Levi, un joven de veintipocos, a primera hora del domingo aún cree que el Estadio Cuscatlán va a quedarle grande a su partido: el FMLN. Levi se levantó a las 4 de la mañana y salió de Usulután junto con sus padres a bordo de un bus que, como decenas más, terminaron su viaje en uno de los estacionamientos en las afueras del estadio más grande de El Salvador. A las 8:30 a.m., Levi y sus padres están en las gradas de cemento que conducen a la entrada ‘Preferente norte’. La Convención Nacional del FMLN de este domingo 9 de septiembre se prepara para ratificar la fórmula presidencial del excanciller Hugo Martínez, y la exdiputada Karina Sosa, a cinco meses de las elecciones. Como le ocurre a Levi, hay efemelenistas que a esta hora aún dudan si la convocatoria será multitudinaria.
—A saber si lo van a llenar, ¿verdad, usted? –dice Levi, respondiendo con una pregunta la misma interrogante que acabo de hacerle– ¿Como cuánto le cabe al estadio?
—Depende. Si hay partido internacional, unos 32 000, pero con los que caben en la grama, creo que podrían ingresar hasta 50 000.
—Apuesí. Yo creo que viene más gente al estadio cuando hay partido de fútbol –dice Levi, cuando quizás es demasiado temprano–. La gente prefiere más el fútbol que la política, aunque también están los que ahí se andan muriendo por ellos.
Levi, que prefiere cambiar de tema y hablar de la victoria de anoche de la Selecta ante Montserrat, parece más tirado al fútbol que a la militancia partidaria. Su escepticismo lo comparte, al pie de las escaleras, un hombre que vende libros de Roque Dalton, y las autobiografías de los comandantes Ramiro y Ana María, a 8 y 9 dólares. “Al partido lo ha desgastado estar en el gobierno, como es normal”, dice, frunciendo el ceño, canoso, vestido con una camiseta roja del FMLN y un llavero del partido que le cuelga del pecho. “Pero si hoy llenamos el estadio, podemos levantarnos para enviar un mensaje de fuerza”, dice.
La más reciente encuesta de LPG Datos hundió al FMLN en el tercer lugar de las preferencias de los salvadoreños, después de Gana y de Arena.
Mientras más buses van entrando en el estacionamiento, no muy lejos de ahí, el diputado Jorge Schafik Hándal orienta a los grupos de personas que vienen caminando desde la Autopista Sur. Hándal, subjefe de la bancada menos numerosa del FMLN desde 1997 y excandidato a la Alcaldía de San Salvador que cayó ante Arena en 2012, sabe la diferencia que hace tener la moral alta en momentos de pruebas. “La expectativa es llenar el estadio, y eso es para demostrar fuerza y que tenemos el apoyo del pueblo”, dice a las 9:30 de la mañana, cuando el interior del Cusca aún muestra demasiado cemento. Su hermana Erlinda Hándal, viceministra de Ciencia y Tecnología, está a su lado y se anima a decir que la afluencia hasta entonces debería provocar un efecto cascada.
—El entusiasmo llama entusiasmo –dice.
La gente que llega al estadio no sigue un patrón. A veces llegan identificados bajo las siglas de una pancarta o el nombre de un colectivo; a veces llevan banderas rojas del partido, otras, sólo una mochila con comida. Hay gente que llega como si fuera a pasear, un domingo cualquiera, usando ropa de cualquier color. También llegan sindicalistas del Seguro Social y maestros de Andes 21 de Junio. Hacen su ingreso alfabetizadores, sindicalistas del llamado “sector eléctrico”, empleados de gobierno, del Tribunal Supremo Electoral, diputados y diputadas, concejales, alcaldes y más gente de comunidades del interior del país. Niños que parecen preguntarse qué hago aquí, y ancianos que son ayudados por los más jóvenes para caminar. Batucadas. Personas que vienen con sombrero y machete al cinto, y la Policía les prohíbe el ingreso porque van armados. También llegan diplomáticos a bordo de carros lujosos, y políticos que habían renunciado al FMLN por desavenencias con la cúpula, años atrás, como el exalcalde de San Salvador Carlos Rivas Zamora. No faltan el presidente de la República, Salvador Sánchez Cerénn ni su vicepresidente, Óscar Ortiz. Periodistas. Socorristas. Veteranos de guerra. Militantes.
Una hora más tarde, a las 10:40 de la mañana, todas las entradas al estadio están colapsadas. En las del sur ya no están dejando entrar a nadie. Cuesta imaginar que la selección de fútbol logre esta misma convocatoria. A la redonda, cuadras enteras llenas de buses estacionados y grandes grupos de gente siguen entrando. En los estacionamientos que rodean el recinto deportivo, el espacio ya no da abasto. Frente a las puertas del estadio, las colas son tumultuosas. Una gigantesca pantalla es la salvación para centenares de personas que se quedan afuera sin poder entrar.
“Hemos llenado el Estadio Cuscatlán, le duela a quien le duela”, sentencia Medardo González, secretario general del FMLN, en su discurso a las 11:10 de la mañana, desde la tarima central, sobre el engramillado. González pide al polémico dirigente José Luis Merino, miembro de la Comisión Política investigado por la Fiscalía por un caso relacionado a drogas y armas, que confirme si está presente la mínima cantidad de convencionistas necesarias para ratificar a la fórmula presidencial. De 911, ya está presente el 60 %, dice Merino, y González, desde el atril, invita a la aprobación de la agenda que incluye puntos como el “minuto de aplausos en memoria de los compañeros caídos en la lucha” que González se pasará por alto para por fin leer su discurso. González saluda a Sánchez Cerén, “hombre ejemplar, orgullo de nuestro partido, honrado”. También al vicepresidente Óscar Ortiz, “hombre incansable que está haciendo todo por este país”, dice González.
González luego saluda a los diplomáticos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Ecuador presentes, y dedica varios minutos para embelesarse con China Popular, cuya encargada de negocios en El Salvador, Ou Jianhong, también está en el engramillado. “En nombre de nuestro presidente y de la Comisión Política, me permito convertir esta gran concentración de pueblo en un plebiscito y quiero preguntarles a todos ustedes: ¿quieren ustedes que el FMLN, que este Gobierno y el próximo del FMLN defiendan esta decisión (de romper relaciones con Taiwán y abrirlas con China) tan trascendental contra viento y marea?”. Un sí largo y sonoro se escucha desde diversos puntos del estadio.
González lanza dardos a los candidatos de los otros partidos. “Compañeros y compañeras, nos enfrentamos a una batalla de definición y la única fórmula presidencial de izquierda se enfrenta a tres fórmulas de la derecha; es la convicción versus la ambición; la responsabilidad versus la soberbia; la fuerza de la gente contra los caprichos de los hijos de papi”, dice, y el estadio explota en aplausos y rechiflas. “Diez años son muy pocos –añade el secretario general, en referencia a los dos gobiernos del FMLN- comparado con los 187 años que han pasado desde la independencia de España en que aquellos que siempre se han comportado como los dueños del país, han saqueado al pueblo”.
Entonces llega el momento más álgido de la jornada. González presenta a Karina Sosa y a Hugo Martínez. Ellos se toman de la mano, camina entre globos, humo y cohetes. Un hombre en la tarima hace gestos frenéticos para indicar que en ese momento debe sonar el jingle de la fórmula presidencial. “Hugo y Karina, la mejor opción del pueblo. En 2019, vamos por el tercer gobierno”, dice la canción. Sosa, quien fue designada candidata a la vicepresidencia del FMLN en una jornada exprés a mediados de julio, toma la palabra y se dirige al público. Sus palabras se diferencian muy poco de lo dicho en otras tarimas y escenarios en los últimos meses. Sosa prometió acompañar a las mujeres, defenderlas de la violencia intrafamiliar, combatir la desigualdad.
Luego es el turno de Hugo Martínez. El candidato cree importante apagar los rumores de que toda la gente que llegó al estadio fue acarreada, es decir, que está ahí contra su voluntad. “Los que creen que el dinero lo compra todo se equivocan; estamos aquí por convicción”, dice. Luego saluda a los veteranos de la guerrilla –“son la reserva moral”, les dice- que siguen sin recibir su pensión por falta de acuerdos en la Asamblea.
Martínez también se distancia de la Tregua del primer gobierno del FMLN, el de Mauricio Funes, proceso mediante el cual el índice de homicidios en el país se mantuvo en un bajo histórico durante dos años consecutivos: 2012 y 2013. “Nuestro imperativo histórico es dar tranquilidad y seguridad a la gente. Haremos una lucha sin tregua contra el crimen”, dice Martínez, y a la vez promete recuperar “milímetro a milímetro” la soberanía del territorio.
Se llega el final del evento al filo del mediodía. El sol, implacable, ya ha provocado que familias enteras y grupos de personas en los graderíos abandonen el estadio a la mitad de los discursos. La mayoría de los asistentes, sin embargo, decide quedarse hasta el final. Martínez y Sosa tratan de salir del engramillado pero un mar de personas busca sus manos y sus rostros para tomarse fotos con ellos. Agentes de seguridad deben hacerles un cordón humano para que puedan salir.
El evento ha terminado y en los rostros de los miembros de la dirigencia del FMLN se perfila un gesto de complacencia, satisfacción por haber llenado el Cuscatlán contra todo pronóstico. Pese al poder de convocatoria demostrado hoy, no todo está garantizado para el Frente. En 2009, año en el que Arena perdió las elecciones con su fórmula compuesta por el exdirector policial Rodrígo Ávila y el empresario Arturo Zablah, también llenaron el Cuscatlán pero el partido perdió la elección contra Funes.
Voces de políticos en el PDC y en el partido Vamos están de acuerdo con esta teoría de que no todo será miel sobre hojuelas para el FMLN. “Los partidos políticos si bien están en crisis son y seguirán siendo pilares de la democracia, el FMLN ha decrecido y en efecto busca dar demostración de fuerza”, opina Rodolfo Parker, secretario general del PDC, parte de la alianza electoral del candidato Carlos Calleja.
Roberto Rivera Ocampo, candidato a vicepresidente de Vamos, el segundo partido más nuevo en el espectro salvadoreño después de Nuevas Ideas de Nayib Bukele, opta por desmeritar: “Llenar un estadio a base de pagar miles de dólares en transporte y viáticos no representa un gran mérito”.
Pero en el FMLN, pese a las críticas, el entusiasmo desborda. “Yo sabía que lo íbamos a llenar, no lo dudé”, dice Calixto Mejía, exdiputado del FMLN por el departamento de La Libertad. Santiago Flores, otro exdiputado que no logró la relección en 2018, dice que no se atreve a calcular cuánta gente llegó, pero asegura que no fue gente “acarreada”. “Los acarreados son personas que van en contra de su voluntad, que ni sabe qué es lo hay, pero la gente del FMLN viene por convicción. Les damos transporte porque muchas veces no tienen para pagar el pasaje”, dice Flores. El dirigente también asegura con el lleno del estadio el FMLN demuestra que puede contar con más de 30 000 personas para buscar más votos. “Ahora solo hay que dar la línea a toda esta gente para trabajar, con estas personas contamos para la campaña”, dice.
Pero los planes del exdiputado Flores pueden no salir como él calcula. El desencanto del propio militante efemelenista aún es palpable. Lo decía un grupo de amigos, exveteranos de guerra del FMLN, a media mañana, cuando todavía no era claro si el lleno total del estadio iba a ser realidad. “En las elecciones de marzo, los votantes castigamos al FMLN porque queríamos ver un cambio, y esto es una demostración de eso. Que no se les olvide”, decía José Rodríguez, quien había manejado desde Usulután en su propio vehículo y quien, sin embargo, no quiso entrar en el estadio.
No era por apatía, explicó, sencillamente quería medir la temperatura entre la militancia. “Yo quise venir para ver con mis ojos cuánta gente venía, quería saber si las encuestas dicen la verdad o qué”, añadió. Uno de sus acompañantes, Eugenio, un hombre de unos cuarentitantos años, lo complementó: “Ahora que ya vimos que las encuestas mienten, ¿cómo no vamos a ganar, pues?”.