El Ágora /

'Masferrer era un hombre decepcionado de la vida y por eso se crea su nuevo dios'

Los escritos vitalistas y la correspondencia íntima de los últimos años de vida de Alberto Masferrer le sirven a Marta Casaús para presentarnos a un hombre enfermo y desequilibrado por la frustración de que sus ideas no penetraran en el poder y de que la sociedad conservadora de su época no le permitiera estar con la mujer que amaba, desterrada por concebir con él un hijo fuera de matrimonio.

Lunes, 10 de diciembre de 2012
María Luz Nóchez / Fotos: José Carlos Reyes

Alberto Masferrer no pudo cambiar el pensamiento de los políticos salvadoreños, pero sí le cambió la vida a la guatemalteca Marta Elena Casaús Arzú. 10 años pasó tras las pistas sobre este señor al que ahora llama “mi viejito”. Una de las primeras pistas fue un ejemplar de “El Mínimun Vital”, escrito, según ella, por un anarquista al que creía de origen catalán. “Poco a poco lo fui descubriendo y me fui ‘enamorando’ de él”, admite. Pero no se trata de una enamorada ingenua. Casaús es doctora en Ciencias Políticas y Sociología, imparte cátedra de Historia de América en la Universidad Autónoma de Madrid y dirige el Máster Europeo en Estudios Latinoamericanos. Su trabajo incluye investigaciones sobre la genealogía del racismo en Guatemala y América Latina, y acerca del desarrollo intelectual y conceptual.

La guatemalteca Marta Casaús se perfila como una de las más importantes especialistas en la vida y obra de Alberto Masferrer.
La guatemalteca Marta Casaús se perfila como una de las más importantes especialistas en la vida y obra de Alberto Masferrer.

Masferrer fue un hombre prolífico guiado por su rebeldía y sed de conocimientos que el sistema educativo 'europeizado', que desde joven criticó, no le proveía. Sus dotes de autodidacta lo llevaron, sin embargo, a ocupar cargos de cónsul en Argentina, Chile, Costa Rica y Bélgica, y en la Corte Interamericana de Justicia. Su carácter de libre pensador lo legitimó a través de sus constantes denuncias ante un Estado autoritario vertidas en ensayos, cartillas, cátedras y el Diario Patria. Pero para algunos no fue suficiente. Para Roque Dalton, el poeta de la izquierda comunista, no fue más que un “Viejuemierda”, según consta en ese poema-diatriba que aparece en 'Historias prohibidas del Pulgarcito'. De ahí su paulatina invisibilización posterior a la Segunda Guerra Mundial. Ahora, Masferrer es en el país una escuela, una universidad y un redondel.

En este escenario aparece Casaús con “El libro de la vida de Alberto Masferrer y otros escritos vitalistas” para reordenar sus pensamientos y reorganizar su obra. Luego de una década de estudiar las redes intelectuales teosóficas, unionistas, feministas en las que se movía el filósofo, hace su aporte a este debate desde la intimidad: las cartas entre Masferrer y Hortensia Madriz, su última compañera sentimental. A través de su correspondencia, nos revela a un hombre decepcionado, frustrado y desequilibrado, que en sus palabras dista mucho del que siempre nos han presentado. 

¿Por qué hablar de Masferrer ahora?
Porque es un pensador universal, un centroamericanista, un hombre que denunció las injusticias y las desigualdades, y las denunció con mucha fuerza y con un muy buen criterio. Que no solo hizo un diagnóstico muy certero de la situación de El Salvador, que además se parece mucho al actual, sino que hizo una serie de propuestas muy interesantes en el campo de la regeneración individual y colectiva, de la creación de valores. Además, tiene un decálogo de lo que tiene que ser el mínimum vital, en el sentido del derecho de todo hombre a tener una vivienda, un trabajo, el derecho al pan; y derechos colectivos muy actuales como el derecho a respetar el medio ambiente, a respirar un aire puro, a proteger a los animales. En este momento que se están dando las integraciones entre Estados, es un elemento básico para repensar nuestra nación y nuestro estado.

¿Cómo describiría la relación de Masferrer con el poder?
Si alguien no tenía legitimidad ante el poder era él. La legitimidad que tenía se la daba su propia pluma, su propio espacio de opinión pública como periodista y como libre pensador, porque no se casaba con nadie. 

Pero sí lo hizo con el gobierno de Araujo. Fue el director de la campaña política.
Su participación con Araujo fue porque pensó que podía desde la cúpula y desde el poder hacer cumplir su proyecto social del mínimum vital, pero no fue así. Obviamente tuvo que renunciar a los dos años. Si vamos a hablar de poder, su legitimidad también se la dieron las redes en las que se apoyó. Tenía una red muy fuerte de pedagogos, teósofos, espiritualistas y unionistas. Todo ese conjunto de redes y de mujeres feministas que apoyaron en difundir su pensamiento. 

¿Diría que este paso fallido por el poder fue lo que derrotó a Masferrer?
Sí. Fracasó en un intento político con el que él creía que desde el poder podría ayudar a los más desamparados. Entre una cosa y otra se siente enormemente decepcionado, defraudado y frustrado y en esas cartas tan bellas a su amada se muestra ese desánimo. Siempre nos han vendido la imagen de un hombre equilibrado, el maestro, el guía espiritual. Pero era un hombre verdaderamente decepcionado de la vida y por eso se inventa y se crea su nuevo dios que es el sol. No es que él fuera heliósofo ni que pretendiera crear una nueva religión, sino que se inventa un dios que le dé calor, que no lo castigue, que no lo trate mal, con el que no haya intermediarios, sacerdotes o Krishnamurtis, entre él y dios. Un dios de un libre pensador, un dios natural.

Explíquenos su visión del Estado que Masferrer proponía.
Masferrer deconstruye el Estado, está en contra de un Estado autoritario. Él lo que plantea es que se termine el ejército, que no se use para la guerra y que se use para la paz y construir carreteras, escuelas, etcétera. Plantea una nueva función del ejército. Cree en el principio básico de no obedecer, porque no se puede seguir a un Estado injusto y a un Estado autoritario. Aboga por el derecho a rebelarse, a emanciparse contra el Estado. Él lo que tiene es un proyecto de confianza en el individuo, la familia, la comuna, sobre el cual cree que se tiene que establecer toda la articulación entre el Estado y la nación y tiene que ser un Estado social de derecho. Hace una ruptura de paradigmas. Para él, el individuo se degenera en la sociedad porque el Estado no le da los suficientes elementos para obtener una vida digna, para vivir dignamente.

Es decir que si las ideas de Masferrer se hubieran colado entre el poder se pudo haber evitado el Martinato, por ejemplo.
Claro, sin duda alguna. Si hubiera triunfado un Estado social, otro gallo nos cantaría en toda Centroamérica. El partido comunista en un momento determinado acompaña la sublevación que se convirtió en un genocidio, y él se distancia de ellos. Primero, porque es pacifista, no le gusta la violencia; y segundo, porque no es comunista, siempre fue anarquista. No le parece que esos sean los métodos, porque cree que el cambio no tiene que ser violento, sino gradual. Y porque cree que el estado debe intervenir en esos cambios para mejorar las condiciones del Estado.

Regresemos un poco a las redes intelectuales que rodearon a Masferrer. ¿Cómo se fueron conformando?
Masferrer tenía una pluralidad de pertenencias. A pesar de que se consideraba un libre pensador participaba en todas las reuniones y proyectos unionistas, estaba con Mendieta, Wyld Ospina, con (José) Vasconcelos..., pertenecía a esas redes unionistas porque fue uno de los que firmó el Pacto de Unión en 1921. Era una membresía. En cuanto a las redes pedagógicas, es por su estatus de maestro y por la relación que tenía con Gabriela Mistral, con la cual funda el Partido Unionista. Esto lo dota de un espacio continental, y le permite fundar las famosas sociedades teosóficas de mujeres. Gabriela Mistral las funda en Guatemala y El Salvador, y en Honduras, Graciela Bográn. Él se apoyó mucho en sus hermanas, Teresita (Masferrer) que vivía en Guatemala, y Nela (Mónico). Y sobre todo en su última compañera de viaje, Hortensia Madriz. Esa red de mujeres era muy fuerte, a la que se suman la red de teósofos, logias y sociedades teosóficas, en las que Salarrué y otros teósofos jugaron un papel muy importante en la difusión de su pensamiento.

Esta gráfica elaborada por Marta Casaús muestra los influyentes personajes con los que Alberto Masferrer mantenía comunicación y que fueron decisivos en la difusión de sus ideas.
Esta gráfica elaborada por Marta Casaús muestra los influyentes personajes con los que Alberto Masferrer mantenía comunicación y que fueron decisivos en la difusión de sus ideas.

El gran aporte de este libro es el análisis que hace de Masferrer a partir de su inédita correspondencia. ¿Cómo llegó a las cartas?
Su hija (Helia Masferrer), a la que encontré en Bélgica, me permitió estudiar toda la correspondencia íntima que tenía con Hortensia. Toda esta correspondencia nos permite ver su estado de ánimo. En toda esa correspondencia él plantea su enorme decepción, su desesperación, su desánimo, su frustración. Pero no solo por la política, sino porque no podía estar con su amada. Hortensia, sobrina de Napoleón Altamirano, tiene un hijo fuera de matrimonio con él y la “buena sociedad salvadoreña” no lo puede permitir y la expulsan a Bélgica. Posterior a la renuncia del gobierno de Araujo, Masferrer se autoexilia a Guatemala y trata ahí de hacer un partido vitalista y ganar dinero para poder ir a vivir con su amada a Bélgica, pero no lo logra. Ahí ya está en una situación de mucha enfermedad y fragilidad personal. 

La develación de un Masferrer distinto.
Sí, para demostrar que no era un hombre equilibrado. Ya antes de su decepción era un hombre desequilibrado. Además, para demostrar cómo su obra intelectual más fuerte, tanto la espiritual de la religión universal, de helios, de las figuraciones de Jesús, las hizo a la vez que su obra social: el 'Mínimum vital', 'El dinero maldito'... No hay una diferenciación. Matilde Elena López decía que lo del espiritualismo eran desvaríos de la juventud, y luego se convirtió en marxista. Nunca fue marxista, jamás. Fue anarquista, indudablemente, en sus cartas está la lectura.

¿Cuál es la revelación más importante que le dejan estas cartas?
Quizás lo más importante de él como pensador universal y como un gran divulgador de pensamiento, al estilo de Thomas Paine con el “common sense”, es la articulación que hizo entre el pensamiento oriental y el occidental. Sin duda alguna, es el primero que empieza a introducir el budismo, el hinduismo, a Lao-Tsé. Hubo mucha influencia hinduista en su concepción de regeneracionismo. Toda su idea de regenerar al individuo a través de la familia, la comuna, la sociedad, vienen del hinduismo, de Krishnamurti, también. Todos sus valores de la libertad, la justicia, la equidad, vienen más del hinduismo que de un regeneracionismo hispano que no leyó.

¿A qué se debe la paulatina invisibilización de Masferrer?
Creo que se debe a una manipulación e ideologización que se hizo de él. La izquierda comunista le llamó viejo mierda. Entonces la izquierda lo único que recuerda es el poema de Roque Dalton, con lo cual para la izquierda es un viejo estigmatizado, fuera de lugar que se opuso a la sublevación y no es cierto. En el libro tiene una carta de dolor por la matanza del 32, fantástica, una carta de un dolor profundo. Que él haya estado con Araujo no quiere decir que estuviera vinculado al poder. Después Salarrué estuvo con el Martinato, que es todavía peor, y nadie dice nada de Salarrué, nadie le dice que es un reaccionario. Se ideologizó mucho la figura de Masferrer. Por otra parte, sus críticos, prologuistas o biógrafos lo desmembraron. Los que no creían en la parte teósofa, solo sacaron la parte comunista o socialista, humanista; los que eran teósofos, simplemente sacaron la parte espiritualista; los que eran integracionistas sacaron su parte centroamericanista. Entonces, la obra de Masferrer no se pudo recibir entera, porque está muy dispersa, pues cada uno sacó, de donde quiso, lo que más le interesaba. Lo que hemos hecho en este libro es una reordenación de su pensamiento, una reorganización de cómo él pensó su obra y cómo dicen sus cartas que la escribió. Tanto ideológicamente como políticamente. Una reestructuración total de esa parte vitalista del 27 al 32.

Del estudio obsesivo de la obra y vida de Masferrer, Casaús identifica en esta gráfica las principales influencias que recibió el pensador de autores contemporáneos.
Del estudio obsesivo de la obra y vida de Masferrer, Casaús identifica en esta gráfica las principales influencias que recibió el pensador de autores contemporáneos.

Ahora hablemos de usted. ¿Cuál fue su primer contacto con Masferrer?
“El mínimum vital” que lo encontré por ahí tirado, y pensé “¿y este anarquista de dónde salió?”. No sabía quién era, pensaba que era catalán. Luego vine a El Salvador a buscar los fondos de Masferrer a la Biblioteca Nacional y me encuentro una reunión de niños, maestros y parientes de Masferrer. Sin saber quién era Masferrer me hacen hablar de él y yo digo “pues este viejito es un teósofo y anarquista”. No me asesinaron de puro milagro. Cuando terminé de hablar “irreverentemente” del maestro se acerca a mí un grupo de maestros, y me dicen: “¿usted querría hablar con Masferrer?” Pensé que me iban a presentar un tío, un sobrino, una hermana, lo que sea, y me llevan a una sesión de güija. Y tanto como para hablar con él no estaba preparada, ja, ja, ja. Tengo que reconocer que yo hablo con Masferrer a través de sus cartas. Mi contacto ha sido muy íntimo y me ha hecho profundamente feliz. Ahora que lo abandono y que está fuera de mí tengo una tristeza enorme. 

En el prólogo, Eduardo Valdés-Valdés sostiene que pensando en Masferrer se piensa a usted misma.
Tengo que reconocer que leyendo a Masferrer me transformé. Ha sido la historia de una seducción. En la medida en que lo fui leyendo me fui transformando. Es un pensador profundo, inmenso, que utilizó la palabra como soflama, un panfletario que amaba profundamente a su patria, que sufrió por ella. Un incomprendido en su sociedad. No lo comprendían los partidos comunistas y las clases desfavorecidas para las cuales él trabajaba. Y la oligarquía lo odiaba por razones de su denuncia y por haber tenido una relación con una mujer de la oligarquía con la cual tiene un hijo. Un hombre marginado al que poco a poco fui descubriendo, y me fui “enamorando” de él. Involucrándome de tal forma que he estado con mi viejito 10 años, ja, ja, ja. He empezado a ver la historia de Centroamérica desde otra óptica. Creo que es necesario crear nuevos espacios de sociabilidad centroamericanos, revitalizando y revisitando el pensamiento de Masferrer.

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