El presidente Nayib Bukele anunció el quinto paso de su proyecto político: una lucha frontal contra organizaciones de la sociedad civil, tanques de pensamiento y medios de comunicación, a quiénes definió como el aparato ideológico de los poderes fácticos. “Comienza la batalla del pueblo salvadoreño contra el aparato ideológico”, dijo en su discurso en la Asamblea Legislativa donde, por ley, cada año, debe rendir un informe de gestión.
También recapituló los cuatro pasos previos: el triunfo electoral en la presidencial de 2019, la toma de posesión, el triunfo del pasado 28 de febrero de 2021, y la toma de posesión de los nuevos diputados y alcaldes. El 1 de mayo, la Asamblea controlada por Bukele destituyó a los cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional y al fiscal general, y puso, en su lugar, a personas de su confianza.
Bukele lo describió como el momento en el que habían logrado “cambiar el poder formal”. “En el bicentenario de nuestra independencia de un poder colonial, logramos cambiar el sistema político formal. Suena poco, pero no es poco”, dijo.
Y entonces Bukele habló del quinto paso que habrá que emprender en un proceso que busca concentrar más poder. “Tenemos que luchar por ser independientes, independientes en especial de la forma de pensar del pasado”, dijo. E insinuó que no debe haber espacio para las críticas a su gestión. “Con tal de ver que fallemos, hay personas mezquinas que son capaces de inventar lo que sea y dañar algo que más que un logro nuestro o del gobierno, es un triunfo para el país (…) El Salvador no va a cambiar con sabotajes ni volviendo al pasado, El Salvador solo va a cambiar si somos valientes para defender las conquistas y compartir las victorias. El pueblo defiende al pueblo, el pueblo cuida al pueblo”, dijo.
Bukele también dio a entender que está en contra de cualquier sinónimo de alternancia del poder con Arena y el FMLN, las dos fuerzas que habían sido mayoritarias hasta este año. “Nunca más vamos a regresar al sistema que nos hundió en la delincuencia, en la corrupción, en la desigualdad. Nunca más, no se hagan ilusiones. Mientras dios me de fuerza no lo voy a permitir”, dijo Bukele.
“Ya no nos engañan”, expresó Bukele, y un grupo de diputados y asistentes invitados que estaban en las sillas del público respondieron de inmediato. “¡No!”.
El discurso de Bukele fue generalista y ambiguo en ocasiones. Dijo, por ejemplo, que “el aparato ideológico del Estado” aún lo controla una “oligarquía que tiene mucho poder” y que, según él, promueve la idea de que “antes estábamos bien”. Parecía aludir a cuando la Sala de lo Constitucional y la Fiscalía General de la República tenía como titulares a funcionarios nombrados por la Asamblea 2018-2021. “Ese aparato ideológico nos hizo creer que hay dos tipos de seres humanos: el que vale algo y el que no, el que merece justicia y el que no. Por eso la anterior Sala de lo Constitucional les daba resoluciones exprés en 24 horas a unos y tardaban 20 años sin resolver a otros”, dijo Bukele.
En 2020, la Asamblea frenó decenas de Decretos Ejecutivos con los que Bukele se extralimitaba de sus poderes conferidos por la Constitución, como cuando restringió la movilidad de personas. A esos contrapesos Bukele los describe como ejemplos del control ideológico de los supuestos “poderes fácticos” que controlan el aparato que, según dijo, ahora habrá que combatir.
Su amigo y exsecretario de privado, Ernesto Castro (hoy presidente del Palacio Legislativo), habilitó el uso del gong para que abriera la sesión solemne. “Se declara abierta la sesión solemne número 1”, dijo Bukele y acto seguido pronunció un discurso que quedó lejos de una rendición de cuentas con datos y logros medibles. Formalmente, según protocolo, el presidente del pleno, Ernesto Castro, tendría que haber dado inicio a la primera sesión solemne de la legislatura 2021-2024.
Bukele tampoco usó el discurso para explicar ninguna estrategia de política pública relevante que tomará a futuro y, por el contrario, durante media hora habló de un nuevo adversario, un enemigo difuso, un “enemigo interno” que ya había mencionado hace una semanas, durante la juramentación de nuevos efectivos militares. Según dijo, este enemigo controla la forma de pensar de los salvadoreños.
La narrativa oficial ha mezclado a todo el ecosistema de organizaciones de sociedad civil, quiere estigmatizar a todo aquello que huela a disidencia, voz crítica
Poca transparencia y un nuevo juramento
Un año y cuatro meses después de que Bukele amagara con un golpe de Estado a la Asamblea, el 9F, Casa Presidencial volvió a presumir de un enorme despliegue militar, logístico y mediático para desarrollar la sesión plenaria solemne. El Estado Mayor presidencial asumió la seguridad de la sede del Órgano Legislativo y acordonó el lugar con el apoyo de agentes de la Policía Nacional Civil y los empleados de seguridad de la Asamblea.
El acceso a los periodistas fue administrado por empleados de Casa Presidencial, que dio la orden para impedir la entrada de periodistas si no era a bordo de un transporte que salía a menos de un kilómetro de distancia, en el Palacio de los Deportes. La sesión solemne estaba programada para las 8 de la noche pero la Presidencia dijo a los periodistas que, si querían hacer la cobertura, debían presentarse tres horas y media antes en el Palacio de los Deportes. En ese lapso, los periodistas estuvieron esperando en un salón y a bordo de microbuses en el estacionamiento. La única entrada habilitada era la del portón norte, que estaba custodiada por policías y soldados.
En la Asamblea, Casa Presidencial tampoco permitió el acceso de periodistas para entrevistar a los funcionarios y a diputados de la Asamblea. Empleados de la Presidencia condujeron a los periodistas a la entrada del Salón Azul a las 6:30 p.m. y se les prohibió permanecer afuera. En la plazoleta afuera del Salón Azul, el Gobierno instaló un set de televisión donde los presentadores del programa gubernamental “Noticiero El Salvador” aparecían junto con funcionarios del Ejecutivo y diputados de la bancada de Nuevas Ideas en aparentes entrevistas. “Este segundo año de gobierno del presidente Bukele se traduce obviamente en esperanza, en muchísima alegría, transformación, un cambio completo para todo El Salvador”, decía Armando Godoy, uno de los presentadores del Canal 10, mientras compartía el set con los diputados Christian Guevara y Suecy Callejas.
Si a los periodistas no se les permitió preguntar a funcionarios sobre el aniversario de Gobierno, quedaba la oportunidad de que el discurso de Bukele abundara en detalles. Pero no fue el caso. Para mencionar algunos logros, Bukele utilizó figuras discursivas grandilocuentes. Dijo que hace dos años habría sido impensable que ocurrieran varias cosas: “convertirnos en referente del buen manejo mundial de la pandemia”, “que se rompiera la brecha digital de la educación en medio de una emergencia”, que el gobierno entregara dinero a la gente y tuviera comida en su mesa, en alusión a las medidas económicas que tomó al inicio de la pandemia el año pasado.
En Salón Azul, en el área del público, había unas 200 personas simpatizantes de Nuevas Ideas. Algunas de ellas portaban letreros de cartulina donde agradecían a Bukele por los “alimentos en la pandemia” y “por no rendirse ante los obstáculos”. Entre el público en la Asamblea había jóvenes y adolescentes que celebraban la atención que el Gobierno ha dado durante la pandemia, aunque ellos, por ser menores de 45 años, aun no entran en el grupo de personas que pueden ser vacunadas contra el coronavirus. “Gracias por darnos un hospital de primer nivel”, decía otro de los letreros, en alusión a la primera fase del Hospital El Salvador que no está completo, que le falta área de lavandería, que como morgue tiene un contenedor, y que tampoco cuenta con área de esterilización de material quirúrgico, según este relato publicado por La Prensa Gráfica.
Durante el discurso, estas personas aplaudían cuando Bukele hablaba de las gestas de Nuevas Ideas y abucheaban cuando se mencionaba a la oposición.En el hemiciclo legislativo había un derroche de recursos comunicativos. Dos teleprompters para que Bukele leyera su discurso, cañones de luz, iluminación extra, bocinas en pedestal, una docena de fotógrafos y otra cantidad parecida de videógrafos con sus cámaras. El Salón Azul también fue adaptado para mostrar una estética más sobria: en el área de junta directiva, grandes pabellones azul y blanco se colgaron desde el techo en posición vertical. Quitaron la mesa del gerente de operaciones legislativas, dos pinturas que estaban colgando de las paredes y el reloj de pared. En el resto del salón quitaron todos los micrófonos de todos los diputados, quitaron unas bocinas que colgaban de las paredes, una cámara de seguridad empotrada en uno de los muros, y una pintura de María Feliciana de los Ángeles Miranda, una prócer salvadoreña que participó en el Primer Grito de Independencia en 1811.
Las familias de Bukele y de su esposa, Gabriela Rodríguez, ingresaron al salón al filo de las 8. Cuando Karim Alberto, hermano menor y asesor del presidente, entró al hemiciclo pareció percatarse de algo. Que la familia había quedado relegada a sentarse en una esquina del salón, justo el lugar donde, minutos más tarde, Bukele señalaría en cuatro ocasiones durante su discurso para criticar a sus adversarios políticos. Las sillas de los invitados estaban detrás de las curules de diputados. Karim, quien es probablemente el asesor más importante y cercano que tiene el presidente, habló con los encargados de protocolo y pareció darles la orden de reubicar a la familia para que fuera colocada en las sillas más cercanas al centro del hemiciclo, contiguo a la alfombra roja por la que ingresan las autoridades. “Logramos cambiar el sistema político formal (…) Y lo hicimos sin derramar sangre en una guerra, como lo hicieron los dos partidos que están ahí en esa esquina. Sin negociar con criminales, como lo hicieron con los dos… (sic) como lo hicieron los dos partidos que estaban en esa esquina. Sin comprar gobernabilidad, como lo hicieron los dos partidos que están en esa esquina”, diría Bukele, minutos más tarde. También los señaló cuando dijo que se sentía orgulloso de haber emitido 65 vetos legislativos, porque insinuó que la oposición trabajaba en función de sobornos.
Al evento llegó Carolina Recinos, coordinadora de gabinete de Bukele, quien hace dos semanas fue nombrada en una lista del Gobierno de Estados Unidos como una persona vinculada a actos de corrupción. Recinos no ha brindado una postura pública al respecto y desde la divulgación de la lista, donde hay otros funcionarios relevantes para la administración Bukele, no se había visto en público.
Bukele finalizó su discurso con la simulación de una nueva juramentación, tal como lo hizo en el discurso de toma de posesión en 2019. Pidió al público que se pusiera de pie y que levantara la mano. La mayoría de personas en el sector de invitados y en el sector del público obedeció, entre ellos el director de la Policía Mauricio Arriaza Chicas a quien un juez le advirtió en diciembre que su lealtad como funcionario público no debía ser a hacia una persona porque El Salvador no es una monarquía . Pero tres personas parecieron darse cuenta de que quizás lo más conveniente era no aparecer tan cercanos al Gobierno y decidieron sentarse, nuevamente. Eran tres de los nuevos magistrados de la Sala de lo Constitucional, impuestos el 1 de mayo: Luis Javier Suárez, excomisionado del Instituto de Acceso a la Información Pública que entre agosto y abril pasado tomó decisiones para boicotear el trabajo del IAIP; José Ángel Pérez Chacón, exabogado de Casa Presidencial que ha defendido los intereses de Bukele en audiencias del caso Mozote o donde la CIDH investiga violaciones a la libertad de prensa; y Héctor Nahún Martínez, abogado que defendió a Arriaza Chicas cuando fue procesado de haber desobedecido una orden de la Asamblea. Los tres se sentaron después de unos segundos, y cuando se dieron cuenta que el nuevo Fiscal General y otros magistrados no se habían parado.
“Juramos defender lo conquistado, luchar pacíficamente contra todo enemigo… Nadie se interpondrá entre Dios y su pueblo para sacar adelante a nuestro país”, dijo Bukele, para dar por terminado su discurso. Acto seguido, abandonó el salón, seguido de todos los funcionarios y familiares. La prensa, que se encontraba en el mezanine dentro del Salón Azul fue retenida por más de 20 minutos y se le impidió que bajara y saliera a la plazoleta para entrevistar a los servidores públicos. El excandidato a diputado de Nuevas Ideas Willie Ventura fue parte del equipo de personas que impidió la salida de los comunicadores. Al salir, llovía. Los periodistas fueron trasladados de regreso al Palacio de los Deportes.
Nota de la Redacción: en la versión original de este texto se decía que Willie Ventura, quien bloqueó la salida de periodistas del Salón Azul, es diputado, pero lo correcto es que es excandidato a diputado por Nuevas Ideas. Esta modificación se hizo a las 8:26 p.m. del 2 de junio de 2021.