Aquel soldado también abrevó de su propia matonería una buena cantidad de lecciones: la más obvia, es que se puede obligar a un adolescente campesino a arrodillarse, que se puede cortarle el pelo con un yatagán y que, haciéndolo, no pasa nada. Aprendió de la forma más efectiva el significado de la palabra impunidad.
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