Arévalo tomó posesión en Guatemala en 2024 prometiendo una “primavera democrática”. Ahora su apoyo ha caído por debajo del dictador nicaragüense Daniel Ortega. A la criminalización y la inexperiencia se suman sus tropiezos de comunicación y pulso fallido contra la fiscal general, lo que generó desgaste con sus propios votantes en un escenario dominado por mafias. ¿Puede lograr cambios con las formas de la democracia?