Opinión /

Convicción política para salvar El Espino


Martes, 18 de septiembre de 2012
Juan Marco Álvarez*

En las últimas semanas hemos visto extensos y detallados reportajes publicados en El Faro, donde se destaca la adquisición en forma dudosa de las tierras en la zona urbanizable y en particular, en la zona “no urbanizable” del área natural conocida como Reserva Forestal El Espino.  

Estas tierras “no urbanizables”, que suman alrededor de 670 manzanas de acuerdo al Decreto Legislativo 432,  se ubican al norte del Boulevard Diego de Holguín y al Oeste de la Avenida Masferrer, y fueron el enfoque de una propuesta elaborada por un consorcio de ONGs (SACDEL, FUSAI, ConstruAmbiente y SalvaNATURA).  Esta fue presentada a los Gobiernos de Francisco Flores y Tony Saca,  donde se les propuso comprar 500 manzanas (dejando 170 manzanas a la Cooperativa El Espino), integrarlas al Parque los Pericos (ahora Bicentenario),  y crear una reserva ecológica urbana ejemplar en Latinoamérica con aproximadamente 630 manzanas de extensión.   

Esta iniciativa, como bien lo menciona el último reportaje en El Faro, estuvo cerca de concretarse a principios de 2007, incluso con su propio anteproyecto de ley. Por diversos intereses políticos y económicos, algunos mencionados en el artículo mismo, el Gobierno de Tony Saca se echó para atrás.  El consorcio de ONGs lamentablemente no continuó impulsando la iniciativa con el actual Gobierno del Presidente Funes, posiblemente debido al desgaste acumulado después de haber lidiado con dos gobiernos anteriores.  

Sin embargo, la ONG que debería haber continuado con el objetivo plasmado en la propuesta del Consorcio es SalvaNATURA, por su corte netamente ambiental, y por su involucramiento directo con las Alcadías de Antiguo Cuscatlán y San Salvador, en el manejo del Parque Bicentenario. Lastimosamente, SalvaNATURA ha perdido el liderazgo que le caracterizó como ONG ambiental durante la década de los 90 y la década pasada, y ahora tiene serias limitaciones para ejercer incidencia política adecuada.  En definitiva, enfocarse únicamente en manejar el Parque el Bicentenario no es suficiente para garantizar la integridad de la Reserva Forestal. 

El actual Gobierno, a pesar de la formación de la supuesta comisión que anunció el MARN en 2010 para analizar la situación catastral y jurídica de El Espino y evaluar posibles soluciones, tampoco ha demostrado un interés concreto por solucionar la problemática. A la fecha, no ha brindado ningún resultado de los supuestos análisis.  

Más importante aún, llama la atención la falta de liderazgo del MARN y del mismo Presidente Funes en querer solventar la problemática de El Espino, dado el reciente lanzamiento de la Política Nacional de Medio Ambiente, puesto que ésta tiene como objetivo revertir la degradación ambiental y reducir la vulnerabilidad ambiental frente al cambio climático. Si ya el bajo San Salvador se inunda con cualquier chubasco, imaginemos qué puede pasar con nuestra capital durante los siguientes inviernos si esas tierras en El Espino se urbanizan. San Salvador es una ciudad muy vulnerable, y la urbanización de estas tierras provocaría que un alto porcentaje de la población metropolitana entre en alto riesgo.  

Es contradictorio que la misma Política proponga entre sus líneas prioritarias el “ordenar ambientalmente nuestro territorio e impulsar acciones enérgicas de adaptación al cambio climático y de reducción de riesgos”,  y que todavía infiera que estas líneas de acción “pueden ser la base para una agenda de unidad nacional en materia ambiental”  cuando ni siquiera ha identificado a El Espino como su principal prioridad y a través del cual claramente se podría generar unidad nacional. Sería muy sensato entonces alinear esta actividad como el componente crítico del plan de acción dentro de esta nueva Política Nacional de Medio Ambiente. Y en este caso, “ordenar ambientalmente el territorio”, significa comprar estas tierras, o como mínimo, protegerlas con una legislación superior que evite el cambio en el uso del suelo y garantice la provisión continua y mejorada de servicios ambientales.   

Se requiere de convicción política para actuar con este tema, que fue lo que al final le faltó al Gobierno de Tony Saca. Este gobierno, si es que llega a dimensionar el sentido de urgencia de salvaguardar estas tierras “no urbanizables” en El Espino, debería tener una firme convicción para actuar de inmediato;  pero me temo que su misma inexperiencia y  la coyuntura actual de las finanzas públicas representan serios obstáculos.  A pesar de ello, y de nuevo, si existiera verdadera convicción política, siempre se pueden identificar recursos, especialmente cuando se trata de un bien colectivo y para lo que en este caso representaría un acto de Nación. 

Insisto, como lo hice con el ex Presidente Tony Saca en un artículo que escribí en el 2008, que ahora el Presidente Funes tiene en bandeja de oro una oportunidad única de dejar uno de los más grandes legados posibles al País. Si lo hace, no necesariamente se le reconocerá como el Presidente o el Gobierno que salvó El Espino, sino como el Gobierno que salvó la ciudad de San Salvador. 

*El autor es experto en temas de Desarrollo Sostenible y fue director ejecutivo de SalvaNATURA hasta marzo de 2009.  

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