La cultura política salvadoreña -caracterizada por un patriarcado profundamente arraigado-, impone barreras para la participación sustantiva de las mujeres. En una entrevista con una diputada de la legislatura 2018-2021, esta comentó que en la política es necesario tener “ADN de hombre” para sobrevivir. Esta declaración encapsula el sentir de muchas mujeres en cargos públicos: para ser escuchadas, deben adoptar características asociadas con el liderazgo masculino. Este fenómeno, conocido como “masculinización del poder”, obliga a las mujeres a adoptar actitudes y comportamientos que no necesariamente resuenan con su estilo de liderazgo, pero que el sistema patriarcal exige para ser aceptadas.