Antes de que empezara la remodelación, el único inconveniente que Katherine recuerda en el Complejo Educativo Jorge Lardé, eran las goteras en el techo. Katherine es una joven de diecisiete años que recién acaba de terminar su segundo año de bachillerato en esa escuela del cantón Las Higueras, de Izalco, departamento de Sonsonate. “Nosotros, en los grados nos sentíamos bien. A la escuela sólo le faltaba que le cambiaran el tejado. Nada más. La escuela estaba buena. No sé por qué hicieron eso”, dijo Katherine.
La remodelación comenzó en noviembre de 2023. Un mes y medio después, la empresa subcontratada por el Ministerio de Educación abandonó la obra sin explicar a la comunidad estudiantil las razones, dejando a estudiantes y profesores sin un lugar donde continuar el ciclo escolar.
Cuando la escuela ya no se podía utilizar, los profesores dieron instrucciones a los estudiantes de que recibirían las clases en modalidad virtual por un tiempo. Pero no todos los alumnos tenían conexión estable a energía eléctrica e internet o siquiera una computadora.
A mediados de abril de 2024, un grupo de padres de familia se organizó para invertir 22.75 dólares por alumno y reunir el presupuesto para improvisar una champa que pronto se convertiría en el salón de clases de los estudiantes de segundo año de bachillerato. Ivania, una de las madres que aportó dinero, dijo que los intentos por restituir las zonas de trabajo no fueron iniciativa de los profesores ni del Gobierno. “Al principio, los niños no tenían en dónde estar. Tocaba que andar viendo dónde les colaboraban para que pudieran estudiar. Ya después, cada grado se reunió y entre todos los papás se decidió juntar un poquito de dinero para hacerles algo provisional”.
Katherine es una de las más de 500 estudiantes que han recibido clases debajo de carpas, en casas particulares y también en las instalaciones de una Iglesia Adventista desde finales de 2023. Dos estudiantes, tres padres de familia y otros dos miembros de la comunidad hablaron con El Faro durante una visita el 21 de febrero.
Recibir clases dentro de esa carpa era inviable. “Estar todo el día ahí era horrible. Yo quería salir huyendo del calor y el polvo. Y, cuando llovía, nos mojábamos los zapatos. Teníamos que usar un solo pupitre entre dos o tres personas para estar escribiendo, porque también los pupitres no alcanzaban”, se quejó Katherine.
Joaquín, un estudiante de segundo ciclo, cuenta que muchos de sus compañeros que recibían clases en las carpas padecían enfermedades respiratorias. “Se entraba todo el polvo de afuera y después uno se enfermaba. Y, como no tenían pizarra, los profesores sólo explicaban así nomás”. Tanto Joaquín como Katherine coinciden en que entre los estudiantes y los padres de familia instalaron tres baños con inodoros que fueron donados de otra escuela -que no supieron identificar-. “Al principio, sólo había un baño y casi no había agua. Después, construyeron otros, pero estaban bien sucios porque eran baños viejos”, dijo. “Yo siempre salía enfermo de ahí, por todo el polvo”, añadió.
Alexander y Arelí son una pareja de agricultores y padres de dos menores en etapa de maternal y kinder. Sus hijos reciben clases desde las 10 a.m. hasta las 12 del mediodía, como parte del grupo de los más pequeños, niños menores de tres años. Alexander dijo que antes del desmantelamiento de las instalaciones del centro escolar, el director de la escuela les había dicho que la empresa a cargo construiría un segundo piso. Desde que la obra fue abandonada, ellos viven preocupados por la salud de sus hijos.
“Por la polvazón que hay ahí, ellos, que están más chiquitos, se enferman. Los han mantenido en un lugar bien pequeño y con el techo sin funcionar”, denunció Alexander. “El primer año, los estuve llevando al patio de una casa para la jornada, ya el año pasado ellos recibían las actividades en una galera. No tenían nada tapado y estaba medio encementado”, describió Arelí. Ambos denunciaron que no había baños. “Cuando ellos quieren orinar, uno busca lugarcitos así para que vayan, como detrás de un palo”, añadió Arelí.
Las carpas de la escuela se viralizaron en internet durante la segunda semana de febrero, primero en redes sociales y luego en medios de comunicación, tras un vídeo del Noticiero Teledos, el 17 de febrero, que tuvo 714,000 reproducciones.
Las carpas ya no están. Familiares de alumnos de la escuela dijeron a El Faro que el 20 de febrero llegaron vehículos con el logo del Ministerio de Educación y maquinaria pesada. Mientras se desarrollan las construcciones, de nuevo, los estudiantes recibirán las clases en la Iglesia Adventista o en otras casas particulares que la vecindad ha proporcionado.
El Gobierno, dijo Ivania, aún no les ha dado mayor información. “Ayer (20 de febrero) tuvimos asamblea de padres y dijeron que la empresa (constructora) como que los había dejado tirados, pero ahorita ya están trabajando. Ayer empezaron. No han dicho cuánto se van a tardar, pero la mayoría de papás dicen que han venido por unos vídeos de redes sociales. Supuestamente, de esta escuela, hubo un padre que subió videos de cómo estaban en un principio los niños. Porque ya tiene bastante tiempo y no se habían acercado”.
“No sabemos quién fue el que puso esa denuncia en internet sobre el estado de la escuela, pero hoy a ver si la arreglan”, dijo Cecilia mientras batía palmas para moldear el bolillo de masa que pronto sería lanzado en forma de tortilla a la plancha. “Ayer mismo, 20 de febrero, empezaron a destruir las champas, porque en la mañana todavía estaban puestas y ya en la tarde empezaron a destruirlas porque empezaron a trabajar ya, porque a mediodía pasó la máquina por ahí”, dijo Estela, quien también echaba tortillas. Ambas tortilleras son abuelas de estudiantes que han padecido el abandono del Ministerio de Educación.
Desde las afueras del predio donde se encontraba la escuela, El Faro pudo ver vehículos con emblemas del Ministerio de Educación y maquinaria de construcción, así como a decenas de trabajadores que se movilizaban con herramientas varias.
El caso de la escuela en Las Higueras es extremo, pero no es aislado. Desde que el presidente Nayib Bukele prometió en 2022 renovar 5,000 escuelas bajo el programa Mi Nueva Escuela, solo ha logrado el 8 % de avance, según un informe del Estado salvadoreño enviado al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en octubre de 2024. El presupuesto para infraestructura se ha ejecutado menos del 2 % por año desde que Bukele lanzó el programa en septiembre de 2022.
Más escuelas en ruinas, más champas con alumnos
A 7.6 kilómetros de distancia de Las Higueras, en el cantón y caserío Tapalshucut norte, hay otra escuela que desde 2023 tiene el techo derrumbado y se encuentra abandonada. La estructura está repleta de maleza crecida y con los muros resquebrajados. El centro escolar también fue intervenido en febrero de ese año con objetivos de remodelación, pero las obras fueron abandonadas por la empresa que subcontrató el Ministerio de Educación, tres semanas después de iniciada la obra. Aquí no han llegado cuadrillas de trabajadores a reanudar la remodelación.
Una profesora que pidió el anonimato por temor a represalias dijo a El Faro que los estudiantes de parvularia están recibiendo las clases en una vivienda alquilada y que los alumnos de secundaria se dividen entre otra vivienda de ladrillos y una carpa multifuncional que tiene el logo de UNICEF, en el patio baldío de esa casa.
Alonso Martínez, miembro de la directiva de la comunidad, dijo a El Faro que el desmantelamiento de la escuela a manos del Ministerio de Educación ha sido “una desgracia”: “Para mí es una lástima ver cómo tienen esa escuela, porque bastantes niños de aquí se han tenido que ir a las escuelas de la población o la ciudad. Aquí, cuando es invierno, es un desastre. Los pobres cipotes, tal vez con sus zapatillos bien lustrados, y ellos nadando en grandes lodazales”.
El Faro accedió el 21 de febrero a las instalaciones donde los estudiantes y profesores se reúnen. Para llegar al terreno no hace falta abrir un portón, basta con seguir un camino irregular de tierra y pasar a través de un hueco que interrumpe la fila de maderos rudimentarios que hacen de valla.
Según la docente, cuando el centro escolar cerró por las construcciones, la directora, bajo órdenes del Ministerio de Educación, buscó casas y terrenos disponibles para alquilarlos mientras terminaban las labores. Esto, aseguró ella, ha provocado deserción escolar, porque los estudiantes no se sienten cómodos recibiendo sus clases en esas condiciones. “Antes había 125 estudiantes y hoy sólo hay 80”, dijo.
Unos 50,000 estudiantes dejaron de matricularse este año en el país, según representantes gremiales. En una entrevista televisiva, el secretario general de Simeduco, Francisco Zelada, estimó en 25,000 el número de estudiantes que dejaron de matricularse este año en escuelas públicas. La situación no es distinta en el sector privado. Javier Hernández, presidente de la Asociación de Colegios Privados de El Salvador, cifró también en 25,000 los estudiantes que no se inscribieron en 2025.
En su visita a las instalaciones de la escuela de Tapalshucut, El Faro atestiguó cómo una camioneta blanca con placas particulares se estacionó frente a la escuela abandonada. Tres personas bajaron de ella: un hombre y dos mujeres; una de ellas se presentó como delegada municipal del distrito de Izalco.
El hombre, que estaba a dos metros de uno de los periodistas de El Faro, respondió el teléfono, cuyo volumen estaba alto. El periodista logró escuchar la conversación: “Aló, ingeniero, soy un representante de MUSSAL, una organización que da apoyo al excelentísimo señor presidente Nayib Bukele, andamos verificando las condiciones de la escuela, pero permítame, aquí veo a una persona grabando video”, dijo mientras miraba a otro de los periodistas de este medio. Del otro lado de la línea, el ingeniero le sugirió que grabara al segundo periodista con su teléfono: “Registre todo lo que hace, pero usted guarde silencio”, le dijo. La acción fue interrumpida por una profesora que iba de salida.
El hombre y una de las mujeres se presentaron como representantes del Movimiento de Unidad Social Salvadoreño (MUSSAL), y aseguraron a la docente que llegaron a verificar las condiciones de la escuela, tras una coordinación con Ibrajim Bukele, hermano del presidente, después de que los padres de familia del cantón Las Higueras denunciaran las condiciones en las que sus hijos estaban recibiendo clases bajo carpas desde hace dos años.
Tanto en Facebook como en X, MUSSAL se presenta como “un movimiento en apoyo a nivel nacional para el mejor Presidente de la historia Nayib Bukele (sic)”. En una de sus publicaciones fijadas aparece su presidente, Amílcar Monge, y otros miembros de la organización, reunidos con Ibrajim Bukele, uno de los hermanos del presidente, con la leyenda: “en favor de las comunidades y cantones de nuestro País'. En otras, también divulgan campañas sobre las visitas que hacen sus miembros a distintas comunidades rurales. También comparten propaganda de Bukele.
El Faro contactó a través de whatsapp a MUSSAL, para conocer su vinculación con el Gobierno y por qué realizan operaciones que debería hacer el Ministerio. Nadie contestó.
Siempre en Izalco, en Sonsonate Este, a 5.4 kilómetros de distancia del cantón Las Higueras, el Centro Escolar Comunidad El Bambú también fue cerrado recientemente por el Ministerio de Educación. En enero de este año, los padres de familia de la comunidad fueron avisados de que el cierre se debía a la baja matrícula, afirmó a El Faro Martha Pérez, líder comunitaria. Según una nota de La Prensa Gráfica, el año pasado este centro escolar recibió a 35 estudiantes de parvularia a sexto grado.
El Bambú cerró a pesar de que en 2023 la Embajada de Alemania en El Salvador hizo un donativo de 24,197 dólares para la construcción de tres aulas nuevas, una cocina, una bodega, un cerco perimetral, una pila y la remodelación del techo, según confirmó a El Faro la oficina de comunicaciones de la Embajada. Cuando se inauguraron estas construcciones, el diputado de Nuevas Ideas José Raúl Chamagua divulgó fotos de la escuela y de su participación en los actos de inauguración. “Tuve el privilegio de compartir con la comunidad esta alegría, antes de venirme a la plenaria a legislar por y para todos los salvadoreños”. El Faro contactó a Chamagua para conocer su postura sobre el cierre, pero no respondió.
La situación de las escuelas y la deserción de alumnos ocurren en un año en que el Gobierno recortó $30 millones al presupuesto de Educación. Es el porcentaje más bajo respecto al PIB desde 2020, según reveló una nota de La Prensa Gráfica. Idalia Zúniga, una líder sindical que entrevistó El Faro el año pasado advirtió: “En El Salvador se está desmontando la escuela pública”. Estos recortes presupuestarios ocurren mientras el gobierno intenta cumplir con una reducción al gasto público, como parte de un acuerdo con Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de préstamos multimillonarios.