El Salvador / Violencia

Siquiatra que entrevistó al asesino de Chalchuapa: “puede discernir entre lo lícito e ilícito”

Tres meses después de descubiertas las fosas de Chalchuapa, el expolicía cuyos crímenes dieron la vuelta al mundo, sigue contando su versión de algunos asesinatos como si fuera una trivialidad. El Faro obtuvo acceso al peritaje siquiátrico donde Hugo Osorio, conocido como el asesino de Chalchuapa, confiesa cómo mató a una de las víctimas, habla de Dios, se contradice, se justifica por haber estado borracho y, sin prueba ni argumento alguno, dice que fue en defensa propia. El siquiatra que lo evaluó concluyó que debe continuar el proceso penal porque es 'siquiátricamente competente tanto para discernir entre lo lícito e ilícito, así como para gobernar su conducta en congruencia con dicha comprensión”.


Domingo, 24 de octubre de 2021
Gabriela Cáceres

Un siquiatra de Medicina Legal determinó que Hugo Osorio no padece de ninguna condición mental que le impida reconocer que cometió varios delitos cuando asesinó y enterró a un número indeterminado de personas en el patio de su vivienda ubicada en el callejón Estévez, en la colonia Las Flores, Chalchuapa. El médico llegó a dicha conclusión tras realizar un examen siquiátrico al expolicía en la clínica médica del centro penal de máxima de Seguridad de Zacatecoluca, el jueves 19 de agosto de 2021, ya que debía cumplir una orden judicial que busca concluir si el asesino de Chalchuapa es una persona inimputable, es decir que no distingue entre lo lícito e ilícito. Dicho de forma sencilla, y según el peritaje, Osorio es un salvadoreño que entiende lo que hizo, que lo entendió mientras asesinó y sepultó.

El Faro tuvo acceso a un informe de 15 páginas que el siquiatra adscrito al Departamento de Ciencias Forenses de la Conducta del Instituto de Medicina Legal de San Salvador elaboró sobre el diagnóstico de Osorio el 26 de agosto de 2021. El médico dejó constancia en el documento de que el paciente es consciente de la consecuencia de sus actos. “Al momento de la presente evaluación no existen indicadores clínicos de psicopatología activa que pudiera homologarse con los constructos jurídicos de enajenación mental, grave perturbación de la conducta o desarrollo psíquico retardado o incompleto” y agregó que 'en el momento de los hechos de interés jurídicos es psiquiátricamente competente tanto para discernir entre lo lícito e ilícito, así como para gobernar su conducta en congruencia con dicha comprensión”.

La vivienda de Hugo Chávez Osorio está ubicada en la colonia Las Flores, del municipio de Chalchuapa, en el departamento de Santa Ana. Sus alrededores están controlados por la pandilla MS-13. Foto de El Faro: Víctor Peña. 
La vivienda de Hugo Chávez Osorio está ubicada en la colonia Las Flores, del municipio de Chalchuapa, en el departamento de Santa Ana. Sus alrededores están controlados por la pandilla MS-13. Foto de El Faro: Víctor Peña. 

En algunos procesos penales, los jueces y juezas ordenan una evaluación siquiátrica para determinar que los acusados no distinguen entre lo lícito e ilícito, porque esta evidencia médica es fundamento para declararlos inimputables. En estos casos, los juzgadores no pueden ordenar una pena de cárcel. En cambio, dictan medidas como internamiento siquiátrico, tratamiento ambulatorio o vigilancia en la vivienda. En el caso del asesino de Chalchuapa, como es conocido por los medios de comunicación, el Juzgado Especializado de Instrucción de Libre Violencia contra la Mujer de Santa Ana dará a conocer si la prueba tiene validez o no cuando finalice la etapa de instrucción (recolección de evidencia por parte de la Fiscalía y defensa). Dicho proceso penal está bajo reserva total para que no sean revelados detalles de las víctimas. 

En el informe médico consta una parte de la entrevista al expolicía transcrita en primera persona, con sus palabras directas. “Yo no he hecho todo eso. A mí me quieren hacer responsable de todo”, se lee en el dictamen siquiátrico. Los vecinos alertaron a la Policía que Osorio perseguía a una joven que pedía auxilio en el callejón Estévez. Ellos observaron cuando la golpeó con un tubo en el cuello y la arrastró a su vivienda la noche del viernes 7 de mayo. La delegación central de la Policía se comunicó con el puesto policial de Chalchuapa tras recibir las primeras llamadas de los vecinos, pero el teléfono estaba descompuesto. Media hora después lograron comunicarse con los agentes por radio y con ayuda de los vecinos ubicaron la vivienda donde encontraron a dos mujeres asesinadas. Luego los policías observaron que en el patio de la casa estaba una fosa con dos cadaveres en el suelo, según dos fuentes policiales involucradas en la investigación.

Osorio desmiente la versión y asegura, sin aportar ninguna prueba, que asesinó a la joven en defensa propia. Luego, dice, tomó una ducha y esperó a los policías para enseñarles donde estaban las fosas. “Los esperé y hasta me bañé, porque la verdad es que ya no quería andar emproblemado, porque ya tenía dos meses de estar hablando con Dios”, se lee en el informe del siquiatra. Esta versión contradice a las autoridades que aseguran que Osorio se cortó las venas y fingió estar muerto. “Cuando los agentes comenzaron a buscar no vieron a nadie parado. Entonces comenzaron a buscar a la persona y después se dieron cuenta que Osorio estaba encima de una mujer haciéndose el muerto, porque no pudo dejar de moverse”, dijo el pasado mayo a El Faro una fuente policial que participó en la detención. Osorio fue trasladado al hospital de Chalchuapa para ser atendido por las heridas que tenía en las muñecas. Más tarde, los agentes lo llevaron de nuevo a su vivienda para que brindara detalles sobre el caso. 'Él dijo que las fosas están aquí y allá en el patio. Él dijo todo. No hubo necesidad de nada”, dijo otra fuente policial.

Una semana después del hallazgo de los cuerpos, la Fiscalía y el Ministerio de Justicia y Seguridad realizaron una conferencia de prensa donde los titulares hablaron sobre un aproximado de 48 personas enterradas. Culparon al antropólogo forense, Israel Ticas, de brindar información errónea a la prensa, porque reveló que en una de las once fosas había un aproximado de 15 personas. Aprovecharon para decir que los medios de comunicación han manejado el caso “con morbo”. A partir de ese momento han manejado con discreción el proceso judicial y revelan detalles generales. En ese mismo evento, Max Muñoz, jefe de la Unidad Antipandillas y Casos de Homicidio, hizo público que Osorio es testigo criteriado, es decir que delató a nueve personas que participaron junto con él en los hechos a cambio de recibir beneficios judiciales que no han sido revelados. De acuerdo al fiscal, su participación consistió en “lanzar los cadáveres al pozo y por tanto era el único testigo de las personas que en la autoría principal cometieron los homicidios y los feminicidios”. 

El pasado 7 de octubre, el Instituto de Medicina Legal entregó a ocho familias los cuerpos de 12 personas encontradas en una fosa. Tres de las víctimas eran menores de edad (dos niñas y un niño). Hasta el momento, la Fiscalía acusa a Osorio de doble feminicidio. La fiscal Graciela Sagastume, coordinadora de la Dirección Nacional de la Mujer de la Fiscalía, dijo que el móvil de la mayoría de los crímenes es violencia de género. Sin embargo, no brindó la cifra exacta de cuántas mujeres, hombres y niños y niñas se encuentran enterrados.

Tras este párrafo se publica parte de la transcripción en primera persona de la entrevista siquiátrica a Osorio, en la que hace un resumen sobre algunos de los hechos de los cuales no brinda fecha o nombres de las personas que supuestamente participaron en los crímenes y actualmente se encuentran bajo detención provisional. En el siguiente texto se omitieron datos que puedan dañar la integridad de las víctimas. Lo expresado por Osorio revela algunos detalles de la forma en la que operó para atraer a sus víctimas, muchas de ellas descritas como mujeres con importantes necesidades económicas. Sus palabras describen también la terrible normalidad con la que estos violentos actos ocurrieron en un pasaje estrecho, de casas pequeñas, pegadas una a la otra. Con sus incoherencias, falsedades y revelaciones, este es el relato de un hombre que fue militar en la guerra, policía en la postguerra y asesino confeso, y que, entre otras cosas, relata cómo, en contubernio con su amigo, un soldado, mataron a una mujer para librarlo de la cuota de manutención obligatoria por su hijo. Y luego, a la madre de esa mujer; y luego, a su hijo también. 

Agentes policiales muestran a Hugo Osorio a los medios de comunicación, la mañana del domingo 9 de mayo, horas después de haber sido capturado el flagrancia. Foto: Ministerio de Seguridad y Justicia. 
Agentes policiales muestran a Hugo Osorio a los medios de comunicación, la mañana del domingo 9 de mayo, horas después de haber sido capturado el flagrancia. Foto: Ministerio de Seguridad y Justicia. 

“En lo fundamental y para los fines de la presente experticia resulta pertinente destacar del  discurso del periciando (Hugo Osorio) que: 'Bueno, es que mire, yo estoy aquí por una muchacha. Ella era la pareja de mi hermano, porque la visitaba. Así fue como la conocí, y quizá se habían caído bien porque tenía más de un año de conocerla. De vez en cuando íbamos con mi hermano a tomar allí (a un negocio). Ella vivía con la mamá. Poco a poco nos fuimos haciendo amigos y a veces hasta salíamos en su vehículo. La última vez que la vi fue en la casa, hace como cinco meses. Fuimos allá por Catedral, por allí venden nachos, papas y cosas así. Entonces salió de ir allá (a la casa de Chalchuapa), pero ella tomó la iniciativa. Nos fuimos en el carro. Llegamos, tomamos y allí fue que se dio el problema, la discusión. Ella se puso agresiva, prepotente. Como la puerta del portón estaba abierta, entraron dos amigos, dos conocidos, con los que teníamos reuniones allí.

Hasta cinco edecanes habíamos llevado a esa casa. Personas así, pues sí, que se les da dinero por su cuerpo. Y entonces uno de ellos le dijo a ella (víctima) que le daba $200 y allí fue que ella se paró y dijo que no y se puso violenta. 

Yo quise darle aquí (tocando la parte posterior del cuello), pero ella se hizo para un lado y le cayó en la cara y ya no se movió. Era con el hierro de una piocha, pero no con la parte de arriba, porque hay unas piochas que tienen madera, pero esa era de metal, el palo de la piocha, pues. Y mire se dieron cuenta porque se dio el gran alboroto y por eso llegaron (los policías). Yo los esperé, porque bien me pude haber ido, pero los esperé. Llegaron entre las 11:30 y 12:00 p.m. Allí fue que (los policías) se bajaron y le daban duro a la puerta. Le quité el pasador, porque esa puerta tiene doble pasador pero se abre para afuera, y como ellos le daban duro me costó abrirla. Pero yo les abrí.

Yo los esperé y hasta me bañé, porque la verdad es que ya no quería andar emproblemado, porque ya tenía dos meses de estar hablando con Dios y por eso los esperé. No me quedó tiempo de irme. Bien pude irme, pero ya no quería seguir así. No le hallaba sentido a la vida, porque la felicidad no es hacer daño. Usted (siquiatra) me pregunta cosas, pero no me pregunta si he delinquido y yo he delinquido, he estafado, he engañado a mujeres y ya no quería seguir así. Allí (Chalchuapa) había un carro y bien me pude haber ido y no me fui. 

Dos meses tenía de estar queriendo dejar esto, esta vida, pues, pero algo me impulsaba porque las cosas se dan aunque uno no quiera. Y así es que pasan las cosas. Vaya, porque las personas con las que se dio el problema, de ellas salió salir y siempre había un acuerdo para salir conmigo. Nunca las obligué. Ese día no teníamos pensado salir, pero fuimos porque de ella salió ir a Chalchuapa. Y yo llevé a la casa unas cervezas y comenzamos a tomar. En eso ella agarró un cuchillo y, de repente, se me abalanzó por la espalda. Yo estaba tomado, y como he estado en el Ejército, pues me tuve que defender. 

La mamá de ella era la suegra de un amigo. Entonces, con este amigo hablábamos. Él había estado en la Segunda Brigada y me contaba que quizás el niño no era de él. Le tenía un odio a la muchacha, porque le decían que ella tenía a otro soldado y se sentía como celoso, como herido. Además le estaban descontando (manutención) más por el niño y por eso quería ver cómo arreglaba las cosas. Y allí fue que planificó quitarle la vida a ella, porque me dijo: “yo me quiero quedar con el niño”. 

Le dije a ella que llegara a la casa y la señora llegó, la mamá de la muchacha, y le di con el hierro de la piocha. Después, la otra hija de la señora llegó con el niño y empezó a llorar. Yo me fui a una tienda y cuando regresé ya estaban en el suelo. Me impresionó ver al niño, porque eso sí me molestó, y le dije a él (soldado) que el trato no era matar al niño, pero él me dijo: “ni modo. Hoy ya estuvo”. Y  los comenzamos a enterrar. Después, yo les ponía arenilla con cemento también, porque en la casa tenía. 

A nosotros nos gustaba salir, ir a night clubs, a ríos, balnearios y conseguir mujeres que les gusta el dinero fácil. Aquí pasan cosas que no entiendo, porque antes me tenían en una celda y ahora me han pasado a otra.  No es que me esté quejando, porque peores cosas pasó uno en la guerra, allá nos tocó hasta vivir en hoyos en la tierra. No entiendo por qué lo hacen si yo nunca le faltaría el respeto a ellos (dirigiendo la mirada a los agentes de seguridad que custodiaban el espacio asignado para este peritaje). Ni a usted que es un profesional, porque lo respeto. Yo entiendo, porque he sido como ellos (señalando nuevamente a los agentes de seguridad), sé cómo se hace todo esto. Ahora me tienen en una celda, digamos, un poco más incómoda, pero está bien. Yo, desde que ingresé aquí, soy cristiano evangélico. 

La vivienda de Hugo Chávez Osorio está ubicada en la colonia Las Flores, del municipio de Chalchuapa, en el departamento de Santa Ana. Sus alrededores están controlados por la pandilla MS-13. Foto de El Faro: Víctor Peña. 
La vivienda de Hugo Chávez Osorio está ubicada en la colonia Las Flores, del municipio de Chalchuapa, en el departamento de Santa Ana. Sus alrededores están controlados por la pandilla MS-13. Foto de El Faro: Víctor Peña. 

Después de solicitarle enfocar su discurso alrededor de los hechos de interés jurídico refiere: 'Es que, mire, las autoridades no sabían nada. Yo les dije. Ellos no daban. No dieron. Como cinco veces fueron y no hallaron nada. Yo le dije a un sargento que allí (en el patio de su casa) había más y que buscaran. Cuando no hallaron nada, el sargento me dijo que yo estaba delirando y mire dónde estaban. Un sobrino fue el que empezó todo esto. Yo no fui. Y fue una vez que yo había llevado a una muchacha a esa casa y vi que le hizo ojitos a él. En eso salí y cuando llegué ya la había matado y me dijo: “vos la fuiste a traer. Si me dicen algo voy a decir que entre los dos la matamos”. Y la enterró. Él la enterró. Yo no. Yo sólo vi, o sea, directamente solo participé en uno y presente estuve como en seis, creo. Porque directamente solo fue cuando maté a mi sobrino.

Fue un día que llegué solo a la casa, porque yo tenía llave, pero otros amigos y mi sobrino también tenían llaves. Entonces ahí lo encontré (sobrino) y comenzó a hablar de dinero, que quería dinero. Y yo vi dos sillas, así como estamos nosotros frente a frente, pero en una había un vaso con agua, y él me decía 'sentate, sentate'. No me senté porque nunca me ha gustado estar como estoy aquí (de espaldas a la única puerta de acceso a la habitación). Yo prefiero estar así como usted está pegado a la pared.

Y entonces lo comencé a ver acelerado. Se fue atrás de la casa y me dijo 'mirá, aquí te caen las hojas', e hizo el mate de recoger unas hojas y las puso así a un lado. Fue a traer un azadón y una piocha. Yo vi que me miró así como raro y se me fue encima con la piocha, pero en el forcejeo se la quite y le di con la piocha aquí (señalando hipocondrio izquierdo) y después le di aquí, pero de lado (tocando su cabeza, específicamente la región parietal izquierda) y allí cayó y ya no se movió. 

Después, como a la par vive mi hermana, yo me trepé para ver si habían escuchado algo y no vi a nadie. Vi a los dos chuchos sueltos, cuando ella los mantenía amarrados, que habían matado a dos pollos. Entonces, dije 'bueno me voy a cambiar', porque a mí siempre me gustaba andar con ropa así, como usted, “y lo voy a enterrar. Ni modo”, dije. Cuando me fui para adentro a ponerme la calzoneta vi que el sofá estaba movido, así para adelante, y vi bolsas negras y vi que salía un pie y supe que era el pie de mi hermana. En las otras bolsas estaban mis otros dos sobrinos. Pero yo dije, 'si me presento, me van a detener. Mejor los voy a enterrar'. Ella era como mi segunda mamá. 

Yo sólo de ese me hago cargo, porque el de la muchacha fue en defensa propia y yo andaba tomado. Un poco. Pero como le digo, ya no quería andar estafando y andar mujereando, porque yo estafaba. Por ejemplo, le decía a alguien que le vendía un carro, pero que necesitaba un dinero (por adelantado) para pagar unos gastos para que lo mandaran. Yo veía como lo convencía, me lo daban y desaparecía.

Junto al criminólogo forense, Israel Ticas, en la escena también trabajaron agentes de la PNC y reos de fase de confianza de la Dirección General de Centros Penales. Foto de El Faro: Víctor Peña. 
Junto al criminólogo forense, Israel Ticas, en la escena también trabajaron agentes de la PNC y reos de fase de confianza de la Dirección General de Centros Penales. Foto de El Faro: Víctor Peña. 

En cuanto a la propiedad de la vivienda que menciona precisa que: Esa casa no era mía.  Es de una señora. (La casa) estaba hipotecada, pero ella me dijo que cuando consiguiera el dinero se la pagara. Y otra vez me dijo 'póngala en venta', y por eso es que siempre llegaba. 

Finalmente, al solicitarle una opinión sobre su biografía hasta este día, expone que: Mire, yo tuve una infancia bonita, una infancia feliz. Yo nunca pensé estar aquí. Uno piensa, uno a veces piensa, qué va a pasar, porque no sé si hasta aquí va a llegar mi vida. Si aquí me voy a morir va a ser voluntad de Dios, pero le pregunto a usted, con todo respeto porque es un profesional, ¿qué haría usted si alguien se mete a su casa y usted le pega un par de balazos? ¿Se va a entregar? 

Yo siento que di un buen paso cuando me entregue a Dios. Voy a decirle una cosa: el enemigo puede más que uno y ahora tengo a Dios en mi corazón. Y mire, no me lo está preguntando, no sé de qué religión es usted, pero le pregunto, ¿cree en Dios? Cinco días antes de que cayera preso una profeta me dijo: 'Dice el señor que te está librando de una gran carcelada ¿Vamos a la iglesia?'. Y no le hice caso.  Era mujer. En la calle me la encontré. No la conocía, pero era una profeta. Dice el Señor que todo es vanidad de vanidades. Yo no he hecho todo eso. Solo uno. A mí me quieren hacer responsable de todo. Aquí uno se da cuenta de todo y está bien, porque aunque yo no lo haya hecho yo soy el responsable de la casa. Como dijo alguien, 'no sé quién y no sé dónde, yo solo sé que no sé nada'.

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.