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El Brit: hijos del caos

Carlos Barrera

Martes, 1 de octubre de 2024
Carlos Barrera

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En un pasaje de la colonia Las Margaritas, Soyapango, un grupo de hombres forcejea para subir a otro en una camioneta. Lo toman de los brazos, del cuello y de las piernas, pero se resiste, es evidente que no se quiere ir. Segundos después, a pesar del intento del hombre por zafarse, logran subirlo al vehículo. Desde otro carro, ubicado a pocos metros de aquella escena, una mujer graba con su celular. Su acompañante le pide llamar a la Policía, pero la mujer sigue grabando. Minutos después, el grupo de hombres sería detenido por la Policía Nacional Civil y pasarían más de una semana detenidos en la subdelegación de Soyapango. 

El video se viralizó desde una cuenta en X que se encarga de difundir material sobre operaciones de la PNC. Desde la cuenta, lo manejaron como un posible secuestro, pero algunos comentarios echaban luz en otro sentido: “Drogo violento, llevándoselo para que se rehabilite, buenos amigos’”. 

Aquellos hombres no eran secuestradores. Se llevaban a ese hombre contra su voluntad, eso es evidente, pero su objetivo no era pedir un rescate. De hecho, todos ellos fueron liberados después de que la familia del hombre capturado, junto con el hombre mismo, llegaron a  explicar a la Policía que se trataba de un “rescate”, debido a una adicción al alcohol. “El rescate” lo realizaban miembros de un centro de rehabilitación que opera en el barrio Santa Anita, del Centro de San Salvador, bajo el nombre de El Brit, una palabra hebrea que significa “pacto”. El lema del centro es 'hijos del caos'. 

El centro funciona desde el 2020 y, según sus miembros, trabaja en la prevención, tratamiento y reinserción de las personas que padecen de la adicción al alcohol o las drogas. Y sí, en ocasiones, como queda evidenciado en el video, su método es forzar al auxiliado.

Cuando una familia llama a El Brit, el centro envía un equipo para dialogar con la persona. Con la experiencia de haber sido adictos al alcohol y a alguna droga, los colaboradores de El Brit conocen el comportamiento de un adicto. Primero le advierten que su familia está sufriendo e intentan convencerlo. Antes de eso, los parientes firman un documento donde autorizan a El Brit a llevarse, por voluntad propia o a la fuerza, al que está padeciendo una adicción. Pero eso solo ocurre en casos muy puntuales. La mayoría de personas llegan voluntariamente tras padecer los estragos físicos y sociales de sus adicciones. 

Según datos oficiales del Informe Nacional 2023 sobre la situación de las drogas, los primeros seis meses de ese año se atendieron 5,942 emergencias por intoxicación aguda y sobredosis en El Salvador. Siendo las intoxicaciones por alcohol la mayor cifra de casos atendidos, seguido por el tabaco, marihuana, cocaína, sedantes, anfetaminas, opioides y alucinógenos. El mismo informe revela que en el año 2022 hubo 291 muertes relacionadas con trastornos mentales y del comportamiento debidos al uso de alcohol. El 94 % de las personas fallecidas eran hombres.

En El Salvador, hasta 2022 existían siete centros de prevención y tratamiento en sedes del Fosalud, además de diez centros de rehabilitación aprobados con sello de buenas prácticas por la Comisión Nacional Antidrogas. También, fuera del sistema de salud, hay instituciones privadas y oenegés no aprobadas como El Brit. Actualmente en El Brit están en proceso de rehabilitación 80 hombres. Algunos de ellos son de la zona rural del país o fueron deportados de Estados Unidos y no tienen a ningún familiar en El Salvador. Muchos sufrieron abandono en la infancia a causa de la migración. La mayoría perdió su empleo debido a su adicción.  

En El Brit, la actividad inicia desde temprano. Unos cocinan, otros hacen limpieza. Los más débiles a causa de la abstinencia guardan reposo. Los enfermos son llevados al hospital. Por las tardes, se juega cartas, se hace ejercicio físico y se tienen charlas grupales. Allí convergen trabajadores de call center, campesinos, deportados y estudiantes universitarios. Así inicia un largo camino de hasta seis meses de internamiento para tratar de rehabilitarse. 

 

El centro se fundó en 2020 y han pasado por allí 4,000 personas. Su nombre, El Brit, significa
El centro se fundó en 2020 y han pasado por allí 4,000 personas. Su nombre, El Brit, significa 'El Pacto', en la traducción del hebreo al español. Simboliza el compromiso para rehabilitarse de cada uno de los que se han internado voluntariamente. Actualmente, hay 80 personas en un proceso de 90 días sin consumo de alcohol y drogas. El lugar se sostiene de una tienda y de las donaciones que hacen familiares de internos que tienen las posibilidades económicas. Los que no pueden aportar económicamente con el tiempo se convierten en voluntarios.

 

 

En 2020 Ulises Argueta, conocido como Tarzán, estaba muriendo en la calle. Su inflamación del hígado había sido provocada por una adicción al alcohol que padecía desde su adolescencia. Ese año se encontraba deambulando por los alrededores de un famoso bar del bajo mundo, El Congreso, en el Centro Histórico.
En 2020 Ulises Argueta, conocido como Tarzán, estaba muriendo en la calle. Su inflamación del hígado había sido provocada por una adicción al alcohol que padecía desde su adolescencia. Ese año se encontraba deambulando por los alrededores de un famoso bar del bajo mundo, El Congreso, en el Centro Histórico. 'De allí me levantó mi padrino, Eder Valencia, y así nació El Brit. Me llevaron al hospital y me ayudaron a reponerme físicamente. Ahora, a mis 48 años, puedo decir que esta es mi familia. Soy voluntario y cada vez que alguien se recupera es una felicidad para mí', dijo Tarzán, que tiene cuatro años sin consumir alcohol.

 

 

El área de la cocina es una de las más activas en El Brit. Todos los días, Efraín Portillo cocina para los internos. Efraín es chef de profesión, tiene 29 años y se internó voluntariamente hace 30 días, después de pasar tres meses bebiendo alcohol a diario. Ha consumido alcohol desde los 13 años. Perdió su trabajo y sus ahorros:
El área de la cocina es una de las más activas en El Brit. Todos los días, Efraín Portillo cocina para los internos. Efraín es chef de profesión, tiene 29 años y se internó voluntariamente hace 30 días, después de pasar tres meses bebiendo alcohol a diario. Ha consumido alcohol desde los 13 años. Perdió su trabajo y sus ahorros: 'Empecé faltando al trabajo, por pasar tomando, hasta que lo perdí. No me daba cuenta del problema hasta que empecé a ser una molestia para mi familia. Aquí estoy aprendiendo a ser disciplinado. Llevo un mes sin tomar y espero que mi familia me acepte otra vez'.

 

 

Todos los días, a las 6 de la tarde, se realizan sesiones grupales en las que cada persona comparte con los demás su problema: el tipo de adicción que padecen, sus miedos y los principales obstáculos para superarlo. El Brit también recibe apoyo de las organizaciones Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos.
Todos los días, a las 6 de la tarde, se realizan sesiones grupales en las que cada persona comparte con los demás su problema: el tipo de adicción que padecen, sus miedos y los principales obstáculos para superarlo. El Brit también recibe apoyo de las organizaciones Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos.

 

 

Daniel Rivas tiene 30 años. Lleva internado cuatro meses y 20 días para tratar de superar una adicción al crack. Su objetivo es no tener contacto con nadie de afuera durante seis meses y recibir únicamente llamadas de su madre. Antes de internarse, perdió el trabajo que tenía en un call center y vendió todos los electrodomésticos de la casa en la que vivía con unos amigos.
Daniel Rivas tiene 30 años. Lleva internado cuatro meses y 20 días para tratar de superar una adicción al crack. Su objetivo es no tener contacto con nadie de afuera durante seis meses y recibir únicamente llamadas de su madre. Antes de internarse, perdió el trabajo que tenía en un call center y vendió todos los electrodomésticos de la casa en la que vivía con unos amigos. 'Yo vivía frustrado de no poder avanzar en la vida. Probé piedra por primera vez a los 17 años y desde entonces no paré. Todas las personas que he querido me dejaron, menos mi madre, por eso quiero demostrar que puedo ser mejor', dijo después de hacer su ronda diaria de ejercicios.

 

 

 

Antes de internarse en El Brit, David Hernández pasó por el Hospital Nacional Psiquiátrico Dr. José Molina Martínez. El hospital es uno de los centros públicos que cuenta con el servicio de hospitalización de adicciones y detoxificación.
Antes de internarse en El Brit, David Hernández pasó por el Hospital Nacional Psiquiátrico Dr. José Molina Martínez. El hospital es uno de los centros públicos que cuenta con el servicio de hospitalización de adicciones y detoxificación. 'Fui a parar al psiquiátrico porque el alcohol ha dañado mi sistema nervioso y me pongo violento. Llevo tres meses de estar aquí y no quisiera, pero muchas veces traté mal a mis hermanos, y mi familia me envió a este lugar', dice David mientras descansa en su cama.

 

 

Samuel vivió en Estados Unidos durante 20 años. El tatuaje de una jeringa en su brazo se debe a una sobredosis de heroína a la que sobrevivió. Después de eso, fue deportado por estar involucrado en un accidente de autos mientras manejaba bajo los efectos de la heroína y el alcohol. Ahora, a más de un año de su deportación, ha iniciado un proceso migratorio en el que tiene que enviar pruebas antidoping cada dos meses a su abogado para poder ser admitido nuevamente en Estados Unidos.
Samuel vivió en Estados Unidos durante 20 años. El tatuaje de una jeringa en su brazo se debe a una sobredosis de heroína a la que sobrevivió. Después de eso, fue deportado por estar involucrado en un accidente de autos mientras manejaba bajo los efectos de la heroína y el alcohol. Ahora, a más de un año de su deportación, ha iniciado un proceso migratorio en el que tiene que enviar pruebas antidoping cada dos meses a su abogado para poder ser admitido nuevamente en Estados Unidos.

 

 

Óscar Sorto fue vapuleado mientras departía alcohol con otras personas. También empezó a tomar desde la adolescencia, como la mayoría en El Brit. Lleva poco más de una semana de estar interno voluntariamente y pretende pasar el proceso de tres meses para poder salir de rehabilitación.
Óscar Sorto fue vapuleado mientras departía alcohol con otras personas. También empezó a tomar desde la adolescencia, como la mayoría en El Brit. Lleva poco más de una semana de estar interno voluntariamente y pretende pasar el proceso de tres meses para poder salir de rehabilitación.

 

 

El 16 de septiembre de 2024, Armando Jiménez había regresado a El Brit después de pasar la noche en el Hospital Nacional Saldaña. Solitario y en la oscuridad de su cuarto, se quejaba del dolor de una enfermedad hepática y la diabetes. Entre lágrimas y con la voz cortada dijo:
El 16 de septiembre de 2024, Armando Jiménez había regresado a El Brit después de pasar la noche en el Hospital Nacional Saldaña. Solitario y en la oscuridad de su cuarto, se quejaba del dolor de una enfermedad hepática y la diabetes. Entre lágrimas y con la voz cortada dijo: 'Ya no me hace efecto la medicina'. Los voluntarios de El Brit le dan poca esperanza de vida, pero esperan que con el tratamiento pueda resistir unos meses más. Hace dos meses en El Brit falleció un hombre de 22 años tras convulsionar debido al daño que tenía su cuerpo por el abuso del alcohol y las drogas.

 

 

Dibujo realizado bajo los efectos del cristal por un hombre llamado Jaime, de 35 años. Cuando llegó a El Brit pasó una semana con delirios y alucinaciones.
Dibujo realizado bajo los efectos del cristal por un hombre llamado Jaime, de 35 años. Cuando llegó a El Brit pasó una semana con delirios y alucinaciones. 'Prácticamente era lo que estaba viendo en ese momento', explicó. Ahora, bajo prescripción médica, toma Psicodol, que es un medicamento indicado para tratar delirios y alucinaciones en casos de esquizofrenia y paranoia.

 

 

Kevin tiene 22 años, nació en Estados Unidos y sus padres son originarios de Sensuntepeque, Cabañas. Sobrevivió a tres sobredosis de fentanilo y tuvo dos accidentes de tránsito. Estuvo en rehabilitación en México, pero según él no le funcionó. Debido a los altos costos de hasta 6,000 dólares mensuales por rehabilitación en Estados Unidos, sus padres decidieron enviarlo a El Salvador. Desde el 1 de julio está internado en El Brit:
Kevin tiene 22 años, nació en Estados Unidos y sus padres son originarios de Sensuntepeque, Cabañas. Sobrevivió a tres sobredosis de fentanilo y tuvo dos accidentes de tránsito. Estuvo en rehabilitación en México, pero según él no le funcionó. Debido a los altos costos de hasta 6,000 dólares mensuales por rehabilitación en Estados Unidos, sus padres decidieron enviarlo a El Salvador. Desde el 1 de julio está internado en El Brit: 'La verdad no quisiera estar aquí, pero ya no quiero comer mierda. He visto a mis hermanitos llorar por mí en el hospital después de las sobredosis y ya no quiero eso para ellos ni para mi vida'.

 

 

Mauricio Benítez es originario de Santa Rosa de Lima, La Unión. Su hermana llamó al equipo de El Brit para que lo llevaran al centro de rehabilitación. Mauricio, de 42 años, tiene problemas para coordinar sus palabras y, según los voluntarios de El Brit, es a causa del abuso del alcohol.
Mauricio Benítez es originario de Santa Rosa de Lima, La Unión. Su hermana llamó al equipo de El Brit para que lo llevaran al centro de rehabilitación. Mauricio, de 42 años, tiene problemas para coordinar sus palabras y, según los voluntarios de El Brit, es a causa del abuso del alcohol. 'Mirá, yo me tomaba hasta los perfumes, y vendí las cosas de la casa. Ahora debo pasar hasta diciembre en este lugar. Lo único que quiero es ver a mi mamá', explicó mientras fumaba un cigarrillo.

 

 

José Bonilla, al centro, estaba asustado. Sus manos temblaban, sentía que el corazón le iba a abrir el pecho. El 12 de septiembre tenía una semana de no tomar alcohol y tres días sin dormir. Algunos internos trataban de calmarlo explicándole que era una reacción típica del cuerpo cuando, tras días bebiendo, se deja de golpe.
José Bonilla, al centro, estaba asustado. Sus manos temblaban, sentía que el corazón le iba a abrir el pecho. El 12 de septiembre tenía una semana de no tomar alcohol y tres días sin dormir. Algunos internos trataban de calmarlo explicándole que era una reacción típica del cuerpo cuando, tras días bebiendo, se deja de golpe. 'Tomé alcohol 90 más de un mes seguido', les decía José. 'Si seguís así, pedí que te lleven al hospital porque es peligroso, y no tomés café y no fumés', le respondían.

 

 

Cuando Edgar Cortéz era un niño, sus padres emigraron a Estados Unidos. Lo dejaron bajo el cuidado de una tía y, desde los 12 años, Edgar empezó a consumir alcohol:
Cuando Edgar Cortéz era un niño, sus padres emigraron a Estados Unidos. Lo dejaron bajo el cuidado de una tía y, desde los 12 años, Edgar empezó a consumir alcohol: 'Pues la verdad me salía de la casa. Hasta este día sigo pensando que lo hacía como una forma de llamar la atención de mis padres. Me sentía solo', expresó. Su tía, al ver que su sobrino no podía dejar de tomar, llamó a El Brit y lo fueron a traer hasta Lolotiquillo, Morazán.

 

 

Steven Ayala era un adolescente de 16 años cuando su madre lo llevó a vivir a Estados Unidos. Hizo el viaje con un coyote para llegar a California. Al llegar, se instaló en el Sur de Los Ángeles junto a su madre y vivió durante ocho años hasta que fue deportado por golpear a una persona debido a un ataque de ira. En El Salvador, no le queda ningún familiar. Desde hace cuatro años vive en Concepción Quezaltepeque, Chalatenango, y sobrevive de $100 que su madre le envía cada dos meses. Sus ataques de ira se agravaron cuando empezó a tomar alcohol en El Salvador, al punto de quedar interno en el Hospital Nacional Psiquiátrico. Se rehabilita desde hace meses en El Brit.
Steven Ayala era un adolescente de 16 años cuando su madre lo llevó a vivir a Estados Unidos. Hizo el viaje con un coyote para llegar a California. Al llegar, se instaló en el Sur de Los Ángeles junto a su madre y vivió durante ocho años hasta que fue deportado por golpear a una persona debido a un ataque de ira. En El Salvador, no le queda ningún familiar. Desde hace cuatro años vive en Concepción Quezaltepeque, Chalatenango, y sobrevive de $100 que su madre le envía cada dos meses. Sus ataques de ira se agravaron cuando empezó a tomar alcohol en El Salvador, al punto de quedar interno en el Hospital Nacional Psiquiátrico. Se rehabilita desde hace meses en El Brit.

 

 

Gerardo no podía dejar de consumir marihuana. Eso le hizo abandonar la universidad, vender sus cosas y generar fricción en su familia. Cuando habló con El Faro le faltaban cinco días para cumplir su proceso de rehabilitación:
Gerardo no podía dejar de consumir marihuana. Eso le hizo abandonar la universidad, vender sus cosas y generar fricción en su familia. Cuando habló con El Faro le faltaban cinco días para cumplir su proceso de rehabilitación: 'No sabés lo feliz que estoy, me siento limpio y sé que mi mamá me envió a este lugar porque me ama. Yo nunca creí que mi tatuaje cobrara sentido, pero así es brother, all we need is love', dijo.

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