El candidato presidencial del FMLN, Hugo Martínez, ganó las elecciones internas por amplia ventaja, pero también un camino cuesta arriba. Este domingo fue ganador. Este lunes se convierte en el último de la fila.
Martínez ganó el pase a una competencia en la que arrancará con la viñeta de tercero, la de no estar entre los que en 2019 disputarían una virtual segunda vuelta. En las próximas elecciones presidenciales de El Salvador, hay razones para creer que el partido de gobierno no será uno de los dos más votados. Este domingo 27 de mayo, el canciller celebró su triunfo, pero a partir de este lunes, será el tercero en una carrera que perfila a otros dos favoritos.
La posición de Hugo Martínez es difícil: el partido en el gobierno acaba de sufrir la peor derrota de su vida democrática en las pasadas elecciones legislativas y municipales (4-M); según dos de las principales encuestas (LPG-Datos y UCA), su bandera ya no está entre los dos primeros puestos de las preferencias. La candidatura presidencial del canciller también arrastra nueve años de dos gobiernos mal evaluados y el auge de la antipatía hacia los partidos políticos de la guerra fría. Antipatía que golpeó significativamente más al FMLN que a su rival Arena.
En su encuesta de febrero de este año, LPG-Datos coloca a Arena en primer lugar de intención de voto por la presidencia (27.5%), al movimiento Nuevas Ideas -de Nayib Bukele-, en segundo (17.5%) y al FMLN en tercero (12.8%) . Tras los resultados del 4-M, la más reciente encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA (IUDOP) pone en primer lugar al movimiento del exalcalde de San Salvador (38.5%), al partido Arena en segundo lugar (30%) y, lejos en tercero, al FMLN (8.9%).
El escenario del candidato sería menos complicado si Nayib Bukele, expulsado del FMLN en octubre del año pasado, no logra concretar formalismos de burocracia electoral. Es decir, que Nueva Ideas no sea aceptado como partido político por el Tribunal Supremo Electoral o que este no acepte a Bukele como candidato presidencial por la anomalía de haber convocado a internas sin estar terminado su proceso de inscripción.
Aunque Nuevas Ideas no es partido político y la candidatura presidencial de Bukele no es oficial, el exalcalde de San Salvador ya demostró que tiene el músculo necesario para colarse entre los dos favoritos: en un fin de semana recogió 200,000 firmas para inscribir Nuevas Ideas ante el TSE, cuando lo necesario eran 50,000 y el plazo era de un mes.
Sin embargo, si Bukele queda fuera de la contienda, el escenario del FMLN y Hugo Martínez sigue estando cuesta arriba. Los resultados de las últimas elecciones de alcaldes y diputados mostraron que la antipatía del electorado hacia los partidos políticos de la guerra fría sigue cobrando la factura más cara al partido de gobierno. En las pasadas elecciones perdió casi 400 mil votos, la mitad de su tradicional piso electoral. En las recientes elecciones para la Alcaldía capitalina, tanto el FMLN como Arena perdieron votos en relación con las elecciones municipales anteriores, pero la proporción no fue comparable. El FMLN perdió casi 50,000 votos. Arena perdió casi 6,000. El hartazgo y el fantasma del voto nulo convocado por Bukele fueron las explicaciones de los analistas.
Caso contrario, si Bukele formaliza su candidatura para 2019, tras 25 años de vida democrática, el FMLN competiría por colarse en una segunda ronda presidencial. Lo que otrora hubiera sido una estrepitosa derrota para la exguerrilla -no llegar a segunda vuelta-, en este caso es la carta que de momento está sobre la mesa. Lo que era fracaso hoy resulta aspiración.
Uno de los tomadores de decisiones del colectivo de dirigentes del FMLN confirmó a El Faro que la estrategia del partido es buscar ganar por una nariz el segundo lugar y obligar a segunda ronda en 2019. “El FMLN es un partido con estructura en todo el territorio, maneja el gobierno. Nayib Bukele no tiene estructura ni el financiamiento para una campaña de tales dimensiones”, explicó el dirigente. Según este cuadro del partido que pidió anonimato, el pastel de votos se partirá en tres partes. “Nosotros estaremos en la segunda vuelta”, augura. Aunque este sea el plan, el primer reto de Hugo Martínez es sacudir de su bandera el olor a derrota. El ganador de las internas efemelenistas debe convencer a sus bases e indecisos de que puede ganar. En algún momento debe convencerlos de que ya no es el tercer lugar.
La derrota no es solo un olor que rodea al flamante candidato efemelenista. Martínez tendrá que bregar cuesta arriba con una bancada legislativa casi inservible. El 4-M dejó con 23 diputados al FMLN, una bancada irrelevante en la conformación de la actual Asamblea Legislativa. Arena y PCN suman los votos necesarios para aprobar las iniciativas que requieren mayoría simple (43 votos) y, con Gana, la alianza Arena-PCN, logra los 56 votos para la mayoría calificada, correlación necesaria para elegir al próximo fiscal general, a cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional y otros cargos de segundo grado. La derecha política en la Asamblea, con todo y sus diferencias de por medio, tiene la sartén por el mango. El FMLN y su candidato tienen por delante un año en el que, en el peor de los casos, serán espectadores de la toma de decisiones.
El escenario que salva al partido de izquierdas de la irrelevancia pasa porque ocurra un gesto inusitado: y es que Arena elija como primera opción para negociar a su principal adversario. Solo así, el FMLN podría incidir en las votaciones de la elección de magistrados de la Corte Suprema y de fiscal general. Arena tendría que pactar con el FMLN en detrimiento de Gana, que nació como escisión arenera.
Un candidato cuyo partido no tenga poder legislativo puede verse como un candidato débil. Sobre todo cuando el otro candidato tradicional, Carlos Calleja, de Arena, está en las antípodas, y cuando Bukele sigue cosechando los favores de ser una novedad. Todos tienen algo a favor. Martínez, de momento, solo tiene un partido que cayó.
Ningún Martínez es disruptivo
Antes del 4-M, la victoria interna de Hugo Martínez era imposible. De hecho, no estaba en el mapa. Es el candidato que surgió en respuesta a la reflexión tras la peor derrota electoral del FMLN. La precandidatura de Hugo nació de la derrota. Gerson Martínez -el candidato que había sido ungido por el colectivo que toma las decisiones más importantes del FMLN y del gobierno- representa a la dirigencia derrotada que acudió a las bases para limpiarse la cara. Gerson fue una de las víctimas del 4-M. Lo bendijo la dirigencia que se conducía sin freno hacia la debacle. Hugo, aunque suene extraordinario, tuvo la suerte de que no lo bendijeron.
La candidatura del canciller parece surgir tras una decisión consultada por la bases. “¡Que viva el candidato de las bases!”, gritaban sus afines cuando la noche del domingo lo recibieron en la sede central del partido para oficializar su candidatura. La precandidatura del exministro de Obras Públicas no se quitó el halo del dedazo. “Te queremos, Gerson, te queremos”, gritaban al perdedor de las internas como recibimiento la misma noche.
En la campaña interna, ninguno de los dos ofreció una ruptura súbita de discurso con respecto al FMLN que ha gobernado el país en los últimos nueve años. Ni uno de los dos ofreció reformismo. Los dos Martínez que disputaron la candidatura presidencial tienen respaldos en el colectivo de dirigentes históricos que ha gobernado el país y el FMLN.
Tanto Hugo como Gerson cargaron fusiles en la guerra civil. Décadas después de la firma de paz, ambos representan la parte diplomática y tecnócrata de un FMLN que estar por cumplir una década al mando del Ejecutivo.
Hay que ser contundentes: quien crea que el canciller es un candidato rompedor de cúpulas, quien crea que representa el debilitamiento de la dirigencia, quien convoque reminiscencias de movimientos como el reformista -que fue casi enteramente expulsado del partido para 2003-, se equivoca. Los dos Martínez son candidatos aceptados por la cúpula, y ninguno de los dos ha hecho un gesto significativo por equivaler a lo contrario. Incluso, han corregido a quien les ha querido insinuar que son díscolos.
¿Quién representa a quién? Hugo Martínez lanzó su precandidatura en un acto público del vicepresidente, Óscar Ortiz, una suerte de primer ministro salvadoreño: jefe del gabinete económico, coordinador del área de seguridad, y con voz de mando sobre el gabinete social, tras la derrota del 4-M. Pero aquel acto de presentación que pareció un exabrupto no fue un lanzamiento sin paracaídas. Roberto Lorenzana, secretario de comunicaciones; Medardo González, secretario general de partido; y el mismo presidente de país, Salvador Sánchez Cerén, se cuentan entre los que promovieron la candidatura del canciller, aunque no necesariamente se subieron con él a una tarima ante los medios de comunicación.
De los principales dirigentes, y después de la debacle electoral, Gerson Martínez solo gozó del apoyo público de Lorena Peña, dirigente histórica que forma parte del colectivo de poder efemelenista. Aunque al interior del país, también lo apoyaron mandos medios que militaron en las Fuerzas Populares de Liberación, las FPL. Según una persona cercana a este candidato, Gerson representó a un sector de dirigentes históricos que buscaban rescatar el partido del pragmatismo electoral representado por los dirigentes que apoyaron al canciller. Como mucho, se puede aceptar que hubo diferencias en la cúpula, pero nunca ruptura.
La candidatura de Hugo Martínez surgió tras retirarse de sus aspiraciones el vicepresidente Ortiz, un dirigente que en 2003 encabezó un movimiento reformista en el FMLN y participó en unas reñidas elecciones internas contra Schafik Hándal, líder histórico y figura de culto del partido. En esa contienda, Hugo Martínez también estuvo a su lado. Pero aquel Ortiz no es éste Ortiz. Su apoyo no es necesariamente, como sí lo fue hace más de una década, señal de desobediencia a la cúpula.
Hasta este domingo, la última elección interna por las presidenciales del FMLN había sido celebrada en 2003. Esas elecciones se zanjaron así: Ortiz y la cúpula se reunieron en privado en el hotel Holiday Inn. Mientras duró la reunión, bases de militantes de ambos grupos cantaban consignas a favor de sus candidatos en el lobby del hotel. Al filo de la medianoche del 27 de julio, Ortiz salió de la reunión y reconoció que había perdido la candidatura presidencial por unos mil votos. El partido anunció la misma versión. Sin embargo, muchos entendieron ese desenlace como un pacto.
Esta vez no fue necesario. Ninguno de los dos Martínez era un otro. Ambos, con sus matices, eran parte de.
El Plan B de semana santa
El nuevo escenario político del partido de gobierno empezó a cobrar forma en la última semana de marzo. Según dirigentes del partido que conocieron las distintas reuniones, en semana santa de este año, un grupo de dirigentes urgió a Hugo Martínez de participar en una contienda que para entonces se había quedado sin candidato.
El plan A, Gerson Martínez, había renunciado a ser el ungido, y pedía competencia. Gerson parece haber entendido que lo que le bastaba antes del 4-M ya no le bastaba después. El pasado 26 de marzo, el lunes santo, el plan B de un sector de la dirigencia del FMLN empezó a ser serio: ese día, relatan diversas fuentes, Medardo González pidió a Hugo Martínez a considerar seriamente su candidatura interna tras la insistencia de un sector de dirigentes.
La crisis de antes de la semana santa llegó a tal punto que, según tres dirigentes de la Comisión Política, durante casi cinco días, el FMLN se quedó sin precandidato, debido a que el exministro de Obras Públicas renunció a llevar la viñeta de ungido y único. Pausa: suena lógico, pero no lo es. Que un precandidato presidencial del FMLN exija competencia no ha sido el común denominador en la historia de ese partido.
Según el Medardo González de antes del 4-M, “Gerson Martínez sigue el camino de la colectividad, sigue el camino de la conducta y de los valores de Schafik Hándal'. Eso es lo que decía a finales de enero de este año. El 10 de abril, debacle de por medio, la postura era totalmente distinta: “Hemos hablado con Gerson de que nosotros como dirección del partido no vamos a promover la preferencia hacia su candidatura ni públicamente ni al interior del partido. Lo vamos a hacer, para que haya precisamente libertad de escogitación por parte de la militancia”.
La noche de este domingo, tras ganar las internas, Hugo Martínez celebró la postura de su secretario general: “Quiero agradecer a las autoridades del partido y al secretario Medardo por haber mantenido esa posición imparcial en este proceso”. Después, todos, dirigentes, ganador, perdedor, se retiraron de la tarima sin dejar que la prensa les preguntara nada.
Esta actitud de no intervenir ha sido algo que las bases recuperaron 14 años después de que Medardo González ganara la silla de secretario general que ocupa desde noviembre 2004. Ese año empezó a morir el reformismo, un ala del FMLN que en el pasado libró batallas contra una corriente de pensamiento que consideraban 'conservadora' y que había logrado marginarlos -y a veces estigmatizarlos como derechistas-. Esa corriente de poder es la que lideró González. En 2014, el presidente Sánchez Cerén rehabilitó como cuadros relevantes de partido a algunos que fueron cercanos a aquel reformismo, y los nombró en los más relevantes cargos de su gobierno. Hoy, el FMLN es uno solo, sin reformistas. Es un partido muy parecido a aquel que no aceptaba ni un centímetro hacia otro lado. Ahora -y en este ahora es fundamental el 4-M- ese partido acepta gente que no piensa exactamente igual, media vez entiendan los límites. Hugo Martínez, a la luz de su campaña como precandidato, es alguien que los entendió muy bien.
El Hugo Martínez pletórico y victorioso de este domingo es de una sola noche. Tiene 252 días cuesta arriba antes de llegar al 3 de febrero, cuando disputará las presidenciales como el candidato oficial del partido de gobierno.
Tiene ocho meses y cuatro días para intentar ser el segundo.
*Con reportes de María Luz Nochez