Julio Torres se describe a sí mismo como una mezcla entre el comediante Eugenio Derbez y el astrólogo Walter Mercado. Migró de El Salvador hacia Estados Unidos en 2009 para estudiar literatura en The New School en Nueva York, de donde se graduó en 2011. Con 37 años, Torres estrenó su primera película en Estados Unidos (“Problemista ”, 2023), coprotagonizada por la actriz británica Tilda Swinton, ganadora de un Óscar en 2007 por su papel como actriz de reparto en la película Michael Clayton.
Swinton no es ajena a las grandes taquillas, como en Pinocho (2022), la primera película de Las Crónicas de Narnia (2005) y varios títulos de Los Vengadores. En Problemista, esta estrella de cine se junta con Torres, que debuta como director de cine. Para completar el ensamble, lo hacen en uno de los estudios más importantes del cine independiente: A24.
Torres empezó su carrera de comediante haciendo shows de stand up en bares neoyorquinos. Gracias a una aplicación que vio en Facebook, conoció al manager que le conectó con el legendario programa Saturday Night Live, que este año llega a su temporada 50. Torres fue guionista del programa y su carrera despegó.
En 2019 la cadena televisiva HBO estrenó Los Spookys, la primera serie escrita enteramente por él, junto a la comediante y actriz Ana Fabrega (El padre de la novia, 2022) y Fred Armisen, otro exalumno de Saturday Night Live.
Torres a menudo interpreta a personajes excéntricos, introvertidos o incluso con habilidades sobrenaturales. Torres abre un monólogo de 2017 para Comedy Central diciendo: 'soy vegano. Lo siento mucho'. En el especial viste una chaqueta plateada, habla pausado, con silencios incómodos, y dialoga con un cristal. Luego lee un diario que dice ser el de Melania Trump: 'Donald y los otros se enojan cuando ven las noticias. Se enojan mucho. Solo espero que no se desquiten conmigo y me conviertan de nuevo en gato'.
Quizá hace sentido que Torres aterrizara en A24, un estudio que ha apostado en la última década por guiones originales. Ha roto esquemas con sus producciones ganadoras del Oscar: Todo en todas partes, todo a la vez (Daniel Kwan y Daniel Scheinert, 2022) o La ballena (Darren Aronofsky, 2022). Cuando A24 le concedió la oportunidad de escribir una película, Torres alcanzó a pilotar su propia nave nodriza.
Para Julio, Problemista es hasta el momento su obra más personal. La película, de corte autobiográfico, cuenta las desventuras de Alejandro, un joven inmigrante salvadoreño que sueña con ser diseñador de juguetes, y debe enfrentarse a un sistema migratorio que lo obliga a buscar una visa de trabajo en Estados Unidos. En medio de esa búsqueda conoce a Elizabeth (Tilda Swinton), una excéntrica crítica de arte casada con un pintor que sólo hace cuadros de huevos. El artista se ha sometido a pasar hibernando en una cápsula criogénica para conservarse vivo hasta el futuro, cuando sus cuadros ya sean considerados obras maestras. Alejandro ayudará a Elizabeth a organizar una exposición en honor a su esposo congelado, para conseguir la visa.
La película tuvo un estreno limitado en cines salvadoreños el 28 de agosto. Al día siguiente, Julio Torres concedió esta entrevista a El Faro.
Quiero comenzar la conversación hablando de tus orígenes. ¿Cómo se instaló el germen de la comedia en tu vida?
Si a un niño le preguntas ¿qué quieres ser cuando seas grande? Y dice astronauta, yo decía que quería vivir en Nueva York. Yo creo que se me había entrado eso en la cabeza desde que vi Mi Pobre Angelito, o alguna tontería así. Como a los 17 o 18 años me entró la curiosidad por el cine e iba a un rentavideos. Veía como cuatro películas a la semana. Y así me entraron las ganas de hacer cine. Pero ni siquiera dirigir, sino escribir específicamente cine y televisión. Pero siempre la gran pregunta para mí fue ¿cómo y dónde Obviamente no conocía a nadie que hiciera cine. A través de algunos amigos conocí a un par de personas que hicieron un documental en El Salvador. Eso es más como periodismo. Pero no era esa mi rama. Yo quería escribir ficción.Como que mis ganas de vivir en Nueva York, y mi curiosidad adolescente de escribir cine, se enlazaron.
Apliqué dos veces a una beca en una universidad acá en Nueva York. Y ya después de tres años, no sé si les di lástima, pero me dieron una porque ya hizo posible venirme. No vine a una escuela de cine porque la universidad que me dio la beca no tiene cine. Tenía literatura, entonces fue como, bueno, ya tengo un cartón que dice que soy publicista que por lo menos me ayudó a matar tiempo. Voy a matar un poquito más de tiempo ahora en Nueva York, dije. Entonces hice eso y luego me gradué. Acá te dan un permiso por un año, si sos estudiante internacional, para conseguir una visa de trabajo. Entré a ese período de un año y lo que estaba buscando era otro puente para alargar mi período de gracia, para ver cómo conseguiría entrar al mundo del cine, y mientras estaba haciendo eso sentía que se me acababa el tiempo.
Había venido desde San Salvador, estaba aquí pero sólo tratando de sobrevivir. No estaba haciendo lo que se suponía era mi misión y no sabía cómo entrarle a esta idea de escribir cine o televisión. De repente se me ocurrió empezar por los shows de comedia. Eso se me ocurrió mientras estaba trabajando como asistente para abrigos, que consiste en que llega la gente a un lugar con sus abrigos y te lo da y vos le das un número para guardarlo. Ese trabajo me gustaba porque era bastante monótono.
¿Qué fue lo que más te impactó en tu experiencia como migrante en Estados Unidos?
Estaba en un limbo. No vine como un inmigrante con pocas opciones. Tuve la suerte de no pasar grandes penas. Fui el tipo de inmigrante cuyos papás tenían dinero, y venían, no tienen necesidad de trabajar aquí, tienen una experiencia más o menos divertida, regresan a El Salvador… pero sí me sentí como que ni era de aquí ni de allá. No sabía cómo navegar ni mis límites ni mis privilegios. Lo que más me resultó fue imitar la trayectoria de mis compañeros gringos de acá, que salen (de estudiar), sacan un trabajo y ven cómo se mantienen a flote, pero con las limitaciones de no tener la ciudadanía.
Navegar en ese limbo me hacía sentir solitario. Pensé que la única manera de penetrar o mostrar lo que yo podía escribir, era haciendo stand up (show de comedia). Acá, si buscas en google 'Nueva York. Stand Up. Micrófono abierto. ', te da una lista de cinco al día. Escoges uno y vas.
En ese mundo empecé a conocer a varias personas que querían ser comediantes. Luego me inscribí a un concurso del cual supe vía Facebook. Eran varias rondas. Llegué a la última y el premio era que te llevaban a Los Ángeles, y ahí hacías tu show de comedia para un grupo de agentes y managers. Logré eso. Y así conocí a mi agente que me dijo 'quiero trabajar con vos', y así me empezó a mandar aplicaciones para escribir a diferentes programas de televisión. Apliqué para escribir en Saturday Night Live, y ahí fue que empecé a entrar en lo que yo quería hacer.
Ahora, con todo este contexto, ¿podemos decir que Problemista es una película autobiográfica?
Si. Bastante. Es una metáfora. Yo creo que un 75% es verdad. Muchos de los hechos son verdad. Pero también lo que estaba más embebido en comunicar era cómo me sentía. Cómo se siente estar atrapado en ese limbo. Cómo se siente que no sos de allá ni de acá. Y navegar por eso, y fue como tratar de hacer una película que se sienta honesta a la experiencia emocional.
Supe que tu película empezó a ser escrita al menos cinco años antes. ¿Cómo fue ese proceso de trabajo creativo?
En ese momento yo ya estaba trabajando en Saturday Night Live y ya había escrito, no dirigido, pero ya había escrito varios cortos ahí, que al parecer atraparon la atención de muchos productores. Lo que quería era la historia de un inmigrante y a mí no me daban ganas de apegarme a algo autobiográfico porque me parecía tedioso. Sentí como que mi historia no era tan interesante como para hacer una película. Pero después empecé a tratar de escribir y luego la voz de este personaje, que se convirtió en el personaje de Tilda (Swinton), empezó a crecer. Escribirla a ella sí me divertía bastante. Y luego empecé a pensar en mi historia como mi experiencia para conseguir esta visa de trabajo, y comencé a amarrarla a eso, con la fantasía de un cuento de hadas. Pensé en el personaje de Tilda como el villano en un cuento de hadas.
Llevaba años de escribir en un cuaderno de ideas, pero fue hasta el 2020 cuando todo el mundo dejó de poder moverse por la pandemia, que estaba yo solito y empecé a escribirla ya de verdad. Y empecé a mostrarle borradores a productores, y luego el guión llegó a manos de Tilda, que había visto Los Spookys. Y ella de un sólo dijo sí, yo quiero trabajar con él. Porque ella es, así como decimos en El Salvador, arrecha. No le importa lo viejo o joven. Lo premiado o no premiado que es un director. Si ella ve algo interesante, y no importa si el papel es grande, o chiquito. Si ella ve un mundo interesante, ella se tira.
¿Entonces tu idea inicial no fue dirigir?
No. Pensamos en otros directores para esta película. Desde Ang Lee (Secreto en la montaña, 2005), Gus Van Sant (Elephant, 2003), Michel Gondry (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, 2004). Pero nadie hacía sentido. Y los que leían el guión decían que no había cupo para ellos dentro del texto. No podían poner su toque, porque ya estaba demasiado formado. Pero platicando con Tilda y con otra gente, afronté la idea de dirigir. Decidí aventarme.
¿Y cómo llegó el guión a la productora A24, tomando en cuenta que priorizan al cine de terror?
Sí, les ha pegado el cine de terror. Pero es un horror más autoral. Un horror sexy. A través de ellos, de hecho, logré tener la posibilidad de estructurar el guión. Hay varias maneras de hacer una película. Y lo que a mí me dieron fue un gran regalo, que fue que me dijeron 'escribí lo que querrás. Te vamos a dar dinero para que escribas. Lo vamos a leer. Y si nos gusta lo que hacemos'. Y así fue. Ese fue el contrato. Les gustó bastante que Tilda estaba decidida a hacerlo, y les emocionaba el riesgo de que yo fuera el director, porque era algo más rebuscado, pero es lo que hace a esta productora lo que son. A lo mejor otra productora no hubiera tenido el coraje de hacer esto.
En las últimas décadas ha habido una gran producción de películas que abordan la migración, pero normalmente desde el documental, la sociología o bajo una mirada trágica de dicha experiencia. Tu película sí tiene un trasfondo social, pero tus formas apelan más al fantástico e incluso a la ciencia ficción. ¿Cómo llegas a esas decisiones estéticas e ideológicas?
Es la manera más honesta en la que yo puedo escribir. Mi experiencia como migrante no es una experiencia trágica. Yo no creo que haya una manera correcta o incorrecta de tratar sobre el tema de la migración, pero como mis penas han sido pequeñas, creo que eso me ha dado la posibilidad de abordarlo de un tono diferente. Esta película retrata las cosas como las sentí. Y creo que tratarla de una forma súper trágica hubiera sido emocionalmente deshonesto. No es ese mi camino. Ese ha sido el camino de otra gente.
¿No te da temor de que esa perspectiva desentone dentro de tus propios connacionales, dentro de la comunidad latina?
Para ser honesto, no escribo ni hago cosas pensando en qué va a pensar la gente. Ni tampoco lo hago pensando en para quién va a ser. Y tampoco es que estoy diciendo 'esta es la experiencia inmigrante. Es esto y nada más esto. Y si no es así, no es válido'. Estoy diciendo que así es el mundo como lo veo yo.
A veces cuando estoy haciendo publicidad para esta película, siento como que soy Miss El Salvador. Me siento como si me están coronando Miss El Salvador, y me dicen: Vaya, usted está representando a su país. ¿Qué palabritas va a decir usted, que va a representar a todos los ciudadanos de El Salvador? No, yo soy un salvadoreño que ha tenido la oportunidad de hacer esta película, pero no estoy diciendo 'pues así es, caso cerrado y se acabó'.
A propósito de que Problemista aborda la migración, ahora estás viviendo en un país con un contexto pre-electoral, en donde la figura del inmigrante toma relevancia política. ¿Hay algo que te preocupa de las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos?
Me preocupa que no veo ninguna opción que sea ideal para el inmigrante. Me preocupa que no veo un verdadero interés (por parte de los candidatos Kamala Harris y Donald Trump). Veo nuevamente que la mejor opción es un ni modo. Cuando ya empezás a investigar qué van a hacer tangiblemente con el tema de la frontera, y eso siendo uno de tantos temas, me preocupa que los veo a ambos un poco imperialistas. Uno diciendo cosas de manera que da miedo y la otra como que tenés que leer entre las líneas. Pero obviamente una llegada de Trump nuevamente al poder sería desastrosa.
¿Y cómo te relacionas actualmente con El Salvador, estás pendiente de la coyuntura que ocurre aquí?
Mi hermana ya no vive en El Salvador. Pero toda mi familia sí vive allá. Entonces obviamente lo que pasa en el país me impacta directa o indirectamente a mí. Vuelvo a esa idea de que sigo sintiéndome que no soy ni de allá ni de acá. Pero claro que me preocupan las cosas de El Salvador, como lo económico.
Ya ahora como adulto, tomar decisiones aquí en Estados Unidos implica pensar no sólo en mí mismo, sino también en mis papás… pensar en cómo seguir apoyándolos a ellos, y cómo las decisiones que tomo los efectos.
Eso es muy de inmigrante…
Si. Son las secuelas. Es Problemista parte dos. Porque aún si no lo veía de esa manera, el apoyo de mi familia fue una inversión. Y sí, es algo bastante de inmigrante. Es la metáfora del pajarito que ya salió, ya puede volar, y ahora el pajarito tiene que ver qué lleva a casa. Y así estoy y así estamos muchos, porque como sabemos, lo que mantiene a El Salvador a flote, en parte, son los que mandamos dinero. Cosa que da miedo… qué ocurriría si algún día eso deja de pasar.
Y en cuanto a otras cosas que están pasando allá, pues Nayib Bukele obviamente da miedo. Se veía venir desde el principio. Ese era el miedo, de que el señor iba a entrar y no se iba a querer ir. Y ese es el miedo que se siente aquí con Trump. Porque es la misma idea de tener la corona y no soltarla. A veces las cosas que dice Trump se sienten familiares, como si estuvieran en el tercer mundo. Y dice lo que quiere decir y toda la gente le aplaude. Y dice que va a meter a toda esta gente (migrantes indocumentados) a la cárcel porque la culpa la tienen ellos. Hay un paralelismo ahí (con Bukele).
¿Qué podemos esperar en El Salvador tras las elecciones de noviembre?
Una administración Kamala sería como lo que históricamente conocemos. Un Estados Unidos que dice no vengás y que está en su posición de ser la policía del mundo. Un Estados Unidos que saca la cabeza, ve abajo y dice 'bueno y ustedes qué están haciendo, ¿por qué hay tantos presos ahí?' Y con Trump sería como un rey apoyando a otro rey, y pues el rey salvadoreño va a poder hacer lo que quiera. A Trump no le importará a quién meten a la cárcel sin juicio, a quién meten a la cárcel, sólo porque tal vez, a lo mejor, posiblemente, esté involucrado con algo malo. Le gusta esta idea. Y si nos meten el miedo de que sólo así, con este tipo de extremos, como el régimen de excepción, se puede lograr vivir en El Salvador, pues medidas eso es lo que están vendiendo. Si tienes en la cabeza que esa es la única solución, entonces se entiende cómo alguien llegó a la conclusión de que un Nayib o un Trump son necesarios. Entiendo cómo hicieron la matemática y llegaron a eso, pero para mí la fórmula está incorrecta.
* Con reportes de Omnionn.