Centroamérica / Política

“Si gano la presidencia habrá intentos de evitar el traspaso de poder”

Bernardo Arévalo, candidato a la presidencia de Guatemala por el Movimiento Semilla, es el favorito para ganar la segunda vuelta electoral este domingo 20, pero admite que será solo el inicio de una nueva batalla política. Su agenda anticorrupción le enfrenta con los principales poderes del país. Él ve señales de realineamiento de fuerzas y confía en aprovechar fisuras en las filas del resto de partidos y el sector privado para negociar un consenso mínimo democrático.

Carlos Barrera
Carlos Barrera

Lunes, 14 de agosto de 2023
José Luis Sanz / Guatemala

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Hace seis semanas, la primera vuelta presidencial rompió el mapa político guatemalteco y lanzó por sorpresa al estrellato al Movimiento Semilla, un pequeño partido progresista nacido hace seis años con el lastre electoral de ser demasiado urbano, demasiado intelectual y de clase media, demasiado insistente en el “debería ser”. Este domingo 20 de agosto la sorpresa sería que su candidato, el académico y exdiplomático de 65 años Bernardo Arévalo, no gane.

En un país ahogado por el racismo y por la gula de sus élites, Arévalo ha logrado en solo dos meses —sin tenerlo del todo planeado— aglutinar el hartazgo antisistema que en otros países nutre al populismo. Ha conquistado también la ilusión de la juventud universitaria capitalina y la esperanza de los movimientos de raíz indígena que luchan contra siglos de exclusión. Tras años funestos en los que el Estado guatemalteco ha encarcelado periodistas y lanzado al exilio a una treintena de sus mejores jueces y fiscales antimafia, el hijo del primer presidente de la revolución del 44 promete en sus mítines una nueva primavera democrática.

Necesitará lograr lo que la todopoderosa CICIG no pudo: limpiar de corrupción las instituciones. Y desanudar las mismas alianzas empresariales, partidarias, militares y de crimen organizado que desde junio han intentado por todas las vías ilegalizar su candidatura.

Si la elección del domingo es un referéndum entre las ideas y la política más sucia y clientelista —su adversaria, Sandra Torres, le acusa en sus discursos de anticristiano, extranjero y homosexual mientras promete dinero, bolsas de alimentos, casas e incluso terrenos—, una presidencia de Semilla plantearía un dilema radical a todos los sectores del país, especialmente aquellos que han sido cómplices activos o silenciosos de las presidencias anteriores: sumarse a un diálogo en busca de consensos democráticos mínimos o traicionar el evidente deseo de cambio de los votantes.

Arévalo admite entre líneas que sin ese consenso poco podrá hacer. Semilla será apenas la tercera fuerza en el nuevo Congreso con unos insuficientes 23 diputados frente a los 28 de la UNE, el partido de Torres, y los 39 del partido del cuestionado presidente saliente, Alejandro Giammattei. Después de sus primeras reuniones con la gremial del CACIF él cree, optimista, que contará con buena parte del sector privado para “establecer acuerdos básicos que sirvan de contrapeso” al bloque legislativo de los partidos ligados a la corrupción.

El Faro lo entrevistó este sábado en San Marcos, departamento fronterizo con México, al término de una gira de tres días por algunos de los territorios más deprimidos, que más migrantes expulsan y más controlados por el narcotráfico en el país. En sus mítines le rodeaba un fuerte dispositivo de seguridad. Su entorno teme un atentado contra su vida. Él no lo descarta: “[Hay] más de un grupo que, en su desesperación, puede pensar en algo así”, dice.

¿Es usted una revolución?

No. Pero sí estamos haciendo ya un cambio fundamental que lo transforma todo: la recuperación de las instituciones guatemaltecas, que están asfixiadas por la corrupción. Ese es nuestro objetivo. Y una vez cumplido, hay que hacer que las instituciones funcionen y empiecen a dar las respuestas que durante décadas no dieron a las necesidades de la población en educación, salud, infraestructuras.

Somos un país rico que vive con seis de cada diez de sus ciudadanos por debajo de la línea de pobreza, un país fértil que tiene a la mitad de su infancia menor de cinco años con distintos grados de desnutrición. Y esto es simple y llanamente resultado de la administración fallida. Las instituciones de la democracia que se empezó a crear en el 85 [con la Constitución actual], y que con los Acuerdos de Paz del 96 reciben un nuevo empuje, han sido secuestradas por una clase política que convirtió la política en un ejercicio de pillaje sistemático.

Para hacer ese gran cambio institucional hace falta poder, y tanto la composición del nuevo Congreso como la persecución a su partido nos dicen que, si gana, va a ser un presidente débil.

Depende de si uno reduce la fórmula de la gobernabilidad a los partidos políticos actuales y a la relación entre el Congreso y el Ejecutivo. Lo que hemos visto desde el 25 de junio es un decantamiento de la sociedad hacia posiciones de defensa de la institucionalidad, y eso hay que incorporarlo a la fórmula, para ampliarla. Hay que anclar las posibilidades de gobernabilidad, de acuerdos y avances, no a una discusión entre partidos —la mayoría de los cuales están interesados sencillamente en el pillaje— sino a grandes consensos sociales alrededor de los cambios que necesita el país.

Centenares de personas se congregaron en el parque central de Santa Cruz de Quiché el viernes 11 de agosto para escuchar el discurso del candidato presidencial por el partido Semilla, Bernardo Arévalo. Foto de El Faro: Carlos Barrera
Centenares de personas se congregaron en el parque central de Santa Cruz de Quiché el viernes 11 de agosto para escuchar el discurso del candidato presidencial por el partido Semilla, Bernardo Arévalo. Foto de El Faro: Carlos Barrera

¿Con quién tendrá que negociar esos cambios?

Vamos a consensuar y a discutir con quien sea. Nuestro gobierno hará las negociaciones que se requieran, alrededor de los distintos temas, con los actores que tengan que estar involucrados.

¿Qué le hace pensar que hay actores dispuestos a esa negociación? ¿Identifica algunos?

Bueno, hemos visto que desde los 48 Cantones de Totonicapán hasta el sector privado organizado se han colocado en una posición común contra el asalto a las instituciones políticas. Ese es un espacio de convergencia alrededor del cual se pueden empezar a establecer acuerdos básicos que sirvan de contrapeso al dominio que muchos de estos partidos van a tener en el Congreso.

Pero va a pasar otra cosa: lo que hace funcionar el sistema de corrupción en el Congreso es el presupuesto de obras públicas del Estado, que está en manos del Ejecutivo. Nosotros vamos a cerrar ese chorro y, sin ese aceite que los lubrica, los engranajes de la corrupción van a empezar a hacer ruido. Eso cambiará los incentivos para mucha gente. Hay quien seguirá en ese esquema de corrupción, pero otros empezarán [a pensar] “A ver, no lo tengo claro, me conviene moverme”. Estamos anclados en las fórmulas de gobernabilidad del pasado, pero esta elección está moviendo los espacios políticos y es en esta realidad, que no conocíamos, donde tenemos que operar.

Ha lanzado ya guiños a los alcaldes electos. ¿Ha visto ya algún movimiento entre los alcaldes de otros partidos?

Hemos recibido llamadas de alcaldes de distintos partidos que dicen que nos quieren apoyar. Nosotros les respondemos: “nos encanta, pero nosotros no vamos a negociar, porque vamos a trabajar con todos”. Y ha habido diputados que nos han dicho “miren, yo quiero empezar a ver cómo hacer cambios”. Esas señales ahí están.

Ha habido un cambio en las actitudes. Cuando me reúno con distintos sectores les digo, “no podemos reducir la gobernabilidad a las relaciones entre un Congreso capturado en su mayoría por partidos corruptos y un Ejecutivo que intentará hacer cambios pero tiene poderes limitados; para avanzar necesitamos ampliar la mesa”.Y automáticamente la reacción es “sí, hay que crear nuevos mecanismos”. Todo es muy tentativo, pero hay disponibilidad.

¿Ha hablado con alcaldes de otros partidos dispuestos a entrar en una nueva dinámica?

No yo personalmente, pero gente de nuestro partido ha recibido llamadas de diputados y alcaldes electos de otros partidos que dicen estar interesados.

Sé que ha tenido reuniones privadas con el CACIF. ¿De qué han hablado?

Han sido reuniones privadas pero no secretas. Nos hemos reunido con casi todas las cámaras. Creo que nos falta una, con la que nos reunimos esta semana. Igual que nos hemos reunido con distintos sectores sociales y les decimos, “miren, esta es nuestra visión, esto pretendemos. Díganos cuáles son sus preocupaciones”.

¿Confía en el CACIF?

Confiamos en que tenemos que encontrar correlaciones de trabajo con distintos actores. Porque no podemos cambiar a los actores del país, no podemos llenar este país de suizos, no podemos traer marcianos, no podemos traer todo lo que quisiéramos tener. Hay que trabajar con lo que hay y buscar fórmulas que nos permitan salir adelante.

¿Eso quiere decir que ve un espacio de encuentro con las élites políticas y económicas?

Creemos que es el momento de buscar una solución de unión de todos los sectores donde los únicos que no caben son los corruptos, los violentos y los autoritarios. Es necesario buscar, sin ellos, consensos básicos y fundamentales en una lógica distinta a la de suma cero que ha privado durante muchísimo tiempo en este país. No es cierto que para que gane uno tiene que perder otro.

¿Cómo se combate la corrupción con una fiscalía corrupta?

Entendiendo que la tarea no es de la noche a la mañana. Entendiendo que esto es una estrategia de tiempo. Que uno empieza de manera gradual, con lo que tiene a la mano, estableciendo mecanismos y ganando confianza de la población alrededor de lo que se puede hacer y dónde se puede hacer. Tendremos que esperar los momentos y tiempos que habrá para hacer cambios en el Ministerio Público o elegir nuevos magistrados.

También ha hablado de reformas legales para luchar contra la corrupción. ¿Cuáles?

Una nueva ley de Compras y Contrataciones. Una ley de Servicio Civil que cierre los espacios a las plazas fantasma, al clientelismo. Una ley de Competencia. Una nueva Ley Electoral y de Partidos Políticos. Hay una enorme tarea que hacer en revisión de leyes.

El candidato presidencial Bernardo Arévalo durante su entrevista con El Faro el sábado 12 de agosto en el municipio de San Marcos, en su gira de cierre de campaña por los departamentos occidentales de Guatemala. Foto de El Faro: Carlos Barrera
El candidato presidencial Bernardo Arévalo durante su entrevista con El Faro el sábado 12 de agosto en el municipio de San Marcos, en su gira de cierre de campaña por los departamentos occidentales de Guatemala. Foto de El Faro: Carlos Barrera

El papel del sistema de justicia ha sido central no solo en este proceso electoral, sino en los últimos años de crisis política en el país. ¿Cómo se regenera un sistema de justicia sin tener mayoría en el Congreso?

Eso es lo que vamos a empezar a ver. Ya le dije que los incentivos dentro del Congreso de la República van a cambiar y eso generará un cambio de actitudes. A partir de esa fórmula más amplia de gobernabilidad, donde se trabaja con la sociedad y no exclusivamente dentro de un sistema político viciado, se pueden encontrar fórmulas.

Ha hablado de inclusión y de alianzas con sectores diversos de la sociedad. Y se refiere a menudo en público a los cuatro pueblos de Guatemala [maya, xinka, garífuna y ladino]. ¿Está usted a favor de que Guatemala se convierta en un Estado plurinacional?

Creemos que esa es una discusión constitucional pendiente. Vamos a poner sobre la mesa una conversación, un debate alrededor de ello. Porque lo primero que nos encontramos es que nadie tiene claro qué quiere decir “Estado plurinacional”. Existen veinte interpretaciones distintas, y no exclusivamente entre pueblos originarios y ladinos, sino también dentro de los pueblos originarios. Como entre los ladinos, los mestizos, existen distintas interpretaciones. Es ese tipo de palabras que empiezan a elicitar miedos e ilusiones de distinto tipo sin que haya claridad en qué significan.

¿Semilla tiene un concepto o propuesta de Estado plurinacional? Su diputada electa del Parlacen defendió el Estado plurinacional en su mitin de Huehuetenango.

Tenemos claro que hay que ir hacia un Estado que reconozca el hecho de que somos una sociedad integrada por cuatro pueblos y esta pluralidad tiene que reflejarse de manera adecuada en el aparato constitucional. Guatemala tiene una deuda con la Constitución de 1985, que incluye el compromiso de desarrollar una ley de pueblos indígenas que nunca se ha puesto en discusión.

Parece ausente de la conversación política, y de la campaña, el racismo. ¿Es una palabra a la que Guatemala le tiene miedo?

Yo he nombrado el racismo en las tarimas. Discriminación, exclusión, marginación, racismo.

¿Cómo se combate el brutal racismo en Guatemala?

En primer lugar, empezando a combatir los mecanismos institucionales que lo perpetúan. Se combate el racismo generando desarrollo equitativo para toda la población, llevando atención a quienes más lo necesitan. Nuestra visión de desarrollo es, por un lado, una visión de acceso universal, pero por otro lado están los más abandonados por las estructuras de exclusión, marginación, racismo. Hay que empezar por los más olvidados.

Otras palabras que se utilizan a menudo para generar miedo son aborto u homosexualidad. En sus mítines insiste en que lo que se dice en la campaña negra contra Semilla es mentira, pero no pone el mismo énfasis en aclarar cuál es la postura de su partido, o la suya, sobre ambos temas.

La postura del Movimiento Semilla, y nuestra, sobre [la legislación del] aborto es que tiene que permanecer exactamente como está. No pensamos que haya que ampliarla ni restringirla. Y sobre el matrimonio homosexual no tenemos intención de promover cambios. Lo que sí hay que combatir es la discriminación de cualquier persona por su orientación sexual.

¿Por qué cree que no deben impulsarse reformas sobre esos temas en Guatemala?

Porque creemos que ahorita hay muchísimos temas más de los que hablar. Y porque se necesita un debate social y un tipo de consenso social que en este momento no existe y que sería absurdo plantear cuando hay temas… más urgentes en términos de desarrollo.

El presidente Giammattei ha prometido que entregará el poder el 14 de enero a quien gane las elecciones. ¿Usted confía en su palabra?

Yo estaré listo para recibir el poder después de que ganemos el 20 de agosto. Y es el pueblo completo de Guatemala el que se lo demanda. La convergencia que existe hoy fuera de los partidos políticos que son parte de esa red [de corrupción] es que hay que respetar los marcos institucionales.

Lo que le pregunto es si cree que la palabra del presidente, del Estado de Guatemala, es garantía suficiente de que eso suceda.

No tengo ninguna duda de que entre el 20 de agosto y el 14 de enero, si nosotros ganamos la elección, va a haber un buen número de intentos por evitar que eso suceda. Y van a venir de distintos sectores. Lo hemos estado viendo. Y el ariete del ataque a la institucionalidad democrática del país es el Ministerio Público.

¿Teme que los ataques no sean solo legales? Después del asesinato de Fernando Villavicencio en Ecuador, ¿tiene usted miedo a un atentado en su contra?

Para que haya un atentado lo único que se necesita es un loco. Y no dudamos que pueda haber más de un loco en Guatemala, y más de un grupo que en su desesperación puede pensar en algo así. Pero ¿miedo?, no. En vez de preocuparnos nos ocupamos y hemos reforzado algunas medidas de seguridad. Nos sentimos seguros.

¿Y confía en el Tribunal Supremo Electoral a pesar de las sospechas de sobornos a sus magistrados?

El Tribunal Supremo Electoral, a partir de las elecciones del 25 de junio, ha sido uno de los baluartes de la defensa del sistema [democrático]. No tenemos en este momento ninguna razón para dudar de ellos. No sabemos si la tendremos en el futuro, pero a día de hoy ellos han sido parte fundamental en el fracaso de las estrategias de persecución política ilegal contra Semilla.

Hablemos de política internacional. ¿Qué papel quisiera desempeñar en la Centroamérica actual?

(Lanza un suspiro). Nosotros…

¿Ese suspiro es de desaliento por el panorama?

Sí… y no. Es decir, nosotros, y yo personalmente, creemos que Centroamérica debería avanzar hacia una integración, pero no existen las condiciones políticas para hacerlo. Esto requeriría gobiernos que tuvieran ese interés, y gobiernos que tuvieran la misma naturaleza política para hacer de esto un entorno democrático.

Eso no quiere decir que no se pueda avanzar y seguir preparando el terreno en las áreas técnicas, en integración económica, en los distintos mecanismos para facilitar contactos y eliminar barreras. Si bien políticamente no hay condiciones para dar los pasos que deberíamos en dirección a una integración más seria, si podemos empezar a ganar terreno.

Nicaragua, El Salvador, Honduras e incluso Costa Rica, guardaron silencio en las dos últimas reuniones del Consejo permanente de la Organización de Estados Americanos, en las que se analizó una posible resolución sobre la crisis democrática en Guatemala. ¿Cree que no les interesa lo que está sucediendo, o a qué lo atribuye?

Creo que estaban esperando el momento de la votación, y como no ha llegado no se han manifestado.

¿Cree que hubieran votado contra Guatemala?

Creo que hubiéramos visto distintas posiciones.

¿De qué gobiernos centroamericanos se siente más cerca?

Bueno, primero tengo que empezar a acercarme…

Eso es un juego de palabras. ¿De qué ideas o actitudes en los gobiernos de la región se siente más cerca?

Mire, desde una línea de tipo pragmático-institucional, nosotros tendremos un mandato de mantener las mejores relaciones posibles dentro del área centroamericana, especialmente con los países fronterizos. Y eso incluye también a México aunque no sea parte de Centroamérica. Hay agendas comunes cuando un país tiene una frontera que a veces divide y a veces une. Y hay otro área en la que uno se mueve con mayor facilidad con gobiernos con los que comparte principios e intereses, y eso es lo que descubriremos cuando empecemos a acercarnos a ellos.

Bernardo Arévalo visitó, durante su última gira de campaña, los municipios de Santa Cruz Quiché, Huehuetenango, Tejutla y San Marcos. Foto de El Faro: Carlos Barrera
Bernardo Arévalo visitó, durante su última gira de campaña, los municipios de Santa Cruz Quiché, Huehuetenango, Tejutla y San Marcos. Foto de El Faro: Carlos Barrera

Al menos tres candidatos distintos en esta elección en Guatemala han hecho guiños al presidente Nayib Bukele, en materia de seguridad o de una manera más abierta. ¿Por qué usted no?

Yo diría que han tratado de subirse al vehículo de su popularidad por la efectividad percibida de su respuesta al tema de las maras. Han visto que lo más fácil es decirle a la gente que van a copiar el modelo, porque funcionó en El Salvador. Inclusive, una candidata se fue a ver si la recibían y no la recibieron. Nosotros creemos que los problemas de seguridad de El Salvador no son los mismos que los de Guatemala, que la configuración de la criminalidad de maras, crimen organizado y narcotráfico es distinta a la de Guatemala.

Usted ha dicho que está comprometido con los Derechos Humanos. ¿Piensa ser una voz activa en la región en ese sentido? Lo digo porque hay denuncias muy graves de violaciones de Derechos Humanos en Nicaragua pero también en El Salvador.

Nosotros mantenemos un compromiso con los Derechos Humanos.

Ergo…

Ergo, lo consideramos un principio fundamental y vamos a operar en esa línea de manera consistente

Hay muchas dudas sobre si le dejarán gobernar. Yo me pregunto si, siendo un partido pequeño que —su mismo equipo lo reconoce— no esperaba pasar a segunda vuelta y tener posibilidad real de llegar al poder, sabrán hacerlo. ¿Van a tener el talento humano y la capacidad técnica de gobernar?

Lo primero es que tenemos muy claro que la fórmula de gobernabilidad no depende de nosotros y del resto de partidos políticos. Lo vuelvo a repetir: depende de la forma en que se integre a las fuerzas sociales a este esfuerzo. Los equipos de gobierno los vamos a completar con gente que no es del partido; vamos a abrirnos y los esfuerzos se van a hacer con distintos sectores en los distintos temas. De esa manera vamos a poder avanzar y complementar las limitaciones que tenemos en términos de equipo. Pero es que ningún partido en Guatemala, ninguno, tiene en términos de números el equipo necesario para gobernar.

Nosotros no tenemos mucho, pero tenemos los mejores cuadros para gobernar este país. En términos de experiencia, de competencia, de capacidad y de honradez.

¿Le preocupa no lograr cumplir con todas las ilusiones que parece estar generando?

Yo creo que si terminamos nuestro gobierno y la gente recuperó confianza en las instituciones, en el hecho de que los gobiernos no son necesariamente corruptos y trabajan para solucionar los problemas; si se empiezan a sentir resultados; si se genera la economía necesaria para empezar a crecer, creo que aunque no hayamos alcanzado todos nuestros objetivos habremos cimentado la ruta por la que el país tiene que seguir avanzando.

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