Miles de migrantes hondureños, que ingresaron entre el viernes 15 y el sábado 16 de enero a Guatemala, chocaron este domingo 17 con fuerzas de seguridad en una carretera del poblado de Vado Hondo, en el departamento de Chiquimula, frontera con Honduras. Según cifras de la policía, hasta este lugar han llegado al menos 6,000 de las 9,000 personas que se estima que ingresaron a Guatemala, en una nueva caravana, una forma de migración masiva que comenzó en Centroamérica a finales de 2018.
El grupo, que planea recorrer más de 450 km rumbo al norte para tratar de pasar hacia México, se encontró cercado este domingo por la policía, que les lanzó gas lacrimógeno, y por militares que aporrearon a quienes insistían en avanzar por la fuerza. Las detonaciones ensordecedoras de los disparos de gas y el humo hicieron que miles retrocedieran en la carretera, mientras otros buscaban refugio en unas montañas. En su huida algunos dejaron caer sus pertenencias.
Las autoridades guatemaltecas aumentaron la presión respecto del 15 de enero, cuando la policía, desarmada, no contuvo el ingreso de la caravana por el paso fronterizo de El Florido, 220 km al este de Ciudad de Guatemala. Los migrantes entraron a Guatemala tras romper los cercos de policías y militares que pretendían impedir su ingreso. Pasaron por alto la exigencia de presentar documentos en regla y una prueba negativa de covid-19.
En esta ocasión los agentes portaba armas de fuego. Una funcionaria de Salud de la región, que no se identificó, detalló que hay varios lesionados por los golpes recibidos. La mayoría partió la madrugada del viernes desde la estación de buses de San Pedro Sula, habitual lugar de salida de las caravanas de migrantes. Casi todos van a pie y algunos piden un 'aventón'.
'Aquí está el grueso de la caravana' y 'no los dejaremos pasar', dijo a la AFP un oficial de la policía. Desde la noche del sábado los migrantes están varados en Vado Hondo, un punto estratégico pues es difícil continuar el rumbo por otro lado, debido a la accidentada geografía del lugar. 'No van a poder pasar', advirtió el sábado el director general de Migración guatemalteca, Guillermo Díaz. Según el último reporte de Migración, cerca de mil personas ya habían sido devueltas a la frontera, entre ellas 163 niños.
El gobierno de Guatemala recriminó a Honduras la 'transgresión' de su soberanía nacional, y le pidió 'contener la salida masiva de sus habitantes'. Díaz lamentó que se expongan a niños y ancianos en la marcha y exhortó a los migrantes al retorno voluntario.
Más de una docena de caravanas, algunas con miles de migrantes, han salido de Honduras desde octubre de 2018 rumbo a Estados Unidos, pero la mayoría ha fracasado. En octubre, Guatemala devolvió una caravana con 4.000 personas bajo el argumento del riesgo de contagios de covid-19 y recordando que el país promueve una migración legal. Otra se formó en enero de 2020, pero la mayoría fue recibida por el gobierno mexicano, que rápidamente inició un proceso de deportación.
La Honduras de la que huyen
Dixón Vázquez, de 29 años, hondureño originario de Lima, Cortez, suplicó a las autoridades guatemaltecas que los dejaran seguir en la ruta. 'No tienen corazón, estamos arriesgando la vida, no hay trabajo en Honduras, sobre todo después de los dos ciclones y la pandemia', comentó.
La situación de Honduras, sumida en una compleja crisis política y aquejada por la pobreza, la corrupción, la violencia, el desempleo, falta de educación y salud, solo se agravó con la pandemia del covid-19 y el azote de los huracanes Eta e Iota, en noviembre. 'Vamos a aguantar hasta que nos dejen continuar, solo que nos den paso porque no nos vamos a quedar en Guatemala, nuestra meta es llegar a Estados Unidos', afirma Vázquez, que dice que dejó a su esposa en Honduras. Cuenta que el agro se quedó sin trabajo porque los campos de banano se perdieron con los huracanes.
En tanto, los jóvenes esposos Víctor Clemente, de 19 años, y Gisela Orellana, de 16, dicen a la AFP que decidieron dejar San Pedro Sula, en el norte de Honduras, porque la mitad de esa región, que es el motor económico del país, quedó afectada por las tormentas y la pandemia. Tras apenas seis meses de casados, los esposos dicen que quieren llegar 'al norte' (Estados Unidos), porque 'no tienen nada qué hacer' en su tierra natal.
Espoleada por la acumulación de crisis, la caravana también está alentada por la esperanza de una posible flexibilización de las políticas migratorias en Estados Unidos, cuando el presidente electo, Joe Biden, asuma el próximo 20 de enero. Pero el camino es complicado. México ya blindó su frontera en Tecún Umán (suroeste), el punto de entrada a México de las caravanas en rumbo a Estados Unidos. Washington también descartó la posibilidad. 'No pierdan su tiempo y dinero y no arriesguen su seguridad y salud. Es un viaje mortal', precisó el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), Mark A. Morgan. El propio Trump extendió el viernes la 'emergencia nacional' en la frontera con México, impuesta por primera vez en febrero de 2019 para desbloquear fondos y construir su tan anunciado muro.
Olga Ramírez, de 28 años, era vendedora ambulante en una terminal de buses en Honduras. Ahora camina por Guatemala rumbo a Estados Unidos, junto con su esposo y sus cuatro hijos. 'Nos echaron como perros (de la terminal donde trabajaba), como basura, como si no valiéramos nada en el país y no tengo una profesión para mantener a mi familia', cuenta la mujer a la AFP, después de que el alcalde Danlí, en el departamento hondureño del Paraíso, decidió privatizar el espacio. Lleva en brazos a su hijo de tres años. Junto a ella van su esposo Ángel y su hermano Jairo, así como sus otros hijos de 8, 6 y 5 años. Los dos últimos van sentados en un cochecito de metal para bebés, que por momentos parece que fuera a colapsar.
'Vengo hasta pidiendo (ayuda) para poder darle el sustento a mis hijos, porque allá no hay nada, no hay trabajo y mis hijos aguantan hambre por el desempleo y no hay apoyo del gobierno', lamenta.
Jairo, el hermano de Olga, defiende el derecho a migrar que tienen él y sus compatriotas. 'Ellos (las autoridades guatemaltecas) no quieren que la caravana pase para Estados Unidos, quieren debilitar la caravana y tenemos derecho a migrar, salir de Honduras y salir de Guatemala y nos vamos a ir porque no nos van a detener”, comenta desafiante.