En su último mitin del año, Donald Trump se ufanó de los acuerdos de asilo que firmó con los países del norte de Centroamérica y dijo que le servirán a su país para deshacerse de miles de peligrosos pandilleros. “Hemos deportado a miles y miles de matones de la MS 13 de nuestro país. Y ahora tenemos acuerdos con Guatemala, Honduras y El Salvador. ¿Saben que no solían recibirlos de vuelta?”, dijo Trump en un mitin político en Battle Creek, Michigan.
En un discurso de dos horas ante miembros de su base, este 18 de diciembre, Trump dio una declaración sobre el proceso de cómo llegó a conseguir los acuerdos que efectivamente convierten en países seguros para recibir refugiados a los países del Triángulo Norte. “Si teníamos a un asesino y decíamos sáquenlos al carajo, no los aceptaban. Realmente no los queremos en nuestras prisiones para cuidarlos por 50 o 60 años. Queremos enviarlos de regreso. Los aviones solían dar vueltas y vueltas y nos decían ¡no aterricen! Pero con nosotros, aterrizan”, dijo Trump, en una versión alejada de la realidad de la política de deportaciones que han manejado Estados Unidos y los gobiernos de la región.
Las deportaciones de centroamericanos, criminales o no, han sido una constante desde Estados Unidos y se volvieron masivas con las duras políticas migratorias aprobadas por Bill Clinton en 1996. 13 años después, Barack Obama (2009-2017) comenzó a hacer tantas deportaciones que las organizaciones de migrantes lo apodaron “el deportador en jefe”. En su retórica, Trump dice que unos acuerdos supuestamente destinados a reducir las peticiones de asilo en Estados Unidos servirán para deportar criminales.
“Logramos acuerdos con cada uno de ellos. Dejamos de darles toda la ayuda. Les estábamos dando todo este dinero y ellos decían ‘no los vamos a dejar aterrizar, no los vamos a recibir de regreso’. Yo dije está bien. Les estábamos dando 500 millones de dólares. Yo dije, ahora vamos a darles cinco dólares. De repente dijeron, nos encantaría tenerlos de regreso, es maravilloso tenerlos de vuelta”, explicó Trump.
El jefe de gabinete de la Casa Blanca ya había admitido en octubre que retuvieron 550 millones de ayuda para forzar a los tres países centroamericanos a firmar los acuerdos. Aunque Estados Unidos ya empezó a enviar solicitantes de asilo hondureños a Guatemala, los textos de los acuerdos conocidos no hablan de la deportación de personas con récord criminal. Pero en la mente de Trump no parece haber diferencia: los migrantes centroamericanos son criminales. En su mitin, el presidente mencionó tres casos de inmigrantes condenados por crímenes violentos en Michigan. Sin embargo, el análisis estadístico demuestra que la migración (documentada o no) no conduce a tasas más altas de criminalidad. De hecho, estudios como los que publica el New York Times con Marshall Project demuestran que los migrantes cometen crímenes en tasas más bajas que los nacidos en Estados Unidos.
Trump o desconoce la información o decide concienzudamente ignorar los hechos. “¿Se acuerdan de las caravanas? Me acuerdo que una reportera de televisión preguntó en vivo a uno de los hombres a que se dedicaba y él le respondió: a asesinar. Estas linduras no pasaron ese clip por mucho tiempo”, dijo Trump en alusión a la prensa, otro de sus blancos de ataque favoritos. “En una caravana de ocho o diez mil personas hay muchas personas como esa. ¿Ustedes creen que Guatemala, Honduras o El Salvador nos están mandando a los mejores? Yo no lo creo”, dijo Trump.
Silencio y sumisión de los gobiernos centroamericanos
Esta no es la primera vez que Trump criminaliza a ciudadanos salvadoreños, guatemaltecos y hondureños. Como en ocasiones anteriores, ninguno de los gobiernos salió al paso de las declaraciones para exigir respeto por las personas a las que representan. En esta ocasión, es Jimmy Morales el más señalado por su inacción, puesto que estaba con Trump, en una reunión en la Casa Blanca, cuando el presidente estadounidense comenzó esta nueva ofensiva.
“Teníamos personas muy peligrosas en nuestro país que venían de Guatemala o de otros países con los que ahora tenemos acuerdos. Antes no los recibían y ahora tienen que recibirlos y los reciben con los brazos abiertos”, dijo Trump, sentado a la par de Morales, el 17 de diciembre. “Al hacer esto nos estamos deshaciendo de la gente más peligrosa, los estamos sacando de Estados Unidos porque no pertenecen aquí, y los estamos sacando por miles”.
Morales sonrió y no hizo ni una protesta. Dijo esto: “es un verdadero honor estar en Estados Unidos con nuestro principal socio y aliado. Estamos muy interesados en seguir trabajando en volver todos los temas de migración como un tema legal que bajo ninguna circunstancia ponga en riesgo la vida de menores ni de ningún tipo de personas de poblaciones vulnerables”. El todavía presidente guatemalteco también obvió mencionar a los cinco niños guatemaltecos que han muerto en recintos de autoridades de migración.
En Honduras y El Salvador, la burla de Trump y la criminalización a los migrantes centroamericanos también pasaron desapercibidas. El Faro pidió una reacción al secretario de Prensa del presidente salvadoreño Nayib Bukele, Ernesto Sanabria, pero no hubo ninguna respuesta. Desde que fue electo presidente, Bukele ha omitido criticar la gestión de Trump y su trato hacia los salvadoreños. En septiembre, el mandatario salvadoreño se reunió con Trump y dijo que era “muy amable y cool” (“very nice and cool”). Por otro lado, además del acuerdo de asilo, firmó otros acuerdos para compartir información con Estados Unidos y hasta lanzó una patrulla fronteriza, otra idea que tiene la influencia y el financiamiento de Washington.