su casa, ha habido una gigantesca operación de desinformación que lo acusa de ser el cerebro de una trama de corrupción que, paradójicamente, él ayudó a desarticular con sus reportajes periodísticos. Era el caso “Lava Jato”, cuando la constructora brasileña Odebrecht destinó miles de millones de dólares en sobornos en Latinoamérica, y que Gorriti logró destapar a partir de 2011 en toda la región gracias a que fundó la Red de Periodismo de Investigación Estructurado.

En el segundo semestre de 2023, la campaña difamatoria acusó a Gorriti por supuestamente haber recibido información a cambio de hacer una cobertura favorable de los fiscales que investigaban Lava Jato. La Fiscalía retomó la basura en redes sociales para abrir contra el periodista una investigación preliminar en marzo de 2024. “Es una cosa que ni siquiera llega demente, es estúpido”, dice Gorriti.

“Llevo algo más de 40 años en periodismo y desde el inicio hubo que confrontar ataques y enfrentarlos”, dice ahora el director de IDL Reporteros, de 76 años, considerado como un referente y mentor para muchos periodistas de investigación en Perú y en Latinoamérica.

En 1992, el presidente de Perú Alberto Fujimori ordenó el secuestro de Gorriti, en medio de un autogolpe de Estado. Tres o cuatro días después, Gorriti le recriminó a Fujimori: “¿Con qué derecho se asalta la casa y se secuestra a un periodista? ¿Es esa la manera en la que se va a tratar a la prensa en general o solamente con los periodistas que se consideren críticos e inconvenientes al régimen?”. 

Gorriti escribió un libro sobre el grupo terrorista peruano Sendero Luminoso y también investigó la corrupción, las violaciones a derechos humanos y el nexo con el narcotráfico del autócrata Fujimori. En julio de 2018, Gorriti y su medio revelaron audios de corrupción judicial, el país entero se conmocionó y provocó la renuncia de muchos funcionarios. Le llamaron caso “Lava Juez”.

Perú es el país latinoamericano con más casos de hostigamiento judicial, de acuerdo con la Asociación Nacional de Prensa de Perú. 

Uno de los rostros más conocidos entre los atacantes es Keiko Fujimori, excandidata presidencial de un partido de ultra derecha e hija del expresidente, y que está siendo enjuiciada en este mes de julio por su participación en Lava Jato.

Pero hay más hostigadores contra Gorriti porque lleva décadas destapando casos. Cinco presidentes que gobernaron Perú entre 1990 y 2020 fueron investigados por él y uno de ellos, Alan García (2006-2011) se suicidó en 2019 cuando la Policía allanaba su hogar, tras las revelaciones de Gorriti en IDL Reporteros.

Ante estos nuevos ataques, Gorriti no reaccionó con la frontalidad de quien reclama a un autócrata por su secuestro. Había razones de peso: le habían diagnosticado un linfoma del que ahora, varios meses después, se está recuperando con buen paso. Ahora está más activo. A finales de mayo, en su casa, recibía visitas todos los días de diplomáticos, periodistas, organizaciones, que querían entrevistarlo o mostrarle su respaldo. Ahora, consciente de que la desinformación y los ataques contra la prensa son un lugar común en la región, sugiere a todas las redacciones que parte de su operación diaria debe incluir recursos financieros y materiales para la defensa legal del periodismo. “Ahorita no hay alternativa', dice.

Después de tantos años de ataques como periodista, ¿esta nueva ola de ataques tiene algo que le sorprenda?

Cada vez ha sido diferente. Llevo algo más de 40 años en periodismo y básicamente desde el inicio hubo que confrontar ataques y enfrentarlos. Siempre, por supuesto, ha habido un aspecto de amenaza. En algunas ocasiones, de insinuar o directamente amenazar con violencia, en otras ocasiones, llevando a cabo acciones como el secuestro y la desaparición del año 1992 con Vladimiro Montesinos (asesor de Fujimori). Pero ha cambiado lo que yo veo en este caso en concreto. Primero, tiene una estrecha relación con la mega investigación del caso Lava Jato y del otro que llamamos caso Lava Juez, y que en conjunto afectó a una parte importante de las élites empresariales, burocráticas, de gobierno y que además dio mucho impulso inicial a la investigación fiscal y judicial. Como detrás estaban fiscales competentes y probos, por los niveles de impunidad a que estaban acostumbrados, les cambió el mundo. Esas largas investigaciones del caso Lava Jato están todavía vigentes, y eso les produjo la tremenda necesidad de hacer una respuesta y esa respuesta fue, eventualmente, la de atacar a los investigadores periodísticos. Se concentraron en mí. Al principio solo eran algunos afectados por el caso Lava Jato. Después, en la medida en que la ultraderecha fue adquiriendo más poder, aparecieron más atacantes.

 

Gustavo Gorriti, periodista de investigación peruano, está enfrentando una nueva ola de ataques perpetrados por grupos de derecha vinculados a la élite política y empresarial que él ha investigado por años. Foto de El Faro: Gabriel Labrador.
Gustavo Gorriti, periodista de investigación peruano, está enfrentando una nueva ola de ataques perpetrados por grupos de derecha vinculados a la élite política y empresarial que él ha investigado por años. Foto de El Faro: Gabriel Labrador.

Por lo que dice, muchos peruanos no solo aplauden lo que propone la ultraderecha, también lo promueven.

El avance de la ultraderecha se explica porque el Estado resultó profundamente traumatizado por la pandemia y la peste del Covid, y eso abrió el paso para que tomaran más poder. Entonces, así como ocurrió en muchos otros lados, se comenzaron a llevar a cabo campañas masivas de desprestigio, basadas en la desinformación más completa, usando los lugares comunes a nivel internacional para atacar, especialmente, al periodismo de investigación. Un lugar común, por ejemplo, es la relación con George Soros (filántropo fundador de la Open Society Foundation), a quien toda la derecha en el mundo trató de convertir en el gran villano. Y, después, en la medida que se fortalecía su control mafioso sobre el Estado, buscaron en primer lugar retribución y venganza por toda la investigación hecha en su contra, por lo que había significado. En segundo lugar, inspirado por el caso guatemalteco, lograron subvertir, completamente, la narrativa sobre cómo se había hecho la corrupción, quiénes habían sido los corruptos, etcétera, y aquellos que han sido objeto de la investigación resultan víctimas cuyo honor es recuperado mediante la acusación contra quienes investigaron. Y eso, además, hay un cierto sentido de urgencia porque uno de los principales juicios por este caso —el que tiene como acusada principal a Keiko Fujimori— va a empezar en julio y para ellos resulta importante haber logrado antes presentar una pseudo realidad, una realidad fake, que sea la aceptada como tal.

¿Cómo los grupos de ataque están tratando de imponer esa pseudo realidad?

La mayor parte de las ofensivas contra periodistas de investigación, en el mundo, tuvieron como precedentes las campañas de descrédito. Lo hicieron contra Ana Politkóvskaya, en Rusia; lo hicieron contra Daphne Caruana, en Malta; lo hicieron contra María Ressa, en Filipinas. Han movilizado una cantidad de recursos como yo no vi en esos casos. En este caso en concreto, han movilizado gente, no solamente en el Perú, en Panamá también. Aparte, han movilizado a bandas de matoncetes para un hostigamiento callejero constante. Una estación de televisión basura, Willax TV, virtualmente dedicada al ataque con desinformación —al lado de eso parecería que Fox News es como C-Span (una cadena informativa estadounidense descrita comúnmente como inerte). También hay radios y varios periódicos que hacen un eco inmediato a todas las campañas de desinformación al igual que varios bribones que han logrado cierta caracterización política. Además, siempre hay sinvergüenzas que han estado metidos en la política, en cuestiones gremiales, que pueden ser entrevistados por los lumpen periodistas que actúan para la desinformación, y que van a obtener inmediatamente eco dentro de esos medios.

¿Ha tenido éxito esa narrativa?

Para quienes desinforman es muy importante lograr la judicialización de la mentira. Y empezaron a lograrla cuando una fiscalía, sin hacer la mínima diligencia debida, nos hace una investigación hostil a mí y a los dos principales fiscales encargados de la investigación de Lava Jato sobre la base casi única y exclusivamente de la desinformación hecha por estos. La idea, obviamente es poder encarcelarme, por lo menos a mí, y poder sacar de sus puestos, con la mayor deshonra posible, a los fiscales que hacen esto. Dejar, además, un escarmiento para cualquier futuro investigador. Tuvieron a su favor un hecho que, de un lado, la sociedad, en general —aunque ha habido muchas manifestaciones de solidaridades con nosotros, conmigo— ha estado, diría yo, desmovilizada y que yo estuve seriamente enfermo, y no estuve en las mejores condiciones como para poder responder en ese momento.

¿Se sabe verdaderamente quiénes son estos medios de comunicación, Willax y demás?

Quizás hay que investigar más, pero es clarísimo que se trata de un lumpen periodismo con esteroides y que está atendido por un montón de mercenarios. Se conoce quiénes son los dueños fundamentales de Willax, un empresario llamado Erasmo Wong, de ultraderecha, que es el anfitrión de VOX [partido ultraconservador español] cuando estos llegan a hacer lo suyo y que está investigado por el lavado de dinero. Nosotros hemos publicado sobre eso. Otro muy vinculado es el actual alcalde de Lima (Rafael López Aliaga) que está metido en el apoyo a las bandas de acosadores, a las turbas callejeras. Toda esa gente que ha traído elementos delincuenciales a la práctica de la política son los que están detrás, y también gente vinculada con el Alanismo (movimiento alrededor del expresidente García) y detrás, en la sombra, muchos empresarios de derecha-derecha que se sienten más seguros un régimen represivo, duro, que supuestamente ponga a la gente en su sitio.

Keiko Fujimori dijo hace unos días que usted era el líder de la organización criminal, que dirigió a los fiscales que, según ellos, actuaron mal porque estaban investigando el caso Lava Jato.

Eso es falso, nosotros empezamos la investigación varios años antes de que la Fiscalía lo tocara, de manera que teníamos mucha información. Luego con la red que armamos, conseguimos información que la Fiscalía nunca tuvo y luego viene la contradicción que tú apuntas: acusan de que yo era el director estratégico y táctico porque decía a quién interrogar, cómo interrogar, de qué manera hacerlo y todo eso y que a la vez estos me iban a dar la información y yo, a cambio, le daría buena prensa. ¿Pero cómo definen eso? Si tú tienes una postura editorial en la que llegas a la conclusión de que los fiscales han hecho bien su trabajo y que merecen la aprobación etcétera, eso no significa que ya ha habido un intercambio ilícito de favores. Es una cosa ni siquiera demente, es estúpido.

¿La ciudadanía en general ha resultado confundida o cree en estas versiones?

Con una campaña de desinformación calculada, planificada, siempre hay un cierto número de gente capaz de creerlo y, del lado de quienes somos objetivos de eso —yo no nunca me considero víctima, sino objetivo— de repente al comienzo, con todo el trabajo que tenemos encima, y con lo poco que somos, posiblemente no le dimos suficiente importancia. Posiblemente, si hubiéramos contestado con la energía con la que estamos contestando ahora, eso no hubiera progresado lo suficiente, pero al comienzo tampoco sabíamos toda la organización que hay detrás, todos los objetivos que hay detrás, solamente se fueron revelando y bueno se fue reaccionando en consecuencia. Hemos aprendido bastante. Ahora estamos logrando una mejor reacción.

¿Cómo han enfrentado ustedes toda la campaña de ataques?

Con la crisis que tiene el Perú y con la población que está profundamente desagradada, a pesar de que hay un desprecio casi unánime frente a este gobierno, no se concretan las protestas. Pero junto con eso, la reacción internacional ha sido muy intensa, potente, que ha tenido un efecto un efecto diverso tanto positivamente dentro de la gente de la inteligencia nacional, como negativamente dentro de una parte de los perpetradores. Sencillamente, algunos, no los más tontos, se habrán dado cuenta de que a la larga la cosa le puede salir mal, como sucedió en Guatemala, con varios de ellos perdiendo su visa, con algunos entrando a la lista Engel y finalmente con uno o dos, o de repente más, a quienes se les aplicaría el Acta Magnitsky. Pensaron que lanzarse contra una organización pequeña, de periodismo de investigación iba a ser bastante fácil. Pero luego se dieron cuenta de que hay un montón de intangibles que ellos siempre suelen dejar de lado. Uno de ellos es la capacidad de la solidaridad internacional. En este caso ellos están absolutamente engranados, si crece la ofensiva, crece más la solidaridad internacional en su contra. En todos los casos más importantes que he tenido cuando ha habido lucha contra el poder, no tomaron en cuenta ese factor, esos intangibles. Y, finalmente, tuvieron que sufrir las consecuencias. Eso fue lo que ocurrió en Panamá en 1997 cuando ese país intentó expulsarme. Estados Unidos actuó con gente de muy alto nivel.

(Después del secuestro de dos días en abril de 1992, perpetrado por el Gobierno de Perú, Gorriti salió unos años de Perú y se radicó en Panamá, donde también investigó casos de corrupción. El presidente panameño Ernesto Pérez Valladares intentó expulsarlo, con la excusa de que los servicios de inteligencia aseguraban que había un plan de asesinarlo, y el presidente lo que quería era evitar que ocurriera en Panamá.)

¿Es el resultado del juicio contra Keiko Fujimori por el caso Lava Jato lo que más le preocupa al grupo que te está atacando?

No, el juicio es muy importante porque la carga de prueba que comprueba que Keiko Fujimori recibió dinero, intentó lavarlo y ocultarlo es abrumadora. Si ella empieza a tener la posibilidad de una sentencia desfavorable, cambia todo para ellos. En este momento, ella dirige el grupo más numeroso en el Congreso que es el que lleva la iniciativa de casi todas las leyes que les convienen.

'La justicia peruana tiene grandes problemas, pero no está del todo sometida, ni está sometida en todos los niveles', dice Gustavo Gorriti, periodista peruano que enfrenta una investigación por parte de la Fiscalía que se basó en desinformación en redes sociales para acusarlo. En mayo de 2024, brindó una entrevista a El Faro, en su casa, en Lima. Foto de El Faro: Gabriel Labrador.

Tu medio publicó el especial de “Lava Juez”, y las revelaciones del reportaje hicieron que se removieran distintas autoridades, entre ellas el fiscal general. Luego, el fiscal sustituto y que, en teoría, debía servir de correctivo, es el que te está atacando con una investigación espuria. ¿Cómo se evita esa paradoja? 

La investigación no avanzó todo lo que debió haber avanzado. Se reveló muchísimo en ese reportaje, cuestiones sin precedentes, pero que no lograron que se llegara totalmente al fondo del asunto porque se necesitaba un nivel mucho mayor de fuerza política para llevar a cabo reformas muy profundas, y en eso vino la peste, la pandemia y eso tuvo un efecto que fracturó, desestabilizó, todo aquello y terminó con una población profundamente traumatizada.

¿Sigue hundida la ciudadanía tras el trauma del covid?

Sí, no se ha recuperado pero hay otro factor. La economía ha estado en una bajada tremenda, ha habido un aumento muy grande de pobreza como resultado de la crisis económica que se ha vivido con el mal gobierno y por otros factores. Entonces ahora tienes a algunos millones de personas que antes tenían los suficientes medios como para poder pensar, y que ahora lo único que tienen que pensar es en cómo sobrevivir también ha tenido alguna importancia.

A nivel regional los ataques a la prensa se han intensificado a través del uso de los sistemas judiciales. ¿Cabe hacer alguna advertencia o recomendación al periodismo latinoamericano?

Ahorita no hay alternativa más que ocupar recursos financieros, por pequeño que sea el medio, para la defensa de las investigaciones. En América Latina, tiene que ya ser parte del sistema operativo de toda investigación. Uno tiene que prepararse, previamente, a la defensa de la investigación, ante la contraofensiva que muy probablemente llegará.

 

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