EF Foto / Desigualdad

Olvidadas en un rinc贸n de Chiquimula

V铆ctor Pe帽a

Lunes, 14 de octubre de 2024
V铆ctor Pe帽a

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Brenda y sus tres hijos caminan en medio del monte hacia la cocina comunitaria. Chon sube una cuesta con un quintal de ma铆z en su espalda. Rita vuelve de buscar ma铆z para la comida de sus siete hijos. Un grupo de mujeres escarba un muro de tierra para ampliar las aulas de la escuela. Roberta busca hojas de guan谩bana para tratarse la diabetes. Es la vida cotidiana en La Ceiba Talquezal y Pitahaya, dos asentamientos remotos del pueblo ind铆gena Maya聽Ch鈥檕rti, en los municipios de Jocot谩n y Camot谩n, en Chiquimula, el departamento con los 铆ndices m谩s altos de desnutrici贸n cr贸nica infantil de Guatemala, el pa铆s con la tasa de desnutrici贸n m谩s elevada en Latinoam茅rica, seg煤n un informe de Unicef sobre malnutrici贸n de menores en Am茅rica Latina y el Caribe. Esto coincide con los datos de la organizaci贸n Acci贸n Contra el Hambre, que ejecuta un programa de vigilancia nutricional en ni帽os de entre uno y cinco a帽os en las comunidades m谩s vulnerables de ese departamento. Chiquimula est谩 ubicado al oriente de Guatemala, en el coraz贸n del corredor seco de Centroam茅rica. Ah铆, la crisis clim谩tica impact贸 con mayor fuerza en los 煤ltimos a帽os. La ausencia de lluvias debilit贸 la agricultura y destruy贸 la autonom铆a de las familias que viven de ella. Ah铆 mueren muchos ni帽os. Tambi茅n nacen muchos bajo la atenci贸n de las comadronas, las parteras que cuidan la salud materno infantil de sus aldeas, a trav茅s de los conocimientos ancestrales, que se han incluido en el manual de atenciones del Ministerio de Salud. En esas comunidades, las comadronas atienden solas incluso sus propios partos y trabajan con recursos propios, sin las herramientas necesarias y sin apoyo del gobierno que, en los 煤ltimos dos a帽os, no pag贸 el incentivo de Q3,000 que se estableci贸 en la Ley de Comadronas Guatemaltecas. Las mujeres viven embarazos cuando a煤n son ni帽as, y a los 30 son madres de hasta cinco hijos, y tambi茅n son abuelas, porque sus hijas repiten la misma historia que les ha sido impuesta. Las comadronas vieron nacer a esas ni帽as y tambi茅n las vieron parir a esos ni帽os que pronto engrosar谩n las estad铆sticas de desnutrici贸n. En esas comunidades, la mayor铆a de mujeres ha llorado a un hijo que muri贸 de hambre. La comunidad organizada hace intentos para solventar esas necesidades que el Estado dej贸 en el olvido.聽

Con reportes de Yuliana Ramazzini聽

(Esta investigaci贸n fue realizada con el apoyo de la Agencia Catalana de Cooperaci贸n al Desarrollo (ACCD) y de la Generalitat de Catalu帽a. El contenido de este/a publicacio虂n es responsabilidad exclusiva de El Faro y no refleja necesariamente la opinio虂n de la ACCD)







Josefina Roque lidera el movimiento de mujeres de La Ceiba Talquezal, una comunidad lejana, establecida en la cima de una de las monta帽as que rodean el municipio de Jocot谩n, en el departamento de Chiquimula. Tiene 37 a帽os y cinco hijos. Es madre soltera y los ha criado con el esfuerzo y las ganancias que el huerto casero le ha dejado en los 煤ltimos diez a帽os. Lo cuenta con orgullo. Tambi茅n sobrevive de las ganancias de su peque帽a tienda, en un cuartito construido con adobe, donde sus vecinos m谩s cercanos llegan por golosinas, refrescos, pan dulce y pan franc茅s, sodas, agua pura, jab贸n, champ煤, consom茅. A veces, s贸lo a veces, algunos compran granos b谩sicos. Cada tarde, Josefina se coloca sus sandalias de hule y, con machete en mano, recorre las veredas comunales durante 15 minutos para llegar hasta su guatal, un terreno inclinado donde cultiva ma铆z y frijoles para el alimento de su familia. Josefina tambi茅n lidera un proyecto. En 2016, un grupo de mujeres se uni贸 a sus esfuerzos de combatir el hambre de su aldea: iniciaron un huerto comunitario sobre un peque帽o terreno de 15x15 metros. Sembraron 400 plantas. Cosechan alrededor de 20 mil tomates cada tres meses. Eso significa unos Q2,400 ($300).聽 Los participantes se reparten los frutos. Cada quien vende lo suyo y aporta un poco de sus ganancias para volver a sembrar.
Josefina Roque lidera el movimiento de mujeres de La Ceiba Talquezal, una comunidad lejana, establecida en la cima de una de las monta帽as que rodean el municipio de Jocot谩n, en el departamento de Chiquimula. Tiene 37 a帽os y cinco hijos. Es madre soltera y los ha criado con el esfuerzo y las ganancias que el huerto casero le ha dejado en los 煤ltimos diez a帽os. Lo cuenta con orgullo. Tambi茅n sobrevive de las ganancias de su peque帽a tienda, en un cuartito construido con adobe, donde sus vecinos m谩s cercanos llegan por golosinas, refrescos, pan dulce y pan franc茅s, sodas, agua pura, jab贸n, champ煤, consom茅. A veces, s贸lo a veces, algunos compran granos b谩sicos. Cada tarde, Josefina se coloca sus sandalias de hule y, con machete en mano, recorre las veredas comunales durante 15 minutos para llegar hasta su guatal, un terreno inclinado donde cultiva ma铆z y frijoles para el alimento de su familia. Josefina tambi茅n lidera un proyecto. En 2016, un grupo de mujeres se uni贸 a sus esfuerzos de combatir el hambre de su aldea: iniciaron un huerto comunitario sobre un peque帽o terreno de 15x15 metros. Sembraron 400 plantas. Cosechan alrededor de 20 mil tomates cada tres meses. Eso significa unos Q2,400 ($300).聽 Los participantes se reparten los frutos. Cada quien vende lo suyo y aporta un poco de sus ganancias para volver a sembrar.





Hamilton jugaba con unas piedras cuando una pared de adobe se desplom贸 y cay贸 sobre su peque帽o cuerpo de seis a帽os. Nadie se enter贸 en el momento. Qued贸 atrapado en el lodo y se escap贸 como pudo. Camin贸 solitario hacia su casa para cambiarse de ropa. En La Ceiba Talquezal es normal ver a muchos ni帽os andar solos a cualquier hora y a cualquier suerte. Como Hamilton hay otros: Axel P茅rez tiene diez a帽os, se inici贸 en primer grado de escuela en enero de 2024 y se pasea entre los cultivos en busca de algunas frutas. En la temporada de naranjas, Axel se queda toda una ma帽ana bajo un 谩rbol grande para comerse todas las que pueda. Est谩 siempre acompa帽ado de su machete, viste una chaqueta roja sin botones y un pantal贸n negro que se mete entre sus botas de hule. A trescientos metros de este lugar, Jorvin corr铆a por unos callejones. Ten铆a su rostro y su ropa manchada de “Nutri Ni帽os”, el alimento complementario que el Gobierno de Guatemala distribuye en las comunidades rurales para “reducir los 铆ndices de desnutrici贸n del pa铆s”. Jorvin se lo com铆a como golosina, envuelto en una hoja de higuera.
Hamilton jugaba con unas piedras cuando una pared de adobe se desplom贸 y cay贸 sobre su peque帽o cuerpo de seis a帽os. Nadie se enter贸 en el momento. Qued贸 atrapado en el lodo y se escap贸 como pudo. Camin贸 solitario hacia su casa para cambiarse de ropa. En La Ceiba Talquezal es normal ver a muchos ni帽os andar solos a cualquier hora y a cualquier suerte. Como Hamilton hay otros: Axel P茅rez tiene diez a帽os, se inici贸 en primer grado de escuela en enero de 2024 y se pasea entre los cultivos en busca de algunas frutas. En la temporada de naranjas, Axel se queda toda una ma帽ana bajo un 谩rbol grande para comerse todas las que pueda. Est谩 siempre acompa帽ado de su machete, viste una chaqueta roja sin botones y un pantal贸n negro que se mete entre sus botas de hule. A trescientos metros de este lugar, Jorvin corr铆a por unos callejones. Ten铆a su rostro y su ropa manchada de “Nutri Ni帽os”, el alimento complementario que el Gobierno de Guatemala distribuye en las comunidades rurales para “reducir los 铆ndices de desnutrici贸n del pa铆s”. Jorvin se lo com铆a como golosina, envuelto en una hoja de higuera.

Todos los meses, la organizaci贸n Acci贸n Contra el Hambre realiza monitoreos de talla y peso para detectar los casos de menores con mayor riesgo de desnutrici贸n. Con esos datos re煤nen a los m谩s vulnerables de cada comunidad y organizan una cocina comunitaria, donde las madres aprenden a cocinar con nuevas recetas y con ingredientes locales. El martes 3 de septiembre de 2024, unos 25 ni帽os y ni帽as se reunieron para comer pollo con verduras y hierbas locales. El pollo era una excepci贸n, por el cierre del programa de doce d铆as, donde el 60 % de esos ni帽os ganaron entre cuatro y ocho onzas de peso. “Algunos tuvieron enfermedades gastrointestinales unos d铆as antes del programa, por eso no hubo diferencia en su peso”, dice Jackeline Hern谩ndez, nutricionista de ese proyecto que intenta fomentar un h谩bito de largo tiempo y alcance para las mam谩s. Eso en la pr谩ctica es un tanto dif铆cil: la mayor铆a de esos hogares s贸lo tienen acceso a ma铆z y frijoles en su canasta b谩sica diaria.
Todos los meses, la organizaci贸n Acci贸n Contra el Hambre realiza monitoreos de talla y peso para detectar los casos de menores con mayor riesgo de desnutrici贸n. Con esos datos re煤nen a los m谩s vulnerables de cada comunidad y organizan una cocina comunitaria, donde las madres aprenden a cocinar con nuevas recetas y con ingredientes locales. El martes 3 de septiembre de 2024, unos 25 ni帽os y ni帽as se reunieron para comer pollo con verduras y hierbas locales. El pollo era una excepci贸n, por el cierre del programa de doce d铆as, donde el 60 % de esos ni帽os ganaron entre cuatro y ocho onzas de peso. “Algunos tuvieron enfermedades gastrointestinales unos d铆as antes del programa, por eso no hubo diferencia en su peso”, dice Jackeline Hern谩ndez, nutricionista de ese proyecto que intenta fomentar un h谩bito de largo tiempo y alcance para las mam谩s. Eso en la pr谩ctica es un tanto dif铆cil: la mayor铆a de esos hogares s贸lo tienen acceso a ma铆z y frijoles en su canasta b谩sica diaria.

Josefa Aldana tiene 47 a帽os y siete hijos. La mayor ya cumpli贸 29 y es madre de cinco. Josefa es futura comadrona del sector central de La Ceiba Talquezal. Como a la mayor铆a, la eligieron los l铆deres y lideresas de su aldea. Las comadronas atienden a las mujeres en el proceso de embarazo, asisten partos y brindan cuidados despu茅s del nacimiento. Es una pr谩ctica ancestral de los pueblos ind铆genas que ha sido integrada al manual de atenciones del Ministerio de Salud. Seg煤n un informe de UNICEF, las comadronas atienden el 29% de todos los partos que ocurren en Guatemala. El 16 de marzo de 2022, con el voto de 93 diputados, el Congreso guatemalteco aprob贸 un decreto que declara el 19 de mayo como “D铆a Nacional de la Comadrona”, para dignificar su experiencia y conocimiento ancestral que vela por la salud materno infantil de las zonas rurales y empobrecidas del pa铆s. Ese decreto tambi茅n exige el reconocimiento al trabajo de las comadronas; la no discriminaci贸n a su labor; facilitar los medios para que ejerzan su trabajo en las comunidades, y tambi茅n un apoyo econ贸mico de Q3,000 al a帽o para cada una de las m谩s de 23,500 comadronas en todo el pa铆s. Este 煤ltimo no se cumpli贸. Tres comadronas, dos en Chiquimula y una en Ciudad de Guatemala, aseguraron a El Faro que no reciben ese incentivo desde 2022.
Josefa Aldana tiene 47 a帽os y siete hijos. La mayor ya cumpli贸 29 y es madre de cinco. Josefa es futura comadrona del sector central de La Ceiba Talquezal. Como a la mayor铆a, la eligieron los l铆deres y lideresas de su aldea. Las comadronas atienden a las mujeres en el proceso de embarazo, asisten partos y brindan cuidados despu茅s del nacimiento. Es una pr谩ctica ancestral de los pueblos ind铆genas que ha sido integrada al manual de atenciones del Ministerio de Salud. Seg煤n un informe de UNICEF, las comadronas atienden el 29% de todos los partos que ocurren en Guatemala. El 16 de marzo de 2022, con el voto de 93 diputados, el Congreso guatemalteco aprob贸 un decreto que declara el 19 de mayo como “D铆a Nacional de la Comadrona”, para dignificar su experiencia y conocimiento ancestral que vela por la salud materno infantil de las zonas rurales y empobrecidas del pa铆s. Ese decreto tambi茅n exige el reconocimiento al trabajo de las comadronas; la no discriminaci贸n a su labor; facilitar los medios para que ejerzan su trabajo en las comunidades, y tambi茅n un apoyo econ贸mico de Q3,000 al a帽o para cada una de las m谩s de 23,500 comadronas en todo el pa铆s. Este 煤ltimo no se cumpli贸. Tres comadronas, dos en Chiquimula y una en Ciudad de Guatemala, aseguraron a El Faro que no reciben ese incentivo desde 2022.

Una galera de l谩mina y madera es el puesto de salud m谩s cercano que hay en La Ceiba Talquezal. Lo construyeron los habitantes, con sus propias manos y recursos. Es el primer espacio para atender a los ni帽os en riesgo de desnutrici贸n, donde se espera que un m茅dico general realice los controles de talla y peso cada mes. Para la comunidad es un sue帽o. En la pr谩ctica es un derecho fundamental que las autoridades no han cumplido. “Nosotros estamos en un lugar muy abandonado. Con una salud p茅sima y una educaci贸n de la misma manera. Los gobernantes son siempre afines a un peque帽o grupo, y muchas de las veces s贸lo se benefician los que se identifican con sus colores partidarios. Los l铆deres comunitarios que defendemos los territorios siempre somos ignorados”, dice Israel Ram铆rez, presidente de la Comisi贸n de Salud Comunitaria de La Ceiba Talquezal.
Una galera de l谩mina y madera es el puesto de salud m谩s cercano que hay en La Ceiba Talquezal. Lo construyeron los habitantes, con sus propias manos y recursos. Es el primer espacio para atender a los ni帽os en riesgo de desnutrici贸n, donde se espera que un m茅dico general realice los controles de talla y peso cada mes. Para la comunidad es un sue帽o. En la pr谩ctica es un derecho fundamental que las autoridades no han cumplido. “Nosotros estamos en un lugar muy abandonado. Con una salud p茅sima y una educaci贸n de la misma manera. Los gobernantes son siempre afines a un peque帽o grupo, y muchas de las veces s贸lo se benefician los que se identifican con sus colores partidarios. Los l铆deres comunitarios que defendemos los territorios siempre somos ignorados”, dice Israel Ram铆rez, presidente de la Comisi贸n de Salud Comunitaria de La Ceiba Talquezal.

Siete mujeres preparan los alimentos para m谩s de 25 ni帽os. Est谩n reunidas en la casa de Vitalina Morales, otra de las beneficiadas con la cocina comunitaria. Como en este programa, las mujeres tambi茅n dominan los proyectos que intentan mejorar la calidad de vida de sus hijos. Los dos huertos comunitarios requieren del trabajo de unas cincuenta personas, cuarenta son mujeres. Ellas trabajaron en la construcci贸n de la cl铆nica comunal. Tambi茅n escarbaron un pared贸n para ampliar las aulas del centro escolar porque ya no ten铆a capacidad para recibir a m谩s ni帽os.
Siete mujeres preparan los alimentos para m谩s de 25 ni帽os. Est谩n reunidas en la casa de Vitalina Morales, otra de las beneficiadas con la cocina comunitaria. Como en este programa, las mujeres tambi茅n dominan los proyectos que intentan mejorar la calidad de vida de sus hijos. Los dos huertos comunitarios requieren del trabajo de unas cincuenta personas, cuarenta son mujeres. Ellas trabajaron en la construcci贸n de la cl铆nica comunal. Tambi茅n escarbaron un pared贸n para ampliar las aulas del centro escolar porque ya no ten铆a capacidad para recibir a m谩s ni帽os.

Lidia Hern谩ndez es la comadrona a la que todos refieren cuando se pregunta. Tiene 40 a帽os y ocho hijos, y no est谩 segura del n煤mero de nietos. Recuerda que asisti贸 quince partos en un mismo a帽o. Ahora atiende entre tres y cinco porque hay dos comadronas m谩s en la aldea y los casos se han distribuido. Sospecha tambi茅n que hay menos partos porque hay m谩s planificaci贸n familiar. Las comadronas aconsejan cada vez m谩s a las mujeres que ya no tengan m谩s ni帽os, pero la mayor铆a de las veces los hombres se niegan a esa recomendaci贸n. “Nosotras no recibimos ning煤n pago por nuestro trabajo. El gobierno quiere que trabajemos, pero se olvidan de nosotros cuando hacen sus pol铆ticas”, dice. Durante sus diez a帽os de servicio, Lidia s贸lo ha recibido un incentivo de Q3,000 ($378), que fueron entregados en 2022. El Estado ha incumplido esa obligaci贸n en los 煤ltimos dos a帽os. Lidia sobrevive de su peque帽a parcela, donde cosecha ma铆z y frijoles. A veces recibe ayuda de algunos de los cuatro hijos que ya no viven con ella. Hace 14 a帽os asesinaron a su primer esposo, con quien tuvo seis hijos. Su segundo esposo la abandon贸 hace cinco a帽os. La dej贸 sola junto a sus otros dos hijos.聽
Lidia Hern谩ndez es la comadrona a la que todos refieren cuando se pregunta. Tiene 40 a帽os y ocho hijos, y no est谩 segura del n煤mero de nietos. Recuerda que asisti贸 quince partos en un mismo a帽o. Ahora atiende entre tres y cinco porque hay dos comadronas m谩s en la aldea y los casos se han distribuido. Sospecha tambi茅n que hay menos partos porque hay m谩s planificaci贸n familiar. Las comadronas aconsejan cada vez m谩s a las mujeres que ya no tengan m谩s ni帽os, pero la mayor铆a de las veces los hombres se niegan a esa recomendaci贸n. “Nosotras no recibimos ning煤n pago por nuestro trabajo. El gobierno quiere que trabajemos, pero se olvidan de nosotros cuando hacen sus pol铆ticas”, dice. Durante sus diez a帽os de servicio, Lidia s贸lo ha recibido un incentivo de Q3,000 ($378), que fueron entregados en 2022. El Estado ha incumplido esa obligaci贸n en los 煤ltimos dos a帽os. Lidia sobrevive de su peque帽a parcela, donde cosecha ma铆z y frijoles. A veces recibe ayuda de algunos de los cuatro hijos que ya no viven con ella. Hace 14 a帽os asesinaron a su primer esposo, con quien tuvo seis hijos. Su segundo esposo la abandon贸 hace cinco a帽os. La dej贸 sola junto a sus otros dos hijos.聽

“Ya no recuerdo. Con tanto sentimiento acumulado, se me olvid贸”, responde Saturnina cuando habla de la muerte de Nery, su 煤ltimo hijo. “Fue el 18 de abril”, le grita Juana, su vecina que escuch贸 la conversaci贸n a lo lejos. Nery naci贸 el 11 de diciembre de 2023, en el Hospital Nacional de Chiquimula. A los tres meses, el ni帽o comenz贸 a toser fuerte y a perder peso. Saturnina lo llev贸 a la cl铆nica comunal de Palmilla, la aldea m谩s cercana. Camin贸 durante una hora con su beb茅 en brazos. “Lo vieron y me dijeron que volver铆an dentro de una semana a mi casa para revisarlo de nuevo, pero se muri贸 antes de ese tiempo”, dice. Saturnina asegura que su hijo muri贸 de ansia , un t茅rmino muy local para referirse a cualquier s铆ntoma por causa de desnutrici贸n infantil, que provoca p茅rdida de peso tras una enfermedad o por padecer hambre. Saturnina no sabe leer ni escribir. Su trabajo es sembrar milpa para alimentar a sus otros tres hijos. Algunas veces, su esposo logra trabajos temporales con los que gana Q50 por d铆a.
“Ya no recuerdo. Con tanto sentimiento acumulado, se me olvid贸”, responde Saturnina cuando habla de la muerte de Nery, su 煤ltimo hijo. “Fue el 18 de abril”, le grita Juana, su vecina que escuch贸 la conversaci贸n a lo lejos. Nery naci贸 el 11 de diciembre de 2023, en el Hospital Nacional de Chiquimula. A los tres meses, el ni帽o comenz贸 a toser fuerte y a perder peso. Saturnina lo llev贸 a la cl铆nica comunal de Palmilla, la aldea m谩s cercana. Camin贸 durante una hora con su beb茅 en brazos. “Lo vieron y me dijeron que volver铆an dentro de una semana a mi casa para revisarlo de nuevo, pero se muri贸 antes de ese tiempo”, dice. Saturnina asegura que su hijo muri贸 de ansia , un t茅rmino muy local para referirse a cualquier s铆ntoma por causa de desnutrici贸n infantil, que provoca p茅rdida de peso tras una enfermedad o por padecer hambre. Saturnina no sabe leer ni escribir. Su trabajo es sembrar milpa para alimentar a sus otros tres hijos. Algunas veces, su esposo logra trabajos temporales con los que gana Q50 por d铆a.

La Ceiba Talquezal tiene alrededor de 600 habitantes. 150 son ni帽os menores de cinco a帽os, el 25 % de la poblaci贸n total. Desde que asumi贸 su cargo en 2013, Israel Ram铆rez asegura que han registrado la muerte de 18 ni帽os. Las tres m谩s recientes ocurrieron en abril de 2024, seg煤n el conteo de la comisi贸n de salud de la comunidad, que trata esos casos como la enfermedad de la anemia. El Ministerio de Salud y la organizaci贸n Acci贸n Contra el Hambre tambi茅n tienen registro de esas tres muertes en los primeros meses del a帽o. Las causas: dos por deshidrataci贸n y diarreas prolongadas sin atenci贸n m茅dica y uno por problemas respiratorios. En agosto de 2024, la organizaci贸n realiz贸 un control de vigilancia nutricional a 91 ni帽os de la comunidad. Los datos son preocupantes: el 78% de esos ni帽os presenta desnutrici贸n cr贸nica y han identificado a diez ni帽os en riesgo de padecer desnutrici贸n aguda.
La Ceiba Talquezal tiene alrededor de 600 habitantes. 150 son ni帽os menores de cinco a帽os, el 25 % de la poblaci贸n total. Desde que asumi贸 su cargo en 2013, Israel Ram铆rez asegura que han registrado la muerte de 18 ni帽os. Las tres m谩s recientes ocurrieron en abril de 2024, seg煤n el conteo de la comisi贸n de salud de la comunidad, que trata esos casos como la enfermedad de la anemia. El Ministerio de Salud y la organizaci贸n Acci贸n Contra el Hambre tambi茅n tienen registro de esas tres muertes en los primeros meses del a帽o. Las causas: dos por deshidrataci贸n y diarreas prolongadas sin atenci贸n m茅dica y uno por problemas respiratorios. En agosto de 2024, la organizaci贸n realiz贸 un control de vigilancia nutricional a 91 ni帽os de la comunidad. Los datos son preocupantes: el 78% de esos ni帽os presenta desnutrici贸n cr贸nica y han identificado a diez ni帽os en riesgo de padecer desnutrici贸n aguda.

“Nosotros tenemos que luchar. Nosotros tenemos que ver c贸mo atendemos desde lo que tenemos. El gobierno est谩 all谩, lejos, y nosotros aqu铆, en el olvido”, dice Lidia Hern谩ndez cuando muestra los materiales que tiene a la mano para atender los partos. Su botiqu铆n es una bolsa pl谩stica transparente, colgada en el techo con algunos insumos: cinta umbilical, una tijera, una caja de gasas, una caja de guantes de l谩tex, una caja de mascarillas, una b谩scula peque帽a y una b谩scula grande. A veces, el paquete incluye un paraguas. “No tenemos recursos. No nos dan materiales, y nos exigen partos seguros y limpios. Tenemos que comprar nuestros propios insumos y muchas veces dependemos de la colaboraci贸n voluntaria de las familias que atendemos”, dijo a El Faro Febe Guarcas, comadrona de San Lucas Tolim谩n, Solol谩 y tesorera del movimiento Nacional de Comadronas, durante una conferencia que ofrecieron en el Congreso de Guatemala, el mi茅rcoles 18 de septiembre, y donde s贸lo asisti贸 Sonia Guti茅rrez, diputada por el partido WINAQ. No est谩n los dem谩s diputados convocados, como ocurre desde 2016.
“Nosotros tenemos que luchar. Nosotros tenemos que ver c贸mo atendemos desde lo que tenemos. El gobierno est谩 all谩, lejos, y nosotros aqu铆, en el olvido”, dice Lidia Hern谩ndez cuando muestra los materiales que tiene a la mano para atender los partos. Su botiqu铆n es una bolsa pl谩stica transparente, colgada en el techo con algunos insumos: cinta umbilical, una tijera, una caja de gasas, una caja de guantes de l谩tex, una caja de mascarillas, una b谩scula peque帽a y una b谩scula grande. A veces, el paquete incluye un paraguas. “No tenemos recursos. No nos dan materiales, y nos exigen partos seguros y limpios. Tenemos que comprar nuestros propios insumos y muchas veces dependemos de la colaboraci贸n voluntaria de las familias que atendemos”, dijo a El Faro Febe Guarcas, comadrona de San Lucas Tolim谩n, Solol谩 y tesorera del movimiento Nacional de Comadronas, durante una conferencia que ofrecieron en el Congreso de Guatemala, el mi茅rcoles 18 de septiembre, y donde s贸lo asisti贸 Sonia Guti茅rrez, diputada por el partido WINAQ. No est谩n los dem谩s diputados convocados, como ocurre desde 2016.

Roberta Garc铆a es una luz para su aldea. Es comadrona, lideresa de su comunidad, y tambi茅n educ贸 a 158 mujeres para la creaci贸n de huertos caseros. Roberta vive en el cant贸n Pitahaya, del municipio de Camot谩n, a ocho kil贸metros de distancia de La Ceiba Talquezal. Fue madre a los 16, ella sola se atendi贸 seis de sus ocho partos. As铆 aprendi贸 el oficio. As铆 asisti贸 los partos de todos sus nietos y de muchos ni帽os de la aldea. “Yo no vivo de esto. El Estado no responde, pero igual, caminamos. Ninguna comadrona va a decirle que ha recibido ayuda del gobierno”, dice. Cuando alguna familia llama, Roberta s贸lo pide transporte. Le cuesta caminar por la complicaci贸n de su diabetes. En sus cuatro a帽os como presidenta del Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODE), Roberta logr贸 la construcci贸n de un centro de convivencia, la construcci贸n de una cancha de f煤tbol y un proyecto de agua potable. Desde 2007 ya lideraba el proyecto de huertos caseros, en el que se involucraron 158 mujeres para generar autonom铆a alimentaria. Sus huertos eran un ejemplo para el discurso de desarrollo en la comunidad. Recibi贸 la visita de muchos periodistas y de la exvicepresidenta Roxana Baldetti, que ahora guarda prisi贸n, por los delitos de asociaci贸n il铆cita y defraudaci贸n tributaria. Ella dej贸 el proyecto en 2020. “Ahora s贸lo hay 20 huertos. Ya no hay curiosidad ni voluntad de trabajar por la comunidad”, dice. La 煤ltima vez que El Faro tuvo acceso a su vivienda, Roberta regresaba de buscar hojas de guan谩bana. Con ellas prepara el t茅 que alivia su diabetes, la enfermedad que la tiene indispuesta desde el 2019.
Roberta Garc铆a es una luz para su aldea. Es comadrona, lideresa de su comunidad, y tambi茅n educ贸 a 158 mujeres para la creaci贸n de huertos caseros. Roberta vive en el cant贸n Pitahaya, del municipio de Camot谩n, a ocho kil贸metros de distancia de La Ceiba Talquezal. Fue madre a los 16, ella sola se atendi贸 seis de sus ocho partos. As铆 aprendi贸 el oficio. As铆 asisti贸 los partos de todos sus nietos y de muchos ni帽os de la aldea. “Yo no vivo de esto. El Estado no responde, pero igual, caminamos. Ninguna comadrona va a decirle que ha recibido ayuda del gobierno”, dice. Cuando alguna familia llama, Roberta s贸lo pide transporte. Le cuesta caminar por la complicaci贸n de su diabetes. En sus cuatro a帽os como presidenta del Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODE), Roberta logr贸 la construcci贸n de un centro de convivencia, la construcci贸n de una cancha de f煤tbol y un proyecto de agua potable. Desde 2007 ya lideraba el proyecto de huertos caseros, en el que se involucraron 158 mujeres para generar autonom铆a alimentaria. Sus huertos eran un ejemplo para el discurso de desarrollo en la comunidad. Recibi贸 la visita de muchos periodistas y de la exvicepresidenta Roxana Baldetti, que ahora guarda prisi贸n, por los delitos de asociaci贸n il铆cita y defraudaci贸n tributaria. Ella dej贸 el proyecto en 2020. “Ahora s贸lo hay 20 huertos. Ya no hay curiosidad ni voluntad de trabajar por la comunidad”, dice. La 煤ltima vez que El Faro tuvo acceso a su vivienda, Roberta regresaba de buscar hojas de guan谩bana. Con ellas prepara el t茅 que alivia su diabetes, la enfermedad que la tiene indispuesta desde el 2019.

Herminia Guti茅rrez y su hijo viven en la misma casa donde murieron Adalicia, de cinco a帽os, y Mar铆a Isabel, de seis meses, en septiembre de 2021. Sus hermanitas son parte de la tasa de mortalidad de 18 menores que la comunidad ha registrado desde el a帽o 2013 a causa de la desnutrici贸n. La vivienda est谩 construida en medio de una ladera, sin acceso a agua potable, rodeada de cafetales, patos, gallinas y algunos perros desnutridos que duermen sobre el patio de tierra. Herminia ahora tiene 20 a帽os, y s贸lo alcanz贸 una altura de 1.25 metros. Creci贸 bajo pobreza extrema y parece haber perdido el horizonte y la noci贸n del tiempo. Seg煤n lo cuenta, la ni帽a m谩s grande se cay贸 en el polvo; que un gusano se le meti贸 en el est贸mago; que eso le provoc贸 la enfermedad; que luego se acerc贸 a la ni帽a de seis meses y tambi茅n le contagi贸 la enfermedad. Que ambas estaban muy sucias y se murieron de
Herminia Guti茅rrez y su hijo viven en la misma casa donde murieron Adalicia, de cinco a帽os, y Mar铆a Isabel, de seis meses, en septiembre de 2021. Sus hermanitas son parte de la tasa de mortalidad de 18 menores que la comunidad ha registrado desde el a帽o 2013 a causa de la desnutrici贸n. La vivienda est谩 construida en medio de una ladera, sin acceso a agua potable, rodeada de cafetales, patos, gallinas y algunos perros desnutridos que duermen sobre el patio de tierra. Herminia ahora tiene 20 a帽os, y s贸lo alcanz贸 una altura de 1.25 metros. Creci贸 bajo pobreza extrema y parece haber perdido el horizonte y la noci贸n del tiempo. Seg煤n lo cuenta, la ni帽a m谩s grande se cay贸 en el polvo; que un gusano se le meti贸 en el est贸mago; que eso le provoc贸 la enfermedad; que luego se acerc贸 a la ni帽a de seis meses y tambi茅n le contagi贸 la enfermedad. Que ambas estaban muy sucias y se murieron de 'aflicci贸n'. Las ni帽as murieron por deshidrataci贸n, debido a una diarrea prolongada. As铆 lo dijeron sus vecinos. Herminia dice que es padre y madre y que s贸lo consigue trabajo en temporada de producci贸n de caf茅. Su pareja la abandon贸 hace tres a帽os, unos d铆as despu茅s del nacimiento de su hijo.

Brenda sepult贸 a su segunda hija el 11 de diciembre de 2020. Desde entonces no ha visitado su tumba. “Cuando uno hace todo por sus hijos ya no hay tiempo para la tristeza. Por eso no la recuerdo. Yo di todo por ella cuando estaba viva. Ahora debo cuidar a mis otros tres hijos”, dice. Jazm铆n vivi贸 dos a帽os, la mayor parte de esa vida la pas贸 entre los hospitales nacionales de Chiquimula, Zacapa y la Ciudad de Guatemala. “En la capital le hicieron todos los ex谩menes y me dijeron que era neumon铆a. Eso fue todo. Cuando la llev茅 a cuidados intensivos, la ni帽a ten铆a nueve meses y pesaba 16 libras. Cuando sali贸 ten铆a 16 meses y pesaba 13 libras. Baj贸 de peso en el hospital. Quiz谩 por toda la sangre que le sacaban”, dice Brenda. Ella y su esposo trabajan como jornaleros en las fincas cercanas a su casa, donde consiguen unos Q80 por d铆a.
Brenda sepult贸 a su segunda hija el 11 de diciembre de 2020. Desde entonces no ha visitado su tumba. “Cuando uno hace todo por sus hijos ya no hay tiempo para la tristeza. Por eso no la recuerdo. Yo di todo por ella cuando estaba viva. Ahora debo cuidar a mis otros tres hijos”, dice. Jazm铆n vivi贸 dos a帽os, la mayor parte de esa vida la pas贸 entre los hospitales nacionales de Chiquimula, Zacapa y la Ciudad de Guatemala. “En la capital le hicieron todos los ex谩menes y me dijeron que era neumon铆a. Eso fue todo. Cuando la llev茅 a cuidados intensivos, la ni帽a ten铆a nueve meses y pesaba 16 libras. Cuando sali贸 ten铆a 16 meses y pesaba 13 libras. Baj贸 de peso en el hospital. Quiz谩 por toda la sangre que le sacaban”, dice Brenda. Ella y su esposo trabajan como jornaleros en las fincas cercanas a su casa, donde consiguen unos Q80 por d铆a.

Los hermanos, Santos Alfredo, de siete a帽os, y Santos Adilson, de cuatro, juegan en el interior de su vivienda, en el cant贸n Pitahaya, del municipio de Camot谩n. En esa casa hay 27 ni帽os, que provienen de seis mujeres que son hermanas y que fueron madres cuando a煤n eran ni帽as de 13, 14 y 16. Viven hacinados en peque帽as chozas, distribuidas en el terreno de los abuelos. All铆 corren descalzos de un lado al otro, con la panza hinchada, juegan con tierra y con los perros y con una manada de cerdos reci茅n nacidos que se revuelcan en el lodo. Camot谩n es parte de la regi贸n del corredor Seco de Centroam茅rica y una de las 谩reas con mayor impacto por la crisis clim谩tica. Camot谩n ocupa el puesto n煤mero en casos de desnutrici贸n cr贸nica y el segundo con la mayor tasa de desnutrici贸n aguda en el departamento de Chiquimula. Las principales causas de enfermedades en ni帽os son las infecciones gastrointestinales, el resfriado y la neumon铆a, todas ocasionadas por la desnutrici贸n y deficiencia en las defensas del cuerpo, seg煤n lo revela el Diagn贸stico de Finanzas P煤blicas Municipales, publicado por Unicef en septiembre de 2022.
Los hermanos, Santos Alfredo, de siete a帽os, y Santos Adilson, de cuatro, juegan en el interior de su vivienda, en el cant贸n Pitahaya, del municipio de Camot谩n. En esa casa hay 27 ni帽os, que provienen de seis mujeres que son hermanas y que fueron madres cuando a煤n eran ni帽as de 13, 14 y 16. Viven hacinados en peque帽as chozas, distribuidas en el terreno de los abuelos. All铆 corren descalzos de un lado al otro, con la panza hinchada, juegan con tierra y con los perros y con una manada de cerdos reci茅n nacidos que se revuelcan en el lodo. Camot谩n es parte de la regi贸n del corredor Seco de Centroam茅rica y una de las 谩reas con mayor impacto por la crisis clim谩tica. Camot谩n ocupa el puesto n煤mero en casos de desnutrici贸n cr贸nica y el segundo con la mayor tasa de desnutrici贸n aguda en el departamento de Chiquimula. Las principales causas de enfermedades en ni帽os son las infecciones gastrointestinales, el resfriado y la neumon铆a, todas ocasionadas por la desnutrici贸n y deficiencia en las defensas del cuerpo, seg煤n lo revela el Diagn贸stico de Finanzas P煤blicas Municipales, publicado por Unicef en septiembre de 2022.

Una familia regresa a su hogar despu茅s de una jornada de trabajo. Es una estampa de las comunidades rurales de Guatemala, donde adultos y ni帽os se involucran en las actividades agr铆colas. Esas 谩reas est谩n ubicadas en el coraz贸n del Corredor Seco de Centroam茅rica, que fueron golpeadas con mayor fuerza por la crisis clim谩tica de los 煤ltimos a帽os. La ausencia de lluvias debilit贸 las cosechas y destruy贸 la autonom铆a de esas familias. Muchos pobladores creen que 2024 ser谩 mejor porque ha llovido m谩s; que habr谩 mejor producci贸n agr铆cola; que habr谩 cosecha y felicidad para todos. “Sin alimento digno no se puede vivir. Y seamos honestos, aqu铆 s贸lo vivimos de frijoles y ma铆z. No es digno, es sobrevivir. Eso hacemos todos los d铆as. Es el mayor flagelo para nuestra ni帽ez. Los mayores resistimos, pero los ni帽os no sobreviven”, concluye Israel Ram铆rez.
Una familia regresa a su hogar despu茅s de una jornada de trabajo. Es una estampa de las comunidades rurales de Guatemala, donde adultos y ni帽os se involucran en las actividades agr铆colas. Esas 谩reas est谩n ubicadas en el coraz贸n del Corredor Seco de Centroam茅rica, que fueron golpeadas con mayor fuerza por la crisis clim谩tica de los 煤ltimos a帽os. La ausencia de lluvias debilit贸 las cosechas y destruy贸 la autonom铆a de esas familias. Muchos pobladores creen que 2024 ser谩 mejor porque ha llovido m谩s; que habr谩 mejor producci贸n agr铆cola; que habr谩 cosecha y felicidad para todos. “Sin alimento digno no se puede vivir. Y seamos honestos, aqu铆 s贸lo vivimos de frijoles y ma铆z. No es digno, es sobrevivir. Eso hacemos todos los d铆as. Es el mayor flagelo para nuestra ni帽ez. Los mayores resistimos, pero los ni帽os no sobreviven”, concluye Israel Ram铆rez.



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