EF Foto / Desigualdad

Olvidados en las montañas de Berlín

Carlos Barrera

Lunes, 17 de febrero de 2025
Carlos Barrera

Cada verano, la familia de Santos Díaz y otras 18 que conforman la comunidad El Rescate deben racionar el agua para tomar y cocinar. En invierno se abastecen de agua lluvia en unos tanques en los que en el siglo pasado se almacenaba café y agua para uso agrícola. 

Llegar a El Rescate toma 45 minutos en vehículo todoterreno desde Berlín, Usulután Norte. Dependiendo de la época del año, el camino es una combinación de piedra y lodo o una manta de polvo y piedras.

Desde lejos, El Rescate parece una maqueta con casitas que fueron incrustadas en la montaña. Allí, en medio de las ruinas de una antigua hacienda cafetalera, las familias se instalaron después de la guerra civil salvadoreña. Subsisten del trabajo agrícola y la recolección de frutas. Cuando el agua de lluvia escasea, las familias de El Rescate, principalmente las mujeres y los niños, caminan al menos una hora, entre veredas de bosque, para llegar a un lugar conocido como El Río, donde convergen con mujeres de su comunidad vecina, San Lorenzo, para lavar ropa y llevar agua para tomar. 

Un informe científico realizado por la Vicerrectoría de Investigación e Innovación de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) reveló que El Salvador es el país centroamericano con menor disponibilidad hídrica anual por persona. Es decir, que los salvadoreños tienen acceso a una menor cantidad de agua que el resto de centroamericanos. El estudio indica que el 67.01% de los hogares que se abastecen de fuentes remotas o precarias son de la zona rural, así como El Rescate. Según el informe, siete de cada diez mujeres en El Salvador participan de manera cotidiana en actividades que tiene que ver con el uso y abastecimiento de agua, como recoger agua, lavar platos, ropa, regar plantas, bañar niños y personas con enfermedades o discapacidades permanentes, cocinar y limpiar la casa. Entre los hombres, solo tres de cada diez se ven involucrados en esas actividades, tanto en el área urbana como en la rural. En la zona rural, mujeres como las del cantón San Lorenzo o El Rescate deben invertir entre una y cinco horas diarias en actividades de abastecimiento de agua. 

Según el Proyecto de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Usulután Norte es el municipio con mayor porcentaje de pobreza monetaria del país. Eso significa más de 54,000 personas cuyos ingresos no son suficientes para cubrir la canasta básica. En las comunidades rurales de Berlín, algunas familias limitan la compra de alimentos para comprar agua. Aquí, una cuarta parte de los habitantes vive sin electricidad y ni acceso a agua potable. 

En San Lorenzo, a lo que llaman río no lo es: es una quebrada donde se filtra agua de las montañas de Berlín, un oasis también para las familias de El Rescate. Allí,  todos los días decenas de mujeres caminan aproximadamente treinta minutos, si salen desde la comunidad más cercana; o hasta dos horas, si vienen de otros asentamientos. Las caminatas transcurren entre barrancos. Algunas caminan mientras cargan a sus bebés; otras, acompañadas de sus sobrinos, debido a que los hombres se dedican a las labores agrícolas. Lo que los hombres pueden ganar trabajando la tierra no supera los 100 dólares mensuales, en un país donde la canasta básica rural es de casi 200 dólares. 

En un país donde el gobierno en turno recién aprobó una ley para permitir la minería metálica, que afectaría las fuentes de agua, los habitantes de las comunidades de Berlín recurren a su fe, esperando las lluvias.

El municipio de Berlín se popularizó en 2021, luego de que el Gobierno de Nayib Bukele anunciara la creación de una planta de minado de bitcoin en las instalaciones de la central geotérmica Berlín. Berlín es uno de los 9 distritos que conforman Usulután Norte, que a su vez es uno de los 14 municipios del país con mayor porcentaje de pobreza multidimensional: el 38 % de su población tiene dificultades para acceder a educación, salud, vivienda, servicios básicos y seguridad alimentaria. Berlín también es parte de la región con mayor porcentaje de pobreza monetaria del país, con 49 % de su población sin poder cubrir la canasta básica, según datos del Mapa Socioeconómico de los 44 municipios, realizado por el PNUD en 2024.
El municipio de Berlín se popularizó en 2021, luego de que el Gobierno de Nayib Bukele anunciara la creación de una planta de minado de bitcoin en las instalaciones de la central geotérmica Berlín. Berlín es uno de los 9 distritos que conforman Usulután Norte, que a su vez es uno de los 14 municipios del país con mayor porcentaje de pobreza multidimensional: el 38 % de su población tiene dificultades para acceder a educación, salud, vivienda, servicios básicos y seguridad alimentaria. Berlín también es parte de la región con mayor porcentaje de pobreza monetaria del país, con 49 % de su población sin poder cubrir la canasta básica, según datos del Mapa Socioeconómico de los 44 municipios, realizado por el PNUD en 2024.

 

 

La central geotérmica de Berlín inició operaciones en 1992 y aporta el 12.3 % de la energía de todo El Salvador. La Central pertenece a Usulután Norte donde, según el PNUD, unas 25,000 personas viven sin acceso a electricidad. Tras conducir sobre las calles de lodo y tierra se llega a comunidades que deben abastecerse con un panel solar donado, como el caso de la comunidad El Rescate, a unos 45 minutos de la central. En otros casos, las personas utilizan botellas con gas y una tira de tela para iluminarse por las noches.
La central geotérmica de Berlín inició operaciones en 1992 y aporta el 12.3 % de la energía de todo El Salvador. La Central pertenece a Usulután Norte donde, según el PNUD, unas 25,000 personas viven sin acceso a electricidad. Tras conducir sobre las calles de lodo y tierra se llega a comunidades que deben abastecerse con un panel solar donado, como el caso de la comunidad El Rescate, a unos 45 minutos de la central. En otros casos, las personas utilizan botellas con gas y una tira de tela para iluminarse por las noches.
 

 

 

A cuatro kilómetros del centro de Berlín, y en medio de bosques y cafetales de antiguas fincas, se encuentra la comunidad El Rescate, compuesta por 18 familias que viven de la agricultura y de recolectar frutas silvestres que no necesitan de cuidados y flor de izote. Los habitantes se asentaron después de los acuerdos de paz de 1992. Llegaron desde los alrededores de Berlín y Alegría a un territorio que había sido controlado por la guerrilla durante la guerra civil. Según Santos, líder local, la zona fue declarada como inhabitable después de los terremotos del 2001.
A cuatro kilómetros del centro de Berlín, y en medio de bosques y cafetales de antiguas fincas, se encuentra la comunidad El Rescate, compuesta por 18 familias que viven de la agricultura y de recolectar frutas silvestres que no necesitan de cuidados y flor de izote. Los habitantes se asentaron después de los acuerdos de paz de 1992. Llegaron desde los alrededores de Berlín y Alegría a un territorio que había sido controlado por la guerrilla durante la guerra civil. Según Santos, líder local, la zona fue declarada como inhabitable después de los terremotos del 2001.

 

 

Jéssica Quijano, de 20 años, vive en la comunidad San Lorenzo, del cantón que lleva el mismo nombre. Desde que acabó sus estudios de bachillerato se dedicó exclusivamente a labores domésticas en la casa de su familia, debido a la falta de recursos para continuar con estudios superiores. A diario camina durante horas para llegar a un tanque ubicado en un terreno escabroso de su cantón, para lavar y llevar agua a casa. Según el informe científico de la UCA, titulado
Jéssica Quijano, de 20 años, vive en la comunidad San Lorenzo, del cantón que lleva el mismo nombre. Desde que acabó sus estudios de bachillerato se dedicó exclusivamente a labores domésticas en la casa de su familia, debido a la falta de recursos para continuar con estudios superiores. A diario camina durante horas para llegar a un tanque ubicado en un terreno escabroso de su cantón, para lavar y llevar agua a casa. Según el informe científico de la UCA, titulado 'Acceso al agua de calidad', 7 de cada 10 mujeres en El Salvador participan de manera cotidiana en actividades que tiene que ver con el uso y abastecimiento de agua, como lavar platos, ropa, regar plantas, bañar niños y personas con enfermedades o discapacidades permanentes, cocinar y limpiar la casa. Entre los hombres, solo 3 de cada 10 se ven involucrados en esas actividades, tanto en el área urbana como en la rural.

 

 

La única señal de que en la comunidad El Rescate alguna vez hubo presencia del Estado son las paredes de la escuela que quedó abandonada durante la primera década de los 2000. Los niños deben caminar hasta dos horas para llegar a Berlín y poder estudiar. En la pandemia tampoco recibieron los paquetes que el gobierno repartió en algunos sectores del país. Los líderes comunitarios comentan que los gobiernos municipales y centrales solo se aparecen en tiempo de campaña para pedir el voto. Últimamente, debido al régimen de excepción, la presencia estatal se traduce en militares que en algún momento quisieron tomar la casa comunal, pero la comunidad se negó.
La única señal de que en la comunidad El Rescate alguna vez hubo presencia del Estado son las paredes de la escuela que quedó abandonada durante la primera década de los 2000. Los niños deben caminar hasta dos horas para llegar a Berlín y poder estudiar. En la pandemia tampoco recibieron los paquetes que el gobierno repartió en algunos sectores del país. Los líderes comunitarios comentan que los gobiernos municipales y centrales solo se aparecen en tiempo de campaña para pedir el voto. Últimamente, debido al régimen de excepción, la presencia estatal se traduce en militares que en algún momento quisieron tomar la casa comunal, pero la comunidad se negó. 'Aquí vivimos en el olvido. Solo cuando quieren un voto se acerca el gobierno a este lugar', dijo Wendy Martínez, líder comunitaria.

 

 

Erick Martínez, de 16 años, y su hermana Nallely, de 11, sentados en las paredes que quedaron de una finca cafetalera, en la comunidad El Rescate, trataban de conseguir señal de internet para poder hacer sus tareas. Cada semana, su padre invierte $1.25 para que los niños tengan internet o al menos la posibilidad de cazar la señal cuando es posible. Para ir a la escuela, deben levantarse de lunes a viernes a las 4:00 de la madrugada, para un viaje de casi tres horas hasta el centro de Berlín. 
Erick Martínez, de 16 años, y su hermana Nallely, de 11, sentados en las paredes que quedaron de una finca cafetalera, en la comunidad El Rescate, trataban de conseguir señal de internet para poder hacer sus tareas. Cada semana, su padre invierte $1.25 para que los niños tengan internet o al menos la posibilidad de cazar la señal cuando es posible. Para ir a la escuela, deben levantarse de lunes a viernes a las 4:00 de la madrugada, para un viaje de casi tres horas hasta el centro de Berlín. 

 

 

Para conseguir agua, María Aguilar, de 45 años, camina todos los días entre barrancos y pendientes al lado de su sobrino de cinco años. Ella es la encargada de las labores domésticas de su casa, lo que incluye el abastecimiento de agua para consumo y limpieza. Vive junto al resto de su familia en la comunidad San Lorenzo, en la periferia del casco urbano de Berlín.
Para conseguir agua, María Aguilar, de 45 años, camina todos los días entre barrancos y pendientes al lado de su sobrino de cinco años. Ella es la encargada de las labores domésticas de su casa, lo que incluye el abastecimiento de agua para consumo y limpieza. Vive junto al resto de su familia en la comunidad San Lorenzo, en la periferia del casco urbano de Berlín. 'Imagínese que aquí un hombre que trabaje en el campo gana $60 al mes y, si usted quiere tener agua de la pipa todos los días, al menos es una inversión de $20 semanales. Solo para comprar agua trabajarían los hombres', dijo María mientras subía con un cántaro en su espalda.

 

 

Los tanques donde antes se almacenaba café ahora contienen el agua de lluvia reservada por los habitantes de la comunidad El Rescate. Según los líderes comunitarios, el agua de los tanques, al estar expuesta, genera picazón de piel, pero es la única fuente que tiene cerca. En un mapa de la investigación de la UCA, se indica que El Salvador, con 2,800 metros cúbicos anuales por persona, es el país centroamericano con menor cantidad de agua disponible para cada ciudadano.
Los tanques donde antes se almacenaba café ahora contienen el agua de lluvia reservada por los habitantes de la comunidad El Rescate. Según los líderes comunitarios, el agua de los tanques, al estar expuesta, genera picazón de piel, pero es la única fuente que tiene cerca. En un mapa de la investigación de la UCA, se indica que El Salvador, con 2,800 metros cúbicos anuales por persona, es el país centroamericano con menor cantidad de agua disponible para cada ciudadano.

 

 

Hace más de diez años, una oenegé donó una planta potabilizadora a la comunidad El Rescate. Los habitantes comentan que, antes de tener la planta, las diarreas eran más comunes, ya que debían tomar del agua llovida o de los ríos más cercanos. La planta potabiliza el agua que es retenida en los estanques. La planta no ha sido una solución total para la falta de agua en la comunidad, porque en el verano el agua es racionada a siete cántaros cada tres días por familia. Con dicha cantidad deben suplir las necesidades básicas de cada hogar.
Hace más de diez años, una oenegé donó una planta potabilizadora a la comunidad El Rescate. Los habitantes comentan que, antes de tener la planta, las diarreas eran más comunes, ya que debían tomar del agua llovida o de los ríos más cercanos. La planta potabiliza el agua que es retenida en los estanques. La planta no ha sido una solución total para la falta de agua en la comunidad, porque en el verano el agua es racionada a siete cántaros cada tres días por familia. Con dicha cantidad deben suplir las necesidades básicas de cada hogar.

 

 

Las mujeres de la comunidad San Lorenzo deben abastecerse de agua en el lugar conocido como El Río, que a su vez sirve para las personas de la comunidad El Rescate, que llegan de una distancia mayor. Las mujeres llegan para lavar la ropa e incluso para bañar a sus hijos, debido a la falta de agua en sus viviendas. El Río es un nacimiento de agua que baja de las montañas de Berlín. Para llegar al sitio, los habitantes deben hacer una caminata entre barrancos y rocas resbaladizas en las que más de una vez se han accidentado.
Las mujeres de la comunidad San Lorenzo deben abastecerse de agua en el lugar conocido como El Río, que a su vez sirve para las personas de la comunidad El Rescate, que llegan de una distancia mayor. Las mujeres llegan para lavar la ropa e incluso para bañar a sus hijos, debido a la falta de agua en sus viviendas. El Río es un nacimiento de agua que baja de las montañas de Berlín. Para llegar al sitio, los habitantes deben hacer una caminata entre barrancos y rocas resbaladizas en las que más de una vez se han accidentado.

 

 

A sus 85 años, a Abraham Rivas les cuesta recordar cuántos años trabajó cuidando fincas cafetaleras en las montañas de Berlín. El café fue el producto agrícola que durante décadas les dio lo poco con lo que han sobrevivido. Ahora, lejos de las comunidades aledañas, vive junto a su esposa Julia Portillo, de 87 años, en lo que queda de una finca. Sobreviven por la caridad de líderes comunitarios de San Lorenzo, la comunidad más cercana, que les llevan alimentos y agua.
A sus 85 años, a Abraham Rivas les cuesta recordar cuántos años trabajó cuidando fincas cafetaleras en las montañas de Berlín. El café fue el producto agrícola que durante décadas les dio lo poco con lo que han sobrevivido. Ahora, lejos de las comunidades aledañas, vive junto a su esposa Julia Portillo, de 87 años, en lo que queda de una finca. Sobreviven por la caridad de líderes comunitarios de San Lorenzo, la comunidad más cercana, que les llevan alimentos y agua. 'Yo aún tengo fuerzas para ir a Berlín caminando, pero me tardo todo el día en ir y venir. Ya caminar con un cántaro de agua en esas quebradas, no puedo', dice Abraham.

 

 

Después de los terremotos de 2001, uno de los tanques de almacenaje de agua en la comunidad El Rescate se dañó y ya no puede sostener agua a su máxima capacidad. Esa agua va desde los tanques y es procesada en la planta que Santos, líder comunitario, opera. Cada semana se pide una colaboración voluntaria para el mantenimiento de la bomba y leves reparaciones que se puedan hacer en los tanques y tuberías. El agua que es purificada sirve para tomar y cocinar; para el resto de actividades, las familias deben viajar hasta el nacimiento de agua conocido como El Río y acarrear agua.
Después de los terremotos de 2001, uno de los tanques de almacenaje de agua en la comunidad El Rescate se dañó y ya no puede sostener agua a su máxima capacidad. Esa agua va desde los tanques y es procesada en la planta que Santos, líder comunitario, opera. Cada semana se pide una colaboración voluntaria para el mantenimiento de la bomba y leves reparaciones que se puedan hacer en los tanques y tuberías. El agua que es purificada sirve para tomar y cocinar; para el resto de actividades, las familias deben viajar hasta el nacimiento de agua conocido como El Río y acarrear agua.

 

 

Ante la falta de acción por parte del Estado para resolver el acceso a servicios básicos, en las comunidades de Berlín se abrazan de su fe para soportar la precariedad que atraviesan. En la casa de Isidro Benítez, cada vez que limpian un poco de frijol o maíz, ponen recipientes con granos en un altar con Monseñor Romero al centro, para pedir que al menos el agua de lluvia no les falte y puedan acumular y cosechar.
Ante la falta de acción por parte del Estado para resolver el acceso a servicios básicos, en las comunidades de Berlín se abrazan de su fe para soportar la precariedad que atraviesan. En la casa de Isidro Benítez, cada vez que limpian un poco de frijol o maíz, ponen recipientes con granos en un altar con Monseñor Romero al centro, para pedir que al menos el agua de lluvia no les falte y puedan acumular y cosechar.

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