Desde la entrada en vigencia del Régimen de Excepción a finales de marzo del 2022, las entradas a centros penales se han convertido en áreas vigiladas por soldados y militares. Esto se debe a que, con las más de 53,000 capturas registradas en seis meses, estos lugares suelen lucir abarrotados, en su mayoría de mujeres, que corren de un lado a otro para conseguir alguna información de su familiar detenido, ya sea con un agente de seguridad o con quienes viajan en alguno de los transportes que entran y salen de esos portones.
Uno de esos centros es Cárcel de Mujeres, en Ilopango. En este penal, desde hace más de 50 años, cumplieron sus condenas miles de mujeres. Pero hace unos días las detenidas fueron trasladadas a otros penales, y la cárcel pasó a albergar hombres. Centros Penales ha blindado casi toda su información, y solo es posible enterarse de algunos de estos movimientos por lo que trasciende en redes sociales o publica el periodismo.
A diario llegan camiones y picops de la Policía cargados con detenidos de todos los rincones del país, y las mujeres que buscan a sus familiares han vuelto a las puertas de este penal. Quienes tienen suerte logran ver a sus familiares en la entrada, a lo lejos, un instante que alcanza como para saludarlos. Unas pocas, como la mujer en la imagen, logran tocar a sus familiares entre las rejas de un camión. Ambos lloraban. La gran mayoría de capturados durante el Régimen son presentados ante un juez al cabo de unas semanas, y este juez suele enviarles a prisión preventiva de al menos seis meses mientras la Fiscalía continúa investigando. No importa que algunas personas detenidas no tengan antecedentes penales y solo hayan sido capturadas porque a un policía o soldado les pareció que lucían nerviosas. La mayor parte terminará refundida en un penal durante medio año. Dentro de esos penales han muerto al menos 73 personas capturadas durante el Régimen. Algunas de esas personas tenían como único antecedente el de haber sido declaradas inocentes en juicios pasados.
A un lado de la escena fotografiada, continuaban llegando familiares a esperar. A un costado, una mujer gritó: 'Graben esto para que todos vean las injusticias que el Gobierno está cometiendo'. Enfrente, otra familia que esperaba a las puertas del penal pedía que no se les fotografiara. Algunos de los capturados en el camión suplicaban que, al contrario, se les hiciera una foto para que quizá algún familiar supiera dónde fueron recluidos. La pareja seguía tomada de la mano.
El conductor prendió el motor del camión y avanzó. Durante unos segundos más, la mujer logró sostener la mano de aquel hombre. Luego, el portón se cerró.