San José, COSTA RICA. El Domingo de Resurrección de 2018, Costa Rica escogerá a su próximo presidente entre dos candidatos que comparten apellido pero nada más: Fabricio Alvarado es un predicador evangélico, cantante, reportero televisivo y diputado de corte conservador; Carlos Alvarado, es el candidato oficialista, escritor y periodista, exmiembro de una banda de rock, exministro del actual gobierno de corte progresista. El primero está en contra del matrimonio igualitario; el segundo, a favor.
Tras las elecciones generales que se llevaron a cabo el 4 de febrero, Fabricio y Carlos Alvarado se citarán en segunda vuelta el 1 de abril. Fabricio parte con ventaja: alcanzó el 24.9 % de los votos escrutados, mientras que su contrincante oficialista llegó a 21. 7%.
La elección se redujo casi a un referéndum entre liberales y conservadores, después de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) se pronunció a favor del matrimonio igualitario y lo reconoció como un derecho, el pasado 9 de enero. La sociedad costarricense es de tendencia conservadora, según explicó a AFP el politólogo Felipe Alpízar, director del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP). Los 'ticos' se posicionan en proporción de dos a uno contra temas como el matrimonio homosexual, el uso recreativo de la marihuana y el Estado laico, según explicó Alpízar.
Fabricio Alvarado, de 43 años, tenía 3% de apoyo en las encuestas de diciembre, pero desde que en una entrevista en enero planteó retirar a Costa Rica de la Corte IDH por su opinión a favor del matrimonio homosexual, su popularidad subió hasta el 17 %. Desde esa entrevista Alvarado enarboló la bandera del rechazo a la postura de la Corte sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, una postura que le ha permitido cosechar números a su favor. Su candidatura fue postulada por el pequeño partido Restauración Nacional, una fuerza nacida entre las iglesias pentecostales que han proliferado en el país. Un perfil del periódico La Nación recoge como Alvarado entregó Biblias en el Congreso y la Presidencia de Costa Rica, para conmemorar el Día Nacional de la Biblia, una festividad que él mocionó desde su curul.
'Sin lugar a dudas la religión impulsó a Fabricio Alvarado, y eso se acentuó con vehemencia a partir de la resolución de la corte (interamericana)', dijo a AFP el analista político independiente Jorge Vega. Consideró que el diputado capitalizó ese voto porque 'no es un conservador de pose, es un hombre de iglesia evangélica'.
En el otro bando, Carlos Alvarado, un exministro de Trabajo de 38 años, aglutinó a las fuerzas progresistas del país con un mensaje de continuidad del gobierno actual del centrista Partido Acción Ciudadana (PAC). Pese a su edad, Carlos Alvarado tiene experiencia acumulada como asesor legislativo y como parte del equipo perdedor de tres candidaturas presidenciales, las de Ottón Solís, de acuerdo con La Nación. En 2014, fue jefe de comunicación de la campaña del actual presidente tico, Luis Guillermo Solís, con el Partido Acción Ciudadana. En su plataforma de campaña, Alvarado ofrece 'la aprobación de los proyectos de ley que garanticen la igualdad de derechos de las parejas conformadas por personas del mismo sexo, incluidos los que aseguren la protección jurídica y estatal del matrimonio civil igualitario'.
Fin del bipartidismo
La elección del domingo marcó la primera vez desde la segunda mitad del siglo pasado en que el poder no será disputado por alguno de los dos partidos tradicionales del país: Liberación Nacional (socialdemócrata) y Unidad Social Cristiana (centro derecha). El abstencionismo fue de 33,88%, indicó el Tribunal Supremo de Elecciones.
'El país ha cambiado, el país político es distinto, y a esto debemos ponerle atención', comentó el politólogo Alpízar. El analista Jorge Vega destacó que Restauración Nacional, el partido conservador evangélico, logró superar a los dos partidos tradicionales del país en las provincias periféricas, donde el ahora gobernante PAC nunca alcanzó votaciones significativas.
Se trata también de las regiones más pobres, con menos educación y empleo, y donde la religión tiene más influencia, señaló el analista.
Vega adelantó que los dos aspirantes deberán comenzar a negociar con los restantes partidos para impulsar su agenda con una Asamblea Legislativa (parlamento) fraccionada tras la elección del domingo, sin ninguna fuerza mayoritaria.
'El lunes mismo, los candidatos van a tener que comenzar a negociar en busca de acuerdos que les permitan gobernar', señaló el analista político.
Antes de la opinión de la Corte Interamericana, la elección estuvo dominada por el rechazo a la corrupción, provocado por un escándalo en torno a la importación de cemento chino, que reveló una red de tráfico de influencias en los tres poderes del Estado.
También la inseguridad motivó la intención de voto ante un drástico aumento en el número de homicidios, que en 2017 alcanzó 12,1 por cada 100.000 habitantes, el más alto en la historia del país.
Con esos temas en la agenda, el abogado penalista Juan Diego Castro, del minúsculo Partido Integración Nacional, se perfiló hasta diciembre como el favorito de los electores, pero su discurso de mano dura se agotó en la recta final de la contienda.
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